Daisuke Wakabayashi es reportero en tecnología en The New York Times y The Wall Street Journal. Da seguimiento a las noticias relacionadas con Apple.

En octubre de 2015, el gigante tecnológico Amazon incorporó en sus servicios de computación en la nube la herramienta de búsqueda y análisis de datos Elasticsearch, un software de código abierto desarrollado por una empresa neerlandesa llamada Elastic. Después de un año, Amazon obtenía más dinero que Elastic con el software mencionado. Ante esa situación, Elastic añadió nuevas funciones y limitó el uso para empresas como Amazon; no obstante, Amazon replicó muchas de esas nuevas funciones y las ofreció de manera gratuita en sus servicios de computación en la nube. En respuesta, Elastic demandó a Amazon por violar su marca registrada, pues Amazon puso el mismo nombre (Elasticsearch) a su producto. El juicio sigue su curso.

El caso de Elastic y Amazon no es excepcional. Amazon Web Services (AWS) –el segmento de computación en la nube de Amazon– tiene un largo historial de integrar software novedoso de otras empresas en su plataforma, contratar ingenieros de otras empresas y de “ganar dinero con creaciones ajenas”. Esto ha hecho que sus servicios se vuelvan más atractivos y convenientes para sus clientes, al tiempo que dificulta la competencia a sus rivales y obliga a modificar la manera en que se hacen negocios en línea.

Debido a estas prácticas recurrentes, Amazon ha sido acusado en múltiples ocasiones por sus rivales de incurrir en comportamientos anticompetitivos y las agencias antimonopólicas están evaluando su importancia en la industria.

Según el artículo, “desde mediados de la década de los noventa, cuando Microsoft dominaba la industria de las computadoras personales con Windows, ninguna plataforma tecnológica había infundido tanto temor en su competencia como lo está haciendo Amazon con su división de computación en la nube”.

La computación en la nube es actualmente una de las áreas más lucrativas de la industria tecnológica. La computación en la nube consiste en ofrecer capacidad de cómputo y software a otras empresas, de tal manera que éstas no tengan que comprar y operar sus propios sistemas sino que puedan rentar una “infraestructura computacional común” y pagar por ella sólo en la medida en que la usan. Esto ha permitido a muchas empresas generar ahorros significativos.

AWS es el proveedor más grande de servicios de computación en la nube. AWS triplica el tamaño de su competidor más cercano, Azure de Microsoft. AWS es el segmento de negocios más rentable de Amazon. En 2018, sus ventas ascendieron a 25 mil millones de dólares. Empresas como Netflix, Apple, Airbnb y General Electric rentan los servicios de computación en la nube ofrecidos por Amazon para brindar algunos de sus servicios.

El servicio de computación en la nube de Amazon comenzó a inicios de la década de 2000. Tras algunas dificultades para desarrollar sistemas de cómputo con los cuales emprender nuevos proyectos y llevar a cabo nuevas funciones, los ingenieros de Amazon crearon una infraestructura computacional común. Posteriormente se percataron que podían rentar esas capacidades a otras empresas (lo que se conoce como “usar la nube”). Las empresas que rentan los servicios de AWS pueden almacenar información en los centros de datos de Amazon, procesarla y obtener nuevos datos.

Un año crucial para el crecimiento de AWS fue 2009. En ese año, la empresa comenzó a ofrecer un servicio para administrar bases de datos. Este servicio no funcionaba con un software diseñado por Amazon, sino con software de código abierto, una alternativa gratuita. En aquel momento, casi no se prestó atención a lo que hizo Amazon con el programa para bases de datos, pero cuando en 2015 repitió la maniobra al copiar el software de Elastic para análisis de datos, los tecnólogos prestaron atención. Al “copiar e integrar” software de código abierto en AWS, Amazon no necesitaba permiso ni debía pagar a las empresas por los programas que habían desarrollado. Algunas empresas modificaron las condiciones de uso de su software para restringir su utilización por parte de Amazon u otras empresas que quisieran convertirlo en un servicio pagado.

Desde que enfrenta competencia en la computación en la nube por parte de empresas como Microsoft o Google, Amazon ha agregado más y más servicios en AWS con el objetivo de volverse indispensable para sus clientes y de consolidarse como líder del sector: en 2014, AWS ofrecía aproximadamente 30 servicios; en diciembre de 2019, el número de servicios había ascendido a 175. Además, Amazon ha simplificado la utilización de AWS, al tiempo que ha dificultado el uso de software ajeno a Amazon en su plataforma.

Ante esta situación, algunas empresas de software consideran que no tienen más opción que trabajar con Amazon, pues el gran número de clientes que tiene esa empresa la convierte en un medio privilegiado para promover sus productos y servicios. A cambio de ofrecer su software a través de Amazon, las empresas emergentes deben compartir “de manera voluntaria información de sus clientes y productos”, así como un porcentaje de sus ventas.