Riskscapes and the socio-spatial challenges of climate change

Cita: 

Davies, Ana et al. [2020], "Riskscapes and the socio-spatial challenges of climate change", Cambridge Journal of Regions, Economy and Society, (13): 197-213, https://doi.org/10.1093/cjres/rsaa016

Fuente: 
Artículo científico
Fecha de publicación: 
2020
Tema: 
Paisajes de riesgos [riskscapes] como conceptualización para entender la destrucción del ambiente.
Idea principal: 

Anna Davies es parte del Departamento de Geografía en Trinity College Dublin, Irlanda.

Gregory Hooks es miembro del Departamento de Sociología en la Universidad McMaster, Ontario, Canadá.

Janelle Knox-Hayes es parte del Departamento de Estudios Urbanos y Planificación del Instituto de Tecnología de Massachusetts.

Paoul S. Liévanos es miembro del Departamento de Sociología en la Universidad de Oregón, Estados Unidos.


Introducción

El artículo tiene como objetivo ampliar y mejorar la comprensión espacial, temporal, económica y sociológica del cambio climático como un riesgo global. De esta manera, se abarcan diferentes perspectivas sobre el riesgo en las diferentes geografías, ya sean reales o imaginarias (basadas en la experiencia, la tradición y el conocimiento individual y colectivo). Estas articulaciones sobre riskscape (paisajes de riesgo) fueron precedidas por teóricos críticos de la modernidad.

Los autores apuntan que el concepto de riskscape se ha aplicado a una variedad de contextos, como la calidad del aire. Sin embargo, este concepto aplicado al cambio climático y su interacción con otros paisajes de riesgo, son poco estudiados. Para los autores, esto causa sorpresa debido a la gran atención a los riesgos del cambio climático y su configuración. Agencias internacionales como el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) se dedican a visibilizar y difundir el conocimiento de estas problemáticas (ver Dato crucial 1).

Es relevante destacar que diferencias en la vulnerabilidad y la exposición a los riesgos globales pueden surgir de factores no climáticos y de desigualdades multidimensionales que son producidas por procesos de desarrollo. Por esta razón, el IPCC concluye que los peligros relacionados con el clima exacerban otros factores estresantes para quienes viven en la pobreza. En este sentido, la pandemia mundial de la covid-19 pone de manifiesto la necesidad de comprender las dimensiones estratificadas de los riesgos y sus afectaciones.

Por lo tanto, la propuesta de los autores es demostrar cómo el análisis de los paisajes de riesgo puede mejorar la comprensión de la dinámica del cambio climático, ya que éste tendrá un mayor efecto en las comunidades con alta densidad de población. Como ahora se observa, la alta densidad de personas también hace que las comunidades sean más vulnerables a pandemias como la de la actualidad (ver Dato crucial 2).

Asimismo, los efectos económicos emergentes de la pandemia (debidos al confinamiento) y el cambio climático tienen el mayor efecto en las comunidades más pobres y socialmente marginadas, según los autores. El impacto dispar de la covid-19 en las comunidades de bajos ingresos ha sido extremo ya que la mayoría de los afectados en Estados Unidos está entre minorías raciales y étnicas.

Los autores observan que en la academia ya existe una serie de trabajos, desde diferentes disciplinas, que señalan la importancia de considerar al riesgo como unidad conceptual. Así, se plantea que la exposición al riesgo y sus consecuencias varía según el lugar donde los miembros de la sociedad viven, trabajan, e interactúan socialmente. No obstante, estos riesgos se han estudiado aisladamente. Para los autores es importante rescatar que el concepto paisajes de riesgo resalta las diferentes dimensiones de éste y llama la atención sobre las interacciones entre los riesgos, así como su “impacto acumulativo”.

Respecto al conflicto armado y los paisajes de riesgo, se puntualiza que los países del Sur global “corren un mayor riesgo de repetidos ciclos de guerra” y que esos conflictos marcan al medio ambiente profunda y duraderamente. Como resultado, las crisis de migración interna o a través de las fronteras nacionales, causan que quienes se ven obligados a vivir a través de esas crisis, sufran la violencia y la incertidumbre.

