Crítica al tecnofeudalismo

Cita: 

Morozov, Evgeny [2022], "Crítica al tecnofeudalismo", New Left Review, (135): 99-140, julio-agosto,https://newleftreview.es/issues/133/articles/critique-of-techno-feudal-r...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
2022
Tema: 
La economía digital no implica un retorno al feudalismo, sigue siendo capitalista, pero hay que comprender de una manera más amplia al capitalismo.
Idea principal: 

Egeveny Morozov es un sociólogo de origen bielorruso. Su trabajo se centra en las implicaciones políticas y sociales de la tecnología, también ha colaborado en diversos periódicos como The Guardian, The New York Times y The Wall Street Journal.

El texto de Evengy Morozov es un diálogo crítico con quienes sostienen la tesis de que en el fin del capitalismo se encuentra el surgimiento de un régimen tecnofeudal. Morozov inicia su artículo señalando que en los esfuerzos por imaginar el fin del capitalismo hay un creciente consenso, tanto desde posturas de derechas como de izquierda, en señalar que en la crisis terminal del capitalismo está surgiendo un régimen muy parecido al feudalismo. Muchos partidarios la tesis neofeudal sostienen que la expansión de dicho sistema va de la mano de los actuales avances tecnodigitales, por tanto, se ha expandido el uso de conceptos como tecnofeudalismo, feudalismo digital y feudalismo de la información. Pero para Morozov la expansión de este tipo de terminología es producto de la incapacdidad intelectual de explicar el funcionamiento de los sectores más avanzados de la industria tecnodigital.

Desde la derecha hay diversas posturas. Por una parte, algunos personajes como Joel Kotkin (2020) o Glen Weyl(2018) ven como un problema el surgimiento de un tipo de neofeudalismo o tecnofeudalismo; pues, este tipo de régimen frena el desarrollo personal y la libertad individual. Pero, por otra parte, desde posturas de la derecha radical hay quienes ven con buenos ojos un proyecto neofeudal.

En la izquierda hay un creciente uso de la terminología feudal, es el caso de autores como Varoufakis (2021). Nadie sostiene que el capitalismo se haya acabado o que estemos ante un retorno a la Edad Media. Lo que indican las posturas más prudentes es que las lógicas del capitalismo siguen siendo predominantes pero que algunas de las características del actual sistema capitalista, como la redistribución de riqueza de abajo hacia arriba mediante recursos políticos, se parecen al feudalismo.

Un elemento que contribuye al uso de la terminología feudal es la poca claridad conceptual sobre la forma en que operan los sectores más avanzados de la tecnología digital. No hay claridad si empresas como Amazon o Google obtienen ganancias mediante la producción de algo, o más bien funcionan mediante la renta de servicios tencodigitales. En este confuso escenario, el termino neofeudalismo se propone como una forma de arrojar luz sobre la economía digital.

Además, la tesis del surgimiento de un neofeudalismo también es compatible con la izquierda crítica que condena al capitalismo como extractivista; pues si los actuales capitalistas solamente son rentistas que no invierten nada en los procesos productivos, el parecido es evidente con los antiguos terratenientes feudales.

Para Morozov el problema de la adopción de la terminología feudal en sus distintas variantes es que estos marcos teóricos representan una muestra de debilidad intelectual que es incapaz de analizar y comprender claramente las actuales dinámicas de las empresas capitalistas.

Lógica feudal

A grandes rasgos hay dos formas de entender el feudalismo. Por una parte, desde las posturas marxistas el feudalismo refiere a un modo de producción, a una lógica económica cuyo eje es la apropiación por parte de los terratenientes del excedente de la producción campesina. Es decir, la lógica económica del feudalismo se basa en un campesinado que goza de cierta autonomía económica en tanto es dueño de sus medios de producción (herramientas, animales, y acceso a la tierra común) y en señores feudales que no invierten en el proceso de producción, pero que, apelando a la tradición, a leyes y bajo amenaza de violencia, se apropian del excedente de la producción campesina. Bajo el feudalismo la extracción de valor se realiza por medios extraeconómicos, siendo principalmente los medios políticos los que operan en la apropiación de riqueza.

La diferencia de la lógica económica del feudalismo respecto al capitalismo radica en que en el capitalismo los medios de extracción de valor son totalmente económicos. Es decir, en el capitalismo los sujetos ya no son poseedores de los medios de producción, por tanto, son libres de vender su fuerza de trabajo en una economía monetaria, en la que la naturaleza explotadora del trabajo -libre- permanece oculta. En el tránsito del feudalismo al capitalismo subyace un tránsito de la expropiación política (mediante la tradición o ley y prácticas violentas) a la explotación económica (mediante la explotación del valor producido por los trabajadores libres).

