Las operaciones militares francesas en el continente africano están cobrando cada vez más importancia, las intenciones del gobierno estadounidense de reducir el número de efectivos pertenecientes al programa AFRICOM (responsable de las operaciones militares en 53 países de África) hace de Francia, un actor más protagónico en la región.

Barkhane, la operación militar francesa lanzada en agosto de 2014 para combatir el terrorismo en África y que opera en cuatro países (Burkina Faso, Malí, Mauritania y Niger), con un costo de 700 millones de dólares anuales y 4 500 militares en la región, opera en una zona tan grande como Europa occidental, su labor va más allá de operativos antiterroristas, coordina y asesora a otras fuerzas militares su zona de operación. También refuerza las tareas de la ONU en Malí. Hasta septiembre de 2018 han matado o capturado a 150 yihadistas sólo este año en Malí y Níger y han replegado sus fuerzas impidiendo que instalen más bases permanentes.

Sin embargo, Barkhane no se caracteriza por ser estratégico a nivel diplomático, sus alianzas han apuntalado regímenes autoritarios, por ejemplo, se ha aliado con milicias étnicas en Malí, que los convierte en responsables por asociación, de masacrar a sus enemigos. Por esta razón, el responsable de Barkhane, el general Guibert, asegura que el operativo no erradicará el terrorismo, eso sólo ocurrirá por medio de la política.

Los franceses se encuentran con la espada en la pared, si bien su estrategia de establecerse en el Sahel (la zona ecoclimática y biogeográfica de transición entre el desierto del Sáhara al norte y la sabana sudanesa al sur) ha permitido un efectivo combate al Yihad, también ha fortalecido algunos regímenes autoritarios.