Scarcity, ‘polite society’ and activism

Cita: 

Hildyard, Nicholas [2019], "Scarcity, ‘polite society’ and activism", Geoforum, (101): 294-298, mayo, https://www-sciencedirect-com.pbidi.unam.mx:2443/science/article/pii/S00....

Fuente: 
Artículo científico
Fecha de publicación: 
Mayo, 2019
Tema: 
Recuperación y reivindicación de las relaciones comunitarias como respuesta ante la "escasez" usada como estrategia política
Idea principal: 

Nicholas Hildyard, fundador y director de The Corner House, un grupo de investigación que se centra en la defensa de los derechos humanos, el medio ambiente y el desarrollo.


Resumen

La sociedad educada [polite society]* siempre ha argumentado que la escasez es en gran medida la causa de los problemas de las sociedades actuales. Sin embargo, la contraparte, es decir, la sociedad descortés [unpolite society] ha puesto en tela de juicio ese argumento. No obstante, eso no ha cambiado que la escasez se siga haciendo presente como explicación de los problemas sociales. ¿En qué radica el problema? ¿en qué las relaciones desiguales de poder no se han visibilizado lo suficiente? ¿en que es un "problema" más complejo que involucra tanto a activistas como a las élites?

Introducción

El autor comienza planteando algunas preguntas a las cuales busca responder en el texto. ¿Por qué la escasez se presenta como explicación para los cientos de conflictos ambientales, sociales, políticos y económicos que atraviesan distintas geografías? ¿Porqué a pesar de que esta narrativa se ha cuestionado en innumerables ocasiones por parte de quienes sufren las consecuencias directamente (“los trabajadores; migrantes; los oprimidos racialmente; los sin tierra, sin hogar y desempleados; los que tienen hambre y los que tienen sed; los desplazados por la guerra o proyectos de infraestructura; los que se enfrentan al acaparamiento de tierras; aquellos cuyas vidas están siendo destrozadas por la austeridad”) se sigue manteniendo el discurso? ¿Será que la academia y el activismo no han hecho lo suficiente? ¿Es un "problema" más complejo que involucra tanto a activistas como a las élites?

El artículo aborda el discurso de la escasez como una estrategia política cuyo objetivo es invisibilizar las causas reales de la pobreza y desigualdad económica que se expande por el mundo. Por otro lado, busca demostrar que la construcción de alternativas y de estrategias que desafíen la acumulación es más fácil en espacios ajenos a la “sociedad educada” [polite society].

La escasez como estrategia de élite

Según Mehta y Luks (2011) “el miedo a la escasez y las promesas de abundancia forman los pilares de la economía neoclásica: la escasez da por sentado que las necesidades y deseos son ilimitados, pero los medios son finitos”. Mientras que Taylor (1993) argumenta que la abundancia “cualesquiera que sean las escaseces, serán resueltas por los mercados y la tecnología”. Al tomar a la escasez como punto de partida incuestionable, aquello que tendría que ser explicado se convierte en la explicación.

El autor discute la idea según la cual la demanda de productos específicos es resultado de las decisiones autónomas de los individuos y argumenta que en realidad es resultado de la publicidad, monopolios corporativos, violencia o de políticas estatales. Por ejemplo, el uso de fertilizantes no surgió naturalmente de las y los agricultores, sino que los subsidios, los planes de fusión de tierras, los impuestos y la violencia orillaron a que la agricultura tradicional se modificara y dependiera de la industria química.

Lo mismo sucedió con el transporte. La demanda de autos es resultado de la suburbanización, del desarrollo y construcción de nuevas vías de comunicación, de la publicidad junto con las políticas que han creado un sistema de privilegios del automóvil por sobre el resto de alternativas de movilidad. Por ejemplo, en varias ciudades estadounidenses, los tranvías fueron retirados de servicio por un consorcio de fabricantes automovilísticos, ocasionando una escasez de transporte público y obligando a que la población adquiriera un automóvil (de los mismos consorcios quienes les quitaron el transporte público).

En ese sentido, el discurso dominante suele ocultar quiénes son los responsables de la escasez y, por lo tanto, de las necesidades insatisfechas.

Por otro lado, y hablando en términos energéticos, se suela culpar a los países del Sur global de la escasez futura de energía, debido a sus aspiraciones a un mayor consumo, cuando en realidad el consumo de energía de Estados Unidos y Canadá es muchas veces mayor que el de países europeos, asiáticos y africanos (Ver dato crucial 1). Además, resulta importante destacar que la energía dentro de países como China se utiliza en gran medida para la fabricación de productos de consumo para exportación hacia países europeos o norteamericanos, lo que pone en cuestión si las emisiones de dióxido de carbono emitidas por China realmente pertenecen a ese país o “si deberían atribuirse a los países que consumen los productos que China fabrica”.