El artículo destaca a dos teóricos del riesgo: Ulrich Beck y Anthony Giddens. Ellos se enfocaron en la creciente y omnipresente importancia del riesgo en las sociedades contemporáneas a través de la crítica a la modernidad. La propuesta de Beck sobre la sociedad mundial del riesgo “destaca la creciente importancia de los procesos tecnológicos e industriales a gran escala en la modernidad que ha dado lugar a mercados financieros globales inestables y el cambio climático y las amenazas asociadas para el público en general”. Inquietantemente, se afirma que las instituciones sociales y políticas existentes no están equipadas para gestionar tales riesgos, entrelazados física, social y económicamente.

Aunado a lo anterior, la identificación y respuesta al riesgo se da en un contexto institucional: son los expertos y las élites económicas-políticas los depositarios de la confianza para clasificar y organizar el riesgo para el público en general. Así, el artículo apunta que los actores científicos (corporativos y estatales) están estrechamente vinculados en los procesos de toma de decisiones basados en mantener el prestigio de la investigación científica, la acumulación de capital y la legitimidad estatal.

Por esta razón, el artículo afirma que los responsables de formular políticas públicas deberían considerar la forma en que las diferentes comunidades “emiten juicios de valor, evalúan los riesgos y diseñan estrategias para responder”. Consecuentemente, el artículo se dedica a mencionar el trabajo de académicos internacionales que estudian los paisajes de riesgo.

Gobernanza y respuestas institucionales a los paisajes de riesgo

En esta sección, se sugiere que comprender la forma, la dinámica y los impactos de la gobernanza de los paisajes de riesgo se encuentra en el centro de gran parte de la investigación intelectual y la acción práctica. Entonces, los autores se dedican a citar y sintetizar literatura sobre los paisajes de riesgo.

En primera instancia se hace referencia a Ravi Raman y su artículo que se centra en la reconstrucción de la post-inundación de Kerala, India. Raman documentó cómo varias agencias, incluidas las personas locales y los actores estatales y no estatales, influyeron en cada fase de rescate, ayuda y reconstrucción. Las secuelas de la inundación se recuerdan en su dimensión espacial. Fueron las comunidades sher-folk, quienes aprovecharon su conocimiento cultural sobre el cambio climático y el riesgo para rescatar a las víctimas.

Raman argumenta que las respuestas coordinadas crearon una sinergia entre el estado y la sociedad sensibilizada con la “ecospacialidad” de los paisajes de riesgo en Kerala. Así, el concepto de “ecospacialidad” reconoce que la construcción de resiliencia después de un evento extremo requiere una nueva consideración de la disposición de los espacios que hacen que la vivienda y el hábitat estén en sintonía con las características geográficas específicas y los riesgos potenciales de una región.

Otro artículo, escrito por Iain White y Judy Lawrence se centra explícitamente en los desafíos de gobernanza que plantea el cambio climático en Nueva Zelanda. Dado que los impactos del cambio climático son dinámicos e inciertos, éstos plantean desafíos importantes a las formas en que los actores políticos imaginan y gestionan los riesgos en el espacio y el tiempo.

Asimismo, White y Lawrence mencionan que surgieron tensiones entre la teoría de los paisajes de riesgo (que enfatiza que los riesgos están siempre en un estado de transformación) y las prácticas de gestión de riesgos (que buscan periódicamente riesgos, a través de planes, para abordarlos). Lo anterior se traduce a que existe un proceso de diseño e implementación de políticas públicas en muchas áreas y el tiempo que transcurre entre el establecimiento de un consenso científico para saber qué hacer tiende a ser extenso con respecto al avance del cambio climático.

Zac Taylor y Jessica Weinkle examinan los paisajes de riesgo para dibujar observaciones críticas de los debates existentes sobre reaseguramiento (re/insurance). Así, argumentan que el pensamiento del paisaje de riesgos debe lidiar directamente con el poder, trabajando para revelar la naturaleza asimétrica, continua y siempre política del reaseguramiento. Es decir, Taylor y Weinkle argumentan en contra de la expansión de los mercados de reaseguros para gobernar los riesgos climáticos debido a que el enfoque de los paisajes de riesgo demuestra la importancia de las contingencias geográficas y los límites de la comercialización.

Asimismo, Jonathon Everts y Katja Müller revelan el papel fundamental que desempeñaron las consideraciones extramercado en la dinámica industria del carbón alemana uniendo las concepciones de paisajes de riesgo y escala. Como tal, los autores examinan las escalas entrelazadas de los paisajes de riesgo de la minería del carbón, el desarrollo económico regional y el cambio climático en Alemania.

