Congelar el Támesis

Cita: 

Vettese, Troy [2018], "Congelar el Támesis", New Left Review, Londres, 111:70-96, julio-septiembre

Fuente: 
Artículo científico
Fecha de publicación: 
Julio, 2018
Tema: 
Geoingeniería natural, ecoausteridad y energías renovables para evitar la Sexta Extinción
Idea principal: 

Troy Vettese, historidador ambiental y posdoctorante en el William Lyon Mackenzie King en la Universidad de Harvard.


El texto introduce el debate de los beneficios de la geoingeniería en la pregunta ¿sobre que cimientos se podrá construir un alternativa de economía política?, como algo que apareció en la década de 1970 pero que resurge en la actualidad. Sobre el fundamento de la escasez de la tierra, lo que el autor señala como el recurso más precioso en la propuesta de la geoingeniería, para dar resolución a la pérdida de biodiversidad y las implicaciones de los sistemas energéticos renovables. Por ello se sustenta en lo que fue la pequeña Edad de Hielo para aterrizar estas ideas.

Al referirse a la pequeña edad de hielo, Vettese lo explica como el proceso de enfriamiento y congelamiento del siglo XVI al XIX, ocurrido desde el Támesis y la Europa occidental continental, hasta Estados Unidos, cuyas repercusiones alimentarias influyeron en el acontecimiento de conflictos como la guerra de los Treinta Años, la Fronda, la Guerra Civil inglesa, la decadencia de la dinastía Ming en China, y la guerra del imperio ruso y Polonia-lituania.

Después, se explica cómo fue que Hernando de Soto al navegar el río Mississippi en 1541 se encontró con distintos pueblos originarios: Coosa, Mabila, Pacaha, Chicaza, Cofitachequi. Asentamientos que desaparecieron en 1682 cuando los exploradores europeos llegaron, lo que es explicado por las epidemias europeas (Dato crucial 1). Esto permitió la recuperación de la biota en todo el continente, y llevó a una reducción de las temperaturas en el hemisferio norte (Dato crucial 2).

Por ello, Vettese propone que esto democratizará la geoingeniería natural (Geoingeniería que se enfoca en el resguardo y expansión de procesos naturales) para acelerar el proceso de secuestro de carbono, con la idea de que es probable que se imponga la geoingeniería artificial, pues a pesar de la ilegalidad se han efectuado experimentos y solicitado patentes. No obstante, la geoingeniería natural exige mucha extensión territorial, como los otros dos objetivos ecologistas: la conservación de la biodiversidad y la transición a energías no emisoras de carbón; por lo que de nuevo la escasez de tierra se pone en el centro de la economía.

El autor señala la necesidad de una reducción del consumo energético debido a que a diferencia de los combustibles fósiles, la energía solar y eólica tienen una densidad energética baja (entendida como la relación existente entre la energía producida y el área de superficie de un sistema, medido en vatios por metro cuadrado). Lo que muestra la limitación del crecimiento económico no por los recursos naturales, sino por la escasez de tierra.

También, señala el impedimento de la llegada de la sexta extinción (desaparición de especies de flora y fauna) como uno de los imperativos primordiales del movimiento ecologista global. Y se compara la pérdida hasta 2018, con la ocurrida hace más de sesenta y seis millones de años con el impacto del gran asteroide "Chicxulub". Vettese argumenta la importancia de este imperativo al señalar que para 2100 desaparecerán la mitad de las especies existentes, y emplea el cálculo hecho por el científico Edward Wilson (Dato crucial 3) para exponer que la única forma de evitar esta extinción es dejar el espacio suficiente para que subsistan otros seres vivos, ya que en 2018 sólo 15% del área terrestre mundial y tan sólo 4% de los océanos se encuentran protegidos.

Vettese argumenta que centrarnos en la escasez de la tierra expone nuevas oportunidades, por ello, señala necesario integrar las energías renovables antes que el cambio climático imposibilite la recuperación de los ecosistemas y su capacidad de absorber carbono de manera eficaz. Además, se apoya en lo que Wilson llamó economía de la mitad de la tierra, en la que sólo se pondría a disposición los recursos y espacio de la mitad del territorio terrestre, mientras la otra mitad se mantendría intacta, para hacer mención de la responsabilidad que esta acción conlleva, al nombrarla como ecoausteridad igualitario o ecosocialismo.

