Estados Unidos vs China

Cita: 

Watkins, Susan [2019], “Estados Unidos vs China", New Left Review, New York, (115), marzo-abril, https://newleftreview.es/issues/115/articles/estados-unidos-vs-china.pdf

Fuente: 
Artículo científico
Fecha de publicación: 
Marzo, 2019
Tema: 
Disputa hegemonica entre China y Estados Unidos
Idea principal: 

Las amenazas de incremento arancelario ha sido la regla con la que Estados Unidos presiona a los miembros de la Organización del Tratado del Atlantico Norte (OTAN) para boicotear la tecnología móvil 5G de China. De esta manera, el Departamento de Justicia mediante la declaración en enero de 2019 de la estrategia de seguridad nacional, ha fraguado una exorbitante acusación internacional a la directora ejecutiva de Huawei por comerciar con Irán. Por lo que ahora desde la óptica estadounidense no sólo es Rusia la potencia revisionista, sino también China.

Washington abusó de su lugar como potencia hegemónica, dedujo que tras la caída de la Unión Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) la superioridad militar estaba garantizada y por ende la paz democrática era inevitable. Asumió que la influencia liberal-democrática sería suficiente y que la socialización de las élites chinas dentro del sistema occidental moldearía un nuevo grupo de Yeltsins, con la disposición de reemplazar al Partido Comunista Chino por otra forma de gobierno que se alinee a los estándares democráticos. En cambio, ha impulsado una nueva era de competencia entre las grandes potencias, que conlleva un choque sistémico ideológico.

Estados Unidos pensaba que con su integración en el orden internacional, se liberalizaría el régimen chino, pero en realidad el Partido Comunista Chino (PCCh) estaba planeando expandir su zona de influencia y desplazar a Estados Unidos del Pacífico occidental, para poder reordenar la región a su beneficio y ser la potencia que lidere en los ámbitos político, económico y militar.

China ha trabajado para ganarse el apoyo de las regiones donde Estados Unidos ha estado ausente debido a que no forman parte de sus prioridades. Entre estas encontramos a África o Asia Central, y países como Irán, Sudán, Corea del Norte, sólo por mencionar algunos. Al mismo tiempo, a pesar de que ha socavado el sistema de alianzas fraguado por Estados Unidos en Asia, ha alentado a Filipinas a distanciarse de Washington, bregando por la apertura de Seúl a Pyongyang y respaldando a Japón contra los aranceles estadounidenses.

Las disputas entre las potencias durante el siglo pasado tenían cómo protagonistas a Estados-nación capitalistas del mismo genero, que no obstante se expandían a velocidades distintas y con una influencia en los mercados fuera de su territorio también desigual. En el escenario del siglo XXI, tanto China como Estados Unidos son entidades particulares sin precedentes en la historia. Por un lado se encuentra la superpotencia de mercado libre, que ha logrado expandir su cultura hasta los rincones más recónditos del mundo; por otro lado, se encuentra un Estado comunista cuya densidad poblacional de tipo campesina, se aglomera en la parte meridional del territorio, y que ha presenciado treinta años de crecimiento capitalista a un ritmo acelerado.

En el ámbito interno, las dos economías ofrecen un entramado de contrastes distintos. Un capitalismo continental de carácter maduro, cuyo punto álgido se alcanzó tras el termino de la Segunda Guerra Mundial; contra un capitalismo de rasgos comunistas relativamente joven, que hasta hace unas décadas era una sociedad rural. Durante los últimos cuarenta años Estados Unidos se ha enfrentado a la caída de sus tasas de beneficio, la disminución de los salarios y la deslocalización para la obtención de mayores rendimientos en la especulación de activos. Mientras el dragón asiático llevó a cabo su industrialización en la última década del siglo pasado, aprovechando las oleadas comerciales fruto de la globalización que lideró Estados Unidos. Además, retomó el modelo japonés del vuelvo del ganso, para encausar las exportaciones provenientes de Asia pacifico y aprovecharlas usando el gran capital proveniente de las diásporas de Hong Kong, Taiwán y Japón. Crecimiento también sustentado por empresas transnacionales occidentales y asiáticas, las cuales deseaban saciar las necesidades de un mercado de consumo que les traería incomparables beneficios por su tamaño y por las condiciones de seguridad que permite el régimen del PCCh.

Entre ambas potencias se ha generado desde finales del siglo pasado una interdependencia financiera y económica de carácter asimétrico, en la que existe un acreedor pobre y un deudor acaudalado, y no sólo eso, sino que esta interdependencia opera a múltiples niveles, que se han ido acomodando en distintos grados y en diferentes tiempos pero que tienen como característica indudable que se hallan a merced de las variaciones de sus monedas.

Tras la reformulación del nuevo orden internacional empezada por Nixon en 1973, que dio fin a la paridad dolar oro, donde Washington fue abandonando su visión de líder generoso y comenzó a usar su peso global para afirmar los intereses nacionales. La política de Washington hacia China, promovida en su Estrategia de Seguridad Nacional de 1993, era muy clara: evitar la aparición de una nueva superpotencia. Por lo que vigilaría a China en la cercanía y la apoyaría, contendría o equilibraría según fuera necesario. Las primeras estrategias de defensa chinas fueron los controles internos de capital, el millonario volumen de ganancias en dólares, y el superávit comercial de 2 billones de dólares con Estados Unidos, a pesar de que esto se reflejase en una mayor interdependencia. De manera paralela, los dirigentes chinos lograron transitar del modelo de exportación al crecimiento fruto del consumo doméstico, mediante un gigantesco programa de inversión interna. Este reordenamiento y la consecuente reconstrucción dejó cientos de ciudades, autopistas, puertos y toda un conjunto de infraestructuras que se nutrieron de las materias primas de los países del hemisferio sur, los cuales a su vez se vieron beneficiados por está creciente exigencia.

