Claves para repensar el despojo y lo común desde el marxismo crítico

Cita: 

Navarro, Mina [2015], "Claves para repensar el despojo y lo común desde el marxismo crítico", Javier Aguilar y Margarita Camarena, Los movimientos sociales en la dinámica de la globalización, México, IIS, pp. 89-111, https://ru.iis.sociales.unam.mx/bitstream/IIS/5205/1/movim_sociales.pdf

Fuente: 
Libro electrónico
Fecha de publicación: 
2015
Tema: 
La desposesión como proceso capitalista y lo común como categoría crítica
Idea principal: 

Mina Navarro es profesora e investigadora de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.


Este texto tiene como objetivo brindar una serie de claves teóricas que contribuyan a la interpretación sobre la conflictividad socioambiental dentro del capitalismo contemporáneo. También pone de manifiesto la configuración de antagonismos que, desde lo social, recrean formas de producción de lo común para la reproducción de la vida.

La autora desarrolla dos cuestiones a lo largo del texto: 1) el recorrido teórico por los debates sobre la acumulación primitiva y su relación con la reproducción ampliada del capital; 2) se exponen algunas claves para entender lo común como una categoría crítica e histórica. Esto contribuye a la discusión de las posibilidades de subversión de los movimientos de resistencia. Finalmente, se presentan las reflexiones sobre las posibilidades de la coproducción como proceso antagónico al capital.

Expropiación múltiple del capital contra lo común

La autora presenta la propuesta de despojo múltiple “para pensar y distinguir las formas variadas que adopta el capital en un mismo proceso para expropiar lo común”. Con esta perspectiva, se pueden pensar los siguientes aspectos y sus interconexiones: 1) la acumulación originaria; y 2) la acumulación o reproducción ampliada del capital.

La acumulación originaria explicada por Marx desarrolla el origen del capital partiendo de la imposición de los primeros cercamientos de las tierras comunales en Europa durante el siglo XVI. Este proceso necesitó de la separación violenta de grandes masas humanas de sus medios de producción. Por tanto, la acumulación originaria es el proceso histórico que disocia los productores y sus medios de subsistencia.

Marx también desarrolló los modos en los que se reproduce el capital, después de la separación entre hombres y mujeres de sus medios de producción, principalmente la tierra. Por tanto, la acumulación del capital es un proceso que se expande intensivamente al expropiar el excedente convertido en plusvalor, mediante la apropiación capitalista de las capacidades productivas de las personas para la producción de mercancías.

En esta lógica, los obreros son libres de los lazos de servidumbre, al tiempo que son despojados de sus medios de producción, lo que los convierte en desposeídos. Lo anterior se vuelve la condición necesaria para su consecuente proletarización y desplazamiento a las ciudades.

Lo anterior indica un proceso de disociación que necesita de los métodos violentos y el uso de la fuerza estatal para la producción de una nueva vida social. Es sólo a través del despojo, el robo, el fraude, la humillación, el asesinato y el trabajo esclavo que se explica el drástico pasaje de un orden social a otro. De esta forma, las masas libres y desposeídas se volvieron parte de la clase proletaria, al tiempo que se convirtieron en consumidores de las mercancías de la naciente industria manufacturera.

Por su parte, las mujeres quedaron sujetas a la “cacería de brujas”, una estrategia que Silvia Federici ha estudiado para explicarlas formas en que el capital domina el cuerpo femenino, ya que éste es estratégico para la producción y reproducción de la vida.

En resumen, el cercamiento de las tierras comunales en Inglaterra aunado a la separación de los campesinos y campesinas de sus medios de subsistencia; el descubrimiento de América, la conquista de las Indias Orientales, así como la extracción de esclavos de África, fundaron sanguinariamente, el mundo moderno eurocéntrico bajo la ideología de la propiedad privada, el mercado y la producción de plusvalía.

En este sentido, diversos autores y autoras como Rosa Luxemburgo, David Harvey y Massimo de Angelis, señalan la trascendencia de la acumulación originaria, en términos de la relación inherente que ésta tiene con la reproducción del capital históricamente.

Además, en el último cuarto de siglo se ha dado una serie de debates sobre la continuación inmediata de la acumulación originaria. Esto tiene sus orígenes en los inicios del siglo XX con los trabajos de Rosa Luxemburgo. No obstante, autores como David Harvey, Massimo De Angelis, Michael Perelman, Werner Bonefeld, Paul Zarembka, Samir Amin, John Holloway, Midnight Notes Collective, también han profundizado el análisis del capitalismo partiendo de la noción de acumulación originaria.

Estos debates se concentran en discutir las líneas de continuidad y actualización de la acumulación originaria: se le piensa más allá de su origen histórico y se le trata de rastrear “las actualizadas tramas constitutivas y persistentes del capital hasta nuestros días y especialmente bajo el actual modo de acumulación neoliberal”. Para la autora, este debate es fundamental para el reconocimiento de las formas de despojo inherentes al capital en la región de América Latina.

