Katrin Benhold tiene una maestría en Economía por la London School of Economics y ha colaborado con el New York Times desde el 2004. Sus temas de interés se centran en el ascenso de la extrema derecha.

El articulo narra el ascenso de la extrema derecha alemana, misma que se ha exacerbado desde la reunificación del país hace 30 años, y que hoy ha ascendido al Parlamento de dicho Estado. En la actualidad, el AfD (Partido de Extrema Derecha Alternativa para Alemania), “se mantiene como la principal oposición del Parlamento”, cuya principal área de influencia se encuentra entre los adeptos de extrema derecha, “mientras su base de poder es el antiguo Oriente Comunista”.

El proceso de reunificación alemana fungió como “impulso para la extrema derecha alemana”, mismo que les permitió “unificarse, empoderarse y salir a la luz”, cuestión que le facilito posicionarse como una fuerza disruptiva dentro de la política de dicho país, asimismo, los avances y el poder del movimiento lo han posicionado como una amenaza terrorista dentro de Alemania.

La importancia de la reunificación dentro del movimiento de extrema derecha radica en un proceso de liberación de los neonazis, ya que antes de la caída del muro de Berlín estos se congregaban de forma clandestina, principalmente en la parte Este de Alemania. Al caer el muro, los neonazis encontraron en la antigua parte Oeste “acceso a un nuevo grupo de reclutas y franjas enteras de territorio en el que moverse sin demasiada supervisión”.

Por su parte, los funcionarios alemanes no veían a este movimiento como una amenaza, ya que las posibilidad de alguno de sus adeptos llegaran a ocupar algún lugar dentro de la política del país se veía sumamente remota, no obstante, las acciones llevadas a cabo por estos grupos en los últimos meses y el crecimiento que han tenido les permitiría acceder a el gobierno alemán.

Del mismo modo, las acciones violentas por parte de este grupo no se han hecho esperar, ejemplo de ello fueron los ataques hacia “un político regional en su porche cerca de la ciudad central de Kassel, atacaron una sinagoga en la ciudad oriental de Halle y mataron a tiros a nueve personas de ascendencia inmigrante en la ciudad occidental de Hanau”.

Asimismo, en los últimos meses el gobierno alemán se vió en la necesidad de disolver “toda una compañía militar en las fuerzas especiales después de que encontraron explosivos, una ametralladora y parafernalia de la fuerza armada SS en la propiedad de un sargento mayor en Sajonia”.

Sin duda, la reunificación permitió que los grupos neonazis del Este se unieran con los del Oriente, zona en donde la xenofobia, el nacionalismo y el racismo estaban más exacerbados , “debido a que la historia asesina de la Segunda Guerra Mundial nunca se enfrentó tan profundamente a nivel social como en el antiguo Occidente”.

La situación anterior ha impactado en el nivel de votos que el Partido de Extrema Derecha Alternativa para Alemania recibe en la zona del Este, sitio en donde las acciones violentas y xenofóbicas se han hecho más visibles y frecuentes.

De acuerdo con la autora, en el pasado no existía en si un movimiento neonazi en la antigua Alemana Oriental, no obstante, “el régimen se definió a sí mismo en la tradición de los comunistas que habían resistido al fascismo, dando lugar a una doctrina estatal del recuerdo que efectivamente los exculpó de las atrocidades de la guerra”, no obstante, el movimiento neonazi ya venía gestándose de manera secreta.

Posteriormente, Alemania sería testigo de un movimiento anticomunista, mismo que logró derrocar al régimen, no obstante, ellos no fueron los únicos presentes en las manifestaciones, sino que también los skinheads estaban presentes, situación que posteriormente ocasionó que el lema “somos el pueblo” utilizado por el movimiento en contra del comunismo se transformara en el estandarte de los neonazis.

De esta manera, el Este de Alemania se ha convertido en el refugio de los partidarios del extremismo alemán, sitio en donde se han establecido y difundido sus ideas y posturas, mientras el Oriente funciona como un centro de control para estos grupos, quienes cada vez van ganando más terreno en estos sitios.

Con el proceso de reunificación y la libre circulación de los alemanes en el país los grupos neonazis establecieron centros de entrenamiento en donde aprendían a falsificar documentos y fabricar bombas, entre otras labores, asimismo, los primeros años posteriores a la unión de Alemania significaron estructuras nacionales débiles que aún no se adaptaban a los cambios que el país estaba sufriendo, incluidos los sistemas policiacos, por lo que durante ese periodo los grupos de extrema derecha fueron capaces de llevar a cabo sus acciones de manera libre.

En 1990, casi 50 años después del final de la Segunda Guerra Mundial parecía que los nazis seguían presentes en Alemania, debido a las acciones llevadas a cabo por los adeptos de este movimiento, tales como la persecución de extranjeros. De acuerdo con Anetta Kahane, activista judía contra el racismo, la reunificación no solo unió a Alemania, sino “también a dos corrientes del nacionalismo: el conservadurismo nacionalista al estilo occidental y una variedad social revolucionaria oriental más radical”, por lo que al unirse el movimiento se hizo mucho más poderoso y lo que permitió la creación de AfD.

Las acciones violentas continuaron, cuestión que fue posible en gran medida a los elementos de la policía simpatizantes con el neonazismo, quienes avisaban a los grupos de las redadas que se llevarían a cabo. Esa complicidad permitió el ejercicio de una amplia violencia racista y xenófoba.