The Palgrave Handbook of Security, Risk and Intelligence

Cita: 

Dover, Robert, Huw Dylan y Michael Goodman (editores) [2017], The Palgrave Handbook of Security, Risk and Intelligence, London, Palgrave Macmillan, 501 pp.

Fuente: 
Libro
Fecha de publicación: 
2017
Tema: 
La necesidad de desarrollar una teoría general de la inteligencia
Idea principal: 

Claudia Hillebrand es una profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad de Cardiff. Actualmente funge como investigadora y trabaja sobre la supervisión parlamentaria de la recopilación de información sobre un grupo neonazi en Alemania. Fue directora del Centro de Estudios de Inteligencia y Seguridad Internacional de la Universidad de Aberystwyth. Entre sus trabajos recientes de colaboración e interdisciplinares se encuentran proyectos acerca de transparencia y controversia que rodea a la vigilancia; la delincuencia organizada transnacional y seguridad europea.

R. Gerald Hughes es un lector de historia militar, especialista en historia diplomática e historia de la inteligencia. En el año 2000 obtuvo un doctorado por la Universidad de Gales sobre el tema de la política británica hacia la Ostpolitik de Alemania Occidental en los años 1955 a 1967. Actualmente, Gerald Hughes es editor de revisiones de Intelligence & National Security, la principal revista del mundo sobre el papel de la inteligencia en los asuntos internacionales. Es miembro de la Royal Historical Society.


Introducción

El propósito de crear una teoría unificadora de la inteligencia ha fracasado, no obstante la necesidad de una teoría que funcione es cada vez más esencial. Tan sólo Carl von Clausewitz en el siglo XIX sostenía que “muchos informes de inteligencia en la guerra eran contradictorios, falsos e inciertos”.

Los tiempos actuales muestran cada vez con más determinación que Max Webber estaba en lo cierto cuando afirmaba que “las sociedades industriales y postindustriales estarían gobernadas por burocracias que dependían principalmente del conocimiento para lograr un predominio casi permanente dentro de sus entidades soberanas”.

El argumento anterior es una muestra clara del vínculo entre inteligencia y conocimiento en cualquier situación ligada a la seguridad nacional. En 2010, Sir David Omand afirmó que era un buen momento para hablar de cuestiones ligadas a la seguridad nacional, tomando en cuenta el animado debate que se está viviendo respecto a los límites en los métodos de seguridad, inteligencia y vigilancia; así como los vínculos internacionales con países cuyas normas éticas son diferentes. Todo lo anterior ha convertido a la seguridad nacional en un tema apremiante de política pública.

Dentro de la política internacional es común que los servicios de inteligencia desempeñen un papel central en el desarrollo de las políticas estatales. En el caso de occidente, los servicios de inteligencia son piezas fundamentales en la construcción de la seguridad nacional y global.

El protagonismo que los servicios de inteligencia han adquirido en los últimos años se debe a la “era del terrorismo” que se vive en el siglo XXI, desencadenada en gran medida después de los ataques del 11 de septiembre del 2001, situación que provocó que los estudiosos se enfocaran con mayor ímpetu en la inteligencia. Antes del 2001, los investigadores de disciplinas como la política, historia, relaciones internacionales y criminología centrados en la inteligencia eran poco valorados e incluso ignorados.

Por su parte, los servicios de inteligencia se caracterizan por operar en conjunto con otras áreas del quehacer cognitivo, como el arte militar, en donde los estrategas de tal área siempre han sido conscientes de la íntima relación entre inteligencia y seguridad nacional. El esfuerzo por crear una teoría unificadora de la inteligencia se ha convertido en un tema ancestral, cuyo propósito radica en la creación de modelos que optimicen la búsqueda de materiales para las investigaciones.

David Kahn afirma que “las teorías de la inteligencia pueden explorarse de tres formas principales: histórica, matemática y psicológica”, situación que se visibiliza en los esfuerzos por desarrollar modelos de estudios de inteligencia, mismos que retoman a la historia como campo teórico y crónica del pasado. Por su parte, la microhistoria ha sido un pilar en el desarrollo de este tipo de estudios. Los estudios de inteligencia están conformados por historiadores, estrategas, politólogos y personas que escriben sobre estudios de caso históricos y contemporáneos. Todos los anteriores contribuyen en la creación y enriquecimiento de las teorías y metodologías de la inteligencia.

