No business without enemies: War and the arms trade

Cita: 

Calvo, Jordi [2021], "No business without enemies: War and the arms trade", State of Power, Amsterdam, TNI, https://longreads.tni.org/es/stateofpower/no-business-without-enemies-wa...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
2021
Tema: 
La influencia de la industria de armas en la perspectiva militarista de la seguridad
Idea principal: 

Jordi Calvo Rufanges es vice-presidente de la Oficina Internacional por la Paz, coordinador de la Campaña Global sobre Gastos Militares, profesor de conflictos armados, economía de la defensa y relaciones internacionales y coordinador e investigador del Centro Delàs de Estudios para la Paz en Barcelona, España.


El comercio de armas es una de las empresas más exitosas del mundo. Para Jordi Calvo Rufanges, el éxito de este negocio deriva de que ha creado un sistema económico que crece independientemente y de que ha normalizado la guerra y la seguridad como respuesta a todas las dimensiones de las crisis sociales.

La pandemia por COVID-19 puso de manifiesto la ineficiencia de las fuerzas armadas para lidiar con las crisis globales: “desvían recursos y distorsionan nuestra respuesta”, establece el autor. Para él, los esfuerzos para abordar la crisis sanitaria desde el enfoque de la seguridad, revelan la primacía del lenguaje de la guerra ante otros como el de los Derechos Humanos, la seguridad pública o la solidaridad. Así, la securitización se convierte en el marco para tratar cada vez mayor número de crisis y situaciones como las políticas migratorias o el cambio climático.

La subsunción de los problemas bajo el enfoque de la securitización, aunado a la insuficiencia de recursos para hacerles frente, da como resultado el despliegue militar, de acuerdo con el autor.

Al tiempo, la securitización –desde una perspectiva militarista– es un mecanismo que genera miedo, lo que se proyecta en términos de amenazas y enemigos. Según Calvo, el miedo al cambio climático, a las crisis económicas, al migrante –entre otros– se traduce en la justificación de la preparación militar. El miedo, por tanto, es la principal estrategia de mercadeo para la industria militar.

Desde la perspectiva del autor, lo anterior podría suceder porque, últimamente, los gobiernos tienen un entendimiento político y militar tradicional de la seguridad; entendimiento que percibe las problemáticas como amenazas a la soberanía del estado y que, para disuadirlas, ejerce al miedo como herramienta. En este sentido, Calvo establece que la producción y venta de armas encuentra su lugar en la carrera armamentística entre los países.

El autor también argumenta que aquellos que participan y se benefician del negocio de las armas son consideradas personas comprometidas con el progreso, el empleo y la seguridad. Así, en todo el mundo hay gente que participan directa o indirectamente en la producción, venta y proliferación de armas. La falta de cuestionamiento sobre estas actividades “ha facilitado la normalización de la guerra y el uso de las fuerzas armadas para alcanzar fines políticos y, a menudo, humanitarios.”

La normalización de la guerra

En esta sección, Calvo menciona que la continuación de la guerra y el cese de los intentos para detenerla se han convertido en algo normal. Y, establece que, aunque los conflictos armados no sean ocasionados directamente por las corporaciones militares privadas, no serían posibles sin la colusión entre éstas y políticos, tampoco sin los grupos armados no estatales que las corporaciones proporcionan.

Además de la defensa de sus países, los ministros de defensa renuevan las estructuras y los sistemas armamentísticos para prepararse para ir a la guerra o para desplegar sus fuerzas armadas en otros territorios. El autor considera que esta preparación es uno de los factores que fomenta el uso de la capacidad militar en la persecución de objetivos políticos. Argumenta que en análisis cuantitativos sobre el tema se encuentra una clara correlación entre el gasto militar mundial, la exportación de armas y el número de conflictos armados.

La economía de la producción de armas

El complejo-militar industrial y la economía de la defensa se incrusta con la guerra en la fase de preparación de esta última. El autor define a la economía de la defensa como “el conjunto de medidas que llevan a la economía de un país a cumplir sus necesidades de seguridad y defensa”. Por otro lado, establece que el complejo militar-industrial es “el aglomerado de corporaciones militares [...] que intentan influir en las decisiones de política gubernamental relativas a la compra de armas”. Dado que el ingreso de las corporaciones militares depende de los presupuestos de defensa, uno de los objetivos del complejo es incrementar el gasto anual en defensa, continúa Calvo. No obstante, establece que, ahora, los productores convencionales de armas –como Lockheed Martin o Leonardo– comparten espacio con nuevas corporaciones que producen armas con la tecnología más avanzada y productos y servicios que responden a necesidades específicas del enfoque de securitización. Para el autor, este nuevo complejo militar-industrial de seguridad está expandiendo la doctrina de seguridad a áreas como la ciberseguridad. Esta nueva doctrina incluye el control de bases de datos, la militarización de las fronteras y el manejo securitizado de los movimientos de las personas.

