How Space Became the Next 'Great Power' Contest Between the U.S. and China

Cita: 

Broad, William J. [2021], "How Space Became the Next 'Great Power' Contest Between the U.S. and China", The New York Times, New York, 24 de enero, https://www.nytimes.com/2021/01/24/us/politics/trump-biden-pentagon-spac...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Domingo, Enero 24, 2021
Tema: 
China amenaza a la Fuerza Espacial estadounidense con convertirse en la próxima hegemonía espacial
Idea principal: 

William Broad es un publicista estadounidense que estudió en la Universidad de Wisconsin y trabaja para "The New York Times". Es especialista en temas relacionados con la guerra y la innovación tecnológica militar.


William Broad muestra un escenario de guerra entre China y Estados Unidos, haciendo un recuento histórico de los enfrenamientos entre ambos países desde tiempos de Guerra Fría y durante las administraciones de Barack Obama y de George W. Bush en el ámbito espacial-militar. Esto con el objetivo de proyectar el reto que tiene la actual administración Biden al enfrentar a la fuerza de China en el espacio.

Con base en eso, se menciona que la carrera armamentista antisatélite del país asiático lleva 15 años. Actualmente, ésta tiene la capacidad de atacar a las flotas orbitales de Estados Unidos, siendo éstas relevantes para la ventaja militar y tecnológica del país norteamericano. Asimismo, las armas tienen la capacidad de proyectar ojivas que destruyan satélites. Por otra parte, los ciberataques chinos podrían desconectar la comunicación del Pentágono y las flotas de satélites, que rastrean movimientos enemigos.

Por esa razón, uno de los retos de seguridad nacional más relevantes para el presidente estadounidense Joseph Biden es “la amenaza de China al ejército estadounidense en el espacio y a las fuerzas terrestres que dependen de las plataformas aéreas”. En ese sentido, la administración Biden debe planear su estrategia con respecto a las medidas que Donald Trump tomó sobre la Fuerza Espacial estadounidense. Dicha área, fue criticada por varios y tachada de “costosa”, “imprudente” y “peligrosa" para la "carrera armamentista”.

Y aunque la iniciativa espacial fue apropiada por Trump, en realidad ésta fue la consecuencia de las estrategias militares de George W. Bush y Barack Obama para combatir a China en su momento. Greg Grant, un funcionario del Pentágono en la administración Obama, desde su perspectiva, tiene algo que decir a esta situación, pues puntualiza que el actual mandatario estadounidense deberá darle prioridad a la defensa espacial estadounidense. Esto con el fin de establecer una presencia espacial resistente capaz de enfrentar ataques enemigos. No obstante, el desarrollo de este tipo de disuasión resulta difícil.

Lloyd J. Austin III, secretario de defensa de Biden, por su parte, pretende darle prioridad a la “ventaja competitiva” de Estados Unidos frente a la Fuerza Militar china. Así pues, pidió al Senado avances en la construcción de plataformas espaciales, viendo al espacio como un “dominio de guerra”. En ese sentido, la administración Biden tiene la intención de aprovechar innovación tecnológica en el ámbito militar, como la que muestra Austin, lo que el secretario llama “colaboración con entidades comerciales espaciales”. Aunado a esto, tanto Barack Obama como Donald Trump adoptaron esta táctica en sus administraciones como forma de “ventaja militar”.

Con este escenario hubo opiniones distintas al respecto. Por un lado, los partidarios de la guerra los "Halcones" estuvieron de acuerdo con la creación de un Cuerpo Espacial Militar estadounidense e incluso exigieron un mayor presupuesto en armas. Por otro lado, los controladores de armas consideraban que la Fuerza Espacial podía ser la causa del aumento en las tensiones a nivel internacional. Como resultado se pensaba que esto atraería más agresiones por parte de China.