Equilibrio de límites

En este apartado, el autor contrasta la propuesta de la economía de la mitad de la tierra de Wilson, con la planteada por Herman Daly, que prevé una economía de estado estacionario con la idea de que la producción al mejorar su calidad disminuya su impacto ambiental; lo que el autor califica como riesgoso, al poder ser asumida por el ecologismo neoliberal por ser de carácter reformista. Tal propuesta consta de 3 partes: primero, en cuotas de agotamiento que sirvan para limitar el consumo de recursos; segundo, en una redistribución de la renta para limitar la desigualdad; tercero, en limitar la reproducción humana a un sólo hijo. En palabras de Daly "el impacto medioambiental es el producto del número de personas por la utilización per cápita del recurso".

No obstante, Vettese crítica la propuesta de Daly al señalar que subestima que el capitalismo aceptará ralentizarse, y corrige que la expansión del capitalismo no es una noción cultural equivoca, sino, un imperativo estructural al componerse de un conjunto de capitales en disputa; además, subraya la importancia de la rentabilidad para la medición del desarrollo, a diferencia del Producto Interno Bruto al que califica como mera espuma, y lo sustenta por su aparición tardía.

Por otro lado, reconoce la idea de restringir la desigualdad de los ingresos pero acota la trascendencia de la propuesta al sustentarse en el mercado para regular el crecimiento. También critica dos puntos más: primero, que en este escenario los ricos podrán gozar del derecho de reproducirse mientras los pobres tendrán que marcar con su derecho para subsistir; y segundo, respecto a las cuotas de agotamiento, que no serían muy distintas de los actuales programas para limitar y comerciar los derechos de emisión.

Y agrega que la inclinación de Daly sobre este último se basa en que ofrece un medio para imponer un Estado estacionario, mantener al mercado para distribuir las mercancías, y reconciliar teóricamente a la economía con la naturaleza. Por ello, contrasta que mientras esto le atrae a los neoliberales por convertir a la naturaleza en capital natural, excluir a la anterior del alcance de la economía es la forma más segura de cuidarla.

Culminan los cuestionamientos sobre la efectividad de los programas de límite y comercio, al argumentar que éstos no sólo tienen un funcionamiento acotado, sino que a veces sirven para impedir una acción significativa sobre el problema, de ahí que estas "tecnocracias engañosas" constituyen una trampa para el movimiento ecologista. Expone dos ejemplos: el Régimen de Comercio de Derechos de Emisión de la Unión Europea (RCDE) (Dato crucial 4) y el mercado de compensaciones por pérdida de biodiversidad, creado a comienzos del milenio.

Sobre el carbón

En este apartado el autor retoma la obra The Coal Question de William Jevons, para mostrar la distinción que Jevons hizo sobre el agotamiento del carbón en sentido físico y económico, donde la rentabilidad del mineral sería superada por el costo de extracción. Traslada la discusión al petróleo, para señalar que por un breve periodo después de la Segunda Guerra Mundial el combustible se negó a estos límites, a causa de su abundancia y fácil transporte. Sin embargo, Vettese menciona que el petróleo ha encontrado el problema de los costos marginales.

La rentabilidad energética ha ido en descenso, de 100 barriles por uno de consumo permitió el crecimiento hasta 1930, después fue de 30 a 1 en 1970, y en 1990 cayó tanto que llevó a la búsqueda y extracción de reservas mediante métodos más contaminantes y peligrosos de transportar, como la fractura hidráulica y en arenas bituminosas, cuyas tasas de rentabilidad son de 7 a 1, y 3 a 1 respectivamente.

Después critica el grado de contaminación que generan métodos que se dicen más amigables como la energía hidráulica y el gas natural, señala que de no abandonarse éstos será necesaria la geoingeniería artificial por el apoyo que está recibe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), y añade que la contaminación fruto de la creación de presas, mediante inundaciones en bosques, puede ser más contaminante que los combustibles fósiles, con el atenuante de destruir la biota. Además, su densidad energética es inferior a la eólica y la solar. En cuanto al gas natural, señala que el metano pierde su atractivo de reducir el dióxido de carbono, ya que el metano es cien veces más contaminante a corto plazo y treinta veces a medio plazo.

Al exponer los riesgos de la geoingeniería, el autor cita a David Keith, principal geoingeniero mundial que ha reconocido que el riesgo de esta tecnología es análogo al de las armas nucleares. Y expone el vínculo en Alberta del sector público, privado y académico, para su respaldo; materializado en la compañía Carbon Engineering donde figuran Bill Gates y Murray Edwards. Vettese termina diciendo que el daño de las arenas bituminosas perdurará miles de años y la posibilidad de un verano amplificado por esta sería como un invierno nuclear en sus consecuencias.