Calvo argumenta que, al igual que las corporaciones y los intermediarios, los sindicatos y los think tanks juegan un rol importante para el incremento del presupuesto de defensa. Los sindicatos ejercen presión a los gobiernos para incrementar el presupuesto militar, debido a que defienden la seguridad de sus trabajos. Por su parte, las redes de think tanks de seguridad, que se encuentran en los principales centros de toma de decisión política, impulsan en estos espacios la fabricación y compra de armas para responder a “un número ilimitado de amenezas”.

El ciclo del comercio de armas

Además de la economía de la defensa, el autor señala la existencia de un ciclo del comercio de armas. Con ello, se refiere al camino económico que sigue la industria armamentística; que va desde una decisión gubernamental para asignar presupuestos para el gasto de armas, hasta el uso final de estas últimas. Así, el ciclo abarca todo lo relacionado con la estructura militar de un país; comienza con las discusiones y el discurso público legitiman el alto grado de uso de armas, militarización y gasto en defensa.

Calvo señala que hay muchas fases del ciclo del comercio de armas en donde la influencia ejercida por los gobiernos, las corporaciones y las instituciones financieras es identificable.

La primera de estas fases es el gasto militar. Estos presupuestos son disputados por la industria armamentística dado que los gobiernos son sus únicos clientes. El presupuesto de defensa también incluye fondos para la investigación y el desarrollo.

Después se encuentra la exportación de armas. En esta fase, la venta de armas a países en conflicto se posibilita debido a la subjetividad y el carácter soberano del uso de este termino. En otras palabras, cada gobierno decide que países se encuentran en conflicto, sin la necesidad de seguir un criterio objetivo. Lo mismo aplica para decidir si en un país que importa armas los derechos humanos están siendo violados. En ambos casos, argumenta Calvo, la decisión es política. Esto permite que las legislaciones y los mecanismos para controlar la exportación de armas sean insuficientes para reducir las ventas de armas a países en conflicto o en donde se violan los derechos humanos.

Finalmente, hay otro aspecto crítico señalado por el autor: el financiamiento de las corporaciones militares. En este, participan los bancos, las compañías aseguradoras y cualquier otro tipo de instituciones financieras por medio de préstamos, créditos, acciones y todo el rango de productos bancarios que hacen posible el negocio de las armas.

No hay negocio sin enemigos

Con el fin de justificar el uso de dinero público para gasto militar y evitar escándalos morales sobre la producción y exportación de armas, los gobiernos y los organismos multilaterales de esta rama se ven en la necesidad de realizar análisis que identifiquen las amenazas existentes a la seguridad.

Para el autor, la obsesión con buscar amenazas en los discursos de securitización lleva a la creación de una narrativa de un mundo dominado por el miedo y la desconfianza, por lo que las estrategias deben ir encaminadas a defendernos a nosotros mismos. Un ejemplo de lo anterior es el terrorismo y la guerra contra el terror, en donde, además, se demostró que las estructuras militares no son útiles para reducir o eliminar las “amenazas”, sino por el contrario, que estas empeoran la situación.

Por otro lado, Rufanges considera que los análisis de seguridad nunca son política o moralmente neutrales, sino que están abiertos a distintas interpretaciones. Por esta razón, las estructuras de poder devienen en interpretaciones de seguridad fuertemente sesgadas hacía los intereses de gobiernos, élites y corporaciones militares.

Para las corporaciones militares, la única forma de mantener sus ingresos es haciendo de la industria militar la solución a todos los desafíos a la seguridad, de acuerdo con Rufanges. Con este propósito, hacen donaciones a candidatos y partidos políticos, o cabildean en las instancias legislativas.

Desaprender la guerra, desarmar la seguridad

Para concluir, el autor señala que se debe desmantelar la creencia de que la respuesta militar es la principal solución a las amenazas a la seguridad; creencia que normaliza la guerra, así como las armas utilizadas para pelearla y los negocios que generan.