Otro artículo es el de Detlef Müller-Mahn, Mar Moure y Million Gebreyes quienes abordan los temas de la política multiescalar y la anticipación dentro de la gobernanza y el cambio climático en los casos africanos de Etiopía y Côte D'Ivoire. Los autores se cuestionan cómo el espacio está estructurado por conexiones multiescalares y relaciones de poder desiguales.

Al finalizar este apartado, se concluye que la estructura, distribución y flexibilidad de la gobernanza tienen un impacto profundo en la capacidad de las comunidades para llevar a cabo con éxito la mitigación y adaptación al cambio climático. Es fundamental que las instituciones gubernamentales tengan la capacidad para pensar de manera sistemática y holística en situaciones que evolucionan rápidamente. Lo anterior se debe realizar considerando una gama de escalas temporales y espaciales construidas social y políticamente.

La naturaleza poblada de los paisajes de riesgo: vulnerabilidad y desigualdades

A continuación, se presentan los artículos revisados por los autores que destacan las desigualdades y las vulnerabilidades que enfrentan las comunidades frente a los riesgos del cambio climático.

Para comenzar, se hace referencia a Ann Tickamyer y Siti Kusujiarti quienes estudiaron desastres naturales en Indonesia con la finalidad de identificar los riesgos socioespaciales, utilizando tres estudios de caso: el tsunami de Aceh de 2004, el terremoto de Bantul de 2006 y la erupción del Merapi de 2010. Partiendo de ahí, se encontró que los roles, relaciones y prácticas de poder y género son importantes en el mapeo de las relaciones socioespaciales de los paisajes de riesgo resultantes.

De esta manera es importante resaltar que las relaciones de género, el capital social y los recursos de la comunidad se entrelazan y fungen como impulsores del riesgo y de resiliencia en diferentes escenarios de riesgo. Tickamyer y Kusujiarti observaron que donde las mujeres estaban empoderadas, éstas tenían mayor igualdad y participación en las esferas públicas, así como oportunidades para desarrollar capital social y liderazgo en respuesta a las amenazas. Los autores llegan a la conclusión de que la construcción de resiliencia requiere una gran igualdad social y de género, así como una visión comunitaria.

Por su parte, Jesse DiValli y Tracy Perkins analizaron los vecindarios en el suroeste de Washington, ya que éstos se consideran como sitios de mitigación e identificación. DiValli y Perkins encontraron un “espacio de tensión” en la mencionada área ya que el crecimiento desproporcionado de la ciudad, no toma en cuenta las visiones de los residentes sobre sus hogares. Esta dinámica podría producir un desplazamiento de los residentes (se genera un proceso de gentrificación).

Otro artículo sobre la planificación de la resiliencia en la región de Vancouver fue escrito por Lily Yumagulova. Este artículo descubre barreras y facilitadores para la planificación de la resiliencia en los sistemas de gobernanza multiescalares de Canadá. En particular, Yumagulova examina el papel de los regímenes históricos y existentes de gestión de las inundaciones para habilitar y limitar las capacidades de planificación colaborativa para abordar los riesgos climáticos futuros, como el aumento del nivel del mar.

Otro estudio sintetizado es el de Raoul Liévanos, su trabajo precisa un marco conceptual de investigaciones sobre el uso de las élites de las categorías raciales y los patrones racistas de inversión y desarrollo en bienes raíces, ya que éstos estructuran la concentración espacial de exposiciones al riesgo climático, ambiental y económico.

Yvonne Braun escribió un artículo sobre los conceptos de paisajes de riesgo y “sindemias” explorando las consecuencias del desarrollo, que exacerban las vulnerabilidades existentes en las comunidades de Lesotho, en el Sur de África. La autora del artículo concluye que la pobreza, la seguridad alimentaria, la desigualdad y los riesgos para la salud coexisten en relación con los impactos del desarrollo de infraestructura a gran escala.

Al final de la sección, los autores reconocen que aún hace falta hacer un esfuerzo por enfrentar los desafíos y los cambios perturbadores que se están poniendo en marcha debido al cambio climático.

