Colapsología

Cita: 

Servigne, Pablo y Raphaël Stevens [2020], Colapsología, Barcelona, Arpa.

Fuente: 
Libro
Fecha de publicación: 
2020
Tema: 
La "colapsología" como propuesta de interpretación de las múltiples crisis de la sociedad contemporánea.
Idea principal: 

Pablo Servigne y Raphaël Stevens son conferenciastas, escritores, educadores y activistas; se les conoce por acuñar el concepto de colapsología.

Introducción. Algún día habrá que abordar el tema

Las noticias cotidianas del mundo nos muestran catástrofes que se suceden una tras otra de manera acelerada: huracanes, inundaciones, crisis económicas, guerras… ¿Esto justifica hablar de colapso? Para Pablo Servigne y Raphaël Stevens, el momento actual está marcado por graves crisis ambientales, geopolíticas, climáticas, sociales, energéticas y económicas. Algunas de ellas han alcanzado el punto de no retorno. Estas crisis están interconectadas y se retroalimentan. La evidencia apunta a que esas crisis ponen en cuestión la capacidad de determinadas poblaciones para subsistir e incluso amenazan la vida humana en su conjunto.

¿Colapso?

Citando a Yves Cochet, los autores definen al colapso como “el proceso a partir del cual una mayoría de la población ya no cuenta con las necesidades básicas (agua, alimentación, alojamiento, vestimenta, energía, etc.) cubiertas por un precio razonable por los servicios previstos por la ley”. Tras definir al colapso, Servigne y Stevens lo comparan con otras nociones como la de “fin del mundo” o “apocalipsis”. Afirman que aunque el colapso es un proceso irreversible a gran escala, no se trata del fin del mundo, sino de un proceso de larga duración que continuará hacia el porvenir y que estará lleno de incertidumbre. Puesto que la satisfacción de las necesidades básicas peligra, la situación puede ser catastrófica.

Incluso en informes de instituciones como la Royal Society británica, el Banco Mundial o grandes fondos de inversión cada vez se toma con mayor seriedad la posibilidad de un colapso. Aún no es clara la magnitud de los daños daños ni quiénes serán los afectados; no obstante, hay elementos suficientes para pensar que todos los humanos –en mayor o menor medida– y todas las especies vivas verán vulneradas sus condiciones de existencia.

Desde hace algunos años se habla de “Antropoceno” para referirse a la nueva era geológica de cambios profundos e imprevisibles que vivimos y diferenciarla del Holoceno, la era de estabilidad climática en la cual apareció la agricultura y las civilizaciones florecieron. A juicio de los autores, cuando se habla del Antropoceno se suele presentar un desfile de declaraciones y cifras que es muy abstracto y lejano a la experiencia cotidiana de las personas. Ante ese hiato, Servigne y Stevens sostienen que el objetivo del libro es “establecer la relación entre el Antropoceno y vuestro día a día”.

Los autores afirman que eligieron la noción de colapso –y no la de Antropoceno u otras similares– porque permite hablar tanto de los informes científicos sobre el ritmo de pérdida de la biodiversidad como de la experiencia emocional asociada a estas catástrofes; porque permite vincular la crisis económica y social con los procesos de reproducción de la vida natural. También prefieren hablar de colapso puesto que permite hacer referencia a distintos horizontes temporales: desde la urgencia del presente hasta las transformaciones en el tiempo geológico. En suma, eligieron hablar de colapso porque “es la idea que convierte el concepto de Antropoceno en algo vivo y tangible”.

Los autores resaltan lo paradójico que resulta que a pesar de recibir incesantemente noticias de una avalancha de catástrofes por los medios de comunicación, el debate mediático e intelectual esté cerrado a hablar seriamente sobre las catástrofes en curso. En general, en el debate público dominan “dos posturas caricaturescas que a menudo rozan lo ridículo”: por un lado, los discursos apocalípticos y supervivencialistas; por otra parte, las refutaciones que intentan minimizar o negar la gravedad del problema. Cada una de estas posturas parece defender a ultranza un mito: sea el del apocalipsis o el del progreso. Servigne y Stevens marcan su distancia con ambas posiciones.