En cuanto a los conflictos espaciales en general, el autor menciona que en la actualidad éstos ya no se llevan a cabo mediante ataques en órbita, como ocurrió durante el mandato de Roland Reagan con lo que se llamó la "Guerra de las Galaxias", sino que las armas se extienden desde bases más seguras. No obstante, el problema con esto es que los ataques ahora se dirigen a “flotas y satélites con trayectorias más predecibles y fáciles de combatir”. "La cuestión aquí es si los movimientos y contraataques antisatélite reducirían o aumentarían los riesgos de error de cálculo y guerra”.

Aumento de China

En el ámbito militar, China ha analizado al ejército estadounidense por un largo tiempo. Gracias a esto, los planificadores chinos se percataron de los movimientos del país norteamericano tanto en Afganistán en 2001 como en Irak en 2003. Se consideró que los éxitos en el campo de batalla tenían sus raíces en el dominio espacial: China se dio cuenta de que miles de bombas guiadas por satélite y misiles de crucero habían caído con devastadora precisión sobre las fuerzas talibanes y las defensas iraquíes.

Tomando esto como punto de referencia, China inició con sus experimentaciones con “misiles antisatélite” en 2005, proyectando dos de ellos entre 2006 y 2007. Dichas armas destruyeron un satélite meteorológico sin explosión alguna. El acontecimiento fue notablemente mediático al tratarse de la primera prueba de destrucción de este tipo desde la "Guerra Fría", (Dato crucial 1). Tiempo después, China continuó con los ataques por medio de pruebas, arriesgando la seguridad de las naves espaciales estadounidenses.

En este escenario, China quería usar nuevas formas de fortificar su sistema de armas antisatélite. Empero, como el tiempo que podría tardar una ojiva en alcanzar una órbita alta no era redituable y esto daba oportunidad de contraatacar a Estados Unidos, el país asiático decidió optar por otros métodos. En primer lugar, China implementó el disparo con rayos láser y otras formas de destrucción de satélites. Aunque la estrategia no funcionó porque estas prácticas requerían de años de desarrollo. Sin embargo, en segundo lugar, con base en el control que las computadoras estadounidenses tenían sobre su poder espacial, en 2005 China decidió añadir ciberataques a sus ejércitos militares, especialmente contra redes enemigas, siguiendo su método militar de “parálisis de los primeros ataques”.

Tres años después, en 2008, hubo otro ataque. China violentó contra la seguridad del satélite multinacional de la National Aeronautics and Space Administration (NASA) llamado “Terra” (EOS AM-1) en dos ocasiones, la primera en junio y la segunda en octubre por medio del control de circuitos de itinerancia entre el “Terra” y el sistema computacional militar estadounidense. “En ambos casos, los hackers lograron todos los pasos necesarios para comandar la nave espacial, pero se abstuvieron de hacerlo para reducir sus huellas”.

Cabe mencionar que estos ataques no eran la única inquietud de los funcionarios espaciales estadounidenses. De acuerdo con el patrón histórico, el ejército estadounidense siempre se ha enfocado en el desarrollo de coaliciones globales, mientras que China no sigue esta tradición. Por esta razón, los funcionarios veían a las responsabilidades con tratados acerca de las alianzas de control de armas de Washington como un impedimento para que éste tuviera una rápida reacción ante las amenazas chinas.

La respuesta de Washington

Con respecto a la estrategia espacial-militar de Barack Obama durante su segundo mandato, la administración creó la “Third U.S Offset Strategy” con el objetivo de neutralizar a su adversario asiático. Dicha estrategia de compensación estaba basada en mantener la superioridad tecnológica estadounidense sobre la china, en este caso, para tener una ventaja competitiva por medio de la aceleración robótica y el desarrollo de brazos de alta velocidad, entre otros avances capaces de dar poder a las Fuerzas Armadas estadounidenses. Así pues, se planeaba que la innovación tecnológica espacial se tratara de un aumento en la defensa de Estados Unidos con satélites baratos y flotas de lanzadores reciclados para hacer que Beijing se confiara.

