The double consciousness of capital

Cita: 

Harvey, David [2021], "The double consciousness of capital", Greg Albo, Leo Panitch y Colin Leys (editores), Socialist Register 2022. New Polarizations. Old Contradictions. The Crisis of Centrism, London, The Merlin Press, pp. 281-299.

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
2021
Revista descriptores: 
Tema: 
La doble conciencia del capital
Idea principal: 

David Harvey es geógrafo y teórico social marxista. Desde 2001, es catedrático de Antropología y Geografía en la City University of New York.


En los Grundrisse Marx ofrece visiones antagónicas del papel y la importancia del capital en la historia de la humanidad y construye una valoración optimista de cómo el capital puede llevarnos a la cúspide de una nueva forma de sociedad, una civilización en la que la especie humana pueda florecer como nunca.

Pero eso no significa que existe un serio trabajo de ingeniería en la transición al socialismo. Marx inmediatamente se enfoca en la lucha por disolver la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales, pero no parece haber nada seriamente problemático sobre el legado del capital en la búsqueda de la transformación al socialismo. A lo anterior, Harvey lo llama el modelo 1. Pero en medio de su intento de reconstruir los diversos modos de producción precapitalistas, Marx ofrece algunas reflexiones muy diferentes sobre cómo se ha desarrollado la historia de la humanidad con el surgimiento del capital.

Marx también nota la centralidad de la alienación: la pérdida de sentid o el sacrificio de todo el potencial humano debido al poder del dinero y a la vulgaridad del desarrollismo capitalista. Bajo esta lógica, las materias primas con las que debe construirse el socialismo son tóxicas y están contaminadas. Esta teorización del capital y las tareas que establece para cualquier transición socialista son considerada como el modelo 2.

Doble conciencia

La forma más fácil de interpretar y, en cierto sentido, "reconciliar" estas dos declaraciones es sugerir que la primera es la representación de Marx de la visión utópica burguesa de lo que se estaba logrando, mientras que la segunda es una interpretación dramática de la visión distópica de Marx de lo que la burguesía en realidad estaba realizando.

Marx parece haber internalizado ambas visiones como caminos paralelos dentro de su propio modo de pensamiento. Es casi seguro que estuvo marcado por la contradicción entre sus orígenes burgueses y sus deseos revolucionarios. Marx documenta en parte su lucha por liberarse de las interpretaciones burguesas dominantes que había absorbido anteriormente.

Una burguesía radicalizada ha desempeñado un papel importante tanto en la formación como en la dirección de los movimientos revolucionarios, y en el proceso se ha visto a menudo perseguida por lo que llama una "doble conciencia" derivada de estas versiones divergentes de la naturaleza del capital. Al explorar esta doble conciencia, se podría aprender algo importante respecto a las ambivalencias que caracterizan al proyecto socialista de hoy en día. También sería posible entender porque tantos proyectos socialistas del pasado han tenido tanta dificultad de cumplir sus promesas y, en su lugar, se volvieron autoritarios.

La elección no es entre socialismo y barbarie; sino, más bien, entre formas bárbaras o humanistas de socialismo. En la práctica nos encontramos perpetuamente negociando entre posibilidades creativas y emancipatorias, atravesados por amenazas demoníacas y autodestructivas.

Esto es lo que Du Bois denominó "doble conciencia". Surgió mientras defendía a Estados Unidos contra sus críticos europeos burgueses, al tiempo que criticaba el racismo que experimentaba en ese país. Su identidad dual era la de estadounidense y afroamericano, pero las dos no podían reconciliarse. Fue "este romanticismo antiburgués" (enraizado en el pensamiento de Hegel y Goethe) lo que formó el "trasfondo figurativo" para que Du Bois adoptara el término "doble conciencia".

Marx también estuvo influenciado por el pensamiento de Hegel y Goethe, lo cual se evidencia con sus cuadernos, donde se observaba su perspectiva romántica y antiburguesa. Marx tomó de Hegel la idea de que la tragedia no es el resultado de la lucha entre el bien y el mal, sino el resultado inevitable de un conflicto entre dos derechos iguales. Por lo tanto, es útil confrontar y dilucidar la doble conciencia, dentro de su teorización del capital y las consecuencias políticas de aceptar esta disyunción.