Por otra parte, para la mayoría de los historiadores no marxistas el feudalismo se entiende como un sistema sociopolítico caracterizado por el uso arbitrario de la violencia, vínculos de lealtad justificados por motivos religiosos y culturales, en el que los poderes privados ejercen su dominio sin demasiadas complicaciones. Para esta tradición de pensamiento, el Estado burgués se distingue del capitalismo en tanto respeta y hace cumplir la ley, y los ciudadanos disfrutan de diversos derechos democráticos que se deben garantizar.

Para Morozov lo importante es que, independientemente del marco analítico, debería ser posible identificar algunos rasgos centrales del feudalismo y verificar si se están repitiendo en la actualidad. De tal manera que, si en la actualidad se identifican algunos rasgos del feudalismo, ya sea su lógica sociopolítica que privatiza el poder, o la lógica económica que implica la existencia de una clase parasitaria que no interviene en el proceso productivo, entonces se podría hablar de una especie de re-feudalización de la sociedad, aun cuando no nos encontremos ante el surgimiento de un sistema plenamente neofeudal.

Precursores

Como antecesores Morozov destaca a tres autores que utilizaron el concepto re-feudalización, Habermas, Sighard Neckel (2020) y Alain Supiot (2007, 2015), estos últimos autores retoman dicho concepto pero sus ideas se distancian del debate y la terminología neofeudal. Un joven Habermas afirmó que los espacios de la esfera pública importantes para el desarrollo de un discurso crítico quedaron bajo el dominio de la industria cultural. Por tanto, las formas de ejercer el poder y las jerarquías privadas de las sociedades premodernas estaban resurgiendo como una especie de refeudalización de la sociedad. Habermas se distanció de su concepto de la refeudalización, para decantarse por el de colonización del mundo de la vida; aunque aún hay quien usa el concepto del joven Habermas.

Para el sociólogo Neckel, quien retoma la noción de la refeudalización, la neoliberalización ha causado el resurgimiento de formas sociales premodernas como la precarización del trabajo, la distribución desigual de la riqueza o el surgimiento de nuevos oligarcas. Neckel sostiene la hipótesis de que podríamos encontrarnos ante “la aparición de un capitalismo moderno sin estructuras burguesas y que la ausencia de estas últimas podría ser la condición cultural previa para la marcha triunfal del capitalismo en el siglo XXI” (p. 107). Es decir que, para Neckel, la refeudalización no es un retorno al pasado, sino que refiere a un escenario contradictorio en el que las dinámicas sociales del actual proceso de modernización capitalista están rechazando las bases del orden social burgués.

En el caso de Alain Supiot los actuales procesos de digitalización y neoliberalización son los ejes centrales de un proceso de refeudalización. Supiot indica que esta refeudalización no implica un regreso a la Edad Media; sino que los conceptos jurídicos del feudalismo son útiles para analizar los actuales procesos digitalización y neoliberalización. Para Supiot la distinción clave se encuentra entre el gobierno de los hombres del orden feudal y el gobierno por la ley del Estado Burgués. La refeudalización se puede observar en el proceso de neoliberalización que somete al Estado a las lógicas de la maximización de utilidad y ganancias, eliminando las barreras que en el pasado los Estados del bienestar construyeron para mantener fuera de la mercanitlización determinadas esferas de la vida que garantizaban un mínimo de dignidad en la vida de todos los ciudadanos.

Supiot tampoco ve la digitalización como el retorno a la Edad Media. Lo que argumenta es que en el Estado Burgués todos los ciudadanos tienen los mismos derechos de forma independiente a su clase o posición social; pero, en el mundo digital el poder de las personas, su autonomía e interacción con las instituciones depende de su reputación, puntuación digital y mecanismos pocas veces explícitos.

Para Morozov los planteamientos de Supiot y Neckel sobre la re-feudalización son exepcionalmente brillantes, aunque lamenta que su trabajo sea ampliamente desconocido entre quienes adoptan la tesis neofeudal.

¿Brenner o Wallerstein?

La idea de que el capitalismo de alguna manera se encuentra regresando al pasado, hacia un neofeudalismo, es producto de una deficiente lectura de las dinámicas y actividades propiamente capitalistas que se distinguen de las que no son capitalistas. Sobre esto es útil abordar dos líneas de pensamiento marxista mutuamente excluyentes que reflexionan sobre el tránsito del feudalismo al capitalismo.