Paisajes de riesgo del cambio climático: teniendo en cuenta los conflictos y la guerra, las personas desplazadas y las pandemias

Para los autores es muy importante articular y señalar cuáles son algunos de los temas asociados con el cambio climático. Por ejemplo, se considera que las conexiones de los paisajes de riesgo del cambio climático existen paralelamente con los conflictos y las guerras; la migración y el desplazamiento; así como las pandemias.

Conflicto y guerra

Esta sección comienza con una observación que pocas veces se encuentra en los artículos sobre conflictos armados: en las primeras décadas del siglo XXI, las guerras han sido libradas por y en países de ingresos medios (por ejemplo, Irak, Colombia y Siria) y entre los países menos desarrollados del mundo. Teniendo esto en mente, los autores identifican que también los riesgos del cambio climático son un multiplicador de amenazas, vinculando el inicio y diseminación de la guerra y el conflicto.

En la lógica de relacionar las guerras multifacéticas y los conflictos entre fuerzas armadas irregulares con el cambio climático, se observa que la afectación ambiental, el trabajo forzoso y la esclavitud relacionados con el género y la edad, plantean la degradación sistemática de la población.

No obstante, la literatura sobre la sociedad del riesgo se ha centrado en las dinámicas sociales, políticas y económicas de la guerra, las amenazas militaristas y terroristas y las estrategias de gestión del riesgo. Por lo tanto, es de total relevancia abordar explícitamente la guerra y el conflicto dentro de los paisajes de riesgo resaltando su temporalidad y espacialidad.

En el contexto actual, existe una preocupación generalizada y una creciente evidencia de que las tensiones del cambio climático exacerbarán las tensiones distributivas y políticas, haciendo que las guerras sean aún más probables.

Desplazamiento y migración

En las primeras décadas del siglo XXI, muchas personas de diferentes latitudes se han visto obligadas a migrar y en el proceso sufren una opresión intolerable debido a que intentan escapar de zonas de guerra (ver Dato crucial 3). Con esta situación, es lamentable para la literatura sobre los paisajes de riesgos que no se utilice su paradigma para comprender este desafío humanitario. Estas migraciones masivas plantean desafíos conceptuales que el concepto de paisaje de riesgo y debería ser adecuado para abordar.

Los autores sugieren que el concepto paisajes de riesgo tiene la fluidez y la flexibilidad para poner atención a los riesgos múltiples e interrelacionados. Así, este concepto contribuiría a comprender mejor este sorprendente aumento en el desplazamiento y la migración forzada, así como su relación con el cambio climático.

Por ejemplo, en la selva tropical del Amazonas Jair Bolsonaro promueve y defiende agresivamente la tala de árboles en nombre del progreso. Esta situación lleva la deforestación a un punto de inflexión que podría cambiar los patrones climáticos regionales y el clima global, generando crisis de desplazados.

Aunado a lo anterior, se puede observar que la actividad humana es responsable de la creciente tasa de desbordamiento zoonótico, en la época del Antropoceno. Y, si estas prácticas conducen a un contagio zoonótico, podrían desencadenar una o más pandemias globales en el futuro.

Pandemia

Las pandemias llaman la atención sobre los factores múltiples y superpuestos en los paisajes de riesgo. Bajo esta concepción se destacan los procesos espaciales y temporales que refuerzan y exacerban las pandemias ya que la propagación de los virus, de las poblaciones animales a las humanas, es una amenaza para la salud humana. Los autores resaltan una serie de infecciones peligrosas que han surgido en el siglo XX y principios del XXI (ver Dato crucial 4).

Es necesario resaltar que diversas actividades sociales, políticas y económicas están invadiendo y destruyendo ecologías frágiles en todo el mundo. Esta destrucción del ambiente está estresando a las poblaciones de mamíferos y aves que albergan a cientos de miles de virus. Al igual que con el cambio climático, las pandemias como la de covid-19 tienden a atraer menos atención a las prácticas destructivas y los cambios de comportamiento necesarios para cambiar de rumbo y, en cambio, llaman la atención hacia las soluciones tecnológicas (como el desarrollo de las vacunas).