El discurso de la escasez invisibiliza que muchas veces a los sectores más pobres de las sociedades se les niega el acceso a los productos no porque los medios para fabricarlos sean escasos, sino porque "satisfacer esas necesidades no es rentable".

Nepal, es un gran ejemplo de ello, pues aun cuando gran cantidad de ríos atraviesan su territorio (lo que lo convierte en uno de los países con mayor potencial para la generación de energía hidroeléctrica) la construcción de grandes represas ha ocasionado que haya abundancia en la generación en algunos lugares y escasez en otros. Por supuesto que este desarrollo no garantiza mejor acceso ni al agua ni a la energía a las y los locales; esto es resultado de que las agencias internacionales de desarrollo como el Banco Mundial consideran más rentable financiar la construcción de grandes represas, en lugar de destinarlo a pequeños proyectos.

Contrario a ello, la población nepalesa se opuso a la construcción de una de las represas más grandes e introdujo sus propios sistemas hidroeléctricos, logrando producir más electricidad, a mejores precios y más rápido. Además, se ha logrado la introducción del derecho a la energía y se han consolidado administraciones de forma comunitaria y colectiva que buscan la mejora y satisfacción de las necesidades.

Aun cuando en algunos casos resulta difícil distinguir entre la escasez absoluta y la escasez socialmente producida, sólo se puede entender correctamente el tipo de escasez de que se trata si se ubica en las dinámicas y relaciones específicas de los grupos sociales en los cuales dicha escasez se inscribe. Y en ese sentido, es la "naturalización" de la escasez como un resultado inevitable de los deseos ilimitados y los medios limitados lo que impide entender que la escasez es socialmente producida y que existen alternativas: otras formas de producción, consumo y relación con el medio.

Cada vez más activistas adoptan el término “bienes comunes” para referirse a aquellas otras formas de organización social que a su vez asumen la escasez de manera distinta a la que se plantea en la economía neoclásica. Para estas formas de organización, la escasez se presenta como un fenómeno recurrente; sin embargo, las necesidades son finitas, mientras que los medios están bajo un sistema colectivo que, se reproduce mediante relaciones horizontales. En este caso, “la supervivencia de todas y todos es un principio clave en torno al cual se organizan las relaciones sociales”.

Para los grupos que se benefician del statu quo es fundamental invisibilizar que las asimetrías de poder político y económico producen escasez (a través de relaciones de género, raza y clase). Los discursos dominantes sobre ésta tienen la función política de separar los intereses de las élites y las causas de la pobreza. En relación con ello, el autor dice que por parte de las élites “la escasez se aborda como estrategia política más que como una teoría”.

Organizarse contra la “escasez”

En Los límites de la escasez, activistas han intentado comprender y exponer cómo el discurso de la escasez ha sido construido por las clases dominantes y cómo es que éste ha sobrevivido a pesar de las múltiples resistencias sociales que se han consolidado a su alrededor.

¿Qué formas de resistencia están fallando? ¿Qué formas de organización social y política han surgido y prometen construir alternativas de relaciones horizontales entre todas y todos? ¿Qué estrategias de oposición fortalecen a la élite? Estas son algunas de las preguntas que el autor considera urgentes de analizar y que, partiendo de su experiencia –que ha sido sobre todo en el ámbito migratorio, la seguridad energética y la gestión de agua– le hacen sostener que la escasez se ha utilizado como medio para “cerrar el debate e imponer políticas que fomenten la acumulación a costa de los bienes comunes”.

Si bien es cierto que es fundamental exponer las asimetrías de poder económico y político que están detrás de la escasez, también es necesario reconocer las potencialidades y límites de la construcción de estrategias y tácticas alternativas por parte de las organizaciones sociales. El autor junto con otros colegas hace una crítica a cómo el poder organizativo de los movimientos sociales progresistas se ha visto afectado por el debilitamiento de las redes comunitarias que les integraban: sindicatos, partidos políticos, entre otros.

En los países del Norte global, la legislación antisindical neoliberal ha debilitado a los sindicatos, mientras que el capital ha sacado ventaja de ello, pues “al cambiar los patrones de producción que dificultan la organización; por la precarización del trabajo y por el seccionalismo” los sindicatos parecen encontrarse limitados a actuar.

No obstante, McDermott (2007), académico y activista, considera que lo que le dio poder al trabajo fueron las instituciones sociales construidas desde la propia clase trabajadora (la "clase no educada") para dar respuesta a las necesidades insatisfechas en términos de educación, salud y cuidado infantil. “Para sobrevivir, las y los trabajadores dependían de sus propias instituciones y redes de apoyo”. Estas formas organizativas de la clase trabajadora no sólo eran una respuesta a todas aquellas privaciones por parte de la "sociedad educada", sino que también surgieron como propuesta de un “orden social y moral alternativo”.