El problema central de la creación de una teoría global de inteligencia se debe al nexo entre erudición y política debido a que “los responsables políticos rara vez aprenden de la historia de forma satisfactoria”. La cuestión anterior se visibiliza en el desarrollo de los estudiosos, ya que mientras algunos han reflexionado durante mucho tiempo sobre la naturaleza conceptual y teórica del terrorismo otros han dedicado muchos menos esfuerzos a la reflexión durante mucho tiempo sobre la naturaleza conceptual y teórica del terrorismo o de la inteligencia.

En los últimos años, el estudio de la inteligencia ha crecido exponencialmente gracias a situaciones como las revelaciones de WikiLeaks y Edward Snowden, así como un aumento en la transparencia en este ámbito, no obstante, esto no ha llevado a un desarrollo de los Estudios de la Inteligencia como disciplina.

La era posterior a la Guerra Fría representó una reestructuración de la política mundial que ocasionó que muchos estudiosos de la inteligencia señalaran un cambio de objetivos jerárquicos, en donde la política mundial y relaciones internacionales ya no estaban centradas únicamente en el Estado, sino que surgieron otros actores de análisis en el estudio y desarrollo de la política mundial, lo que no quiere decir que todas las prioridades políticas hayan cambiado ya que el curso de los Estados y su desarrollo siguen siendo un motivo sustancial de preocupación.

Ejemplo de lo anterior son las operaciones en curso de Rusia en Ucrania, mismas que han generado una crisis entre ambos países, suceso que podría justificar la necesidad de un nuevo enfoque de la defensa y la disuasión. Eso también generó una serie de reestructuraciones en el modo en el que se estudiaba la inteligencia. De acuerdo con David Omand, “la seguridad nacional debería definirse actualmente como un estado de confianza por parte del ciudadano en que los riesgos de la vida cotidiana, ya sean amenazas de origen humano o peligros impersonales; se gestionan de forma adecuada hasta el punto de que se confía en que la vida normal se desarrolle".

En un mundo tan cambiante y con el ascenso de diversos conflictos, la inteligencia ha tomado un lugar protagónico en las relaciones internacionales y dinámicas mundiales. Los gobiernos de los países desarrollados hacen uso de la inteligencia de manera constante, ya sea proporcionada por servicios de inteligencia privados o por otras instituciones de seguridad como unidades de inteligencia dirigidas por la policía o el ejército.

Sin duda el uso de inteligencia por parte de los Estados se ha convertido en una tendencia. La mayoría de los gobiernos de todo el mundo comenzaron a notar la importancia de tener una base oficial, que devino en el hecho de que el Estado moderno dependa absolutamente de una base burocrática. Principalmente a partir del año 1900, los gobiernos militares se enfocaron en reunir y concentrar información a través de todos los medios posibles, situación que sin duda transformó el espionaje e inteligencia. El siglo XX fue un periodo de tiempo que cambió por completo la visión de la inteligencia y cómo llevarla a cabo.

A pesar de que en los últimos años la inteligencia ha tomado un papel protagónico y de amplia importancia dentro de las naciones, aún no existe una teoría global de la inteligencia. La inexistencia de una teoría general inicia con el hecho de que aún no hay una definición clara de lo que ésta implica. Lo anterior no quiere decir que no se hayan hecho intentos por definir la inteligencia, sin embargo la mayoría de éstos “tratan de describir lo que hace la inteligencia en lugar de llegar a una definición concluyente tras una seria teorización”.

Generalmente las definiciones de inteligencia hacen hincapié en que ésta es ante todo una actividad secreta del Estado, sin embargo el énfasis en el secreto “no implica la expulsión de los elementos manifiestos de la inteligencia como la recopilación de información de fuentes abiertas o la elaboración de informes y análisis de amenazas de acceso público”. Encasillar a la inteligencia como algo secreto únicamente genera que ésta continúe siendo un elemento del adversario y poco accesible para los ciudadanos (lo que repercute en el estudio y en la percepción pública de la inteligencia).

Lo anterior es un grave problema para el desarrollo de la inteligencia tomando en cuenta que su propósito es disminuir la incertidumbre, desplazar los riesgos y ayudar en la toma de decisiones reduciendo la ignorancia, cuestión que la ha convertido en una parte fundamental de las relaciones internacionales.

