La nueva geopolítica de la energía

Cita: 

Bordoff, Jason y Meghan O'Sullivan [2022], "La nueva geopolítica de la energía", Papeles de Energía, (17):47-66, Madrid, FUNCAS, junio, https://www.funcas.es/wp-content/uploads/2022/06/Jason-Bordoff-y-Meghan-...

Fuente: 
Artículo científico
Fecha de publicación: 
Junio, 2022
Tema: 
La geopolítica de la transición energética, nuevos elementos de poder e influencia.
Idea principal: 

Jason Bordorff tiene una licenciatura en ciencias políticas por la Universidad de Brown, una maestría en política por la Universidad de Oxford y un doctorado por la facultad de derecho de Harvard, sus principales líneas de trabajo son la geopolítica, las energías renovables y el cambio climático. Participó en la administración de Obama como director asociado de cambio climático en el Consejo de Calidad Ambiental, director principal de energía y cambio climático en el Consejo de Seguridad Nacional, entre otros. También es director del Centro de Política Energética Global de la Escuela de Asuntos Públicos e Internacionales de la Universidad de Columbia.

Meghan L. O’Sullivan es maestra en economía y doctora en política por la Universidad de Oxford. Entre 2004 y 2007 ocupó cargos en la administración de George Bush como el de directora principal para Irak y Afganistán en el Consejo de Seguridad Nacional, o el de asistente especial del presidente. Actualmente es profesora a Jeane Kirkpatrick de Práctica de Asuntos Internacionales en la escuela Harvard Kennedy.

Los combustibles fósiles conllevan tensas relaciones geopolíticas. Europa sumergida en una crisis energética, la ventaja de Rusia debido a sus reservas de gas natural, y la petición de Estados Unidos a los principales productores de petróleo, como Arabia Saudita, de aumentar la producción son algunos de los elementos que marcaron la geopolítica energética en el arranque del año 2022.

Según algunos de los promotores de las energías limpias la transición energética provocará que las tensiones causadas por los recursos energéticos sean cosa del pasado. Ciertamente la transición energética transformará la política y el sistema internacional, habrá cambios en las fuentes del poder nacional, en el proceso de globalización, en las relaciones entre los países más desarrollados y los países periféricos; pero esta transformación no implica que las tensiones y conflictos desaparezcan, si no que habrá nuevas formas de competencia y confrontación. Debido a que el sistema energético constituye uno de los pilares de la economía internacional y del orden geopolítico, es imposible que la transición energética se realice sin revueltas y conflictos.

Pero el escenario de un mundo con cero emisiones de gases de efecto invernadero es lejano, y lo que debemos tener en la mira son los peligros de corto plazo que se presentarán cuando se combine la geopolítica de las energías limpias con la geopolítica del petróleo y gas. Un mal cálculo de las consecuencias de la transición afectará la economía, la seguridad e incluso la propia transición.

1.- Petroestados perpetuos

Con la Primera Guerra Mundial el petróleo se convirtió en un recurso estratégico. La seguridad británica pasó a depender en mayor medida del petróleo, desplazando al carbón; el petróleo se convirtió “en una fuente de poder nacional y su ausencia, en una vulnerabilidad estratégica” (p. 17). En el transcurso del siglo XX los países con reservas de petróleo y gas lograron desarrollarse y ocupar un lugar de poder en el sistema internacional.

La reducción del uso de petróleo y gas implican la reconfiguración del mundo que conocemos; pero es esencial considerar que la transición energética no significa el final de los combustibles fósiles. Incluso en un escenario con cero emisiones netas el gas y petróleo seguirán siendo importantes (Dato Crucial 1).

Además, la forma en que ocurra la transición puede favorecer el poder de los petroestados. Por ejemplo, una drástica disminución de la inversión en combustibles fósiles podría provocar que su oferta disminuya más rápido que la demanda e incluso que disminuya a pesar de que la demanda aumente. Este fenómeno provocaría altos y volátiles precios del petróleo que incrementarían el poder e ingresos de los países de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).

También incrementará la influencia geopolítica de algunos exportadores de gas y petróleo, pues la transición energética concentrará en menos países la producción mundial de estos combustibles. La producción de petróleo con costos elevados, como la de Canadá, quedará fuera del mercado; y los países líderes en materia de cambio climático como Noruega, Reino Unido y Estados Unidos limitarán su producción; en consecuencia, incrementará la cuota de mercado de países como los Estados del Golfo pues disponen de petróleo a bajo costo, con bajas emisiones de carbono y no dependen de las instituciones financieras que presionan por alejarse de los combustibles fósiles. En el caso del gas natural la dinámica será más intensa, la cuota de mercado incrementará para los pocos sujetos que puedan producirlo de forma más barata y limpia.