La primera forma considera que el funcionamiento del sistema capitalista únicamente depende de la dinámica de competencia y explotación del trabajo asalariado. Es decir, para esta línea de pensamiento las formas de extracción del valor mediante mecanismos que no sean la apropiación del plusvalor del trabajo asalariado, como los mecanismos de racialización, violencia, y demás, quedan excluidos del análisis pues no se consideran formas de acumulación propiamente capitalistas.

La otra línea de pensamiento reconoce que el funcionamiento del capitalismo histórico no sólo depende de la explotación del trabajo asalariado, sino que intervienen muchos mecanismos como los patrones de poder raciales y patriarcales. La diversidad de mecanismos de los que se vale el capitalismo es irreductible a una formula clara, pero esto no implica que no sean intrínsecos al capitalismo histórico.

Estas dos líneas de pensamiento tuvieron un importante debate sobre la centralidad de la acumulación originaria en el surgimiento del capitalismo, así como su papel en la evolución y comportamiento de dicho sistema. Para Morozov esta discusión es crucial para comprender los fundamentos teóricos de las tesis neofeudal y tecnofeudal, así como los límites de las teorías feudalistas.

En la interpretación marxista que sostiene Immanuel Wallerstein (1974) la acumulación originaria refiere al uso de diversos mecanismos políticos y extraeconómicos para generar un intercambio desigual en el que los países centrales de la economía-mundo capitalista extraen riqueza de los países periféricos. El surgimiento del capitalismo dependió de la capacidad del centro de apropiarse del plusvalor de la economía mundial, y la explotación del trabajo asalariado solamente es una parte del entramado de procesos que dan vida al capitalismo, ignorar el intercambio desigual y acumulación originaria en la dinámica centro-periferia constituye, para esta postura, una mala lectura del funcionamiento del capitalismo.

La postura de Wallerstein fue criticada por Brenner (1977, 2006) quien, en textos como "The Origins of Capitalist Development: A Critique of NeoSmithian Marxism", argumentó que la acumulación originaria en realidad refería a la separación entre los productores y los medios de producción, proceso mediante el que nació el trabajo asalariado y esta forma de explotación pasó a ocupar el lugar de la apropiación de la producción campesina semiautónoma. Para Brenner esta separación entre productores y medios de producción tuvo que ver con un proceso de reconfiguraciones de las relaciones de clase y de los derechos de propiedad, no con el intercambio desigual ni la economía-mundo. Además, para Brenner la acumulación originara, al separar la fusión del trabajo, la tierra y la tecnología incentivó el espíritu de competencia característico del capitalismo.

Brenner se basa en la crítica que Marx realiza a la concepción de la acumulación previa de Adam Smith. Pero en el capítulo 31 del Capital, Marx señala procesos y momentos de extrema violencia, la colonización y la esclavitud entre otros, como momentos importantes de la acumulación originaria. En dicho capítulo se deja en claro que hay una relación intrínseca entre el capitalismo y la violencia que ejerce en distintos lugares para extraer valor, que el trabajo asalariado en Europa solo fue posible por el trabajo esclavo en América.

La postura de Brenner y la escuela que se formó a su alrededor explicaron al capitalismo en términos de una dinámica en la que las presiones sistémicas ejercidas sobre los capitalistas condujeron a la acumulación mediante la innovación. Es decir que, para la escuela brenneriana, el aumento de las ganancias en el capitalismo es producto del libre mercado y el uso de trabajo asalariado que obliga a los capitalistas a competir en una búsqueda por reducir sus costos de producción. No se negó la violencia y la desposesión, pero se les observó como fenómenos que poco tenían que ver con el aumento de la productividad y que no formaban parte del proceso de acumulación propiamente capitalista.

3. ¿“Acumulación por desposesión”?

La postura de Brenner nunca convenció a todos, en el siglo XXI son varias las propuestas que promueven la tesis de que la explotación del trabajo asalariado y los procesos de desposesión son mutuamente constitutivos. De estas últimas propuestas destaca el trabajo de Klaus Dorre sobre el acaparamiento de tierras capitalista y el trabajo de Nancy Fraser sobre la forma en que la expropiación es un proceso continuo que otorga las condiciones de posibilidad de la explotación del trabajo asalariado.

Buena parte de las actuales investigaciones sobre la acumulación originaria se basan en el concepto acumulación por desposesión desarrollado por David Harvey (2003). Harvey señala que la acumulación originaria implica la apropiación, despojo y robo de las riquezas culturales y sociales preexistentes; pero percibe estos fenómenos como procesos continuos y, por tanto, se desliga del calificativo de originaria para cambiarlo por el de desposesión.