Por otra parte, Obama, viendo la ventaja comercial que las fuerzas espaciales podrían traer a Estados Unidos, convirtió a la NASA en principal financiador de avances empresariales espaciales, (Dato crucial 2). Al mismo tiempo, los militares se unieron a esto y los beneficiarios agregaron a Elon Musk, dueño de la compañía espacial SpaceX y a Jeff Bezos, fundador de la empresa Blue Origin, al proyecto. Ambas compañías “intentaron convertir a los lanzacohetes desechables en lanzacohetes reciclables, reduciendo su costo”, para que estos fueran más eficientes en el campo de batalla.

Continuando con los satélites estadounidenses, la compensación de Obama igualmente tenía la intención de disminuir el tamaño de estos objetos espaciales, puesto que se hacían cada vez más grandes, (Dato crucial 3). Cuestión problemática, pues un tipo de estos satélites proyectaba antenas muy grandes para las naves espaciales pequeñas que tenían las Fuerzas Espaciales del país norteamericano y esto dificultaba la focalización antisatélite de sus enemigos.

Es por eso que, la iniciativa en colaboración con las compañías espaciales ayudó a empresas como Planet Labs que tenía el objetivo de crear pequeños satélites de observación de la Tierra y como Acapella Space que diseñó pequeños satélites de imágenes de radar destinados a ver a través de las nubes. Además, Elon Musk pudo visualizar una flota de satélites de comunicación.

La administración Obama, asimismo, se enfocó en el aumento en el gasto de control espacial ofensivo después de percibir la importancia que tenían las agresiones chinas para el país norteamericano, (Dato crucial 4). Con estas estrategias, Estados Unidos a diferencia de su modus operandi con mandatos anteriores, dio paso al ámbito privado con dichas inversiones. Y al término del segundo periodo presidencial de Obama, la empresa SpaceX hizo una operación lanzando misiles al espacio y devolviendo “cohetes aceleradores” a una plataforma marina en tierra firme.

Posteriormente, en 2019, Donald Trump promovió su Fuerza Espacial que no fue tomada en serio por los medios. No obstante, en marzo de 2019 ya se había adquirido el primer instrumento ofensivo. Basado en tierra, “el sistema dispara rayos de energía para interrumpir las naves espaciales”. Con base en esto, de acuerdo al teniente coronel Steve Brogan, esta situación da poder a la Fuerza Espacial.

Luego, en 2020, la administración Trump le pidió al Congreso estadounidense que se le diera un presupuesto alto a las “armas contraespaciales”, aunque no tan elevado como el costo clasificado que proponían los militares de habilidades ofensivas. Incluso, la administración sustentó una nueva dependencia en el ámbito de avances comerciales.

Tomando en cuenta lo que los funcionarios dicen acerca de la estrategia de Trump, considerada como una respuesta a los ataques chinos y a sus propios planes, en 2019, la Agencia de Inteligencia de Defensa del Pentágono (DPB, por sus siglas en inglés) informó la intención del país asiático acerca del lanzamiento de nuevos tipos de láseres contrasatelitales, advirtiendo que ésta podría llevarse a cabo en 2021. Como consecuencia, algunos analistas apoyan que Biden conserve a la Fuerza Espacial, mientras que otros piensan que se requiere de un grupo organizativo para combatir a China.

Tirón de Gravedad

Sin embargo, Estados Unidos y China no son los únicos países que se están dedicando al desarrollo de su Fuerza Espacial. Al igual que estas naciones, hay algunos países en desarrollo y pequeñas empresas que están lanzando naves espaciales en órbita. Nueva Zelanda aloja un puerto espacial. Turquía y Perú cuentan con satélites espía. Luxemburgo tiene un gran número de satélites; mientras que India en 2019 lanzó al espacio un instrumento antisatélite e Irán en 2020 envió su primer satélite militar. No obstante, en la cuestión del recuento de satélites por país, Estados Unidos se encuentra en el primer lugar de la lista. Esto gracias a su tradición espacial y los empresarios que han participado en el ámbito militar, (Dato crucial 5).