1.1 El poder de la energía

La geopolítica de un mundo que busca la transición energética tendrá como sujetos victoriosos a aquellos que tengan innovación y capital barato, y expresarán su influencia y dominación en, por lo menos, cuatro formas. Una de las formas de dominación será la capacidad de establecer estándares de energía limpia. Aquellos países y compañías que logren determinar las especificaciones para equipos o normas de colaboración tendrán ventaja comparativa frente a otros sujetos (Datos Cruciales 2 y 3).

Otra de las fuentes de dominio geopolítico de un mundo en transición energética será el control de la cadena de suministro de los minerales esenciales para la producción de energía eléctrica, como el cobalto, el cobre, el litio, el nique y las tierras raras. Conforme avance la transición la demanda de estos materiales será mayor que la oferta actual; en consecuencia, el reducido grupo de países que suministran la gran mayoría de estos recursos estratégicos tendrán una nueva influencia (Datos Cruciales 4 y 5).

El tercer elemento de dominio será la capacidad de producir los componentes de las nuevas tecnologías de forma barata. Mediante el dominio de los insumos para los productos de energía limpia se pueden crear problemas económicos y afectar el ritmo de la transición; pero esta fuente de dominio no es tan crítica como el control mismo de la energía pues con el tiempo otros países pueden desarrollar sus propios productos.

La cuarta forma de la dominación será la producción y exportación de combustibles bajos en carbono. Combustibles con bajas emisiones como el hidrógeno y el amoníaco serán esenciales para la transición debido tanto a su potencial papel en la descarbonificación de sectores difíciles de descarbonizar, como el abastecimiento de transportes de carga pesada; como en la estabilización de redes eléctricas abastecidas por fuentes de energía intermitentes, como la eólica. Hasta que no exista un mercado amplio y diversificado de amoniaco e hidrógeno los combustibles bajos en carbono serán la causa de tensiones geopolíticas y los países que apuesten por redes eléctricas abastecidas por este tipo de combustibles podrían enfrentar serios problemas de seguridad energética.

1.2 Más verdes, pero menos globales

El proceso de descarbonización mundial va de la mano con tres fuerzas contra la globalización. La primera fuerza contra la globalización se expresará en el descenso del comercio mundial de energía causado por el aumento de la dependencia eléctrica (Dato Crucial 6). La forma más sencilla de descarbonizar diversos sectores económicos es mediante su electrificación; por tanto, el consumo de energía incrementará (Dato Crucial 7), y debido a la dificultad y altos costos de transportar energía eléctrica grandes distancias es muy probable que la mayor parte de este tipo de energía se produzca de forma local.

La segunda fuerza contra la globalización es la tendencia al proteccionismo que están provocando las energías limpias. Todos los países están alzando barreras proteccionistas, como aranceles y aduanas, en contra de los insumos de energía limpia barata que provienen del extranjero.

La tercera fuerza contra la globalización viene de la fragmentación mundial que podría ocurrir producto de la presión y sanciones que ejerzan los países más adelantados en materia de descarbonización hacia los países que se consideren como lentos en su proceso de descarbonización.

1.3 Vencedores y Vencidos

La transición hacia una economía global con cero emisiones netas necesita altísimos niveles de cooperación global; pero, al mismo tiempo, los conflictos del proceso tendrán vencedores y vencidos. China y Estados Unidos están bien posicionados y pueden beneficiarse de la transición; por el contrario, otras potencias como Rusia podrían salir perjudicadas del proceso.

La actual relación entre China y Estados Unidos es muy tensa y su cooperación en temas de cambio climático ha sido mínima. El escenario apunta a que la transición energética será otro de los ámbitos en el que ambas potencias competirán con mucha fuerza en materia de tecnología, talentos, suministros, mercados y normativas. Si bien la competición podría acelerar la transición, también aumentará las tensiones entre las dos grandes potencias. En la competencia China podrá demostrar más poder mediante su posición dominante en la producción de energías limpias y su control de minerales críticos; pero la influencia China podría verse afectada cuando emerjan nuevas tecnologías en otros lugares, se produzcan cambios en la cadena de suministros y se utilicen materiales de más fácil acceso para la producción de energías limpias.

La transición también podría transformar y mejorar la relación que mantiene Estados Unidos con sus aliados europeos. Dichos sujetos podrían usar su poder económico y diplomático para crear una especie de club climático de países comprometidos con el clima, imponer aranceles a los países que no pertenezcan a esa asociación; diseñar acciones conjuntas para descarbonizar industrias de alto consumo energético; e incluso hacer que la Organización del Tratado Atlántico del Norte se comprometa con las catástrofes climáticas medioambientales y de seguridad. A pesar de esas posibilidades, en el corto plazo las relaciones entre Europa y Estados Unidos serán ásperas. Además, Washington tendrá que buscar la forma de superar la posición republicana de rechazar cualquier sanción climática y solamente apoyar los incentivos.