Energía atómica

Vettese critica la alternativa de la energía atómica, basándose en el cálculo de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para crear el combustible de uranio. Debido a que aún se desconoce el coste total de desmantelar un reactor nuclear; y desmiente la afirmación de la neutralidad atómica en carbono. Además, su rentabilidad energética es nula (Dato crucial 5).

También matiza que la densidad energética depende del tamaño de los contenedores radiactivos y de los lagos de enfriamiento, no obstante, los califica económicamente de elefantes blancos, ya que el costo es el doble de cada kilovatio producido por hora. Y expone los distintos accidentes nucleares ocurridos en Japón y Rusia caracterizados por la incompetencia, la complejidad de su solución y la probabilidad de otro desastre (Dato crucial 6).

Por otro lado, menciona que científicos como Monbiot, James Hansen y James Lovelock han apoyado esta energía, basándose en que los peores escenarios posibles no son tan malos. Incluso Hansen y Monbiot se han inclinado por la opción más peligrosa, en la que uranio y torio se convierten en plutonio, por su capacidad de producir más de lo que consume. Lo que critica por la inestabilidad y la radioactividad en el refrigerante de sodio que deja tras su uso.

Reverdeciendo el planeta

Aquí el autor explora la idea del sistema de la economía de la mitad de la tierra, cuya estructura debe contar con tres puntos: la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, reverdecer la mitad de la tierra y la transición hacia sistemas de generación de energía renovable. Después, ahonda en la necesidad de la reforestación, ya que esta absorbe más carbono que los métodos artificiales (Dato crucial 7). Expone el caso del colapso benéfico de la agricultura y silvicultura comunista cuyo ecosistema aumentó en un tercio, lo que permitió más absorción de carbono. También, el caso del programa de reforestación chino, el cual se quintuplicó en los últimos 15 años, por la eficacia de la protección de estos espacios.

Pero advierte que el tiempo restante para aplicar la geoingeniería natural se agota, ya que muchos sistemas están al borde del fallo sistémico. Expone el incremento de incendios, la degradación de glaciares y bosques boreales, y de las selva amazónica que ha sufrido sequías periódicas cada 5 años desde 2005.

La geoingeniería natural está imbricada en la biodiversidad, y muestra los distintos ejemplos de cómo el equilibrio de la biota depende del funcionamiento natural de sus seres vivos. Ejemplo de ello son las ballenas que aceleran el ciclo de carbono, al trasladar el plancton de la superficie, a las profundidades donde lo defecan. Por otro lado, argumenta el carácter indispensable de la geoingeniería natural aunque se implementará un sistema de energía renovable, ya que ciertos procesos seguirán dependiendo de los combustibles fósiles. Ejemplo de ello es la producción de acero y cemento, para la producción de turbinas eólicas (Dato crucial 8). Por ello añade que también son indispensables estos combustibles.

Reducir la electricidad

El sistema de la mitad de la Tierra exige una ecoausteridad intensiva en el uso del territorio y la energía, el autor se apoya en la propuesta del Instituto Federal de Tecnología de Zurich, llamada sociedad de los dos mil varios, un límite que supone un aumento para los más pobres y una reducción para los más ricos. Ya que la tasa en 2018 ronda los 6 000 vatios per capita, equivalente a llenar de paneles solares la superficie de Japón o Alemania, pero una reducción a 2000 la energía reduciría esto a un tercio.

Sin embargo, la recriminación de la desigualdad entre Norte y Sur global está al centro del debate y evita una coalición supranacional, ya que como objetó Mahatir bin mohamad, los países ricos tuvieron un camino libre para su desarrollo y ahora quieren reglamentar el proceso de países pobres.

De manera contradictoria, a pesar del referendo de 2008 en Zurich que lo comprometió a llegar a ser una ciudad de 2000 vatios antes de 2050, sus defensores optan por la mayor eficiencia energética. Algo que choca con la paradoja de Jevons, la cual señala que ante un mayor eficiencia, se necesitará un mayor consumo total por el abaratamiento de la energía. Razón por la que el autor añade que sólo mediante la implementación estatal de un límite es que se puede lograr. Sacrificio que se debe llevar en conjunto.