Alienaciones

En Los manuscritos económicos y filosóficos de 1844, Marx había propuesto el concepto de humanidad como un “ser genérico” que lucha por emanciparse de las alienaciones impuestas en gran medida por el capital. Posteriormente abandonó estos postulados por estar demasiado contaminados por el idealismo humanista y el romanticismo trascendental. Pero en el segundo pasaje de Grundrisse, parece que los conceptos tanto de ser de especie como de alienación reviven para reconocer los bloqueos capitalistas a la verdadera emancipación.

La mayoría de los intentos críticos posteriores se presta poca atención a la reformulación radical del concepto. La presentación científica del concepto en Grundrisse, escribe Zhang en su obra Back to Marx, era fundamentalmente diferente. Se trataba de dos concepciones de alienación completamente diferentes: la alienación laboral en Los manuscritos de 1844 fue un postulado de valor humanista; la esencia idealizada que formaba estaba en desacuerdo con la realidad. Esta era una contradicción entre lo imaginario y lo real.

La alienación del trabajo en los Grundrisse, por otro lado, era la reflexión fundamental de Marx sobre la Historia real. Los resultados objetivizados de los trabajadores pasados se volvieron los explotadores de los trabajadores del futuro. El pasado creado por los trabajadores se vuelve el gobernante del presente. El trabajo asalariado necesariamente creó un poder dominante transformado a partir de sí mismo: el capital. Esta es la alienación real de las relaciones de capital y trabajo que describe Marx.

La universalidad está enraizada en las supuestas cualidades inherentes a nuestro ser como especie. La potencialidad para realizar esas cualidades se ve frustrada por el capital. A los trabajadores que producen capital se les niegan los frutos de su trabajo. Se niega el potencial individual para lograr la autoperfección. La ventaja de tal formulación es que tiene visión de futuro y aspiraciones. Expresa emocionalmente la frustración de la posibilidad humana.

La regla de las abstracciones

En Grundrisse, la alienación surge de la tendencia histórica dentro del capital al crear el mercado mundial, al establecer sus relaciones sociales en todas partes, y al inscribir ciertas leyes de movimiento identificables en la historia humana bajo el dominio de las leyes coercitivas de competencia. El problema es identificar las leyes de movimiento del capital y comprender cómo estas leyes gobiernan las condiciones de la vida diaria y el trabajo de la masa de la población trabajadora. La piedra angular de la teoría de la alienación es la afirmación de que: “los individuos ahora se rigen por abstracciones, mientras que antes dependían unos de otros”. La abstracción o la idea es la expresión de aquellas relaciones materiales entre el amo y el señor. Si bien podemos creer que somos individuos libres, en la práctica estamos regidos en nuestra vida diaria por las abstracciones del capital.

Los dos modelos con los que empieza el texto, señalan “cómo la universalidad hacia la cual el capital se esfuerza irresistiblemente encuentra barreras en su propia naturaleza”. Marx se esfuerza por aceptar lo que la especie humana ha logrado y lo que podría haber perdido. El hecho de que “algo se pierde y algo se gana en la relación de la modernidad capitalista es un tema muy real”. En la actualidad, hay movimientos políticos y sociales en todo el mundo que buscan desesperadamente ganar de nuevo lo que han perdido. Para ellos, el modelo 2 de interpretación tiene mucho sentido.

Socialismo

En las dos declaraciones no hay una resolución idealista o romántica que pueda extraerse de ellas. No existe un punto final estable y armonioso para la evolución humana, solo la perspectiva de un despliegue continuo de contradicciones entre nuestras capacidades colectivas y nuestros deseos, por un lado, y la naturaleza profanada del mundo que realmente producimos y reproducimos, en el otro.

Marx pudo emitir esta opinión en medio de un aluvión de protestas burguesas en todo el espacio europeo, despotricando contra las conspiraciones internacionales de la clase trabajadora y la pura inutilidad e imposibilidad de cualquier intento de transición al comunismo. En nuestros tiempos, se da también una cacofonía similar de objeciones a las propuestas socialdemócratas más moderadas (por ejemplo, las de Jeremy Corbyn o Bernie Sanders): las alternativas al capitalismo se critican señalando que se han intentado y resultaron ser miserables, incompetentes y un fracaso. El establecimiento político europeo se ha ejercitado tanto en estos asuntos que el Parlamento Europeo ve el comunismo equivalente al nazismo y prohibe ambas formas de discurso en la política.