El problema con la propuesta de Harvey es que es demasiado ambigua. El planteamiento de Harvey indica que desde la década del 2000 los capitalistas no pueden generar ninguna ganancia sin recurrir a estrategias de despojo como la biopiratería o la neoliberalización de los Estados. Para Harvey la acumulación por desposesión se convirtió en la forma de extracción del valor predominante.

Brenner fue crítico de la noción de Harvey. Según Brenner, Harvey amplia demasiado el concepto de la acumulación originaria volviéndolo inútil. Además, Brenner apuntó que le parecía incomprensible que en un sistema capitalista la desposesión predominara sobre las formas de acumulación propiamente capitalistas.

En trabajos posteriores Harvey hizo aún más confusa la noción al plantear que el neoliberalismo es un proyecto político para reorganizar el poder de las élites mediante la transferencia de la riqueza de toda la población hacia clases altas, y que el principal motor de este proceso es la acumulación por desposesión.

El concepto de acumulación por desposesión es usado por muchos académicos del Sur Global para teorizar sobre las nuevas formas del extractivismo rentista mediante el que las empresas usan sus tentáculos en el mundo de la política para adquirir tierras y recursos. La lógica de esto es que primero hay una desposesión que se realiza mediante recursos extraeconómicos, como la violencia o la influencia política; después se obtienen rentas mediante los derechos de propiedad, y justo esta extracción de rentas devuelve el proceso al ámbito de la economía capitalista.

La cuestión es que, si la clase capitalista solamente se dedica a extraer rentas sin invertir en la fabricación de productos, como los antiguos terratenientes feudales, el capitalismo se dirige a un estado de crisis. Aunque Harvey no usa la terminología neofeudal, su análisis del capitalismo actual es cercano a la idea de que estamos ante un resurgimiento de la lógica económica del feudalismo.

Multitudes Cognitivas

Una idea similar a la del neofeudalismo se encuentra en el trabajo de teóricos franceses e italianos que vislumbran la aparición de un capitalismo cognitivo. La noción de capitalismo cognitivo tiene relevancia entre actuales discusiones sobre la lógica de la economía digital, y remite a un capitalismo que no tiene la lógica económica propia del capitalismo. Estos teóricos, que retoman la obra de Toni Negri y otros operaistas italianos, sostienen que las actuales multitudes provistas de las nuevas tecnologías de la información son capaces de crear una vida autónoma.

Según esta línea de pensamiento la dinámica del capitalismo actual no busca controlar la producción, sino que la clase capitalista se limita a controlar los derechos de propiedad intelectual al tiempo que intenta reducir el margen de acción de las multitudes rebeldes y sus nuevas capacidades comunicativas. Es decir que, según estos pensadores, la lógica económica del actual capitalismo no se basa en una clase capitalista obsesionada con incrementar sus ganancias mediante la innovación; sino que, lo que ahora hay es una clase rentista parasitaria del trabajo y la creatividad de las masas.

Pensadores de esta tradición como Vercellonce plantean la hipótesis de que los modernos trabajadores cognitivos han derrotado a la obsoleta clase gerencial. Esta derrota de la clase gerencial es tomada como un indicador de que la dinámica del capitalismo de transformar e incorporar el trabajo a las relaciones e imperativos capitalistas se está invirtiendo, que el capitalismo camina hacia atrás. Según los teóricos del capitalismo cognitivo la casi total automatización de varias empresas es muestra de que la renta como forma de acumulación de riqueza está desplazando la propia lógica capitalista de extracción del valor.

Para los teóricos del capitalismo cognitivo solo hay un capitalismo de nombre pues consideran que la lógica económica predominante es la de un rentismo feudal. El problema es que el hecho de que una empresa este totalmente automatizada y no tenga ningún empleado, no implica que no sea capitalista ni que no genere plusvalor. Aunque una empresa este totalmente automatizada hay una absorción del plusvalor producido en otras partes de la economía, y es muestra de la propia dinámica capitalista en la que la competencia provoca un creciente impulso hacia la automatización.

Fortunas Digitales

Tanto los teóricos del tecnofeudalismo como los del capitalismo cognitivo tienen la hipótesis de que las redes de la información empujan a la economía digital hacia el feudalismo, el rentismo y la desposesión. Uno de los trabajos pioneros de Peter Drahos apunta a que la expansión de los derechos de propiedad intelectual y sus peculiares relaciones de poder van a generar un poder privado y arbitrario, un feudalismo de la información.