En el caso de Rusia también cambiará su relación con las demás potencias. Rusia depende de sus exportaciones de petróleo y gas; en consecuencia, a largo plazo la transición energética implicara severos desafíos para su economía e influencia. Aunque antes de enfrentar problemas la influencia Rusia podría aumentar debido a que en los próximos años la dependencia de Europa al gas ruso incrementará; y tanto Estados Unidos como Europa necesitarán que Rusia mantenga los precios del petróleo bajo control por medio de su colaboración con los países de la OPEP. Finalmente, para el caso ruso, la reducción del consumo de combustibles fósiles en occidente implicará la re-orientación hacia el mercado chino y, con esto, el alineamiento geopolítico entre Moscú y Pekín.

2. Desde La Convergencia Hasta La Divergencia

En las últimas tres décadas se observa que las altas tasas de crecimiento de los países en desarrollo, respecto a los países desarrollados, han favorecido una convergencia económica gradual entre unos y otros. Según las proyecciones, la transición energética favorecerá dicha tendencia. Los países en desarrollo suelen tener abundantes y baratos recursos necesarios para las energías limpias que podrán usar de forma local o para exportación, además de buenos suelos útiles para la captura de carbono de la atmósfera (Dato Crucial 8).

Aunque, a pesar de sus recursos, la descarbonización será complicada y riesgosa para los países en desarrollo. Los países más pobres exigen que los países industrializados paguen por su responsabilidad histórica en el cambio climático (Dato Crucial 9). Una de las claves de la tensión entre los países desarrollados y los que se encuentran en desarrollo es que a los primeros les urge reducir y cortar las emisiones de carbono, mientras que los otros tienen como prioridad el crecimiento económico de su población. Además, otro de los elementos de tensiones entre estos países será la falta de ayuda por parte de los países desarrollados, sobre todo, porque los efectos más devastadores del cambio climático recaen en los países en desarrollo que no son los responsables del problema (Dato Crucial 10).

Debido a la urgencia de actuar contra el cambio climático, las economías emergentes precisarán de encontrar formas de desarrollarse sin tener como base los combustibles fósiles. El problema es que las energías renovables todavía son incapaces de satisfacer la demanda energética de la industrialización y otras formas de desarrollo son limitadas. Por tanto, es muy probable que, si los países desarrollados aumentan sus esfuerzos por la descarbonización, y los países en desarrollo no encuentran alternativas de crecimiento, la brecha entre unos y otros crezca aún más.

Además, otro escenario de tensiones entre países desarrollados y en desarrollo será en torno a la producción de los combustibles fósiles. Países como Mozambique, Guyana, entre otros cuentan con grandes reservas de hidrocarburos que quisiesen explotar; pero dichas pretensiones pudiesen verse afectadas por sanciones y presiones de países desarrollados líderes en materia de cambio climático.

2.1 Cómo reducir los riesgos

La transición energética implica la transformación total de la economía global e inversiones muy elevadas, el rediseño del sistema energético global es de tal magnitud y profundidad que no podrá ser coordinado ni fluido. Puede que cuando se haya transitado completamente, o muy cerca, de un sistema energético descarbonizado muchos de los actuales problemas de seguridad energética se vean disminuidos; pero en el camino si la seguridad energética u otros elementos clave de la seguridad nacional entran en contradicción con la lucha contra el cambio climático, es muy probable que se priorice la seguridad energética y nacional.

Es fundamental que el liderazgo climático internacional busque disminuir los riesgos económicos y geopolíticos inherentes a la transición energética. Para dicho fin los gobiernos y líderes políticos deben considerar cuatro aspectos clave. En primer lugar, se debe procurar aumentar las herramientas para asegurar la seguridad energética y enfrentar la inevitable volatilidad. En este sentido no se debe descartar la energía nuclear, pues es una fuente de energía con emisiones cero, además tampoco deben deshacerse las herramientas de seguridad energética como la Reserva Energética de Petróleo de Estados Unidos.

Un segundo elemento es que los líderes políticos deben mantener bastante flexibilidad sobre las fuentes de energía. No se sabe cuál será la demanda energética en el futuro, por lo que deben mantenerse en reserva algunos activos de combustibles fósiles por si en algún momento la demanda supera a la oferta de energía. También deben tomarse medidas cuyo objetivo sea reducir los posibles desequilibrios entre la oferta y la demanda.

Además, los gobiernos pueden impulsar la seguridad energética mediante la reducción de los riesgos de la cadena de suministros, sin recurrir al proteccionismo. No debe buscarse la independencia energética, sino la flexibilidad en un sistema energético diversificado e interconectado.

