Chaining giants. Internet firms face a global techlash. Though big tech firms are thriving, they are facing more scrutiny than ever

Cita: 

The Economist [2017], "Chaining giants. Internet firms face a global techlash. Though big tech firms are thriving, they are facing more scrutiny than ever", The Economist, London, 12 de agosto, https://www.economist.com/news/international/21726072-though-big-tech-fi...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Agosto 12, 2017
Tema: 
Las crecientes regulaciones impuestas a los gigantes tecnológicos y los retos que para éstos plantea adecuarse a las nuevas reglas
Idea principal: 

Recientemente las cinco empresas tecnológicas más grandes –Alphabet, Amazon, Apple, Facebook y Microsoft– publicaron sus estados financieros; en conjunto, sus ingresos trimestrales ascendieron a 14.3 mil millones de dólares. En términos de sus resultados, el futuro de estas grandes empresas podría parecer floreciente. Sin embargo, los gigantes informáticos tendrán que lidiar con una tendencia cada vez más fuerte que les plantea numerosos problemas: los intentos cada vez mayores de los gobiernos –que por mucho tiempo estuvieron dispuestos a dejar que actuaran libremente– para regularlas y limitarlas.

Los ejemplos recientes de medidas puestas en marcha por parte de los gobiernos para limitar las prácticas y los contenidos de las grandes empresas tecnológicas abundan: desde la advertencia de bloquear el contenido extremista de sus plataformas en Gran Bretaña hasta la exigencia por parte de China de remover ciertos servicios que permitirían a los usuarios superar la censura gubernamental, entre muchos otros casos. Aunque las medidas son diversas, todas ellas tienen en común que son señales inequívocas de un cambio de actitud de los gobiernos hacia los gigantes de internet.

Una condición que posibilita este cambio de actitud es que se ha vuelto mucho más sencillo reforzar las barreras en el ciberespacio debido a los avances tecnológicos. Por ejemplo, los nuevos dispositivos permiten a las empresas y a los reguladores ubicar con mayor facilidad dónde están los usuarios gracias a su dirección IP. Asimismo, los sistemas de pago de las tiendas de aplicaciones en línea hacen que sea más sencillo monitorear y controlar las actividades de los usuarios. Otra de las razones que permite explicar la progresiva desaparición de la condescendencia de los gobiernos hacia los gigantes tecnológicos es la pretensión por parte de aquellos de fortalecer su recaudación, así como la actitud evasiva hacia la tributación que han mostrado empresas como Apple.

Durante décadas, las plataformas de internet fueron tratadas como intermediarias. Comúnmente fueron vistas como empresas de telecomunicaciones, que simplemente transmiten contenido sobre el cual no tienen responsabilidad. Este enfoque por parte de los reguladores se está modificando: están comenzando a ser tratadas como empresas de medios de comunicación, que tienen responsabilidad sobre los contenidos y pueden ser procesadas y demandadas por lo que en ellas publican y hacen sus usuarios. En Alemania, por ejemplo, entrará en vigor una regulación que exige a las plataformas hacer frente al discurso de odio –que niega el Holocausto, por ejemplo– en un periodo de 24 horas, que inician a partir del momento en que las empresas son alertadas por los usuarios o las autoridades del contenido inaceptable; en caso de no hacerlo, las plataformas tendrán que pagar multas superiores a 50 millones de euros. Otros gobiernos están planteando exigirle a las plataformas que retiren inmediatamente este contenido (como sucede con la pornografía infantil, por ejemplo). Las empresas han argumentado que hacer esto sería sumamente difícil y costoso, pues el uso de técnicas automáticas conduciría a que se bloqueara contenido legítimo y serían humanos quienes tendrían que tomar la decisión final.

La construcción de barreras en el ciberespacio no es nueva. Las empresas tecnológicas lo han hecho desde hace mucho tiempo con la finalidad de mantener a los usuarios dentro de límites en los cuales es más sencillo venderles nuevos servicios. Pero ahora son también los gobiernos quienes están construyéndolas. China y Rusia, por ejemplo, están tomando medidas para restringir el uso de servicios que permitirían a los usuarios pasar por encima de la censura gubernamental. Además, ambos países han exigido que la información generada por los usuarios internos se almacene dentro de sus fronteras. Estas prácticas comienzan a ser imitadas en algunos "países democráticos" y han provocado acalorados debates en los que algunas instituciones como la Comisión Europea se han quejado de la existencia de "restricciones injustificadas sobre el libre movimiento de la información" al interior de la Unión Europea.

A la par que se observa esta fragmentación de internet en versiones locales, hay algunos países que están buscando ampliar su alcance legal para regular los contenidos en línea más allá de sus fronteras. Un fallo reciente de la Suprema Corte de Canadá contra Google obliga a esta empresa a quitar de su motor de búsqueda la publicidad a un producto que infringió la propiedad intelectual de una empresa. Esta resolución de la corte canadiense no sólo aplica dentro de sus fronteras nacionales, sino en todo el mundo. Si la empresa incumpliera, tendría que pagar una gravosa multa. Este podría ser sólo el principio de la remoción de contenidos no sólo en un país, sino en todo el mundo.

