Climate Collateral. How military spending accelerates climatebreakdown

Cita: 

Akkerman, Mark et al. [2022], Climate Collateral. How military spending accelerates climatebreakdown, Amsterdam, Transnational Institute, noviembre, https://www.tni.org/files/publication-downloads/climate_collateral_repor...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Noviembre, 2022
Tema: 
Los grandes derrochadores militares también son los que más contaminan
Idea principal: 

Mark Akkerman es investigador de Stop Wapenhandel (Campaña holandesa contra el comercio de armas) y participa activamente en la investigación del TNI sobre militarización fronteriza.


Introducción
A pesar de los sucesos que ha dejado 2022 en el tema medioambiental (por ejemplo, las inundaciones en Pakistán o la hambruna en el Cuerno de África), el reciente conflicto bélico entre Ucrania y Rusia deja entrever que la inversión militar es un tema más importante para las potencias mundiales de lo que es la inversión contra el cambio climático.
Este hecho se corrobora con la ayuda internacional que ha recibido Ucrania, con cerca de 85.8 millones de dólares y 7.5 millones de refugiados blancos en Europa.


"Esto significa que los conflictos armados generan una mayor movilización internacional que el deterioro ambiental."


La inversión militar y la formación del Complejo Industrial Militar tienen dos características:
Por un lado, muestra que Estados Unidos, Europa y demás aliados realizan estos movimientos e inversiones para obtener una ganancia geopolítica y/o económica en el largo plazo. Por el otro, existe una fuerte correlación entre la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) y los conflictos militares; dado que las guerras incrementan la cantidad de GEI.
El informe de TNI indaga sobre la importancia de la industria militar y sus efectos negativos sobre el clima al reducir el financiamiento y desvío de la atención sobre la inestabilidad climática.

Los grandes derrochadores militares son los mayores emisores.
Se les conoce como países del Anexo II, a aquellas naciones ricas que más han contribuido en causar el cambio climático históricamente. Estos países se han comprometido ante la ONU a reducir sus emisiones de GEI y brindar ayuda económica a los países de bajos ingresos para enfrentar el cambio climático. El anexo II evalúa estos compromisos y la inversión militar de estos países.
La tabla no.1 muestra que los grandes inversores y gastadores en industria militar, también son los que han aportado mayores emisiones de GEI de 2013 a 2021. El top 10 es encabezado por Estados Unidos, China, Rusia, Alemania, Japón, Reino Unido, Canadá, Francia, Australia y Brasil. Los países del Anexo II representan 56.3% del gasto militar mundial.

Cabe resaltar que China, Rusia y Brasil no forman parte del Anexo II, pero si han contribuido históricamente (aunque no tanto como los otros países) con la emisión de GEI y esos no los exime de no hacer lo correspondiente con el tema del cambio climático.

Una proyección para 2025 estima que los países del Anexo II serán responsables de 60.9% de las emisiones totales de GEI. En cuanto a gasto militar, la tabla no. 2 muestra que la mitad de los países ricos y altos emisores de GEI pertenecen al anexo II. El resto de los países que encabezan la lista, a pesar de no ser considerados ricos, cuentan con un nivel de desarrollo económico considerable y es por eso que se señala que también deben pagar por el deterioro ambiental.

Emisiones militares
Ningún país tiene la obligación de reportar la cantidad de emisiones generadas a partir de su gasto militar. De manera voluntaria comparten la información en el sitio Military Emissions Gap, aunque se tiene cierta incertidumbre porque se cree que no solo muestran una fracción del total de emisiones.
De acuerdo con datos de Scientists for Global Responsability (SGR, por sus siglas en inglés) y Tipping Point North South, en 2017 la huella de carbono de la industria militar era de 5% mientras que para 2022 aumentó a 5.5% del total de emisiones de GEI.

Neta C. Crawford, codirectora del proyecto Cost of War, estimó que de 2001 a 2018, la intervención estadounidense en Afganistán e Irak contribuyó con 40% de las emisiones de GEI del total de emisiones del ejército.
Incluso la destrucción que deja la guerra también genera toneladas de CO2, tal es el caso de la destrucción de los bosques en Vietnam o la quema de pozos petroleros en Kuwait. En general, la guerra aumenta cuantiosamente las emisiones de GEI.