Otro de los elementos de la economía digital que puede crear similitudes con el feudalismo, es la forma en que los usuarios se ven obligados a ceder sus datos. Los datos generados por quienes usamos algún servicio digital, cualquiera que este sea, es clave para mejorar los servicios existentes, la inteligencia artificial, y perfeccionar los modelos de predicción de comportamiento que sirven al mercado de la publicidad personalizada.

Según los teóricos del capitalismo cognitivo los usuarios de cualquier servicio digital somos trabajadores explotados por las plataformas tecnodigitales que funcionan debido de nuestro trabajo digital gratuito que les permite vender muchísima publicidad y abaratar el costo de producción de productos de inteligencia artificial. Otra postura, cuya principal exponente es Shoshana Zuboff (2018) sostiene que la vida de los usuarios se presenta, para las grandes corporaciones digitales, como los recursos no integrados a la dinámica capitalista que son susceptibles de operaciones extractivistas.

Zuboff se aleja de cualquier consideración sobre la noción -trabajo-, para ella los capitalistas de la vigilancia, aquellos que extraen nuestros datos, no basan su acumulación de riqueza en la explotación del trabajo, sino en un continuo proceso de acumulación por desposesión. Múltiples variaciones del concepto desposesión, como desposesión del comportamiento o desposesión de la experiencia humana, entre otras, son las categorías que Zuboff usa para analizar los mecanismos mediante los que Google extrae y se apropia de los datos de los usuarios. Lo que otorga la apariencia capitalista a estos procesos de desposesión es que son realizados mediante tecnología moderna y a escala industrial; pero el análisis de Zuboff carece de una definición clara del capitalismo.

Zubof describe la economía digital como una lógica económica parasitaria que es impulsada por la violencia simbólica, el engaño y la desposesión. La idea del capitalismo de la vigilancia es cercana a las ideas del neofeudalismo; pero en realidad el sistema económico que Zuboff describe es usuarista, pues para esta pensadora la expropiación de los datos de los usuarios constituye el principal motor de las ganancias de los gigantes digitales como Google y Facebook.

El problema del análisis de Zuboff es que se limita al análisis del proceso usuario-datos-publicidad, pero no toma en cuenta ninguno de los otros aspectos del funcionamiento de las empresas digitales.

Google como empresa

La mercancía que produce Google es el acceso a una cantidad inmensa de conocimiento humano. Dicha mercancía es muy barata de fabricar pues esta corporación no paga a los editores y creadores del contenido de las páginas indexadas. Google ofrece su servicio de forma gratuita lo que le posibilita vender a quienes anuncian la atención de los usuarios mediante el control de lo que aparece en los dispositivos.

La extracción de datos puede incrementar el valor de la mercancía publicitaria, pero es un error pensar que el éxito de Google se reduce a la extracción de datos. Un elemento central del éxito de Google es que la materia prima básica de su producto le resulta casi gratuita, Google no tiene que pagar por el contenido indexado que usa para su motor de búsqueda. Esta forma de atender al funcionamiento de Google es uno de los grandes ausentes del análisis de Zuboff, pues no presta atención a las actividades propiamente capitalistas de empresas como Google.

El capitalismo de la vigilancia está obsesionado con la dimensión extractivista del capitalismo, pero normaliza las dimensiones no extractivistas. Esta falta de comprensión del funcionamiento de las empresas digitales provoca que el horizonte emancipatorio no vislumbre el fin de las relaciones capitalistas e incluso exija cosas como que Google deje de extraer datos y empiece a cobrar por sus servicios, pues para el usuarismo el capitalismo de la vigilancia no radica en la lógica capitalista de la explotación del trabajo sino simplemente en la vigilancia que se ejerce sobre los usuarios-consumidores.

¿El capitalismo todavía?

Cedric Durand, es un autor que buscado analizar las lógicas económicas que rigen el surgimiento de un régimen tecnofeudal. En un inicio Durand argumentó que las actividades financieras no son en sí mismas depredadoras, pues en un sistema que funciona bien pueden hacer que la producción capitalista se desarrolle más rápido al facilitar el financiamiento. El problema es que en la década de 1970 las finanzas que pro-acumulación se sustituyeron por otras dos lógicas. La primera se relaciona con la lógica de desposesión teorizada por Harvey, e involucra a las instituciones financieras que usan sus conexiones con el Estado para redirigir el dinero público hacia sí mismas. Es decir, que este tipo de extracción de valor se basa en los vínculos entre instituciones financieras y Estados. La segunda lógica es el pago que las empresas deben realizar a instituciones financieras por razones que son ajenas al proceso productivo. Según Durand las operaciones de rescate que siguieron a la crisis financiera de 2008 aceleraron la transición a un régimen feudal al aumentar las dinámicas de desposesión y parasitismo y suprimiendo las de innovación.