Aunque los gigantes tecnológicos deben hacer frente a muchas dificultades, la legislación antimonopolios es, probablemente, la mayor amenaza a sus intereses. Cada vez más los reguladores de todo el mundo están de acuerdo en que en el ciberespacio las empresas dominantes pueden limitar la competencia en su favor, comprando a sus pequeños rivales cuando pueden convertirse en una amenaza o utilizando sus motores de búsqueda para favorecer a sus propios productos y servicios. Por ejemplo, en junio de 2017 la Comisión Europea impuso a Google una multa de 2.4 mil millones de euros por "abusar de su 'monopolio' de búsqueda en línea". Asimismo, los reguladores están comenzando a preocuparse por los monopolios de información, que pueden servir para convertir los datos generados por los usuarios en valiosos servicios de inteligencia artificial.

Otro factor importante a considerar es que los gigantes tecnológicos están incursionando con fuerza en el "mundo físico": Amazon compró Whole Foods, un importante minorista estadounidense; Google está experimentando con sus autos sin conductor; Facebook está desarrollando drones. Es probable que la supervisión de los reguladores sobre estas empresas aumente conforme hagan más fuerte su presencia fuera del ciberespacio.

Frente a las amenazas para sus intereses que plantea una mayor supervisión y una regulación más estricta ante su posición dominante en los mercados, empresas como Facebook y Google están fortaleciendo sus operaciones de lobby, con cientos de personas dedicadas a sus relaciones públicas y a gestiones regulatorias.

El incremento en el personal de estas empresas no sólo se debe a sus labores de lobby, sino también a que cumplir con la proliferación de nuevas reglas requiere el crecimiento de los equipos locales en las áreas de servicios, infraestructura, monitoreo de los contenidos y protección de datos. Los gigantes de internet esperan que su colaboración en la implementación de las nuevas regulaciones y que el impulso de nuevas iniciativas –como el "Journalism Project" de Facebook para combatir las noticias falsas o el reciente libro de Microsoft en el que se proponen recomendaciones detalladas de política pública sobre empresas tecnológicas- les permitirá recuperar la condescendencia que los gobiernos habían tenido siempre hacia ellos.

"Algunas veces los gobiernos tienen buenas razones para reclamar su soberanía sobre el ámbito digital. Ellos son responsables de la seguridad nacional y son elegidos para hacer valer las leyes nacionales". Sin embargo, el riesgo de que su impulso regulatorio reproduzca las fronteras nacionales en el ciberespacio es grande y está presente. "Eso arruinaría la función de internet como un foro abierto donde las personas pueden comunicarse libremente y acceder a nuevos productos y servicios –que es precisamente lo que hizo que internet fuera grandioso".

Nexo con el tema que estudiamos: 

La informática ha traído consigo grandes cambios en la sociedad moderna. No sólo ha modificado el universo de los valores de uso disponibles y las áreas para la valorización del capital, sino que ha producido también –debido a su creciente penetración en la vida cotidiana– grandes cambios civilizatorios, entre otros, en la forma en que los sujetos nos relacionamos y empleamos nuestro tiempo libre. En lo que al pensamiento económico se refiere, la irrupción de las grandes corporaciones tecnológicas ha requerido un cambio de enfoque por parte de los reguladores. Este cambio de actitud y de enfoque hacia los gigantes informáticos es de gran envergadura y plantea grandes y variadas disyuntivas para el pensamiento liberal.

Probablemente la mayor disyuntiva se da en torno a la regulación antimonopolio (al respecto, puede verse también: http://let.iiec.unam.mx/node/1367). Las más grandes empresas del internet han sido recientemente penalizadas por hacer uso indebido de su posición dominante en el mercado. Por otra parte, la regulación de los gigantes tecnológicos pone a los reguladores frente a una gran paradoja: la necesidad de exigir la socialización de la información privada de que disponen los gigantes informáticos para crear mejores para la competencia.

Los alcances de la regulación a las empresas informáticas no se reduce al ámbito estrictamente económico. Por ejemplo, una cuestión que plantea la regulación de las empresas informáticas –cuya industria contribuyó como pocas a la “globalización” de finales del siglo pasado– es la de los alcances de la jurisdicción: si el internet posibilita que en cuestión de un segundo se difunda todo tipo de información ¿la legislación que lo regule debe ser nacional o supranacional? Otro tema álgido es que, ante los ataques perpetrados por grupos de extremistas musulmanes –particularmente en Europa–las empresas informáticas y los reguladores se enfrentan a una situación complicada: o prohíben la difusión de los contenidos generados por estos grupos, coartando la libertad de expresión y reduciendo su impacto mediático, o permiten su difusión, posibilitando un aumento de este tipo de prácticas.