The future of ESG. Measure less, but better

Cita: 

The Economist [2022], "The future of ESG. Measure less, but better", The Economist, London, 23 de julio, https://www.economist.com/special-report/2022/07/21/measure-less-but-better

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Domingo, Julio 23, 2023
Tema: 
El enfoque ESG debe repensarse pues su reputación está comprometida, no obstante, tiene consideraciones rescatables.
Idea principal: 

En 2021 un empresario del sector de la salud publicó Woke Inc., donde resalta la tendencia de los empresarios estadounidenses de enorgullecerse y jactarse de abordar temas sobre cambio climático, racismo y derechos de los trabajadores. Afirma que estas cuestiones les corresponden a los políticos, por lo cual, aunque conceptos como ESG (Environmental, Social and Gobernance) pueden tener buenas intenciones, amenazan la integridad de la democracia.

Otros críticos del enfoque ESG sugieren que ofrecer alternativas de bienestar a los integrantes del “complejo climático industrial” puede dar una excusa a los gobiernos para no cobrar por las emisiones de carbono. Es una preocupación relevante ya que los impuestos sobre el carbono serían una de las mejores opciones para incrementar la inversión en tecnologías descarbonizadoras. No obstante, la verdadera razón por la que los impuestos son bajos y no están bien coordinados en todo el mundo no es por los enfoques ESG o el “capitalismo despierto”, sino porque los políticos no se atreven a imponerlos a sus votantes.

En este sentido, resulta importante que se mejoren los esfuerzos para que las empresas midan y reduzcan sus emisiones, criterios que harían más eficaces los impuestos sobre el carbono si los gobiernos fueran más estrictos respecto a su implementación. Por otro lado, es evidente que los ESG no han sido una buena herramienta de medición ni de gestión de riesgos debido a que intentan abarcar a tantas partes interesadas que la información termina siendo poco relevante para las empresas. Resulta ser bastante impreciso para que sea considerado un impuesto sobre las externalidades negativas, por tal razón, ha generado confusión respecto a su impacto en los precios de los activos.

De acuerdo con investigaciones de la Escuela de Negocios Kenan-Flagler de la Universidad de Carolina del Norte, las métricas de los ESG comúnmente se contradicen con los propósitos de las empresas. De igual forma, se cuestiona si los empresarios y accionistas deberían estar involucrados o no en la toma de decisiones. En este sentido, la difusión de información sobre sostenibilidad debería emular las formas del sistema de contabilidad de pérdidas y ganancias, pues en el marco del desarrollo de los mercados de capitales y crecimiento económico, los estados financieros normalizados y auditados resultan de gran valor.

Para que las métricas de ESG mejoren se deben hacer eficientes, por tal razón, los organismos de normalización no deberían imponer ciertas mediciones, sino que se debería permitir que solo se declaren cuestiones de relevancia para el sector, asimismo, éstas podrían divulgarse voluntariamente, como es el caso del Global Reporting Iniciative.

El sector de la gestión de activos debe personalizar su oferta. Debería crear productos mejor adaptados a los grupos de inversores particulares: fondos climáticos para las personas que quieren reducir las emisiones de carbono, fondos sociales para los interesados en el capital humano y fondos de gobernanza para los preocupados por la mala gestión. De igual forma, si los gestores de inversiones persisten en introducir criterios de ESG en el conjunto de sus carteras, deberían ceder los derechos de voto a los accionistas ordinarios para que sean más representativos.

Por tales motivos, se considera prudente promover métricas con un enfoque global que puedan abarcar tanto a empresas privadas como a organismos gubernamentales, sobre todo en los mercados emergentes, pues son los que más emisiones generan. En este sentido, puede que sea mejor enfocarse en la E de los ESG (ambiental), en lugar de en la S (social) y G (gobernanza). De hecho, incluso se considera que el término ESG debería desaparecer por completo, pues su reputación está comprometida. No obstante, la inversión en la sostenibilidad podría ganar credibilidad si mejora su regulación y vigilancia, así como sus compromisos con la meta “cero neto”. Finalmente, con un nuevo nombre más adecuado, como “inversión en capital natural”, la fusión entre capitalismo y clima podría resultar útil.

Nexo con el tema que estudiamos: 

En el marco de la creciente necesidad de que las empresas y gobiernos reporten sus emisiones de carbono, enfoques como ESG parecieran ser la opción más completa para que éstas muestren su compromiso con el ambiente y la sociedad, no obstante, dicho enfoque busca abarcar tanto que al final resulta bastante deficiente en todos los aspectos que su acrónimo describe. Por tal motivo, repensar la manera en que se miden las emisiones resulta imprescindible para concretar las formas de reducirlas.

El argumento liberal insiste en asignar valores económicos a elementos que, como lo no-humano, carecen de valor y de precio, en tanto no son resultado del trabajo humano. A tal punto que incluso las propuestas de responsabilidad corporativa como el ESG, son consideradas como faltas de sentido. Sin embargo, en la lógica del colapso ambiental, todas las inversiones en el campo ambiental están destinadas a naufragar, dado que apuntalan actividades que se dirigen cada vez más rápido hacia el quiebre sistémico.