En un primer momento Durand sostuvo que el fenómeno observado, desde 1990, del aumento de las ganancias sin aumento de la inversión es una ilusión provocada por una falta de comprensión de los fenómenos de la globalización y por la falta de una mirada global de los procesos económicos. De acuerdo con Durand la globalización hizo posible el incremento de las ganancias sin tener que invertir más. Por ejemplo, la globalización y la digitalización permiten que empresas como Walmart se aprovechen de su posición dominante en la cadena mundial de suministros y así obtener precios más bajos de los productos de aquellos situados en posiciones inferiores de la cadena de suministros. Además, Durand argumentó que era necesario atender a la dinámica ganancias-inversiones desde una perspectiva global, pues muchas veces los capitalistas del Norte Global invierten en países del Sur Global; por lo que si se analizara el comportamiento de una empresa centrándose solamente en un solo Estado-nación, este tipo de operaciones de escala internacional quedan fuera de la visión.

En Techno féodalisme (2020), la paradoja del aumento de ganancia sin aumento en la inversión ya no es ilusoria; Durand cambia su argumento para explicar que el aumento de la ganancia de las cadenas de suministro se debe al papel que juegan los derechos de propiedad y los activos intangibles como generadoras de una acumulación rentista. Durand señala cuatro tipos de renta, el primer tipo refiere a la renta de patentes, derechos de autor y marcas; el segundo tipo refiere a las rentas causadas por la capacidad de algunas corporaciones, como Walmart, de controlar toda la cadena y tener la infraestructura necesaria para esto. El tercer tipo es el conjunto de datos que es propiedad exclusiva de las empresas. Finalmente, el cuarto tipo de renta refiere a la capacidad que tienen las empresas para ampliar sus operaciones dentro de una misma cadena de valor, fenómeno que es más sencillo para las empresas con activos intangibles.

Mediante estos cuatro tipos de renta, Durand sostiene que el apogeo de lo digital ha implicado una economía rentista en la que la monopolización intelectual es el medio más efectivo para capturar valor. Es decir, ya no estamos ante el capitalismo en el que los principales elementos de la producción son elementos libres que encuentran separados de los capitalistas, y por tanto los capitalistas deben competir, mejorar su productividad y recortar los costos de producción para aumentar sus beneficios. Según Durand, con el auge de la economía digital los principales factores de la producción volvieron a fusionarse con los capitalistas, pues los activos digitales no pueden separarse de los usuarios que los generan ni de las plataformas en las que se producen. De manera similar a los señores feudales, las empresas tecnológicas nos han atrapado y encerrado pues “nuestros datos, cuidadosamente extraídos, catalogados y monetizados, nos atan a ellas para siempre, lo cual debilita los efectos incentivadores de la productividad derivados de la competencia mercantil, dando a quienes controlan los activos intangibles una impresionante capacidad para apropiarse de valor sin tener que dedicarse a la producción” (p. 128).

El gran problema del análisis de Durand es que, al igual que Zuboff, ignora el papel crucial que juega la indexación en el funcionamiento de empresas como Google. Google no es dueño del contenido que indexa, las páginas a las que Google enlaza son propiedad de quienes las crean y cualquier empresa con suficiente capital podría indexar el mismo contenido. Es decir, que si bien puede hablarse de un fenómeno rentista para las extensas posesiones de datos que Google tiene; no se puede decir que el negocio de Google se reduzca a la tenencia de datos, la indexación tiene un lugar sumamente importante en el que Google opera como una empresa capitalista estándar.

6. ¿Fuerzas de depredación?

El análisis de Cedric Durand se basa en el trabajo de Durand Foley sobre las rentas de la información en la economía global. Foley sostiene que el plusvalor puede ser apropiado en lugares distantes respecto a los lugares en los que se produce. Lo que sostienen es que las plataformas de la tecnología de la información propietarias de vastos recursos intangibles obtenidos mediante los derechos de propiedad intelectual generan un rentismo similar al de los propietarios de recursos productivos como la tierra o el agua.

Lo derechos de propiedad permite a los propietarios de los recursos productivos (en el caso de la economía digital son los datos) excluir a los capitalistas del acceso a estos recursos, y este fenómeno crea rentas. Estas rentas son parte del plusvalor generado en la producción capitalista, pero no participan de la explotación del trabajo productivo. El propietario de los recursos productivos no necesita invertir en el proceso de producción para obtener beneficios generados por la explotación del trabajo asalariado productivo. Según Foley, Google y otras empresas tecnodigitales son como un propietario no capitalista que no necesita invertir en el proceso productivo para participar del plusvalor generado en otra parte.

