Beyond ‘China, Inc.’

Cita: 

Jones, Lee [2020], "Beyond 'China, Inc.'", State of power 2020, Transnational Institute, Amsterdam, enero, pp. 21-32, https://www.tni.org/files/publication-downloads/stateofpower2020-thecorp...

Fuente: 
Libro electrónico
Fecha de publicación: 
Miércoles, Enero 1, 2020
Fecha de publicación: 
2020
Tema: 
Las corporaciones chinas
Idea principal: 

Sobre el autor
Lee Jones es un académico inglés especializado en economía política y relaciones internacionales; su trabajo se centra en las políticas de intervención, seguridad y gobernanza, con un interés particular en los conflictos sociales y la transformación de los Estados. Es asesor del gobierno británico y de organizaciones de la sociedad civil. Miembro de la Academia de Educación Superior y profesor en la Universidad de Oxford.


Este texto forma parte del noveno informe sobre el papel de las corporaciones como instituciones preeminentes del capitalismo lanzado por Transnational Institute, instituto internacional de investigación y defensa comprometido con la construcción de un planeta justo, democrático y sostenible.

En la actualidad no han sido suficientes los esfuerzos de China para persuadir al mundo sobre su responsabilidad social. A menudo se filtra información que evidencia al gobierno de Beijing en situaciones comprometedoras; por ejemplo, en 2011 se encontró información acerca de la supuesta participación del gobierno chino en el suministro de armas al régimen de Gadafi en la guerra civil de Libia, arruinando los esfuerzos de Beijing para cultivar lazos más estrechos con las naciones del mundo.

Entender las empresas chinas y su papel que desempeñan en la actualidad es fundamental. A menudo la interpretación más frecuente es que dado que China está estrictamente controlada por un régimen autoritario, estas compañías están dirigidas por los políticos de Beijing, implementándose deliberadamente para obtener recursos, extender la influencia china y robar tecnología extranjera. Esta perspectiva alimenta las preocupaciones sobre la participación de las compañías chinas en sectores estratégicos como el energético y el de telecomunicaciones.

La otra interpretación, quizás más inquietante, y de acuerdo con el autor, es más cercana a la verdad, es que las compañías chinas que operan en el extranjero a menudo están muy mal controladas. Las state-owned enterprise o empresas de propiedad estatal en su traducción al español a menudo persiguen sus propios beneficios, no necesariamente acordes al “interés nacional”, por lo que es frecuente que el gobierno chino no esté enterado de lo que están haciendo las empresas, hasta que surgen escándalos.

En lugar de imaginar una "China, Inc." monolítica, que utiliza el poder corporativo para lograr la dominación geopolítica, debemos desempaquetar el partido-estado chino para comprender los actores e intereses complejos y, en última instancia, mejorar la conducta global de las empresas chinas.

Corporaciones chinas hoy

Muchas empresas chinas ahora son actores globales poderosos, particularmente en sectores estratégicos como industrias extractivas, telecomunicaciones, energía hidroeléctrica y desarrollo de infraestructura, y cada vez más, en servicios financieros e industrias de alta tecnología.

Las empresas chinas son muy diversas. Algunas son pequeñas empresas familiares, otras son conglomerados de propiedad estatal que emplean a cientos de miles de personas con filiales que cotizan en bolsas extranjeras; sin embargo, lo que tienen en común es que sus estructuras corporativas son similares a las de Occidente. Lo que las diferencia del gobierno corporativo occidental es la presencia de ramas del Partido Comunista Chino (PCCh) en todas las empresas estatales y la mayoría de las grandes empresas privadas.

Las empresas chinas se clasifican principalmente como privadas o estatales, aunque en la práctica no son tan distintas como se suele imaginar. Las empresas más grandes de China, incluidas las que operan internacionalmente, son predominantemente de propiedad estatal (véase dato crucial 3), aunque las más prolíficas son de carácter privado. En el año 2000, las empresas privadas generaron alrededor de dos tercios del Producto Interno Bruto (PIB) de China.