También, se presenta lo que sería una vida ecoaustera, en la que nos desarrollemos en viviendas que requieran poca calefacción o refrigeración, siendo veganos, y empleando transporte público. Y señala que algunos de los elementos han madurado en esta sociedad pero que requieren de una nueva economía política que forme un todo coherente. Enseguida expone el trabajo de Alyssa Battistoni, ceñida por una economía de maestros de y profesionales de la salud. Lo que significa menor trabajo, aunque una necesidad por enseñar la mejora de la vida de las personas sin consumir muchos recursos, emisiones nocivas o una gran producción.

Añade que esta visión se complementa con energía renovable, transporte público limpio y cambios en la vivienda. Este último sólo ha sido exigido en el ayuntamiento de Bruselas, en el que se pide su cumplimiento pero se ofrecen subvenciones o apoyos concretos. Continúa explicando las consecuencias de la reducción del uso del automóvil, como la reducción de las carreteras y de viajes aéreos, estos últimos al ir en crecimiento a pesar de la mejora en la eficiencia de combustible y ser 27 veces más contaminantes.

Sacrificio del carnívoro

Aquí se presenta una crítica a la agricultura, por ser "el sector más derrochador de la economía en cuanto a emisiones de gases efecto invernadero y de uso de territorio". Se matiza el proceso de la deforestación en las emisiones de GEI (Dato Crucial 9). También se expone su relación con 2 problemáticas: los combustibles fósiles, de los que depende para los fertilizantes, equipo mecánico y de regadío; y el sacrificio de animales unido al despilfarro derivado de la cría, lo que supone sólo el 10% de eficiencia de energía. Por ello el autor señala que esto es el principal impulsor de la Sexta Extinción, pues, las estadísticas de la biomasa muestran que un tercio es humana, dos tercios son ganado doméstico y sólo un porcentaje menor queda a los animales salvajes.

Desde su perspectiva el replantearse la economía de la mitad de la tierra conlleva un menor uso de tecnología y no lo contrario, y señala que la agricultura vegana tiene la capacidad de lograr rendimientos comparables a su similar industrial, sin embargo exige más trabajo y una dieta distinta. Agrega que esta se debe enfocar en alimentar a las personas y no al ganado, lo que reduciría las emisiones de GEI y emplear el espacio para la infraestructura de energía renovables (Dato crucial 10), ya que la mitad del territorio de Estados Unidos y Europa se destina a la agricultura. Un estudio muestra el papel de la reforestación en la disminución de la contaminación, lo que según el autor sería 5 veces mayor a la acontecida durante la Pequeña Edad de Hielo (Dato Crucial 11).

Vettese expone el logro cubano, al ser una sociedad casi totalmente libre de combustibles fósiles tras sufrir una recesión por el fin del suministro de hidrocarburos soviéticos, que sirve como optimismo ya que lleva a pensar que si una isla pobre pudo hacerlo y al mismo tiempo mantener una sanidad y educación universal, no hay excusas para la inacción. Y agrega que ante la ausencia de hidrocarburos, se experimentó con "huertos orgánicos y urbanos más grandes y comprimidos de la historia" ya que se pasó de monocultivos a cultivar menos tierra y de manera más intensiva. Al crearse 26 mil huertos públicos sólo en la Habana, comprar más de un millón de bicicletas para sustituir autobuses y automóviles, lo que mejoró la salud de la población. Incluso, se reconoce el papel de Cuba como lo reconoció World Woldlife Fund, como el único país sostenible del mundo.

Finalmente, el autor menciona que una solución a la crisis medioambiental exige una lección de humildad a la burguesía mundial, porque un no serviría una cubierta verde si el mundo está empobrecido y con un clima determinado por corporaciones. Desde su perspectiva para evitar la "profanación de biomas", la izquierda ecologista debe crear una serie de conceptos, objetivos y tácticas, para evitar también, que se siga enriqueciendo a unos millones mientras miles de millones siguen empobreciendose.

Datos cruciales: 

1. Según el texto las epidemias del viejo mundo provocaron en el continente americano una reducción de la población aproximada de 60 millones de habitantes en 1492 y 6 millones a mediados del siglo XVII.

2. El enverdecimiento del continente provocó un secuestro de entre 17 y 38 gigatoneladas de carbono, reduciendo el almacenamiento de carbono de 276 a 10 partes por millón, lo que redujo la temperatura 0.6 grados celsius en el hemisferio norte.

3. Según el cálculo realizado por Edward Wilson, con la reducción de un hábitat desaparece un número de especies equivalente a la raíz cuadrada de tal pérdida. De tal forma, al desaparecer 50% del hábitat se eliminará 10% de especies; y de reducirse 85%, la pérdida sería del 50% de las especies. Por ello, Wilson propone que 50% del territorio global se mantenga como espacio natural.