En donde se puede observar sin duda la doble conciencia del capital es en el caso de China: la más grande economía capitalista del mundo y la más sofisticada tecnológicamente. En nombre de las teorías revolucionarias de Marx, Lenin y Mao (interpretadas por Deng y ahora Xi Jinping), China impulsa su proyecto desarrollista.

Contradicciones de los proyectos socialistas

Es un error ver los dos modelos como mutuamente excluyentes. Son, en algún nivel, dos caras de la naturaleza profundamente contradictoria del proyecto de humanidad, que busca el bienestar material, una existencia imposiblemente desalineada, profundas satisfacciones socioculturales y profundos significados en el rostro de sus propias leyes de movimiento materialistas banales.

Esta tensión está internalizada en las tradiciones estéticas de la cultura burguesa que buscan perpetuamente alguna reconciliación entre el vulgar despojo del mundo por parte del capital y el deseo de reencantamiento en la relación con la naturaleza, junto con los intentos de apropiarse para el consumo monetizado actual de los productos. Tanto los burgueses como los trabajadores buscan una relación desenajenada y más encantada con la naturaleza que contaminan y profanan a diario. Tanto el capital como el trabajo están igualmente alienados en su relación mutua, así como en relación con sus fundamentos naturales e histórico-culturales. La decisión contemporánea no se encuentra entre el socialismo o la barbaries, sino entre un socialismo humanista o uno autoritario.

La humanidad ha llegado a un punto en el que no tiene más opción que encontrar una forma social colectiva de gestionar su relación metabólica con la naturaleza, su producción de bienes materiales, su formación de concepciones mentales adecuadas del mundo y la producción y reproducción de su propia naturaleza humana a través de prácticas materiales. Esta colectividad tiene que dar expresión a una política comunista y aceptar la imposición despiadada de sus políticas.

Confianza versus control

Garrett Hardin escribió “la tragedia de los bienes comunes” en el que señaló que el uso común de un pasto por parte de criadores de ganado conduciría en última instancia a la degradación y empobrecimiento de los bienes comunes. Este problema fue inmediatamente aprovechado por los burgueses para favorecer y justificar la privatización de los bienes comunes. No obstante, ese no era el punto político de Hardin. él estaba preocupado por el crecimiento de la población: la única solución para enfrentar el hecho de que millones de familias tendrían beneficios de tener un hijo extra, pero sin tener que soportar todo el costo ambiental, era el poder absoluto y draconiano.

Esto sucedió en China con la política de un solo hijo. La privatización y la comercialización no pueden resolver los problemas del crecimiento excesivo de la población, de las emisiones de gases de efecto invernadero o de la destrucción de hábitats. Lo anterior requiere de la represión global y autoritaria, como la que ejerce el gobierno de China. La confianza no funciona, pero el control sí. Sólo el humanitarismo represivo servirá. Eso pasó en China.

En Occidente, es impensable porque es un axioma que cualquier solución debe basarse en el mercado y la propiedad privada. No puede ir en contra de los individuos de hacer exactamente lo que les plazca, creer en lo que les plazca y realizar cualquier acto. Esto garantiza que cualquier solución colectiva fracasará, excepto la que favorezca al 1%. “Nos quedamos con los privilegios abrumadores pero vacíos y alienados de una oligarquía inmensamente rica que se revuelca en la cornucopia consumista de productos inútiles.[…] La doble conciencia que articula Marx está claramente a la vista”.

Tolerancia represiva

Para que este problema se vuelva visible y procesable, se requiere la adopción activa de lo que Herbert Marcuse y Barrington Moore criticaron negativamente como "tolerancia represiva". Por otro lado, los bancos centrales mundiales manejan el sistema monetario global de una forma autoritaria, aunque en interés del capital y bajo una supuesta neutralidad, al tiempo que se aseguran de que el mercado funcione bien. Ellos señalan que eso se hace en beneficio de todos, aunque claramente no funciona así. Los bancos centrales no tienen que depender del poder militar para hacer sus tareas (aunque el apoyo militar siempre está disponible si algún grupo o facción protesta demasiado). La organización contemporánea de tolerancia represiva en Estados Unidos exige que cualquier persona designada como "marxista" sea excluida de la corriente principal.