Teorizar sobre la inteligencia requiere tomar en cuenta su naturaleza profundamente política; la inteligencia está ampliamente vinculada con el arte de gobernar en la modernidad y en el ejercicio político. Desde esta perspectiva la inteligencia debe entenderse como “una práctica social omnipresente que combina procesos de conocimiento y poder y que se encuentra en el centro de toda la gestión de riesgos”.

Cabe recalcar que tanto la inteligencia como su estudio carecen de objetividad, lo que contrasta con la errada idea de que la inteligencia es una verdad neutral y descriptiva y por el contrario ésta se posiciona como un instrumento que ayuda a elaborar o crear la realidad. Lo anterior se traduce en que la inteligencia no se limita a describir el mundo “en el que opera el Estado”, sino que es creadora del mundo en el que el Estado se desarrolla.

Una última noción es la inteligencia como un asunto del Estado (statecraft); dentro de la que la inteligencia es un ejercicio realizado por los Estados. A pesar de que muchos estudiosos definirían a la inteligencia, dentro de este entramado, como una guerra silenciosa o clandestina, el verdadero sentido de la inteligencia escapa de una simple definición; debido a que cualquier sistema de inteligencia cuenta con tres características fundamentales: la estrategia, el régimen y la tecnología. Los tres elementos anteriores dan forma a todas las organizaciones de inteligencia e informan de la toma de decisiones civiles y/o militares del Estado.

A pesar de que la inteligencia cuenta con un sistema, esto no quiere decir que no se equivoque nunca, situación que se hizo sumamente visible después de los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001. El fracaso de la inteligencia en dicho suceso tiene su origen en las deficiencias organizativas. De acuerdo con Richard K. Betts, los fallos de la inteligencia son totalmente naturales e incluso fructíferos al ocasionar una revisión de las teorías que derivan en nuevas investigaciones.

En 1993, Wesley Wark esbozó ocho proyectos enfocados en el estudio de la inteligencia; uno de ellos se centraba en el desarrollo de una teoría de la inteligencia, asociado al proyecto de definir lo que la inteligencia implica. A pesar de ello, actualmente la disciplina de los estudios de la inteligencia ha dedicado poco tiempo a la teorización.

El poco tiempo dedicado a la teorización de la inteligencia no resulta raro tomando en cuenta que ésta es vista como un subcampo de la historia y la diplomacia internacional. Hay estudios individuales que toman enfoques teóricos de otras disciplinas, como estudios del comportamiento, organización, psicología, economía y sociología política, sin embargo la creación de una teoría única para inteligencia aún no ha sido desarrollada.

La teorización de la inteligencia requiere de la formulación de hipótesis ya que aunque los estudios de la inteligencia no son una ciencia, este método puede detectar patrones y verdades universales.

Hipótesis de trabajo

La “hipótesis de trabajo” es una hipótesis que se acepta de forma provisional para una investigación posterior, no obstante se espera que pueda conducir al desarrollo de una teoría factible. De acuerdo con Patricia Shields, éste tipo de hipótesis pueden ser utilizadas para el posterior desarrollo de un marco conceptual "relativamente sofisticado, específicamente en materia de investigación cualitativa".

Riesgo y vigilancia

Por su parte, el uso de inteligencia por un gobierno está determinado por la idea que tiene éste de su entorno de seguridad así como quién y en qué medida se utiliza la inteligencia. Del mismo modo, cuando los Estados se enfrentan a situaciones de peligro, como atentados terroristas o guerras, la inteligencia toma un papel protagónico; esto se debe a que principalmente los gobiernos de los Estados occidentales continúan sintiéndose vulnerables y reaccionan ante las inseguridades y los riesgos percibidos reforzando sus dispositivos de seguridad nacional, haciendo uso de la inteligencia para hacerlo.

La serie de sucesos que afectan a los Estados permiten continuar reformulando las teorías de securitización y generan que se sometan a análisis cuestiones políticas que antes no se tomaban en cuenta. Por su parte, “lo que respecta a la práctica de seguridad, el aumento de las amenazas conduce a la percepción de un debilitamiento de las libertades civiles democráticas".

Aunado a lo anterior, es necesario subrayar la dicotomía existente entre la seguridad y los derechos civiles en donde la inteligencia tiene un papel fundamental. “La creación de evaluaciones de amenazas e identificación de vulnerabilidades son algunas formas en que la inteligencia incide en las vulnerabilidades percibidas; por otro lado el sector de la inteligencia está directamente involucrado con la parte práctica de la seguridad".