El gasto militar desde la invasión rusa a Ucrania
El gasto militar a nivel mundial comenzó a incrementarse a partir de 1990 con un punto de inflexión considerable a partir de 2014 cuando Rusia comenzó con la primera invasión a Ucrania (Dato crucial 1).
La razón del aumento en el gasto militar es respondida por la invasión rusa a Ucrania y por el ascenso económico y geopolítico de China. Nunca se ha tomado en cuenta la opinión de la población y solamente se excusan los gobiernos nacionales de velar por los intereses de sus ciudadanos: la amenaza de la OTAN o Rusia.

Incluso la OTAN desde 2014 ha acordado invertir por lo menos 2% de su PIB en gastos militares. Es así, que Estados Unidos tiene el presupuesto más alto de su historia (840 mil millones de dólares para el año fiscal 2023); Japón, Canadá y Australia también han incrementado sus gastos. En el caso de Rusia, aumentó su presupuesto a 83.5 mil millones de dólares de 65.9 mil millones de dólares. Por su parte, China aumentó su gasto militar en 7.1% del PIB. En total, los miembros de la OTAN gastan 56% del PIB en gastos militares, mientras que Rusia y China 3% y 14% respectivamente (Dato crucial 2).

Si hablamos de bloques militares, la OTAN supera a Rusia en cuanto a equipo e infraestructura e incluso si los rusos se aliaran con China, les costaría años igualar a la OTAN porque representarían únicamente 17% del gasto militar total a nivel mundial.

La financiarización de la industria armamentista se ha posicionado en años recientes como un aliado importante en el tema geopolítico. Es así como gobiernos y sus ejércitos consideran importante tener a la industria bélica como aliado. La tendencia en el incremento del valor de las acciones de las empresas armamentísticas viene observándose desde 2021, de acuerdo con la Agencia Europea de Defensa (EDA). En 2022, la tendencia se ha consolidado aún más por el hecho de la intensificación de la invasión rusa a Ucrania y además el gasto militar alemán por 100 mil millones de euros (aunado al gasto que ya hace Unión Europea y en general la OTAN). De lo que no queda duda, es que el aumento del gasto o las inversiones en la industria militar tendrán sus repercusiones en las emisiones de GEI.

Financiamiento climático vs Gasto militar

La promesa que hicieron los países del Anexo II derivada del Acuerdo de Paris en 2015 de ayudar a los países pobres contra el cambio climático con una inversión de 100 mil millones de dólares por año no se ha cumplido. De acuerdo con Oxfam Internacional en 2020 existía un déficit por 17.7 mil millones de dólares, muy lejos de lo prometido. La gráfica 1 muestra que la evolución en las finanzas climáticas ha ido incrementando a partir de 2015, sin embargo, en efecto no se ha alcanzado en ningún año el objetivo.

Finanzas climáticas reales
Lo que se supone sería un fondo destinado para la adaptación climática de los países pobres no se otorga como subvención, sino como préstamo. De acuerdo con Oxfam Internacional, 70% de la financiación climática se otorgó bajo este esquema (dato crucial 3). Esto hace que los países pobres que ya están endeudados se endeuden más. Además, según Oxfam, los países ricos destinan mucho menos de lo que declaran, eso hace que se reduzca en 50-54% la financiación que declaran.

Adicional a esto, CARE, una ONG humanitaria, informa que el financiamiento en realidad no es nuevo, sino que se viene tomando del rubro del presupuesto destinado a los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS). Solo 6% de la financiación entre 2011 y 2018 fue nueva y adicional.

Financiamiento climático versus gasto militar
La tabla 3 muestra los reportes oficiales proporcionados por los países del Anexo II. De acuerdo con la información, el financiamiento climático se ha incrementado desde 2013, así mismo también el gasto militar. La tasa indica que el gasto militar es mucho mayor de lo que se destina al cambio climático.

