Pese a todas las innovaciones tecnológicas y popularidad a nivel mundial de Elon Musk, el siguiente movimiento con la compra de Twitter posiblemente afectará la libertad de expresión. Dado el deseo de Musk de cambiar el futuro, no sorprende verlo usando los poderes que tiene participando para intervenir en el presente también. Tras la invasión de Ucrania, SpaceX envió terminales Starlink y activado la cobertura satelital.

Ucrania ha expresado su gratitud por esta intervención, que ayudó a sus ciudades a restablecer los servicios vitales y sus fuerzas armadas a permanecer en el campo de batalla. Pero dejo de agradecer cuando el Sr. Musk recurrió a Twitter esta semana para sugerir un “plan de paz” que le daría Crimea a Rusia, y posiblemente otros territorios ocupados también.

El hecho de que Musk pueda, en una sola semana, entrar en una disputa en Twitter con el presidente de Ucrania, en un foro de discusión en línea que acaba de aceptar comprar, al mismo tiempo que envía personas a la órbita, demuestra la medida en que sus crecientes superpoderes tecnológicos le han otorgado influencia geopolítica.

En sí mismas, las reflexiones políticas de Musk en Twitter importan poco. Pero dado el importante papel de la plataforma en el febril mundo de la política, sus decisiones sobre el propio Twitter (como la reincorporación de Donald Trump), importará mucho más.

Ninguna empresa de Musk tiene poder absoluto. Starlink no es un monopolio; ni lo es el negocio de lanzamiento de satélites de SpaceX (aunque actualmente es la única opción de Occidente para lanzar astronautas en órbita); Twitter tampoco. Pero los tres tienen una importancia global y lo seguirán siendo durante algún tiempo. Finalmente la revista alude a Robert Caro con su dicho cuando señala que el poder puede que no siempre corrompa, pero siempre revela. Lo que revela el poder de Musk será objeto de una inspección minuciosa.