Finalmente, los dirigentes políticos deben gestionar las formas en que la transición energética profundizará las desigualdades sociales que pueden desembocar en una reacción política contra las energías limpias. Los gobiernos deberán respaldar a las comunidades cuyos empleos dependen de los combustibles fósiles, y ayudar a los sectores más pobres con subvenciones o temporales ajustes impositivos para que puedan enfrentar la volatilidad de los precios.

Los gobiernos necesitan acelerar el ritmo de la transición energética para poder combatir el cambio climático; pero no deben perder de vista la geopolítica y necesitan actuar para reducir los posibles riesgos que traerá la transición. La tecnología puede ayudar con problemas técnicos y logísticos, pero la competencia, las diferencias de poder, la búsqueda por defender sus intereses y aumentar su influencia son elementos que permanecen. El riesgo de no prestar atención a los problemas geopolíticos es que la seguridad nacional puede entrar en contradicción con las acciones contra el cambio climático, y el mundo no está para soportar la desaceleración del camino hacia el fin de las emisiones de carbono.

Datos cruciales: 

1.- En un informe de la Agencia Internacional de Energía (2021) se calculó que incluso si en 2050 el mundo lograba el nivel cero necesario para evitar el aumento de la temperatura en 1.5 grados centígrados por encima de los niveles pre-industriales, se seguiría utilizando la mitad del gas y la cuarta parte del petróleo que actualmente se usan. Por su parte, la Universidad de Princeton señaló que bajo el supuesto de que Estados Unidos alcanzara las cero emisiones netas en 2050, este país seguiría utilizando entre una cuarta parte y la mitad del petróleo y gas que actualmente consume.

2.- Actualmente Australia, Chile, Japón y Arabia Saudí son países pioneros en el comercio de hidrógeno bajo en carbono y amoniaco en la esfera internacional; por lo que podrían establecer estándares de infraestructura y normas de certificación para estas fuentes de combustible, y mediante esta reglamentación obtener ventaja para sus propias tecnologías y equipos.

3.- La Agencia Internacional de Energía estima que para alcanzar el objetivo de cero emisiones netas en 2050 es necesario duplicar la producción de energía nuclear; por lo que los estándares y la reglamentación de la energía nuclear serán un elemento crucial. En 2018, de los 72 reactores nucleares planificados o en construcción fuera del territorio ruso, más de 50% son construidos por empresas rusas, alrededor de 20% por empresas chinas y menos de 20% por las empresas estadounidenses. Por tanto, China y Rusia se perfilan como los sujetos que tendrán más influencia en las normas y estándares de seguridad relacionadas con la energía nuclear.

4.- Según la Agencia Internacional de Energía la transición energética disparará el comercio mundial de minerales críticos, que pasará del actual 10% del comercio relacionado con la energía a un aproximado 50% en el año 2050.

5.- Actualmente pocos países concentran gran parte de los minerales críticos en la transición energética, la República Democrática del Congo otorga más de la mitad del suministro mundial de cobalto, Australia la mitad del litio, y China la mitad de las tierras raras. En comparación, cada uno de los tres mayores productores de petróleo, Estados Unidos, Rusia y Arabia Saudita solamente representa 10% de la producción mundial.

6.- Según la Agencia Internacional de Energía un mundo con cero emisiones netas en 2050 solamente tendrá 38% del comercio total relacionado con la energía en relación a un mundo que se mantuviera en su trayectoria actual.

7.- Según investigadores de Princeton el consumo total de energía en Estados Unidos será tres o cuatro veces mayor con una economía descarbonizada que su actual consumo.

8.- Se estima que la quinta parte de las reducciones necesarias para alcanzar el nivel de cero emisiones netas vendrá de la retirada de dióxido de carbono de la atmósfera.

9.- Desde el comienzo de la era industrial, alrededor de 25% de las emisiones provienen de Estados Unidos y un porcentaje similar corresponde a Europa; en contraste, solamente 2% proviene de toda África.

10.- En la cumbre climática de Copenhague en 2009 los países desarrollados se comprometieron a entregar 100 000 millones de dólares en ayudas para los países en desarrollo antes de 2020, pero para 2022 el compromiso no se ha cumplido. Además, ese compromiso es insignificante respecto a la cantidad de entre 1 y 2 billones de dólares que cada año necesitan las economías emergentes para poder alcanzar las emisiones netas cero en 2050.

Trabajo de Fuentes: 

IEA [2021],World Energy Outlook 2021, Paris, IEA, 383pp, https://www.iea.org/reports/world-energy-outlook-2021/executive-summary

Nexo con el tema que estudiamos: 

El artículo es interesante pues muestra la mirada desde dos sujetos que han participado de la política de seguridad estadounidense, de los posibles riesgos y los espacios de poder y competencia que se abrirán durante el proceso de transición energética. Desde esta mirada no sólo China y Rusia se presentan como enemigos que podrían incrementar su poder en el transcurso de la descarbonización; también se clasifica al Sur Global como potenciales enemigos del Norte Global.