Para Oxfam Internacional, los datos no muestran la totalidad de la realidad. De acuerdo con sus estudios, el gasto militar es por lo menos 30 veces más. De la misma manera, los escenarios optimistas mostrados en la COP26 de alcanzar 500 mil millones de dólares en el periodo 2021-2025 para financiamiento climático no se van a cumplir si se toman en cuenta los datos que el Anexo II proporcionó. Incluso no superarían ni los 95 mil millones de dólares anuales para 2025. Oxfam Internacional señala que no existe certidumbre en los datos oficiales y estima que la financiación climática es la mitad de lo que se informa (en total dejaría unos 47.5 millones de dólares para 2025).

El pronóstico indica que la brecha entre financiamiento climático y gasto militar va a ser más grande. Prueba de esto, es el aumento de gasto militar de Alemania por 100 mil millones de dólares que representa más de lo que se destina actualmente al cambio climático.

¿Afectaran los aumentos en el gasto militar a la financiación climática?
Organizaciones civiles y ambientales, así como expertos en cambio climático concuerdan que el objetivo de la OTAN de destinar 2% del PIB al gasto militar es una cuestión que tienen muy presentes sus países integrantes, es así como naciones como Reino Unido, Holanda o Noruega han decidido reorientar los recursos destinados a la financiación climática.

Para Nisreen Elsaim, presidenta del grupo consultivo de jóvenes por el cambio climático, el hecho de exista una intervención militar en Ucrania no significa que el deterioro ambiental se va a detener. Todo lo que se desarrolle a raíz del incremento en gasto militar, impulsará el aumento de las emisiones de GEI.

Exportaciones de armas y asistencia militar
La industria armamentística también deposita su huella de carbono. Los países del Anexo II también son los mayores proveedores de armas en el mundo. Estados Unidos es el mayor exportador de armas, además de proporcionar Financiamiento Militar Extranjero (FMF, por sus siglas en inglés). En 2013 sus principales destinos fueron Egipto, Israel y Pakistán (dato crucial 4).

Igualmente, Unión Europea realiza financiamiento militar y donaciones para asegurar sus fronteras contra el terrorismo y la inmigración. Actualmente también ya puede realizar donaciones a países que no sean pertenecientes al bloque económico. Gracias a esto, en 2022 utilizó su presupuesto para armar a Ucrania (dato crucial 6). Rusia y China, quienes no pertenecen al Anexo II, son exportadores de armas muy importantes (segundo y cuarto mayores exportadores). Contribuyen con 20.5% y 55% respectivamente del total de las exportaciones de armas en el mundo.

Venta de armas a países vulnerables al clima

Las áreas verdes de esta imagen muestran a los 40 países más vulnerables al cambio climático desde 2013. Además, presentan una o varias características similares, tales como: Índice de Desarrollo Humano bajo, conflictos armados y regímenes autoritarios.
De estos países con grandes problemas estructurales y coyunturales, los del Anexo II, Rusia y China exportan armamento, incluso si la ONU o Unión Europea les tenga prohibido comprar armas (tal es el caso de Afganistán, República Centroafricana, Myanmar, etc.).

Además de incrementar la emisión de GEI y ser protagonistas de conflictos bélicos, los países ricos catalizan los conflictos en estas regiones empobrecidas mediante el tráfico de las armas. Se dice “catalizan” porque empeoran y alimentan los conflictos en los países vulnerables al cambio climático a través de la venta de armas. Si existe un ambiente represivo y militarizado, las exportaciones lo fortalecen.

¿Puede la Milicia hacerse verde?

Son 17 de los 24 países del Anexo II que pertenecen a la OTAN, la cual tardíamente en 2021 anunció su Acción Climática y Plan de Seguridad, en donde básicamente se compromete a reducir sus niveles de GEI sin perjudicar su eficacia militar.
En general, las promesas de la OTAN son muy vagas, no definen las vías por la que van a conseguir reducir las emisiones y no cuentan con una estandarización para implementar sus estrategias porque argumentan que si se hace público puede poner en riesgo información estratégica. Su secretario general, Stoltenberg, ha anunciado objetivos como reducción de GEI a 45% en 2030 o cero neto para 2050.

Algunos otros compromisos contemplan:
• Estados Unidos pretende adaptar sus instalaciones, infraestructura y mano de obra para hacer frente a las consecuencias del cambio climático.
• La Marina y la Fuerza Aérea de Estados Unidos explorará adaptar las instalaciones y reducir las emisiones de su maquinaria, utilizar combustibles alternos, etc.