Los movimientos obreros que acontecieron entre 1870 y 1970 coincidieron con las necesidades emergentes del capital, que demandaba trabajadores más capacitados. Sin embargo, la inversión en educación y en bienestar social por parte del Estado hizo más evidentes las desigualdades sociales y muchas de las instituciones consolidadas por la clase trabajadora fueron debilitadas, erradicadas o absorbidas por instituciones capitalistas. Esto puede ayudar a entender el debilitamiento de la influencia del trabajo en la sociedad, según McDermott.

Organizarse fuera de la sociedad "educada"

Según McDermott, la mejor estrategia es apostar por una política transformadora partiendo de los conflictos de clase nuevos y emergentes en donde se trabaje de manera conjunta y solidaria entre aquellas y aquellos que han sido excluidos de la "sociedad educada", porque son estos espacios en donde “están surgiendo nuevas culturas de aprovisionamiento, crianza y apoyo mutuo para hacer frente a la destrucción que el neoliberalismo está infligiendo”. Según el autor, estos espacios existen fuera de algunas estructuras del capital, aunque no fuera del capital como orden social.

Algunas de las alternativas en las que la "sociedad descortés" ha logrado su propia reproducción social son la agricultura comunitaria, en donde todas y todos están involucrados por igual en los procesos de cultivo; las ocupaciones de tierras y fábricas; cooperativas; las discusiones dentro de los sindicatos; entre otras. El autor subraya el caso regional de “democracia sin Estado” en Kurdistán, donde la población kurda se ha organizado para poner en práctica sus demandas de autonomía y construir una economía basada en las necesidades colectivas, desmantelando las opresiones patriarcales y de clase, así como también modificar la relación entre la naturaleza humana y no humana.

El autor sostiene que cada una de las resistencias mencionadas anteriormente, es única; por lo tanto, no son “una forma modular que se pueda reproducir y ensamblar en cualquier lugar”, sino que son resultado de contextos históricos y experiencias específicas. El autor invita a que más allá de verlos como modelos, se les vea como inspiraciones o como lo que Holloway describe como “destellos, insinuaciones, anticipaciones, fragmentos del mundo de dignidad que queremos crear”. Por supuesto que el intercambio de saberes y experiencias es posible, pues según Zibechi, es en estas "sociedades en movimiento" donde está el cambio transformador.

“Esa lucha ya no se da principalmente dentro de la sociedad educada, sino que está cada vez más fuera de esa sociedad. Seguramente es aquí donde los elementos de otro mundo pueden construirse mejor". Es a partir de esas experiencias organizativas –atravesadas por la crisis, la pérdida y la injusticia– donde los mayores cuestionamientos a la narrativa de la escasez como una estrategia de las élites pueden emerger.


* McDermott llama polite society a aquellas formas y prácticas institucionales que favorecen el statu quo y, en particular, a la acumulación de capital. Por otra parte, en el diccionario Collins se señala que polite society es un sustantivo que se usa para referirse a aquellas personas que se consideran socialmente superiores y que, además, establecen los estándares de comportamientos.

Datos cruciales: 

1. El consumo de energía de Estados Unidos y Canadá es aproximadamente el doble que en Europa o Japón; más de 10 veces más alto que en China; casi 20 veces mayor que en India; y al menos 50 veces más alto que en los países de áfrica Subsahariana.

Trabajo de Fuentes: 

Luks, Fred [2011], “Deconstructing economic interpretations of sustainable development”, Lyla Mehta (Ed.), The limits to scarcity: contesting the politics of allocations, Londres, Earthscan, pp. 93-108.

McDermott, F. M. [2007], “Producing labor-power”, Science & Society 71 (3): 399-321.

Mehta, Lyla [2011], “The scare, naturalization and politicization of scarcity.”, Lyla Mehta (Ed.), The limits to scarcity: contesting the politics of allocations, Londres, Earthscan, pp. 13-30.

Taylor, Jerry [1993], “The growing abundance of natural resources.”, David Boas y Ed Crane (Ed.), Market Liberalism: A paradigm for the 21 st Century, Estados Unidos de América, CATO INSTITUTE, pp. 363-378.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Resulta interesante e importante abordar la "escasez" como una estrategia política y la construcción de alternativas comunitarias como un desafío ante la primera, ya que el discurso predominante es “ya no hay agua”, “ya no hay comida”, “ya no hay espacios que se puedan habitar”, “ya no hay trabajo”, etc. La reproducción de estos discursos no hace más que fragmentarnos como sociedad e instalarnos en una lógica de competencia e individualismo, pues resulta funcional para el sistema evitar que la población debata y se organice. Contrario a ello, una forma de sobrevivir al sistema extractivista y depredador, es la apuesta por la construcción y fortalecimiento de las autonomías y la recuperación y reivindicación de las relaciones comunitarias.