Una buena parte de las reservas de dólares de Pekín se encontraban invertidas en las agencias hipotecarias Fanny Mae y Freddie Mac. Debido a ello, la crisis financiera de 2008 trajo consigo un punto de inflexión para ambas naciones. China había caído en la trampa del dólar, sumándole a a ello que Washington excluyo tanto a Rusia como a China de las lineas de intercambio de divisas que creo con los bancos centrados implicados.

Después de que el nuevo gobierno de Japón exigiera en 2009 a Estados Unidos que renunciara a la base militar en Okinawa, Obama enfocó su atención contra el plan, un año después el premier Hatoyama era suplantado en Japón, y para este momento ya era prioridad la contención de la región en la que se enfocaría la mayor parte de la capacidad bélica estadounidense. La reacción de Pekín a la crisis financiera fue en dos sentidos. En el ámbito diplomático, el gobierno de Hu Jintao decidió diversificar su política exterior. Mientras en la política interna, las autoridades centrales dieron estimulo e instrucción a los bancos de duplicar la cantidad de prestamos hasta llegar al 20 por ciento del producto interno bruto e incluso enumeraron los sectores en los cuales la potestad debía recaer en los gobiernos regionales. Entre los que destacan: educación, investigación, desarrollo digital y salud. Restringiendo la entrada de inversiones extranjeras al usar la deuda interna como justificación, al tiempo que protegieron los controles de capital reforzados y aprovecharon el megaproyecto La Franja la Ruta, para tomar contratos en el extranjero que daban salida al sector de la construcción.

A diferencia de los prolongados enfrentamientos hegemónicos entre las potencias europeas a principios del siglo XX, la exorbitante capacidad militar de Estados Unidos y su presencia hegemónica en todo el orbe, provoca conflicto con toda potencia en ascenso y hace evidente la imbatibilidad militar que ostenta. A pesar de ello, la interdependencia sino-estadounidense genera que los embates estadounidenses se vuelvan armas de doble filo, mientras a China le beneficia su tipo de régimen político, el cual le brinda un margen de acción más amplio para solucionar presiones internas. Además de que dichas acciones están empujando a Rusia, Irán y China a conciliar una alianza en la práctica.

Las alternativas de China cuentan con un número menor de ramificaciones. La dependencia de sus dólares y la ausencia de un sistema de alianzas que englobe a los países mas ricos, limitan al gigante asiático a tomar soluciones a largo plazo. Lo que determina el camino hacia un patrón de desgaste prolongado, caracterizado por momentos de mayor presión alternados con períodos de distensión.

Datos cruciales: 

1. Desde 2007 el valor de las importaciones estadounidenses que provienen de China ha crecido un 57 por ciento, mientras que China ofrece un mercado insustituible para los productos agrícolas, aeroespaciales y de maquinaria estadounidenses.

2. Para Estados Unidos, el golpe geopolítico más contundente de 2009 provino de su aliado Japón, donde el líder opositor y próximo primer ministro Hatoyama Yukio, anunció que con el fracaso de la Guerra de Iraq y el desplome de Wall Street terminaba la era de la globalización liderada por Washington, y dio la bienvenida a una nueva era de multipolaridad.

3. El porcentaje del mercado estadounidense en el PIB mundial se ha reducido desde 1945 de la mitad a un cuarto, aunque se fortalecido su liderazgo mundial por medio de las finanzas, la producción cultural y la innovación tecnológica.

4. El producto interno bruto per cápita de China es menor a la séptima parte del de Estados Unidos, mientras su aportación en la producción mundial es del 18 por ciento. No obstante el crecimiento de China se ha disparado
a un promedio de 10 por ciento anual en los últimos 30 años.

5. La defensa de China frente a la crisis financiera de 1997, fueron los controles de capital y una ganancia de 2 billones de dólares en la balanza de pagos con Estados Unidos.

6. Al caer el gobierno del primer ministro japonés Hatoyama en abril de 2010, se implemento la estrategia del giro de Obama hacia Asia, en donde el gobierno estadounidense pondría a disposición el 60 por ciento de su capacidad militar.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Al observar la trayectoria que ha seguido Estados Unidos tras su asenso hegemónico, es notorio que sus capacidades y características han ido transformándose, así como su aporte al PIB mundial se ha reducido a la mitad, su liderazgo mundial se ha fortalecido por medio de las finanzas, la producción cultural y la innovación tecnológica. Al contemplar lo anterior con las concepciones teóricas que el laboratorio contempla sobre el concepto de hegemonía, es posible señalar que Estados Unidos además de ya no contar con el amplio dominio en el sector económico como en el siglo pasado, está siendo desafiado en un sector determinante como el científico-tecnológico. Espacio desde el que sitúa su contrahegemonía el PPCh.

El escenario de una disputa prolongada que el autor muestra como el más probable y la complejidad que acompaña el acontecer internacional en el siglo XXI, son puntos que dan solidez a la teoría de la guerra irrestricta, donde el campo de batalla ha pasado a fragmentarse en todas las áreas de la actividad humana, de ahí la idea acerca de la omnipresencia del fenómeno. Lo que a su vez da razón al cambio en la formas en que se lleva a cabo la guerra.