Asimismo, las personas que viven en condiciones precarias tienen menos capacidad para trabajar a distancia o reubicarse. Además, tienen reservas financieras limitadas para superar los efectos de la pandemia de covid-19 o del cambio climático. No obstante, la resiliencia comunitaria es de importancia decisiva: si los desafíos son de escala global (como es el caso de covid-19 y el cambio climático), la resiliencia de la comunidad puede ser magnificada o socavada por el Estado.

Por ejemplo, las comunidades más afectadas por la pandemia de covid-19 no pueden asegurar la entrada del equipo médico necesario por sí mismas. En algunos otros casos, las respuestas a nivel estatal han exacerbado esta escasez. Y también ha pasado que la respuesta nacional ha reforzado los esfuerzos locales, fortaleciendo así la resiliencia de la comunidad.

Así, la sección concluye que la pandemia de covid-19 transforma el paisaje de riesgo mundial: la facilidad de contagio, la gravedad de la enfermedad y la probabilidad de muerte varían según el lugar, la identidad y los recursos socioeconómicos. Asimismo, la pandemia genera un ambiente de incertidumbre y es imposible predecir sus impactos a largo plazo.

Conclusión

Finalmente, los autores ilustran la importancia de adoptar la conceptualización de los paisajes de riesgo al considerar el cambio climático y su gobernanza a lo largo del texto:

1) En primer lugar, el artículo señaló conexiones explícitas entre la temporalidad y espacialidad de los paisajes de riesgo.

2) En segundo lugar, se apuntaron las preocupaciones por las desigualdades sociales que han empujado a la literatura sobre el paisaje de riesgo a aceptar categorías como el género, la etnicidad, la indigeneidad y la clase.

3) En tercer lugar, cada colaborador de este artículo mostró una preocupación por las diferencias de poder, destacando la manera en que algunos individuos, grupos sociales y organizaciones ejercen una influencia desproporcionada en la definición y caracterización del riesgo en tiempo y espacio.

4) En cuarto lugar, se establecieron los vínculos entre la comprensión de los paisajes de riesgo, imaginando alternativas y justicia social.

En conclusión, la concepción de los paisajes de riesgo destacan las características únicas y el contexto de lugares específicos, pero también reúnen importantes lecciones de gobernanza, planificación y compromiso socioecológico, que son fundamentales para desarrollar la resiliencia a escala local, regional, nacional y mundial.

Datos cruciales: 

1. En el informe de 2012 llamado "Gestión de los riesgos de eventos extremos y desastres para promover la adaptación al cambio climático" del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, se reconocen los desafíos de comprender y gestionar los riesgos relacionados con el cambio climático y sus dimensiones sociales, económicas y físicas.

2. El 1 de mayo de 2020, los casos confirmados de covid-19 rondaban los 167 478 y el número de muertes era 18 069 dentro de Estados Unidos. Los casos se concentraron principalmente en Nueva York.

3. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados informó del aumento alarmante en el número de desplazados. De 1993 a 2003, hubo aproximadamente 20 millones en esa situación, pero este número se triplicó con creces en 2017. En 2018, había más de 71 millones de desplazados.

4. Algunas infecciones peligrosas que han surgido en el siglo XX y principios del XXI son: VIH/SIDA (detectado por primera vez a mediados del siglo XX, infecciones mundiales desde la década de 1980), Zika (detectado por primera vez en 1940, brotes importantes desde 2007), Ébola (detectado por primera vez en la década de 1940, brote importante en 2014), Coronavirus del SARS (2003), virus de la influenza H1N1 (2009) y Síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS 2012). Se estima que hay más de 1.5 millones de virus desconocidos en los reservorios animales y se cree que más de 600 000 tienen el potencial de afectar a los humanos.

Nexo con el tema que estudiamos: 

La destrucción del ambiente es uno de los temas más urgentes por estudiar. Las ciencias sociales deben observar y analizar los efectos del cambio climático, generados por la actividad humana, para pensar en formas de responder a la crisis. Es necesario que en un nivel general y abstracto se formule una alternativa al capitalismo (modo de producción que está acabando con la naturaleza).

Pero es importante también que los gestores de políticas públicas tengan idea de cómo van a enfrentar las crisis de migración, los daños causados por los desastres naturales o las pandemias pensando de manera interseccional. La concepción de paisajes de riesgos está más presente que nunca, ahora que vivimos la globalización del riesgo en forma de virus y todos los impactos a gran escala en la mayoría de los ámbitos de la vida humana.