Sun Yu es un reportero de Economía de China, con sede en Beijing. Actualmente es colaborador del periódico Financial Times.

Demetri Sevastopulo es un periodista encargado de cubrir todos los aspectos de la relación entre Estados Unidos y China, desde la política exterior, la seguridad nacional y la inteligencia abarcando temas como comercio, economía y negocios. Durante 6 años cubrió el Pentágono y las agencias de inteligencia durante las administraciones de Trump y Obama. Actualmente es colaborador de Financial Times.

Actualmente China está analizando limitar la “exportación de minerales de tierras raras, recursos fundamentales en la fabricación de aviones de combate estadounidenses F-35, así como otros armamentos sofisticados”. La iniciativa proviene principalmente del Ministerio de Industria y Tecnología de la Información, que propuso un proyecto destinado a controlar la producción y exportación de 17 tierras raras en China.

Por su parte, diversos ejecutivos de la industria de tierras raras han afirmado que los funcionarios del gobierno chino han indagado cómo empresas estadounidenses y europeas podrían verse afectadas, si China decidiera restringir las exportaciones de tierras raras durante una disputa bilateral.

En caso de restringirse la exportación de tierras raras, la producción de diversas armas en Estados Unidos (incluidos los aviones de combate como el F-35, podrían verse afectadas), debido a que las tierras raras son componentes fundamentales en la fabricación de los mismos. De acuerdo con un informe elaborado por el Congressional Research, cada avión F-35 requiere de aproximadamente 417 kg de materiales derivados de tierras raras.

La posible restricción de la exportación de tierras raras chinas se debe al constante deterioro de las relaciones sino-estadounidenses, así como la guerra tecnológica entre estas naciones. Los conflictos entre ambos países se remontan a numerosos sucesos, entre los que destacan los intentos de Donald Trump, ex presidente de Estados Unidos, de dificultar a las empresas chinas la importación de tecnología estadounidense sensible, como semiconductores de alta gama. Por su parte, la actual administración de Joe Biden ha afirmado que también restringirá ciertas exportaciones, pero buscará crear una cooperación más estrecha con diversos aliados.

Las medidas de restricción provenientes de China sobre las tierras raras no sólo generarían una mayor fricción con Estados Unidos, sino que también podría ser contraproducente para su propia capacidad de producción. Por su parte, el Ministerio de Asuntos Exteriores de China dijo en 2020 que sancionaría a empresas como Lockheed Martin, Boeing y Raytheon por vender armamento a Taiwán, “isla autogobernada que Beijing reclama como territorio soberano”.

En caso de aprobarse las restricciones de exportaciones de tierras raras, los productores de las mismas se verían obligados a acatar las decisiones del Estado, las que son justificadas bajo la premisa de salvaguardar la seguridad de éste. Asimismo, la decisión final será tomada por el Consejo de Estado y la Comisión Militar Central de China. Las tierras raras no son únicamente recursos esenciales para la fabricación de armamento: también para teléfonos inteligentes, vehículos eléctricos y turbinas eólicas.

Del mismo modo, el gobierno chino debe considerar que la inclusión de las tierras raras en los regímenes de control de exportaciones motivarían a los países rivales de China a acelerar su producción de tierras raras, lo que generaría que el país asiático perdiera su dominio en esta industria.

Ejemplo de lo anterior es Estados Unidos, país que está buscando formas de producir tierras raras con la finalidad de reducir su dependencia de China. Ellen Lord, la máxima responsable de adquisiciones de defensa hasta 2020, aseguró que Estados Unidos necesitaba crear reservas de diversas tierras raras y restablecer el procesamiento nacional. Asimismo, reconoció que Estados Unidos estaba vulnerable ya que China inunda el mercado de tierras raras y busca destruir el desarrollo de cualquier competencia.

A pesar de lo anterior, las acciones de Estados Unidos para producir sus propias tierras raras ya se han puesto en marcha. A lo largo del 2021, el Pentágono ha firmado una serie de contratos con mineros estadounidenses y australianos para aumentar “su capacidad de refinado de tierra” y con ello reducir su dependencia de China.

Las medidas anteriores están poniendo en peligro el trabajo de los mineros chinos dedicados a la producción de este tipo de tierras debido a que en 2007 China comenzó a establecer límites de producción con la finalidad de reducir la contaminación y establecer límites de precios, sin embargo esto ha ocasionado que su producción sea superada por otros mineros. Del mismo modo, el ascenso de diversos sectores como el de vehículos eléctricos y de generación de energía eólica ha impulsado la demanda de tierras raras.

A pesar de que la demanda de estos recursos continua a la alza, la seguridad de éstas en China no está garantizada y puede desaparecer cuando la relación entre China y Estados Unidos se deteriore. Del mismo modo, a pesar de que están surgiendo competidores en la producción de tierras raras, China continúa manteniendo un monopolio en el proceso de refinado que permite que los minerales estén listos para los fabricantes, lo que quiere decir que aunque Estados Unidos extraiga minerales, éstos deben ser enviados a China con la finalidad de ser refinados porque Estados Unidos no cuenta con la capacidad de refinar.