Obstáculos para la reducción de emisiones
Es difícil que el sector militar consiga obtener ese “cero neto” en emisiones. Sus planes, como se había mencionado son vagos y en realidad, el problema no está en modificar sus instalaciones sino en hallar la manera de que su armamento y ejercicios militares no generen GEI.

Reemplazar los combustibles fósiles tampoco es un objetivo que sea fácil de alcanzar ya que sus opciones son limitadas. Alternativas como el uso de hidrógeno, energía nuclear, eléctrica o biocombustibles, realmente no satisfacen lo que su industria demanda (sus operaciones y ejercicios representan aproximadamente 75% del consumo de energía). Además, la utilización de estas energías alternativas implica también el desgaste de otros recursos naturales importantes como el agua o la naturaleza.
El problema también radica en la disponibilidad. La industria militar no es la única que demanda combustibles eficientes y amigables con el medio ambiente, también la sociedad civil clama por ello. La producción en general todavía es limitada.

Objetivos militares por encima de objetivos climáticos
Ni la OTAN ni Estados Unidos pretenden poner por encima los objetivos climáticos a costa de la disminución de sus operaciones militares. Para ellos la seguridad nacional y de sus intereses es primordial. Joe Biden lo confirmó en diciembre de 2021 cuando mencionó que existe un camino firme hacia la reducción de emisiones en 2050 en la “mayor medida de lo posible”.

Desafortunadamente, aunque por mucho tiempo naciones ricas sostengan el compromiso de emisiones cero a 2050, el actual conflicto bélico entre Rusia y Ucrania pone de manifiesto que esos compromisos se abandonan por cumplir con los objetivos militares (dato crucial 8).

Es muy difícil romper la estructura histórica con que las naciones ricas e imperialistas han conseguido ser el centro de la economía mundial y de los combustibles fósiles. A través de estos mecanismos han logrado influir y/o participar directa o indirectamente en derrocamientos y golpes de Estado en países de la periferia como Irán, en donde sus principales intereses son comerciales. También recurren a terceros otorgando financiamiento y apoyo para proteger sus intereses nacionales como el caso de Egipto y el control que posee sobre el Canal de Suez, una ruta marítima muy importante (dato crucial 7).

Al final, el movimiento climático que encabezan los países ricos —con Estados Unidos liderando— se trata más de seguir manteniendo su hegemonía que realmente tengan como objetivo primordial detener el cambio climático. El lema de los países ricos es "abogar por la protección y la seguridad" para justificar sus acciones. Para dar cuenta de esto no hace falta ir muy atrás: Por un lado, detener a Rusia porque amenaza la paz de sus aliados; y por el otro, esta China, un país que pretende controlar sectores tecnológicos, industrias clave y materiales estratégicos.

La OTAN entiende a la seguridad climática con poder operar aún con los niveles del mar por encima del promedio, explorar nuevas rutas y tierras ante el derretimiento del casquete polar, atender emergencias climáticas para hegemonizar y militarizar a regiones. De esta manera, la crisis climática se encuentra con un panorama en donde existe una creciente militarización del mundo y un conflicto de intereses entre bloques de poder.

Cómo el gasto militar puede beneficiar a los países más vulnerables al cambio climático

Mientras los países ricos continúan estancados en averiguar cómo resolver el problema del cambio climático, los países pobres se quedan a la deriva, ya que además de enfrentar este problema, su nivel de endeudamiento sigue incrementando a raíz de los estragos climáticos.

Las inundaciones en Pakistán ponen en evidencia cómo un país puede endeudarse para hacer lo mínimo por asegurar a su población. Las estimaciones recientes indican que el país tendrá que destinar más de 4 puntos porcentuales de su PIB. También, la guerra de Rusia contra Ucrania ha contribuido al empeoramiento de la situación con el aumento de la inflación y subidas en las tasas de interés. Y, de hecho, arrastrando también los estragos que ha dejado la pandemia, TNI informa que 55 de los países más vulnerables al cambio climático incrementaron su deuda de 2015 (464 mil millones de dólares) a 2020 (686 mil millones de dólares) y eso empeorará a medida que la intervención militar rusa en Ucrania se prolongue.