El problema del razonamiento de Foley es que hay muchos datos que contradicen su argumento. Para empezar, un rentista obtiene ganancias mediante sus derechos de propiedad, no necesita hacer inversiones ni participar directamente en la explotación del trabajo, pero las grandes empresas tecnodigitales invierten demasiado dinero en investigación y desarrollo, además de tener grandes cantidades de empleados (Dato Crucial 1). Por otra parte, Facebook, Amazon y Google tienen menos activos intangibles que otras grandes empresas, pues las gigantescas cantidades de información que manejan requieren de vastas redes físicas y enormes centros de datos, por lo que dichas empresas no pueden analizarse sin atender a su dimensión material.

Durand conoce las inmensas cantidades de inversión que realizan las empresas tecnodigitales, pero apunta a que estas inversiones masivas no se dirigen a las fuerzas productivas, sino que alimentan a las fuerzas de la depredación. Esta noción de las fuerzas de la depredación, desarrollada por Veblen, apunta a que lo que motiva a los capitalistas no es la búsqueda de ganancias, sino el sabotaje de la competencia para asegurarse que van a tener más ganancias que sus competidores.

Morozov observa que el marco teórico de Durand intenta conjugar las nociones de Marx y las de Veblen. El problema es que ambos marcos teóricos contienen nociones irreconciliables pues para Velben la depredación es intrínseca a los instintos de los capitalistas; mientras que para Marx los capitalistas son, en última instancia, individuos productivos. Además, no hay una explicación clara de la razón por la que la teoría marxista necesita usar el concepto de la depredación, cuando sus categorías de beneficio y producción capitalista, así como de renta y rentismo son suficientes para explicar el éxito de empresas como Google.

Por otra parte, Marx explicó claramente que las empresas capitalistas totalmente automatizadas se apropian del plusvalor obtenido en otra parte, y se lo apropian en términos de ganancia, no de renta. Es decir que para Marx las empresas totalmente automatizadas son tan capitalistas como las que explotan de forma directa el trabajo asalariado.

Las propuestas tecnofeudales representan la incapacidad de entender el sentido de la economía digital, de las mercancías que producen y las formas en que las producen. Google es una empresa totalmente capitalista, con una producción capitalista normal, cuyo negocio consiste en producir mercancías que consisten en resultados de búsqueda y requiere de inversiones masivas de capital. Que los gigantes digitales sean empresas totalmente capitalistas no significa que “no practiquen otro tipo de prácticas con vistas a consolidar su poder, apalancar sus carteras de patentes, mantener cautivos a sus usuarios y obstruir cualquier posible competencia […] por no hablar de las fortunas gastadas en ganarse el apoyo de los legisladores en Capitol Hill. La competencia capitalista es un negocio desagradable y puede ser aún más desagradable cuando se trata de productos digitales, pero ello no es motivo para caer en las ciénagas analíticas del capitalismo cognitivo, el usuarismo o el tecnofeudalismo” (p. 133).

Entra el Estado

Otro de los problemas de la propuesta tecnofeudal es que apenas y toma en cuenta el papel del Estado. Fue muy importante el papel que desempeñó el Estado en Estados Unidos para el ascenso de Silicon Valley como líder tecno-económico mundial; pero el marco teórico tecnofeudal no sirve para analizar estas cuestiones pues desde estas propuestas se asume que los Estados se han debilitado, que su soberanía está atravesada por el poder de los señores tecnofeudales, y que el propio asenso de las empresas tecnologías se produjo a costa del debilitamiento del Estado.

La cuestión es que en Estados Unidos son evidentes los vínculos que existen entre los gigantes tecnodigitales y los Estados, por no hablar de los procesos geopolíticos en los que se fusiona la acción de los Estados y las empresas digitales. Es imposible explicar el ascenso de la industria tecnológica estadounidense si no se toman en cuenta procesos geopolíticos como la Guerra Fría o la guerra contra el terrorismo, tampoco se podría entender el ascenso de China sin atender a la actual catástrofe climática.

Morozov apunta que esta falta de atención de las propuestas tecnofeudales a la actuación de los Estados podría estar relacionada con la idea brenneriana de que las intervenciones sistemáticas de los Estados representarían un capitalismo político, una perversión que no representa las dinámicas propiamente capitalistas.

Para Morozov los temas no resueltos en el debate Brenner-Wallerstein crearon la posibilidad de que las tesis tecnofeudales parezcan plausibles a marxistas creativos como Durand. La creación y uso de conceptos como la acumulación por desposesión, la depredación, la renta cognitiva, o la expropiación del plusvalor de la conducta son el resultado de la dificultad de reconciliar las actuales formas de acumulación, y su necesario uso del poder político, con el relato del desarrollo del capitalismo mediante la explotación del trabajo asalariado.