La lectura de Rosa Luxemburgo sobre Marx explora la relación de la acumulación del capital con las formas sociales no capitalistas, bajo los designios expansionistas del imperialismo europeo. Con lo anterior, Luxemburgo sostiene que la acumulación capitalista tiene dos aspectos distintos, pero vinculados: 1) el de la producción de la plusvalía; 2) el proceso de acumulación está marcado por "la violencia, el engaño, la opresión y la rapiña".

Para la autora, los aportes de Luxemburgo fueron profundamente fructíferos para interpretar la acumulación originaria, además de que agrega el énfasis del papel de la violencia en la reproducción del capital.

Por otra parte, se señala que en la década de 1970, el debate marxista sobre la acumulación originaria emerge de nuevo en el contexto de la crisis de acumulación del fordismo. Estos autores, influenciados por la obra de Luxemburgo, se interesaron por develar las formas de despojo y de violencia presentes en la acumulación capitalista durante el postfordismo.

Uno de ellos es David Harvey, quien habla de "acumulación por desposesión" para dar cuenta de la continuidad de la acumulación originaria. También subraya que el despojo no sólo es un hecho fundacional, sino vigente. Asimismo, Harvey plantea la tesis del nuevo imperialismo basada en la acumulación por desposesión como proceso que actúa ante la "incapacidad de acumulación de la reproducción ampliada debido a las crisis de sobreacumulación del capitalismo". Por su parte, Massimo de Angelis recupera la noción de acumulación originaria para distinguir su continuación en la expansión del capitalismo.

Así, la separación forzada entre las personas y sus medios sociales de producción toma muchas formas: con las políticas de privatización y mercantilización de los bienes comunes introducidas en las últimas décadas del siglo XX.

No obstante, existen grandes diferencias entre Luxemburgo y “la nueva oleada de autores de la acumulación originaria”. En primera instancia, Luxemburgo no reconoce ninguna relación antagónica entre el capital y las formas sociales no capitalistas.

Por su parte, los autores contemporáneos encuentran relevante el antagonismo entre las luchas campesinas e indígenas y la actualización de la acumulación originaria. En la mayoría de los casos, a eso se le concibe como parte de la relación capital-trabajo.

La autora destaca la perspectiva de De Angelis, quien sostiene que cuando la lucha de clases se intensifica, lo hacen también "los cuellos de botella en el proceso de acumulación"; lo que reduce la distancia entre productores y medios de producción. Esta idea es sustancial para comprender las luchas en defensa de lo común.

De esta forma, es necesario hacer una diferenciación analítica entre las formas de acumulación del capital para comprender sus especificidades concretas y las condiciones en las que ésta se desarrolla.

Así, la autora argumenta que la acumulación originaria y la reproducción ampliada del capital son procesos orgánicamente vinculados que hacen posible la separación tajante e insistente entre los productores y sus medios de producción.

La autora concibe a la acumulación originaria como una lógica fundamental y permanente para la posibilidad de la expansión del capital; sin embargo, para aclarar los procesos, la autora emplea la categoría de despojo para referir la actualización de la acumulación originaria.

Por otra parte, la autora señala que el análisis histórico que Marx hace del caso inglés es central para repensar la idea del cercamiento de bienes o terrenos comunales, interpretándose como una estrategia de robo masivo y exclusión física sufridos por las comunidades. Considerando lo anterior, es posible pensar lo común.

Nociones sobre lo común

El caso de América Latina es una muestra de que se puede aprender de las experiencias no capitalistas para garantizar la reproducción de la vida. La autora se interesa en explorar algunas claves para visibilizar la historicidad de las experiencias contemporáneas de producción de lo común.

Un ejemplo de lo anterior se puede ubicar en el periodo de la Edad Media, donde los comuneros controlaban sus medios de producción. Asimismo, los modos de regulación en esa época estaban orientados a proteger la reproducción social de manera independiente a los señores feudales. Bajo esta dinámica, la destrucción de la naturaleza equivalía a la destrucción de la comunidad.

Otro ejemplo es el de las sociedades mesoamericanas. En la época teotihuacana, la coexistencia de una estructura política centralizada de la mano con una organización comunitaria caracterizó a esa sociedad. El orden social presentaba una distribución jerárquica de las actividades y señalaba las tramas de la dominación. No obstante, esta sociedad se distingue de las capitalistas debido a que las primeras orientaban las actividades requeridas para la reproducción social al valor de uso, y no así, al valor de cambio.

Empero, el despliegue capitalista e imperialista a partir del siglo XV en Europa y luego en el mundo provocó una crisis en los proyectos civilizacionales no capitalistas. Sin embargo, la historia de esos proyectos queda como experiencias en constante reelaboración.

Bolívar Echeverría apuntó que existen los proyectos civilizatorios alternativos a la modernidad capitalista. No obstante, la modernidad y sus proyectos persisten al subsumir y negar los sentidos y prácticas comunales.

