En 2011 explotó la planta nuclear de Fukushima. Este incidente se sumó a otras tragedias de este tipo. Desde hace décadas la producción de electricidad desde plantas nucleares se ha estancado y en los últimos dos años el suministro de energía nuclear cayó 11%. En este contexto, Rusia se ha convertido en la potencia en la industria, al dominar el diseño y exportación de plantas nucleares.

Ante un estancamiento interno de la demanda de electricidad, la empresa estatal rusa Rosatom está exportando sus productos. Esta empresa se ha orientado particularmente a países que Solzhenitsyn, un analista de energía nuclear con McKinsey, llama el "gran gran intermedio” [great grand middle], los cuales no son ni aliados cercanos de Estados Unidos ni Rusia. Así, ahora la estatal rusa está por construir su primera planta nuclear en Turquía con valor de 20 mil millones de dólares, esperando terminar el primer reactor en 2023. Además, ya está construyendo una docena de reactores en Bangladesh, India y Hungría, y tiene planeada la construcción de 33 plantas, con valor de 130 mil millones de dólares.

La política exterior de Rusia ha estado concentrada en la exportación de energéticos, gracias a su abundancia de gas y petróleo. Pero ahora, exportar en forma de plantas nucleares parece ser una mejor inversión, así lo afirma Solzhenitsyn. Esto debido a que la instalación de plantas nucleares implica una serie servicios que le acompañan, como el suministro de combustible nuclear, capacitación para ingenieros y asesoramiento sobre regulaciones. Y cada inversión es de miles de millones de dólares independientes de fluctuaciones en los precios de las materias primas, además que para los clientes implica una relación con Rusia por décadas.

En este sentido, la relación de Rusia con sus países clientes le da una relación diplomática particular. Principalmente en los primeros años de terminada una planta nuclear se crea una relación muy estrecha entre ambos países, dada la necesidad de capacitar a los trabajadores locales y que el país exportador está directamente involucrado en la operación de la planta. Rusia puede ejercer presión fácilmente hacia un sector clave como es el energético, ya sea con los precios de insumos o simplemente terminando sus operaciones. Especialmente en países donde las plantas nucleares representan una fuente significativa de la generación total de electricidad, como en Bangladesh donde es 15%.

Ya es un hábito para Rusia usar geopolíticamente el manejo de su suministro energético. Así como en su momento se condicionaba el suministro de gas a Europa del este en invierno; en los últimos años ha tenido prácticas similares. En 2015, lanzó un ciberataque contra el sistema de transmisión eléctrica de Ucrania y a finales de julio Estados Unidos acusó a la agencia de inteligencia militar rusa de hackear las salas de control de las plantas de energía nuclear estadounidenses. Lo anterior hace preguntarse si las plantas nucleares rusas en construcción podrían utilizarse de igual forma.

Sin embargo, la influencia geopolítica rusa atreves de sus plantan nucleares está limitada por diferentes factores. Principalmente por la supervisión de la Agencia Internacional de Energía Atómica, pero también porque los clientes insisten en mantener el control de las plantas con un rápido entrenamiento de trabajadores locales, el suministro de insumos puede ser importado desde otro país y, además, las prácticas malintencionadas de Rusia podrían ahuyentar a otros potenciales clientes.

Pero aun con lo anterior se han encontrado malas prácticas por parte de los rusos. En Sudáfrica una corte canceló un contrato de 76 mil millones de dólares con Rosatom después de encontrarse que fue pactado en secreto entre el presidente Jacob Zuma y Vladimir Putin. También, este año, después de un encuentro entre el primer ministro húngaro Viktor Orban y Putin, Rosatom comenzó a construir un reactor en Hungría; el financiamiento de esta planta se hará a partir de un préstamo ruso de 11.6 mil millones de dólares, y con Rosatom como operador de la planta y proveedor de los insumos.

Puede entenderse el mantenimiento del programa nuclear de Rusia debido a sus diseños baratos y porque los riesgos que implica esta industria están respaldados por el estado. Mientras, sus competidores avanzan difícilmente: la francesa Orano, sólo ha estado a cargo de la construcción de dos plantas en los últimos 10 años y ambas están retrasadas y han excedido el presupuesto; en Corea del Sur, KEPCO enfrenta una reacción contra la energía nuclear; y Westinghouse de Estados Unidos apenas sale de bancarrota.

La única competencia real para Rusia es China, que también respalda a sus empresas. Actualmente, después de enfocarse en el suministro de energía al interior, está comenzando a financiar conjuntamente la construcción de algunas plantas nucleares en el mundo, como Hinkley Point en Inglaterra, pero también otras en Turquía y Argentina. De tal forma que hasta ahora Rusia domina la industria con cierta holgura, pero con China por detrás. Pero actualmente se hace necesario tomarse en serio una mayor generación de energía nuclear para lograr descarbonizar el mundo.