Los recientes ciberataques muestran el futuro de los conflictos informáticos entre países

Cita: 

Fisher, Max [2021], "Los recientes ciberataques muestran el futuro de los conflictos informáticos entre países", The New York Times, New York, 22 de julio, https://www.nytimes.com/es/2021/07/22/espanol/pegasus-espionaje.html

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Jueves, Julio 22, 2021
Tema: 
Los ciberataques como forma de guerra
Idea principal: 

Max Fisher es reportero y columnista internacional de The New York Times. Ha informado desde los cinco continentes sobre conflictos, diplomacia, cambio social y otros temas.


El caso Pegasus muestra que la piratería informática vinculada a los gobiernos es una característica general del orden global. El Departamento de Justicia de Estados Unidos anunció que durante años unos hackers chinos robaron información científica de gobiernos y universidades. Varios gobiernos acusaron a Pekín de contratar a grupos de atacantes informáticos para infiltrarse en empresas y gobiernos a cambio de beneficios económicos. Un consorcio de agencias noticiosas informó que gobiernos de todo el mundo usaron un software espía que les vendió una empresa israelí para vigilar periodistas, defensores de derechos humanos, oposición política y jefes de Estado.

Los gobiernos y los hackers independientes han sabido usar la tecnología como un arma. El hackeo es una estrategia barata, poderosa, fácil de subcontratar y difícil de rastrear. El hackeo es más eficaz para un uso ofensivo que defensivo. El papel de la piratería informática es muy similar al del espionaje del siglo XX. Es un problema de Estados grandes y pequeños. Es espionaje es usado por gobiernos en contra de otros gobiernos.

La competencia dentro de los límites

Los legisladores están preocupados porque no saben qué tan lejos puede llegar un gobierno al atacar los sistemas de otro y que el problema se convierta en una guerra. Washington institucionalizó su visión del ciberespacio, -junto con la tierra, el mar, el aire y el espacio- como un campo de guerra desde 2010. El hackeo era visto como un nuevo tipo de guerra que se debía ganar. Los operadores de China robaron patentes comerciales y militares. Rusia irrumpió en los correos del gobierno estadounidense y divulgó algunos con fines políticos. Estados Unidos vigiló a autoridades internacionales y filtraron virus en los sistemas de gobiernos hostiles.

Washington llegó a un acuerdo con Pekín en 2015 para limitar el hackeo. Los ataques incrementaron en 2018 durante las tensiones entre Trump y China. Esto demostró que los ataques digitales están influenciados por las relaciones diplomáticas. Corea del Norte sufrió cortes de internet a nivel nacional después de que Obama anunció que tomaría represalias por un ataque norcoreano.

Una nueva zona gris

Joshua Rovner escribió un ensayo para el sitio War on the Rocks donde decía que en casi todos los casos el hackeo se había convertido en “una competencia abierta entre Estados rivales”. Él dijo que las disputas de espionaje nunca se ganan y operan en zonas donde no hay guerra ni paz. Los hackeos de rutina pueden provocar una represalia secreta. Un ejemplo de esto es el desmantelamiento de los sistemas del gobierno responsable del incidente. Los gobiernos pueden responder a los hackeos graves con un contrataque público denunciando al blanco y advirtiendo a los demás gobiernos del ataque.

La intervención rusa en 2016 en Estado Unidos provocó que se buscara una “disuasión por medio de la negación”. Joe Biden convocó en 2021 a los gobiernos del mundo a condenar el ciberrobo chino, lo que podría afectar más a Pekín que a Moscú. La táctica le funcionó a Obama, pero Pekín podría tener menos qué perder.

Un peligro descentralizado

Los gobiernos están contratando a más firmas privadas o a criminales para que realicen sus ataques. Moscú innovó cuando contrató hackers independientes en el extranjero para infiltrarse en cuentas del gobierno estadounidense. La industria de la contratación de hackers se ha expandido en el siglo XXI. Investigadores han identificado grupos que tienen entre sus blancos a gobiernos, firmas financieras y legales, desarrolladores de inmuebles, empresas energéticas del Medio Oriente y la Organización Mundial de la Salud.

La mayoría de los hackers puede ser contratada por medio de plataformas donde el anonimato de ambas partes se conserva. Los empleadores son complicados de identificar, por ello el riesgo de las represalias reduce. La globalización y la tecnología han influido en la aparición de piratas informáticos. Se cree que muchos de los hackers son personas que necesitan dinero y la expansión de banda ancha permite que los delitos se cometan con mayor facilidad. Algunos grupos operan de manera abierta, incluso una empresa india se ofreció a ayudar a sus clientes a espiar a sus rivales y socios comerciales. La nueva normalidad son hackeos pequeños pero constantes. Todos estos robos en conjunto muestran una era donde prevalecen los robos digitales.

Nexo con el tema que estudiamos: 

China y Rusia están demostrando llevar la delantera en ataques cibernéticos en el siglo XXI, lo que los convierte en las amenazas principales a nivel mundial en estos delitos. La competencia mundial que existe entre estos países asiáticos contra Estados Unidos cada vez crece más, el robo de datos y los ataques de ransomware se están volviendo cotidianos y el problema es que los objetivos cada vez son más grandes, por ejemplo, las infraestructuras o las empresas transnacionales.

La piratería informática es una forma de guerra sutil y poco costosa, además de que se trata de un problema indirecto para ambas partes (atacante y el objetivo) porque se mantienen anónimos los atacantes. Estados Unidos acusa directamente a los gobiernos chino y ruso de estos delitos, sin embargo los ciberdelitos son tan eficaces para los que los cometen que no pueden ser rastreados, por lo que las acusaciones resultan especulativas. Esto no significa que no se empleen tecnologías militares dirigidas por gobiernos extranjeros, sólo muestra el inicio de un nuevo tipo de guerra.