An Ancient Practice with a New Face. The Use of Water as a Weapon in Times of Climate Change

Cita: 

Kohler, Christina [2020], An Ancient Practice with a New Face. The Use of Water as a Weapon in Times of Climate Change, PRIF Spotlight 9/2020, Frankfurt/M, https://www.hsfk.de/fileadmin/HSFK/hsfk_publikationen/Spotlight0920.pdf

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
2020
Tema: 
El aumento del papel estratégico del agua en la guerra a partir del aceleramiento del cambio climático
Idea principal: 

Christina Kohler es investigadora con postdoctorado en el Peace Research Institute Frankfurt (PRIF). Su trabajo se enfoca en las intersecciones entre el cambio ambiental global y paz, conflictos y seguridad. Dentro de sus temas de investigación, se encuentran las conexiones entre el cambio climático y escasez de recursos, paz y conflicto; así como entre cambio climático y migración.


El uso del agua e infraestructura hidráulica como un arma es un tipo de violencia que ha sido parte de conflictos armados desde hace mucho tiempo. Esta práctica implica el ataque y destrucción de reservas de agua, plantas de tratamiento, pozos, presas, o la manipulación de fuentes de agua (al insertar agentes tóxicos que puedan contaminar el agua y causar enfermedades). Lo anterior, es llevado a cabo por actores implicados en conflictos armados con el objetivo de usar su poder sobre el agua e infraestructura hidráulica para oprimir comunidades o para ganar terreno en combates.

Ejemplos del uso del agua como arma se han dado a lo largo de la historia, desde Mesopotamia hasta la Segunda Guerra Mundial, y a pesar de su recurrencia, se ha catalogado a esta actividad como un evento excepcional y esporádico durante conflictos armados. No obstante, la aceleración del cambio climático y la escasez de agua asociada con el mismo han incrementado el valor estratégico de las fuentes y sistemas de agua; como consecuencia, está práctica se ha vuelto más efectiva y popular.

Casos contemporáneos que sirven como evidencia del uso del agua como arma se han dado en Medio Oriente, principalmente en Iraq, Siria y Yemen tras la monopolización del agua por el Estado Islámico (ISIS) en 2017. Otros casos se han dado en Somalia y Crimea.

De acuerdo con el Pacific Institute, el uso del agua como arma se da durante diferentes tipos de conflictos y es llevado a cabo por actores estatales y no estatales. Asimismo, el instituto reconoce el hecho de que independientemente del tipo de conflicto que se trate, esta práctica tiene impactos devastadores en sociedades vulnerables lo que aumenta la mortalidad, la pobreza e incluso la migración.

A pesar de que la investigación científica acerca de los nexos entre el cambio climático y la escasez de agua, paz y seguridad se encuentra en aumento, esta no es suficiente para abordar el problema. Causa de lo anterior se basa en el hecho de que en la investigación se tiende a dejar de lado el uso del agua como arma, lo que aumenta la necesidad del desarrollo de la investigación en este tema ya que se trata de una práctica que puede desestabilizar sociedades enteras.

Por su parte, el cambio climático se presenta como un factor importante en la creciente escasez de agua y el aumento de su uso como arma. Lo anterior, se debe a que el cambio climático ha alterado la disponibilidad de recursos naturales de tal forma que ha aumentado su valor estratégico y al mismo tiempo, ha aumentado la vulnerabilidad de sociedades que dependen de ellos. De esa forma, dependiendo de contextos específicos, el cambio climático se ha relacionado con aspectos de seguridad puesto que puede afectar conflictos de manera física o mediante factores psicológicos; asimismo, ha provocado la reducción de recursos y de la producción, lo que tiene consecuencias económicas y otras asociadas a esta.

Actualmente, el uso del agua como arma ha demostrado ser un evento que ha contribuido a la falta de seguridad, al deterioro económico, social y del nivel de vida de las poblaciones afectadas. Potencializada por el cambio climático y la escasez, esta práctica se ha convertido en un tema del cual se necesita tomar conciencia y difundir conocimiento de manera urgente. Por ello, instituciones globales y gobiernos nacionales necesitan comenzar a tomar acción al respecto en políticas de seguridad nacional, internacionales y de medio ambiente; además, es un tema que debe tratarse a nivel internacional en iniciativas como los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. También, es un tema que debe tratarse desde la academia.

Para comenzar a elaborar estrategias que combatan y prevengan el uso del agua y de infraestructura hidráulica como arma, es necesaria la interdisciplinariedad en un trabajo que se enfoque en comprender las implicaciones de esta práctica a nivel global, que identifique a los actores y a las víctimas implicadas.

Datos cruciales: 

1. El Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) predice que si la temperatura del planeta aumenta 1.5 grados Celsius para 2050, 243.3 millones de personas (4% de la población mundial) experimentaran nueva o agravada escasez de agua.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El artículo presenta un ejemplo de la manera en que las formas de guerra tradicionales se han modificado. El hacer uso de los recursos naturales como arma, implica una transformación de la guerra en la que se han buscado nuevas formas de incidencia en el control de riquezas, territorios y poblaciones; lo anterior, implica cambios en las sociedades que se encuentran bajo conflictos armados y al mismo tiempo, implican la aparición de nuevas tácticas de guerra que poco a poco han difuminado la distinción entre el enemigo y el civil, convirtiendo a los nuevos conflictos en guerras de todos contra todos.

Asimismo, la nota resalta los efectos que la humanidad ha tenido sobre el medio ambiente, específicamente sobre el agua. Lo anterior, destaca el aumento de la importancia estratégica que los recursos naturales presentan en una era en donde la escasez permea y a consecuencia de esto, en una era en donde las principales disputas se basan en un interés por poseer la tierra. Finalmente, el texto sirve para destacar el hecho de que vivimos en un mundo conectado, lo que provoca que ningún evento tenga consecuencias aisladas y, lo que afirma la necesidad de la colaboración (entre diferentes disciplinas y actores) para la construcción de propuestas que lleven a la solución de problemas complejos.