De igual forma, es importante señalar que las soberanías normalmente utilizan a la inteligencia como medio para aumentar su conocimiento y poder utilizarlo para protegerse y promover sus intereses. Lo anterior ha generado una serie de cambios en los Estados, mismos que se transformaron de “Estados secretos” a “Estados protectores”, modificación que cuenta con tres características definitorias; “la primera de ellas se vincula con un cambio hacia la seguridad del ciudadano lo que implica un alejamiento del enfoque en la defensa de la integridad territorial del Estado y la lucha contra la subversión y las amenazas a la democracia parlamentaria, en segundo lugar, el “Estado protector” ha dado mayor prioridad a la anticipación de los acontecimientos lo que ha puesto al Estado a recurrir a la anticipación bajo el manto de justificativo de la defensa y por último la necesidad de que el Estado mantenga una vigilancia inquebrantable que conduzca a la intensificación de la resiliencia nacional”.

La proliferación de actores de inteligencia

La globalización y las transformaciones que la acompañan han desencadeno el abandono de la inteligencia centrada en el Estado y la proliferación de actores de inteligencia; ya que por un lado los sistemas nacionales se enfocan en una glocalización que se resume en la idea de tomar en cuenta las condiciones locales aún en un entorno sumamente globalizado. Lo anterior requiere de tomar en cuenta los problemas locales, nacionales y regionales, situación que transforma por completo a los estudios de la inteligencia y que hace necesario que los sistemas nacionales de inteligencia tomen en cuenta numerosos actores que antes no formaban parte de sus estudios.

La globalización también ha puesto en el centro de los gobiernos la necesidad de cooperar para proteger a sus naciones de las amenazas que puedan presentarse en un entorno en el que las amenazas son cada vez más de carácter transnacional y que ha hecho posible estudiar una globalización de la inteligencia.

Sin duda, la mayoría de las naciones desarrollan teorías de la inteligencia tomando en cuenta todas las características anteriores; aunado a lo anterior el desarrollo de tecnología se ha convertido en una prioridad para numerosos Estados y el factor más significativo que repercute sobre los actuales sistemas de inteligencia y que han desencadenado dos revoluciones tecnológicas en la historia de la inteligencia; la primera de ellas es la revolución analógica iniciada durante la Primera Guerra Mundial y la revolución digital que está llevándose a cabo justo ahora con el desarrollo y difusión de Internet a partir de 1990.

Tecnología e inteligencia

La digitalización ha modificado por completo los modos de estudiar y hacer uso de la inteligencia, en donde la información es recogida y analizada de una manera que repercute directamente en las acciones de los Estados y en donde la información ha tomado un papel de suma importancia dentro del desarrollo y decisiones de los gobiernos.

Perspectivas del futuro para la teoría y la inteligencia

Sin duda, los numerosos actores emergentes, la globalización y transnacionalización ha dificultado la creación de una teoría global de la inteligencia, no obstante existen diversas razones para continuar con los esfuerzos para lograrlo, como el hecho de que los académicos y profesionales tienen la necesidad de dar sentido a los acontecimientos, actores y estructuras con la finalidad de que éstas funcionen como esbozo para otras investigaciones sobre el mundo social; del mismo modo la teorización puede contribuir a mejorar la práctica de la inteligencia y por último la teorización contribuirá a que los ciudadanos, a través de la comprensión de la inteligencia, puedan desarrollar confianza y comprendan los límites de los derechos del individuo en el interés colectivo.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El desarrollo de la globalización y el ascenso de nuevos actores ha ocasionado que las teorías de la inteligencia basadas en el Estado queden obsoletas y que la creación de una teoría general de la misma aún no se haya logrado; situación que genera problemáticas tomando en cuenta la importancia que la inteligencia ha tomado después de diversos atentados terroristas y acontecimientos bélicos en las últimas décadas y la importancia que ésta tiene en la creación de las políticas de seguridad nacional de los Estados.

Sin duda, la creación de una teoría de la inteligencia debe posibilitarse en los últimos años e irse reformulando con el paso del tiempo, siempre tomando en cuenta el ascenso de nuevos actores internacional que repercuten en el desarrollo de los Estados y que se enfoque en las relaciones internacionales y sus dinámicas.