Por ejemplo, Paul Krugman se quejó de que “poderosos intereses tratan de bloquear la difusión de ideas que encuentran amenazantes”. Dos veces ha habido serios intentos políticos de “bloquear la enseñanza de la economía keynesiana”. La primera fue “una campaña de desprestigio organizada” en 1940, “muchos exigían que se cancelara el texto keynesiano”. El segundo intento fue en 1970, “cuando algunos economistas comenzaron a argumentar que el keynesianismo debe estar equivocado, porque los fenómenos que describió Keynes no podrían ocurrir en una economía de individuos perfectamente racionales y mercados que funcionan perfectamente”.

Si así fue para Keynes, cómo fue para Marx, quien todo el tiempo señaló que los economistas tenían la costumbre de proclamar, cuando se enfrentaban a una crisis, que tales cosas no podrían suceder si la economía funcionaba de acuerdo con sus libros de texto. “Actualmente, los economistas siguen ignorando los conceptos básicos que Marx elaboró hace un siglo”, éstos contribuyen a explicar cómo funciona el capitalismo.

Supervisando la revolución

La izquierda tiene que definir sus propias formas de tolerancia represiva. Inevitablemente tiene que enfrentarse al poder de la reacción, y en la medida en que a menudo llega al poder con la promesa de profundizar las libertades democráticas, se encuentra paralizada a la hora de hacer frente a los discursos de oposición que utilizarán la apertura democrática para tramar y planificar la contrarrevolución en nombre de las libertades e intereses burgueses. La izquierda debe asegurarse de hacerlo de manera que al menos toquen los temas planteados en la cuenta del modelo 2, si quiere consolidar y mantener el apoyo popular.

Este tema de la tolerancia represiva necesaria se encuentra en el centro de discusión en curso sobre el camino de desarrollo de China: la centralización y descentralización dentro del sistema político chino es una de las características más notables de su economía política. Ahí existe un choque entre el impulso por una economía emancipatoria y la política de vigilancia represiva, Así, subyace la fusión del autoritarismo y la libertad humanista. El manejo de la pandemia global en China indica algo importante sobre el futuro potencial de la humanidad.

Hay que recordar que China salvó al capitalismo global del colapso en la crisis de 2008 a través de su acción colectiva, y ese logro asombroso ahora está siendo seguido por una absorción igualmente asombrosa tanto de la propagación viral de la Covid-19 que se originó en China, como de sus efectos económicos. Es muy posible que estemos presenciando que China nuevamente rescata al capitalismo global del colapso. En ese entendido, la fusión política entre humanismo y barbarie en el marco del comunismo en China parece cruda y obvia.

Además, esa tensión es producto del conflicto entre las ambiciones políticas y sociales de larga data y la necesidad de comprender y neutralizar el poder de las abstracciones, las leyes del movimiento del capital. Por ejemplo, cuando China se adhirió a las reglas de la Organización Mundial del Comercio en 2001, acordó en efecto obedecer las reglas del capital, concediendo así parte de su soberanía al capital internacional.

La maldición del capital

Las clases ideológicas de las democracias capitalistas no pueden localizar tal tensión interna, gracias a la cada vez mayor niebla ideológica de alienaciones y teorías conspirativas fomentadas por la derecha radical y por la izquierda liberal, para proteger los privilegios de la propiedad privada y el poder absoluto de clase a menudo a expensas de los intereses y necesidades colectivos. Un ejemplo sencillo de esta tergiversación radica en la evidente necesidad de enfrentar y gestionar el cambio climático a nivel mundial. Los mercados libres y la propiedad privada no pueden hacerlo.

Mientras tanto, la “objetivación universal como alienación total y el derribo de todos los objetivos unilaterales limitados” sacrifica el fin humano en sí mismo a “un fin completamente externo”, el de la acumulación de poder monetario. No es de extrañar tampoco que, en medio de las más asombrosas posibilidades tecnológicas, haya movimientos incoherentes que expresan el descontento de las masas.

La doble conciencia a la que se enfrentaba Marx define y confina su radicalismo. ¿Estamos más interesados en ser vistos y juzgados como buenos ciudadanos que como ricos y todopoderosos en términos de dinero? Entonces, ¿qué es, entonces, la riqueza? Marx propone el tiempo libre como su medida adecuada.