China, por su parte, no se queda atrás en el conteo, pues su Fuerza Espacial podría considerarse como dominante a nivel mundial, tras haber lanzado más cohetes al espacio que otros países durante 3 años consecutivos. Y esto incluye algunas otras iniciativas en la arena militar, además de armas antisatélite. Aunado a esto, en junio de 2020, algunos científicos chinos puntualizaron que el país implementaría ciertos avances en el área de la física cuántica con el fin de montar un puente de información entre una nave en órbita y sus supervisores que supondría una red segura de comunicación global más adelante. De hecho, en el mismo mes, “China terminó de desplegar el último de los 35 satélites de navegación, la finalización de una red de tercera generación destinada a dar a sus militares una nueva precisión en la realización de ataques terrestres”.

Finalmente, es relevante especificar que China cuenta con una zona montañosa y desértica situada al Noreste del país en donde algunos analistas localizaron cinco bases militares. Éstas cuentan con láseres que disparan rayos de luz a los satélites estadounidenses, para así desactivar sus sensores ópticos y vencer a su sistema ofensivo.

En respuesta a este tipo de prácticas, el presidente Joe Biden planea implementar armas ofensivas y defensivas a su estrategia militar, así como iniciativas federales y comerciales y “actos orbitales” que sean atrayentes, pero al mismo tiempo tenues. Sobre esta línea, Work y Grant, exfuncionarios en el Pentágono durante la administración Obama mencionaron en un informe que la Unión Soviética (URSS) no pudo con la superioridad tecnológica estadounidense, sin embargo, este escenario podría cambiar para China.

Datos cruciales: 

1. Más de 150 000 fragmentos giratorios de los misiles disparados por China amenazaron a los satélites y a la Estación Espacial Internacional. Así pues, los controladores del área sacaron a docenas de naves espaciales y astronautas que ya se encontraban fuera de peligro.

2. Durante su segundo mandato, Obama inyectó miles de millones de dólares en el desarrollo de cohetes privados y cápsulas destinadas a llevar astronautas a la órbita.

3. Algunos satélites costaban mil millones de dólares o más por el costo de su diseño, construcción, lanzamiento y su mantenimiento.

4. De acuerdo con un reporte de la NASA, la inversión federal en los emprendedores tecnológicos ascendió a 7.2 mil millones de dólares, la mayor parte durante los años del segundo mandato de Obama. Asimismo, éste mencionó que los fondos se destinaron a 67 empresas.

5. "The Union of Concerned Scientists", con sede en Cambridge enumera en el 2021 a Estados Unidos con 1 425 satélites, posteriormente a China que cuenta con 382 satélites y finalmente a Rusia con 172 satélites.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El autor muestra un escenario bipolar en el que la competencia mundial entre Estados Unidos y China está descrita a través de la disputa por los mercados, los recursos y sobre todo las tecnologías en la que el país norteamericano busca mantener su hegemonía económica, política-diplomática y cultural, mientras que China pretende alcanzar e incluso superar a su contrincante. En ese sentido, las corporaciones militares participan en esta guerra, pues tanto el sector militar per se como el sector espacial y empresarial organizan las actividades miliares.

Otro punto a considerar es el tema de las fronteras de capital, ya que se tienen un ambiente de cambio en el que los campos de valorización del capital se reinventan, debido a la aparición de nuevos conceptos distintos, entre ellos se encuentran: la codificación de la vida, las ciencias cognitivas, la exploración del espacio exterior y las nanotecnologías, por mencionar los que corresponden a la frontera de capital relacionada con el espacio. Y aunado a esto, la tecnología juega un papel importante a este respecto, pues las tecnologías, valga la redundancia, que resultan ser civiles por naturaleza se vuelven militares cuando se trata de una competencia mundial.