Dora Villanueva es reportera en el área económica para el periódico mexicano La Jornada.

Según José Gervasio Partida Sedas, profesor investigador del Centro Regional Universitario de Oriente (CRUO), las empresas transnacionales del café tienen control sobre el negocio, compran el café, venden semillas híbridas y fertilizantes.

Sin embargo, estos productos parecen estar enfermando el cultivo, pues aparecen pequeñas manchas amarillas sobre las hojas, como si el sol las estuviese quemando y éstas terminan por caerse. Con esto no hay un ciclo regular en la fotosíntesis, lo que afecta al fruto.

La roya ha afectado las zonas bajas por años, sin embargo, los cambios en los regímenes de temperatura han provocado aumento en las olas de calor, lo que provoca que el hongo avance hacia terrenos altos. Es ahí donde las transnacionales encontraron la oportunidad de insertar las semillas híbridas; entre la canéfora (o robusta) y arábica, pues se supone son más tolerantes a la roya. Aunque Partida Sedas advierte que es falso, y además se agrega una plaga, un insecto que perfora y seca las cerezas del café.

Aunado a esto, los pagos a los productores por sus colectas son bajos, lo suficiente como para no poder tratarlas e invertir en nutrir las fincas.

Las transnacionales son las que controlan el mercado del café, así que los cambios gubernamentales nacionales no hacen ninguna diferencia en la política cafetalera.

“No hay el financiamiento en investigación para apoyar un modelo alternativo de la caficultura nacional, no existe; pero sí hay un proyecto de las trasnacionales, en el mismo enfoque neoliberal de sacar la máxima producción de una pequeña área usando biotecnología e insumos”.