A menudo es difícil distinguir entre empresas privadas y estatales debido a que muchas compañías implican una mezcla de accionistas públicos y privados. Por ejemplo, el presidente de Huawei es miembro del PCCh y su CEO en China fue miembro del XII Congreso Nacional del Partido Comunista de China. Resulta inconcebible que un emprendedor privado se convierta en un gigante como Huawei, Alibaba o Xiaomi sin el patronazgo del partido-Estado.

Sin embargo, esto no implica un control de los negocios por parte del Estado. Más bien, el poder corporativo y del partido-estado se han entrelazado. Gracias a la privatización, los burócratas se convierten en empresarios, mientras que los emprendedores han sido atraídos al partido-estado lo que conlleva no sólo el control del partido sobre los negocios, sino la intrusión de las lógicas capitalistas en el propio partido-estado, lo que resulta en una competencia despiadada, corrupción rampante e incluso "estados mafiosos locales" bajo jefes provinciales depredadores (véase dato crucial 6).

De manera crucial, las empresas estatales también se han "corporativizado", convirtiéndose en entidades con fines de lucro bajo la supervisión de todos. La propiedad ahora recae en la Comisión Estatal para la Supervisión y Administración de los activos del Estado (SASAC, por sus siglas en inglés) de propiedad estatal en varios niveles, cuya misión principal es, como cualquier accionista privado, maximizar el valor de su inversión. La SASAC nombra presidentes y directores de las empresas y, a pesar de que estos son típicamente funcionarios del PCCh de carrera, su salario y progresión se evalúan contra objetivos económicos.
Por otro lado, lejos de simplemente seguir las órdenes del gobierno, las empresas estatales con frecuencia obtienen un considerable apoyo estatal para perseguir sus propias agendas corporativas, a menudo ignorando las leyes y regulaciones del gobierno central.

¿En dónde están invirtiendo las compañías chinas y por qué?

Las empresas chinas son nuevas en los mercados internacionales, e incluso las más experimentadas han operado fuera de China solo desde la década de 1990. Contrariamente a la creencia generalizada de que las empresas chinas se dirigen principalmente a Asia y África como parte de un 'acaparamiento de recursos' global, en realidad se concentran en economías avanzadas, donde los riesgos son más bajos y las ganancias son más seguras, y se diversifica cada vez más lejos del sector energético y minero. Las empresas chinas se están convirtiendo en accionistas principales de empresas extranjeras, lo que a menudo facilita más rápido ganancias, o acceso a mercados y tecnología, que comenzar desde cero.

El sistema regulatorio tambaleante de China

Contrariamente a la creencia generalizada de que China es un régimen totalitario estrictamente controlado, los sinólogos han documentado durante mucho tiempo la aparición del "autoritarismo fragmentado". Las interminables reformas han dispersado el poder y la autoridad horizontal, a través de múltiples ministerios, comisiones, agencias y oficinas del partido; y vertical, a los gobiernos subnacionales de China. Este complejo régimen de gobernanza, en la práctica, otorga amplia libertad a las empresas con fines de lucro. Aunque las regulaciones se han endurecido más recientemente en respuesta a los frecuentes escándalos en el extranjero, que conducen a crisis interestatales, la gobernanza sigue siendo débil, particularmente dada la enorme huella global de China.

Las principales agencias responsables de regular las empresas chinas que operan en el extranjero son la Comisión Nacional de Reforma del Desarrollo, la Comisión de Asuntos Exteriores del PCCh y las instituciones de política exterior; sin embargo, éstas no tienen poder real sobre las empresas.
Además, las regulaciones chinas son extremadamente vagas y exhortativas, presentadas como "sugerencias", "pautas" y "opiniones" en lugar de leyes detalladas. Debido a que los marcos regulatorios son tan confusos, y los jefes de las empresas estatales son juzgados principalmente por criterios económicos, a menudo escapan a serios castigos, incluso después de grandes escándalos.

A pesar de los esfuerzos para endurecer la disciplina bajo el gobierno de Xi Jinping, el incumplimiento sigue siendo frecuente. Los datos del Consejo de Estado muestran que, a pesar de los requisitos legales, en 2017, la mitad de las empresas chinas descuidaban las evaluaciones de impacto social, un tercio no realizaba evaluaciones de impacto ambiental (EIA) y la ignorancia de las regulaciones locales era generalizada. No es de extrañar, entonces, que las empresas chinas estén frecuentemente implicadas en prácticas social y ambientalmente irresponsables, incluyendo el acaparamiento de tierras y el desplazamiento forzado, a menudo en alianza con los locales.