4. El precio que la Régimen de Comercio de Derechos de Emisión de la Unión Europea (RCDE) le confirió a una tonelada de carbono fue de 3 euros en 2013, mientras en 2018 tuvo un precio de 10 euros. A pesar de que ExxonMobil calculó que para mantener un calentamiento global a 1.6 grados celsius su precio debería ser de 2 000 dólares por tonelada.

5. Según Vetesse, las rentabilidad energética de la energía nuclear mediante un uso de mineral de baja ley es es de 1 a 1, mientras que 37% de las reservas de uranio se hallan en depósitos con una equivalencia de 0.005%, osea la mitad de ricos.

6. Según el texto mayor análisis estadístico de accidentes nucleares, existen 5% de posibilidades de que antes de 2050 se produzca otro desastre como los acontecidos en Fukushima y Chernobyl.

7. De acuerdo al texto, tantos bosques húmedos y templados de la Columbia Británica, como los tropicales en el ecuador pueden secuestrar entre 200 y 600 toneladas de carbono por hectárea, los bosques de secuoyas californianos pueden secuestrar hasta 3500 toneladas; mientras que los biomas marinos a pesar de ser el 21% de la biomasa vegetal terrestre, pueden capturar la misma cantidad de carbono. No obstante, estas últimas afrontar una degradación de 7% anual.

8. Según Vetesse, la producción de cemento se traducen el 5% de las emisiones de gases de efecto invernadero, equivalente a las emisiones de Japón y Brasil juntos.

9. La mayor parte de la deforestación sucede cuando se tratan tierras para ganadería y plantaciones, lo que equivale al 12.5% de la producción de gases de efecto invernadero de todas las emisiones de la agricultura.

10. En promedio un omnívoro necesita 1,08 hectáreas para alimentarse, los consumidores de huevos y queso 0,40 hectáreas, mientras un vegano sólo requiere de 0,13 hectáreas. Además la mitad de la tierra no montañosa se dedica a la agricultura, de 5 mil millones de hectáreas, 3.5 se dedican al pasto, 1.5 a cultivos, de los que 400 millones se emplean para alimentos para animales, 300 millones para fines industriales y sólo 800 millones para cultivar alimentos directamente para las personas.

11. Según un estudio realizado por Sebastian sonntag, llamado Reforestation in a High-CO2 world-higher mitigation potential than expected, lower adaptation potential than hoped for, muestra que deforestar 900 millones de hectáreas, los miles de millones de nuevos árboles secuestrarían 215 GTC a lo largo del siglo XXI. Disminuyendo la contaminación atmosférica de carbono en 85 partes por millón, dejando la contaminación en poco más de 300 partes por millón.

Trabajo de Fuentes: 

Schmitz Oswald [2016], "How “Natural Geo-Engineering” Can Help Slow Global Warming" Londrés, Yale e360, https://e360.yale.edu/features/how_natural_geo-engineering_can_help_slow.... 3 de julio de 2020

kolbert, Elizabeth [2014], The Sixth Extinction: An Unnatural History, Nueva York, Henry Holt and Co, 319 pp.

Wilson, Edward [2016], "Half-Earth: Our Planet’s Fight for Life", Nueva York, Enotmologist's Monthly Magazine, pp. 136-151.

Nexo con el tema que estudiamos: 

La acuciante necesidad de hacerle frente a la crisis climática mundial y sus consecuencias, tiene entre sus posibles soluciones alternas lo que propone Wilson mediante el uso de la economía de la mitad de la tierra, algo que implica una serie de transformación en conjunto, pero que parten desde una solución de la crisis civilizatoria, de la manera en que el hombre se concibe y se imbrica con la naturaleza, y sobre los polos de atracción u horizontes que se plantean a nivel sistémico. Planteamientos como los que propone Vettesse, de incluir cambios en distintos planos, como la complementación de la geoingeniería natural, la ecoausteridad igualitaria, y las energías renovables, deben de desarrollarse en posteriores investigación con el fin de sentar bases y poder materializarlos. De lo contrario, como bien señala el autor, la solución de la geoingeniería natural y el tecnooptimismo se impondrán por gozar de la aprobación de la corporación. Por ello, es necesario dimensionar que estos procesos de transición deben ser instrumentados e impulsados por la misma sociedad civil y los distintos colectivos, lo que devela la importancia de las relaciones entre las corporaciones, el Estado y la sociedad.