Promesas rotas, fondos insuficientes
A través de este reportaje se ha mostrado cómo la promesa del Acuerdo de París de 100 mil millones de dólares por año está lejos de cumplirse. Las inundaciones en Pakistán develan que la ayuda de los países ricos a los países pobres es nula o insuficiente.

La agencia gubernamental L&MIC pronostica que para 2030 los costos económicos en materia de pérdidas y daños serán entre 290-580 mil millones de dólares.

Los países ricos no han podido generar acuerdos reales y alcanzables para ayudar a los países más vulnerables. La mayoría cuenta con un plan, pero de acuerdo con el Informe sobre la Brecha de Adaptación 2020, no saben cómo implementarlo. La firma McKinsey estima que el costo por llegar al cero neto para 2050 será de 9.2 billones de dólares.

El gasto militar desviado podría ayudar a llenar la brecha financiera
Lo que se destina al cambio climático o lo que podría ser el costo por llegar al cero neto, no se le compara con el despilfarro de los mayores derrochadores en gastos militares. Barbara Lee y Mark Pocan señalan que sí el gasto militar se redujera en Estados Unidos en 100 mil millones de dólares y ese dinero se destinara a finanzas climáticas, eso en realidad no representaría un problema grave para el ejército estadounidense (dato crucial 9).

Para comprobarlo, en plena Guerra Fría, Unión Soviética redujo su presupuesto militar 14% en 1990 y Estados Unidos recortó el presupuesto militar en más de 200 mil millones de dólares. Eso permitía fomentar la prosperidad sin dejar de lado la seguridad nacional.

Actualmente la situación es diferente y la OTAN gasta 17 veces más que Rusia en industria militar. Eso significa que destinar al menos 5% de su prepuesto sería suficiente para ayudar a pagar los costos generados por la adaptación climática. En conjunto, se requiere de mayor diplomacia y negociaciones efectivas que aseguren el mejor camino que convenga a todos.

Construyendo una transición justa
Las iniciativas globales como el “Green New Deal” tratan de crear reformas hacia una transición ecológica basadas en las ideas comunes como la descarbonización o utilización de energías renovables. La mayoría no incluye la influencia de las acciones militares en el incremento de GEI y deterioro ambiental. Es vital incluirlo porque se trata de generar una prosperidad verde pero también pacífica.

Considerar como un factor clave más al gasto militar puede ayudar a reorientar el capital despilfarrado y destinarlo a la financiación climática.

Por ejemplo, la industria militar de Estados Unidos representa por lo menos 15% de todos los empleados del sector manufacturero en el país (dato crucial 12). La experiencia del personal del ejército en cierres de plantas que tratan el carbón puede ser utilizado asertivamente para repensar la transición verde desde una economía militar. Además, de acuerdo con el Instituto Watson, Universidad de Brown, sí se destina la misma inversión en trabajadores en la industria militar, se crearían 40% más empleos en infraestructura o en energías limpias, 100% más en salud y 120% más en educación.

Datos cruciales: 

1.- La gráfica 2 muestra el aumento los gastos militares en los cinco continentes. Destaca el Norte Global encabezado por los países de la OTAN (Europa y Estados Unidos). El incremento también es considerable a partir de 2010 para la región Asia-Oceanía, donde se encuentran países militares importantes como China, Rusia y Corea del Norte. En general, se observa un incremento de todos los continentes a partir del año 2015.

2.- Antes de la invasión rusa a Ucrania, el gasto de la OTAN era 17 veces mayor que la de Rusia. Estados Unidos lidera el grupo con un gasto de 38% del total.

3.- Con un escenario oficial y uno realista, la tasa entre financiamiento climático y gasto militar de los países del Anexo II se mantendrá en 1:30 en el largo plazo.

4.- La tabla muestra que una parte de los países del Anexo II, también son los mayores exportadores de armas en el mundo. El top 3 es encabezado por Estados Unidos, con 35.7% del total de las exportaciones; Francia con 20.5% y Alemania con 5.2%.

5.- En el periodo 2013-2021, los países del Anexo II representaron 64.6% del valor total de las transferencias internacionales de armas.

6.- Unión Europea pudo realizar donaciones y financiar gasto militar a países no pertenecientes gracias a la modificación del marco del Fondo Europeo para la Paz (EPF, por sus siglas en inglés) durante el ciclo presupuestario 2021-2027.