Implicaciones para activistas, gobiernos extranjeros y donantes

Hay buenas razones para desconfiar de la inversión china, pero no las que anuncian los políticos occidentales o los principales medios de comunicación, que tienden a representar a las empresas chinas como dirigidas estratégicamente desde Pekín, como tentáculos de un "poder creciente" cada vez más poderoso. En realidad, las empresas chinas, incluso aquellas bajo control estatal directo, disfrutan de una considerable autonomía, están débilmente controladas y reguladas, y están motivadas principalmente por imperativos económicos y corporativos más que políticos.

Los problemas verdaderamente apremiantes con la inversión china son los comunes a todas las empresas capitalistas: su interés es extraer ganancias, no las necesidades humanas o el medio ambiente, mientras que los marcos regulatorios, ya sea en China o en los Estados anfitriones, están sesgados hacia la protección de los intereses corporativos, y son demasiado débiles para contrarrestar sus efectos destructivos.

Beijing puede hablar de "cooperación beneficiosa para todos" y "cooperación para beneficio mutuo", en un intento por distinguir a China de las potencias occidentales. Pero las empresas chinas no son mejores que las empresas occidentales, y de hecho su comportamiento es a menudo considerablemente peor.

Al tratar de abordar este desafío, los activistas, los gobiernos y los donantes deben evitar recurrir a "Chinabashing", lo que permite a los colaboradores locales y a los actores corporativos no chinos liberarse. Explotar la "sinofobia" puede generar apoyo para campañas contra el mal comportamiento de las empresas chinas en los países anfitriones, pero a menudo suscita sentimientos racistas y desvía las críticas, descuidando la responsabilidad de los funcionarios del gobierno local y distrayendo la atención de prácticas similares de empresas no chinas.

Datos cruciales: 

1. En 2000, cuando Beijing lanzó su política oficial de "salida", la inversión extranjera directa (COFDI) de China era de solo 2.3 mil millones de dólares. En 2018/19, fue de 129.8 mil millones de dólares.

2. Hoy, de la lista Fortune 500 de las compañías más grandes del mundo, 119 son de origen chino, justo detrás de las 121 estadounidenses.

3. En total 82 de las 119 empresas chinas en Global Fortune 500 son empresas estatales.

4. Las empresas privadas generaron cerca de dos tercios del Producto Interno Bruto de China. Y cerca del 80% del crecimiento económico en 2000 se debió a éstas.

5. Para 2018, una quinta parte de los escaños en la legislatura nacional y el comité consultivo de China se asignaron a empresarios, de los cuales 153 fueron designados como "súper ricos", con una riqueza combinada de 650 mil millones de dólares.

6. A pesar de generar solo una cuarta parte del PIB de China, las empresas estatales poseen el 60% de la deuda corporativa, adeudando 12.5 miles de millones de dólares de dólares en 2014, cuando la deuda corporativa total de China excedió la de Estados Unidos.

7. Los destinos y porcentajes del total de la inversión extranjera directa saliente china por relevancia son: Europa (19.8%); África Subsahariana (15.1%); Asia occidental (14.7%); Asia oriental (13.9%); Norteamérica (12.9%); Medio Oriente y el norte de África (9.6%); América del Sur (8.4%) y Australia (5.7%). En total, suman 1 985.74 miles de millones de dólares.

Nexo con el tema que estudiamos: 

La Corporación es la institución preeminente del capitalismo, dominando nuestra economía, distorsionando nuestra política y remodelando la sociedad. Este artículo nos acerca a un panorama general pero ilustrativo del estadío de las empresas en una potencia tan importante como China. Se aborda la naturaleza de la corporación en un momento tan convulso como la actualidad en donde predomina la digitalización y financiarización por parte del partido-estado y cuestiona como enfrentar las problemáticas derivadas de un ambiente consumido por el espíritu del capital.