Datos cruciales: 

1. Según la Universidad de Uppsala, en 2019, 50 conflictos armados activos causaron más de 150,000 muertes relacionadas con el combate. En Siria ha habido, al menos, 384,000 víctimas relacionadas con la violencia armada y en Yemen 233,000.

2. De acuerdo a el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), 79.5 millones de personas fueron desplazadas de manera forzada en 2019, a menudo debido a conflictos armados.

3. Algunos de los ejemplos más relevantes de la numerosos think tanks que tienen una enorme influencia en la seguridad y la defensa son: el Atlantic Council, el Centro de Ciencia y Asuntos Internacionales Robert y Renée Belfer, la Institución Brookings, la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, el Center for a New American Security, el Consejo de Relaciones Exteriores, la Fundación Patrimonio, la Corporación RAND (Estados Unidos), el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, el Instituto Real de Servicios Unidos para Estudios de Defensa y Seguridad (Reino Unido), el Instituto de Estudios de Seguridad de la Unión Europea (Francia), el Instituto Nacional de Estudios para la Defensa (Japón), el Instituto de Estudios de Seguridad Nacional (Israel), el Instituto Australiano de Política Estratégica y el Instituto de Estudios Estratégicos Internacionales en China.

4. En 2019, el gasto militar alcanzó su nivel más alto desde el final de la Guerra Fría: $1.9 trillones de dólares según cálculos del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), equivalente al 2,2% del Producto Interno Bruto (PIB) global.

5. El Fondo Europeo de Defensa prevé destinar 13 000 millones de euros del presupuesto de la Unión Europea para investigación y desarrollo del ejército europeo en el período 2021-2027.

6. Los diez gobiernos con los niveles más altos de gasto militar representan 75% del total mundial. En orden de magnitud, estos son: Estados Unidos, China, India, Rusia, Arabia Saudita, Francia, Alemania, Reino Unido, Japón y Corea del Sur.

7. Según las bases de datos de SIPRI, las 100 principales corporaciones de la industria armamentística producen armas por un valor de alrededor de 400 mil millones de dólares por año.

8. Las principales corporaciones productoras de armas tienen su sede en países con altos niveles de gasto militar y exportaciones de armas: 57% tiene su sede en Estados Unidos, 9,5% en Rusia y 22% en Europa occidental, pero también hay corporaciones importantes en Japón, Israel, India y Corea del Sur.

9. En 2019, las ventas de las 25 principales corporaciones productoras de armas tuvieron un valor de 361 mil millones de dólares. Los mayores exportadores –por volumen– de ventas fueron las corporaciones estadounidenses: Lockheed Martin Corp., Boeing, Northrup Grumman Corp., Raytheon y General Dynamics; les siguen las chinas Norinco y AVIC; después las empresas europeas Airbus, BAE Systems, Leonardo, Dassault y Thales; y la firma rusa Almaz-Antey.

10. Se estima que los estados miembros de la UE y Estados Unidos exportaron armas por un valor de 200 mil millones de euros en 2018.

11. En 2018, 22% de las exportaciones de armas de la UE se destinaron a países involucrados en conflictos armados y 25% a países que experimentan tensiones políticas.

12. Los principales países exportadores de armas del período 2015-2019 son, en orden de importancia: Estados Unidos, Rusia, Francia, Alemania, China, Reino Unido, España, Israel, Italia y Corea del Sur.

13. Según los datos del Centro Delàs de Estudios para la Paz, 37 de las principales corporaciones productoras de armas del mundo han recibido 903 mil millones de dólares en fondos de más de 500 bancos en 50 países. Entre ellas, Boeing, Honeywell, Lockheed Martin y General Dynamics.

14. Las principales instituciones financieras involucradas en el comercio de armas tienen su sede en EE. UU., Francia y Reino Unido, y las diez principales proveedoras para la industria en todo el mundo son Vanguard, Black Rock, Capital Group, State Street, T. Rowe Price, Verisight, Banco de América, JP Morgan Chase, Wells Fargo y Citigroup.

15. En las elecciones estadounidenses de 2020, las corporaciones militares donaron 30 millones de dólares a Demócratas y Republicanos. Algunos de los principales donantes fueron Northrop Grumman, Boeing, Lockheed Martin, General Dynamics y Raytheon.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El artículo brinda un panorama de las condiciones materiales e ideológicas que permiten la generación de ganancias de la industria armamentística. Estas condiciones permean en las relaciones de las corporaciones militares con los estados y la sociedad, así como las relaciones entre los estados mismos, lo que convierte a la industria de las armas en un actor relevante de la política internacional.