7.- Caso de estudio: Egipto y la COP27, “lavado verde de un estado militar”. Es polémico y preocupante que Egipto haya sido sede de la COP27 cuando es un país con un régimen militar represivo. Contradictoriamente se sabe que la venta de armas también contribuye al incremento de GEI.
La inversión militar de Egipto lo convirtió desde 2017 en el quinto mayor importador de armas en el mundo. Sus principales socios comerciales en este rubro son Rusia (41% de las ventas), Francia (21%), Italia (15%), Estados Unidos (6.5%) y Alemania (que es su mayor mercado de armas con 4 330 millones de euros en 2021). Además, el país también cuenta con la producción y la co-producción de armas pequeñas, vehículos blindados y buques de guerra. En 2022 la tendencia ha continuado en Egipto a pesar de la inflación mundial, la devaluación de su moneda, subida de combustibles y recortes en las subvenciones. Aunque Unión Europea declare que aboga por los derechos humanos, impulsa la venta de armas a Egipto porque estratégicamente le conviene, ya que considera que la nación africana es la puerta trasera a Europa. Es así como la Comisión Europea en 2022 asignó 23 millones de euros tras el aumento de cruces marítimos por sus fronteras y 57 millones de euros en 2023 para proporcionar equipo y servicios para salvaguardar su frontera. La situación actual de Egipto bajo el régimen de Al-Sisi empeorará aún más pues siguen perdurando los acuerdos y ventas de armas bajo esquemas cuestionables por parte de Unión Europea. La economía y estado egipcio están controlados por la represión militar y es una situación que ya tiene años. El régimen militar de Egipto controla varias esferas de su economía desde la agrícola hasta la industrial.
El anfitrión de la COP27 en 2022 ni siquiera tiene las credenciales para jactarse de ser un país que desarrolla políticas para combatir el cambio climático. Por el contrario, promueve la destrucción de espacios públicos y naturales y compite por suministrar gas a Europa gracias a que en 2015 encontró yacimientos de petróleo.

8.- El gasto militar y las ventas de armas se han disparado en 2022. Se ordenaron 476 de los aviones de combate más devoradores de gasolina, el F-35 para la República Checa, seis más para los Países Bajos además de los pedidos anteriores, 35 para Alemania, 36 para Suiza y 375 para Estados Unidos.

9.- Los 10 principales derrochadores militares representan 75% del total global de 2.1 billones de dólares. Ni la reciente Ley de Reducción de la Inflación de Biden para enfrentar el cambio climático (37 mil millones de dólares por año durante 10 años) le hace justicia al presupuesto anual del Pentágono.

10.- El fin de los subsidios a los combustibles fósiles, el desembolso de Derechos Especiales de Giro (DEG) y nuevos impuestos sobre la extracción de combustibles fósiles, las transacciones financieras, la aviación y el transporte marítimo, generarían nuevas entradas monetarias en pro del cambio climático.

11.- La Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN, por sus siglas en inglés) señala que, dentro de este total global de gasto militar, solo nueve países gastaron 82 mil millones de dólares en sus arsenales nucleares en 2020, 5 mil millones de dólares adicionales desde 2019. Este gasto por sí solo cubriría 80% del gasto anual prometido para las finanzas climáticas.

12.- La industria militar de Estados Unidos, por ejemplo, emplea directamente a casi 1 millón de personas, lo que representa alrededor de 15% de todos los empleados en el sector manufacturero de Estados Unidos.

Nexo con el tema que estudiamos: 

En efecto, considerar el gasto militar es una pieza fundamental para alcanzar los objetivos climáticos. Al parecer, una parte importante de la población, incluidos los activistas climáticos, han normalizado los conflictos bélicos y se ha dejado de lado el hecho de que todo lo que genera un enfrentamiento armado, no solo genera lamentables pérdidas de inocentes, sino una grave destrucción al medio ambiente. Nuevamente existe un vínculo y una razón más, de culpar a los países ricos por el deterioro ambiental. También, otra vez está involucrado un gran complejo sector industrial conformado por las empresas que fabrican armamento.
Es difícil pensar en una milicia mundial verde. Es utópico.