Nacimiento de la “colapsología”

Aunque el tema del colapso ha estado presente en la reflexión académica desde hace tiempo, los autores estiman que en muchas ocasiones –particularmente en la reflexión filosófica– carece de argumentos basados en hechos o presenta un estrecho enfoque disciplinario. Consideran que “es necesaria una auténtica ciencia aplicada e interdisciplinar sobre el colapso”: una visión de conjunto sobre qué podría ser el colapso, cómo podría desenvolverse y cuáles serían sus implicaciones individuales y sociales.

Con ese horizonte en mente, los autores se proponen establecer las bases de lo que denominan –“con cierta autoburla”, según su propia expresión– colapsología para dar sentido a lo que actualmente sucede, a lo que podría suceder y a qué acciones se deberían emprender ante esa situación. De acuerdo con Servigne y Stevens, la colapsología busca ofrecer una interpretación seria de los procesos en curso, poniendo de relieve sus sutilezas y matices, para diferenciar los hechos de la ficción. También se propone “reunir una caja de herramientas” para las iniciativas que se plantean un mundo post-carbono y que están proliferando por doquier.

Aclaran que el objetivo del libro no es infundir miedo, ni hablar de “escatología milenarista”. El libro no es pesimista ni plantea que no hay futuro para la humanidad, pero tampoco es optimista al minimizar el problema y ofrecer una larga lista de soluciones.

Atención: tema delicado

La experiencia les ha mostrado que la racionalidad y las cifras no bastan para tratar el colapso. Al hablar sobre este tema es necesario —e incluso inevitable— involucrar la subjetividad y las emociones; también es necesario un tratamiento ético del tema.

Hablar sobre el colapso no deja indemne a nadie. Aceptar que el colapso es posible significa ver que el futuro que deseábamos e imaginábamos —que era importante para nosotros y que nos tranquilizaba— no tiene condiciones para realizarse. En consecuencia, asumir el colapso como una posibilidad implica un proceso de duelo por la pérdida de expectativas y sueños; ante esta situación, es común una reacción de negación e incluso de cólera.

No obstante, no todo al hablar de colapso es frustración y desesperanza. También se abren múltiples posibilidades, “algunas de ellas sorprendentemente alegres. La clave está, pues, en descifrar lo venidero y hacer de ello un lugar habitable”.

La introducción concluye refiriendo las partes que conforman al libro. En la primera parte, se aborda el estado actual del sistema Tierra y de las sociedades contemporáneas; al dar cuenta de cómo se han superado ciertos límites y múltiples crisis convergen, se postula que el colapso es la trayectoria previsible. En segundo lugar, abordan “el peligroso tema de la futurología” al discutir los elementos y procesos que darán forma al porvenir. Por último, en la tercera parte del libro discuten qué forma concreta podría tener el colapso, cómo lidiar con este proceso duradero y cómo atravesarlo de la manera más “humana” posible.

Nexo con el tema que estudiamos: 

La colapsología es una propuesta teórica y política reciente para dar cuenta de las múltiples crisis por las que atraviesa la sociedad contemporánea, con énfasis en la destrucción de las condiciones ambientales que permiten la reproducción de la vida humana. Aunque el concepto de "colapso" que presentan en la introducción a esta obra no es explícito en algunos aspectos medulares sobre el tema en cuestión (¿se trata del colapso del modo de producción capitalista? ¿Del colapso de la sociedad industrial, con toda su institucionalidad?, entre otras), el mirador propuesto por los autores es sumamente sugerente para reflexionar sobre los procesos ambientales, climáticos, biofísicos, económicos, políticos, culturales, afectivos, etc., implicados en la tendencia suicida de la modernidad capitalista.

Una característica que resultan muy interesantes de esta propuesta teórica (característica que comparte con algunas expresiones del decrecimiento) es que no escatima en reconocer explícitamente que el futuro tal como lo habíamos imaginado no será posible, pues ya no tiene condiciones para su realización. En esta característica, que podría alejarla de las posiciones políticas mainstream que aún mantienen fe en el progreso, le permite trabajar con la dimensión emocional y con las subjetividades involucradas en el proceso del colapso. Se trata de una discusión difícil, pero ineludible.