Océanos Más Amplios

Según Morozov la única forma de unir la explotación del trabajo asalariado y la expropiación en un solo modelo es comprender al capitalismo de una forma mucho más amplia. El análisis del trabajo no libre, la dominación racial y de género, y el uso de la energía sin precio como fenómenos que no son propiamente capitalistas han sido duramente cuestionados por los historiadores del género, el clima, el colonialismo, el consumo y la esclavitud.

El marxismo debe abandonar la idea de que en el sistema capitalista hay una división entre lo económico y lo político. Los capitalistas y sus intelectuales pueden presentar al capitalismo como un sistema en el que lo político y lo económico se encuentra dividido, cada esfera separada actuando en sus propios ámbitos sin interferir una con otra, pero esto no significa que en la realidad las cosas realmente funcionen así.

La crisis de 2008 y la pandemia han provocado que el propio Brenner dude de si la redistribución de los activos son algo ajeno al capitalismo realmente existente. Pero ante su incapacidad de entender al capitalismo como un sistema que combina la redistribución y la explotación del trabajo, Brenner solamente puede argumentar que “la dependencia de los capitalistas de la redistribución hacia arriba de la riqueza impulsada por el Estado está alejando al capitalismo de sí mismo y llevándolo hacia una forma económica que aparentemente comparte una característica central con el feudalismo” (p. 139). Este argumento sostiene la idea de que el capitalismo solamente funciona mediante la explotación del trabajo, pero provoca muchos problemas de análisis. Y, los puntos débiles de las tesis tecnofeudales como la de Durand son consecuencia de estas tensiones no resueltas en el debate Brenner-Wallerstein.

El hecho es que el capitalismo no es feudal, ni puramente rentista pues sigue funcionando mediante la innovación, y la prueba se encuentra en el propio sector de la economía tecnodigital. Un análisis que considere a las empresas tecnológicas como productores capitalistas va a dar mejores resultados; pero es necesario que los marxistas entiendan que tanto la desposesión como la expropiación han sido intrínsecas a la acumulación de riqueza durante todo el desarrollo del capitalismo.


"... la desposesión y la expropiación han sido constitutivas de la acumulación a lo largo
de la historia."

La extracción de valor mediante medios económicos en los centros de la economía mundo-capitalista solo fue posible por el uso generalizado de medios extra-económicos, como la violencia y el despojo, en las periferias del sistema. Entender esta dinámica implica anular la pertinencia de invocar al feudalismo.

La lógica del capital siempre busca recursos que pueda mercantilizar de la forma más barata posible. El capitalismo puede adaptarse de muchas maneras, pero no lo hace continuamente, y cuando lo hace no significa que la redistribución hacia arriba predomine sobre las lógicas productivas, y es muy probable que la producción sea la base de la mayor parte de la economía digital actual. Al invocar siempre el tecnofeudalismo se corre el riesgo de blanquear las actitudes del propio tecnocapitalismo.

Trabajo de Fuentes: 

Alain Supiot, Alain [2007] Homo juridicus. Ensaio sobre a fundação antrópologica do Direito, São Paulo, Martins Fontes.

Alain Supiot [2015] La gouvernance par les nombres. Cours au Collège de France (2012-2014) , Paris, Fayard, 512 p.

Bin, Daniel [2019], “Dispossessions in Historical Capitalism: ¿Expansion or Exhaustion of the System?”, International Critical Thought, 9 (2), mayo.

Bin, Daniel [2018], “So-Called Acumulation by Dispossession”, Critical Sociology, 44 (1): enero.

Brenner, Robert [1977], “ The Origins of Capitalist Development: A Critique of NeoSmithian Marxism”, nlr, 1 (104): julio-agosto.

Brenner, Robert [2006], “What Is, and What Is Not, Imperialism?”, Historical Materialism, 14, (4): enero, pp. 79-105.

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Nexo con el tema que estudiamos: 

Morozov presenta una discusión crítica con algunas de las tendencias en el análisis de la economía digital. Parte de algunos hechos de base, como la cantidad de trabajadores en algunas empresas digitales, o la cantidad de sus inversiones, y mediante una discusión teórica en la que parte de una comprensión del capitalismo como un sistema que usa distintas formas de extracción del valor, asegura que la economía digital es plenamente capitalista. Además de la postura de Morozov, el texto también sirve como un excelente estado de la cuestión sobre las discusiones tecnofeudales.