El cercamiento de las tierras comunales inglesas (junto a la colonización del mundo no europeo y la proletarización) hizo que Europa se convirtiera en el centro del mundo al expandir la ideología que se basaba en "la nueva legalidad, la propiedad privada, el mercado y la producción de plusvalía".

En este sentido, el capital busca negar las relaciones sociales centradas en los aspectos comunitarios para garantizar su propia expansión. Empero, este proceso no es unitario y homogéneo ya que se presentan ciclos de luchas sociambientales. Específicamente en México y el resto de América Latina. Esto se exalta en el contexto de las reformas neoliberales y el despojo de los bienes comunes naturales.

Así, se puede pensar a lo común como categoría crítica, de esa forma se vuelve una lucha contra el capital. John Holloway habla sobre tratar de abrir la categoría del capital para revelar sus contradicciones y resaltar la dependencia que tiene con la actividad humana.

Si se piensa lo común de esa forma, eso implica que su constitución es posible partiendo de ciertas prácticas sociales que se orientan a garantizar y cuidar lo que se comparte. Lo común también presenta contradicciones, tensiones y relaciones de lucha. Por tanto, lo común es posible a partir de relaciones sociales que luchen por su recreación o reconstitución.

Lo común como categoría histórica abona dos cosas: 1) la insistencia de las relaciones sociales que se orientan a cultivar y regenerar lo que se comparte, lo cual se vuelve una estrategia cooperativa; 2) la fragilidad e incapacidad totalizante del capital, que se resalta entre el antagonismo entre lo común y las formas variadas del despojo capitalista.

Luego entonces, se puede hablar de las posibilidades subversivas de las prácticas orientadas a la producción de lo común. En primera instancia es necesario pensar lo común como relación social, ya que éste no está separado del hacer social. A este respecto, Negri y Hardt apuntan que lo común se centra en las prácticas de interacción, cuidado y cohabitación del planeta.

Por su parte, Dyer Witherford plantea la noción de en-común, que presupone colectividades dentro de las cuales se organiza el compartir. Asimismo, Massimo de Angelis expone tres aspectos sobre los bienes comunes: 1) todos los bienes comunes son un acervo de recursos no mercantilizados que satisfacen necesidades; 2) los bienes comunes se crean por la comunidades; 3) el verbo "hacer común", es un proceso social que crea y reproduce bienes comunales.

Considerando lo anterior, se puede concluir que los ámbitos comunes sólo existen, si se dan las relaciones sociales cooperativas. Por otro lado, las experiencias de las comunidades que han sufrido el despojo se plantean como formas de resistir la voracidad del capital. Por tanto, lo común se puede presentar como un aspecto que podría poner en crisis al capital debido a que se impulsa el proceso de no mercantilización.

Vandana Shiva hace referencia a la economía de sustento donde las personas trabajan para proporcionarse a sí mismas las condiciones materiales para su preservación. Esta racionalidad-emocionalidad, requiere de un tipo de metabolismo sociedad-naturaleza que se basa en la interacción de lo humano con lo no humano.

En este sentido, la destrucción de la naturaleza implica la desarticulación de la comunidad y sus formas de vivir la vida debido a la desposesión. A este respecto, la Association for the Study of Commons ha comprobado el éxito de experiencias comunitarias en la gestión colectiva.

Lo anterior pone en jaque la racionalidad que busca maximizar las utilidades para el beneficio individual. Así, la producción de lo común sale de esa racionalidad y se basa en una fundada en la cooperación y la complementariedad con la naturaleza.

Además, la supervivencia de los bienes comunes es fundamental para mantener la continuidad de la vida al seguir modalidades comunitarias autónomas. Así, lo común está regulado por la colectividad y el ejercicio de la autonomía. Es necesario aclarar que lo común conlleva otras formas de propiedad y gestión de la riqueza social; entonces, lo común puede guiarnos hacía un desafío mayor al tratar de pensar otras formas de propiedad.

La autora argumenta que si se toman los elementos explicado anteriormente, es posible concebir que lo común se trata de "una relación social antagónica al capital" debido a que se configura por una serie de sentidos, significados y prácticas colectivas en constante lucha por la defensa y apropiación de la riqueza social mediante la cooperación humana bajo regulaciones autónomas.

Siguiendo a Holloway, lo común implica dos procesos: 1) la negación del orden existente y 2) la fuerza creativa que es capaz de configurar un horizonte postcapitalista.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Las claves teóricas que este texto presenta son útiles para analizar e interpretar procesos que tienen que ver con la dialéctica de la sociedad y la naturaleza. Comprender la importancia de la acumulación originaria para la fundamentación histórica del capitalismo es de suma relevancia para tener en mente las formas de desposesión contemporáneas y así, tomar en cuenta la relevancia que pensar en lo común suscita, ya que esto se vuelve una categoría crítica que visibiliza los procesos de desposesión actuales, así como la potencialidad de resistencia y reconfiguración social que las comunidades presentan.