La sociedad capitalista, supuestamente basada en la libertad de elegir, actualmente no tiene opciones reales o significativas. Abundan las opciones tecnológicas y las opciones de consumo compensatorias, pero la opción de no abrazar la búsqueda de la plusvalía, de no obedecer las leyes de movimiento del capital y de burlarse de la abstracta ley dominante del valor, por definición no está disponible en un mundo burgués. La esencia del capital es la búsqueda, tanto individual como colectiva, de la riqueza material y monetaria.

Implicaciones políticas

El significado político de esta doble conciencia es evidente en todas partes. Se puede considerar el ejemplo del socialismo en Ecuador en particular. En 2021 se llevaron a cabo elecciones presidenciales. La primera ronda produjo tres candidatos viables: 1) Andrés Arauz, quien emanó de la tradición de izquierda progresista establecida por Rafael Correa (fue presidente de 2007 a 2017); 2) el candidato empresarial neoliberal del Opus Dei, Guillermo Lasso, que quedó en un lejano segundo lugar; 3) Yaku Pérez, quien contó con el respaldo indígena a través del movimiento Pachakutik (plurinacional).

En la segunda vuelta, se pensaba que el candidato indígena respaldaría y apoyaría a Arauz, pero no sucedió así. El apoyo indígena a Arauz se suponía como seguro debido a que las organizaciones indígenas apoyaron inicialmente a Correa y a la reescritura de la constitución ecuatoriana en 2008 (esa nueva constitución declaró a Ecuador como un estado plurinacional que reconoció tanto los derechos de la naturaleza como los derechos de las poblaciones indígenas).

Pero una vez asegurado en el poder, Correa persiguió un desarrollismo de izquierda (modelo 1) que buscaba tomar todo lo positivo de la tradición burguesa para facilitar el avance hacia el socialismo. Esto dio como resultado cierta redistribución económica, al tiempo que rompía con la incorporación al sistema global de hegemonía estadounidense (aunque a expensas de China). Al seguir su proyecto desarrollista, Correa fue en contra de su base indígena.

De esa manera, marginó a la CONNAI (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador). También abandonó todas las formas de pensamiento indígena (Pachamama, zumaque kawsay e incluso el buen vivir). Reprimió y encarceló a los líderes de las organizaciones ecologistas más militantes (como Acción Ecológica y las ecofeministas) y abrió Ecuador al extractivismo petrolero y mineral (usando al ejército para pisotear las protestas indígenas en el sur de Ecuador). Lo anterior ilustra por qué las comunidades indígenas no apoyaron a Arauz: éstas sufrieron más con el desarrollismo de izuierda que en las manos de la oligarquía neoliberal.

El ejemplo de Ecuador señala que los problemas pueden resolverse, pero las contradicciones, particularmente las del tipo de la doble conciencia, nunca desaparecen. La respuesta no es abandonar el desarrollismo de izquierda como un trampolín hacia el socialismo, sino asegurar que sea menos vulgar y crear espacios y oportunidades dentro de ese desarrollismo reformado para permitir la búsqueda de significado, de sociabilidad y fisicalidad no alienadas.

La revolución requiere una combinación de inspiración, transpiración y paciencia a largo plazo con la dialéctica de las contradicciones primarias. Lograr el equilibrio correcto, tanto en el pensamiento como en la práctica, aunque solo sea por un tiempo, es fundamental para que el socialismo tenga algún futuro.

La derecha radical legitima su giro hacia el fascismo como único antídoto posible a un socialismo bárbaro y supresor de los derechos individuales. Ante tales acusaciones, la izquierda socialista no puede responder simplemente negando. Ésta requiere de reafirmar su objetivo: asegurar el libre desarrollo de las capacidades y poderes individuales a través de la acción colectiva.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El texto ofrece una perspectiva que muy pocas personas conocen sobre Karl Marx, en especial cuando habla de la importancia del capital. De manera optimista escribe sobre cómo el capital puede llevarnos a una civilización en la que la especie humana pueda florecer como nunca. Todo esto llevado a través de lo que el menciona como “la doble conciencia del capital” y su reconciliación.