Jason Hickel es profesor en el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambiental en la Universidad Autónoma de Barcelona, sus principales líneas de investigación son la economía ecológica y la desigualdad mundial.

Giorgios Kallis es profesor de economía ecológica y ecología política en el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambiental en la Universidad Autónoma de Barcelona y en la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados, se especializa en decrecimiento.

Tim Jackson es director del Centro para la Comprensión de la Prosperidad Sostenible, en Guilford, Reino Unido.

Daniel O´Neil es profesor asociado de economía ecológica en la Escuela de la Tierra y el Medio Ambiente en la Universidad de Leeds, también es presidente de la sociedad europea para la economía ecológica.

Juliet B. Schor es economista y profesora del departamento de sociología en el Colegio de Boston.

Julia K. Steinberger es profesora de economía ecológica en el Instituto de Geografía y Sustentabilidad en la Universidad de Lausane, en Suiza.

Peter A. Victor es profesor de estudios ambientales en la Universidad de York, en Toronto, Canadá.

Diana Ürge-Vorsatz es profesor en el Departamento de Ciencias Políticas y Ambientales en la Universidad de Europa Central, en Viena, Austria.

La economía mundial se estructura en torno a la idea del crecimiento económico, del constante aumento de la producción. El gran problema de esta dinámica es que impulsa el colapso ecológico, del que los principales responsables son los países ricos, las corporaciones y las clases acaudaladas que consumen energía y recursos a niveles insostenibles. El crecimiento económico es incompatible con el bienestar social y la reducción del daño ambiental.

El decrecimiento consiste en disminuir el consumo de energía y de recursos mediante la reducción de la producción más destructiva e innecesaria, al tiempo que la actividad económica se enfoca en el bienestar de las personas. Esta propuesta tiene el potencial de acelerar la descarbonización, detener el colapso ecológico, elevar el bienestar social, y liberar recursos y energía para los países pobres que aún necesitan del crecimiento económico para prosperar.

De acuerdo con los recientes informes del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (2022) y de la Plataforma Intergubernamental de Ciencia Política sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (2022), las políticas de decrecimiento pueden considerarse parte de la lucha contra la perdida de biodiversidad y el cambio climático.

Las políticas de decrecimiento deben tener, al menos, cuatro elementos centrales:

1- Disminuir la producción de los sectores más destructivos y menos necesarios, así como eliminar la obsolescencia programada, alargar la vida útil de los productos y reducir el poder adquisitivo de los ricos (Dato Crucial 1).

2.- Mejorar los servicios públicos. Servicios públicos eficientes y universales pueden elevar el bienestar social sin recurrir a un exagerado consumo de recursos.

3.- Garantía de empleos verdes. Un programa que garantice trabajos verdes capacitará y movilizará mucha fuerza de trabajo que se ocupe de urgentes problemas sociales y ecológicos, como la regeneración de ecosistemas. Además, se terminaría el desempleo y se aseguraría una transición justa para quienes trabajan en industrias en declive.

4.- Reducir la jornada laboral. Esto implica reducir las emisiones de carbono y liberar más tiempo que las personas pueden destinar a actividades de cuidado o de bienestar, además de equilibrar los empleos con la disminución de la producción menos necesaria.

5.- Permitir el desarrollo sostenible. Esto implica cancelar las deudas injustas e impagables de los países menos ricos, abolir el comercio internacional desigual, así como reorientar la capacidad productiva hacia objetivos sociales.

Aunque algunos países y ciudades han implementado algunas políticas de este estilo, una estrategia integral de descrecimiento requiere cinco ejes de investigación (Dato Crucial 2).

Abandonar la dependencia al crecimiento

La economía actual depende del crecimiento en diversas formas, y se tienen que realizar investigaciones que identifiquen y aborden dichas dependencias. Es necesario que el interés financiero a corto plazo deje de ser el objetivo principal, para priorizar cuestiones sociales y ecológicas. Por tanto, se necesita desarrollar nuevos modelos macroeconómicos para estabilizar la economía que incluyan tanto variables económicas y financieras como sociales y ecológicas. De hecho, hay algunos modelos en marcha que modelan el impacto de políticas de decrecimiento, como Low Grow SFC, EUROGREEN y MEDEAS; el problema es que se centran en la escala nacional, por lo que es necesario desarrollar modelos que tomen en cuenta variables internacionales.

Financiar servicios públicos

El financiamiento de los servicios públicos no debe depender del crecimiento económico. Algunas de las estrategias para conseguir los recursos necesarios son: eliminar los subsidios a los combustibles fósiles, crear impuestos sobre industrias ecológicamente nocivas y sobre la riqueza. Incluso, los países que emiten su propio dinero pueden utilizar este poder para financiar metas ecológicas y sociales.

Los riesgos inflacionarios causados por una demanda que supera la producción deben ser administrados, y el financiamiento de servicio públicos puede ayudar pues reduce la inflación del costo de vida. De hecho, una estrategia de decrecimiento ayuda al reducir la demanda de bienes materiales.

Cuando los estados o bancos centrales emiten moneda uno de los riesgos es el de aumentar el pago de los intereses de la deuda pública. Aunque las investigaciones sugieren gestionar este riesgo con una política fiscal bien coordinada con la política monetaria; se necesitan modelos e investigaciones empíricas que señalen las ventajas y desventajas de los nuevos mecanismos de política monetaria, como los sistemas de reserva escalonados.

Administrar la reducción de la jornada laboral

Los experimentos con jornadas laborales cortas suelen beneficiar a los trabajadores sin sacrificar la productividad. Pero, casi todos los experimentos se han realizado en el sector público, por lo que se necesitan más investigaciones para determinar si una jornada laboral más corta puede funcionar en otros sectores.

La reducción de la jornada laboral presenta diversas complicaciones que necesitan ser resueltas. Además, aún no hay claridad sobre el impacto colectivo de la reducción del tiempo de trabajo, y es necesario estudiar los posibles efectos negativos (Dato Crucial 3). También es necesario investigar el vínculo entre las horas laborales y las emisiones de carbono. Si bien menos días de trabajo implican menos emisiones de carbono y menos consumo energético; no se ha tomado en cuenta el comportamiento de las personas en una jornada con tres días de descanso, pues más viajes o compras durante el tiempo de descanso implican el aumento de las emisiones.

Reformar los sistemas de abastecimiento

Un eje de investigación crucial es el de las relaciones entre el uso de recursos y el desarrollo social en los sistemas de abastecimiento. Hasta ahora, los estudios al respecto son insuficientes. Los estudios que adoptan una perspectiva desde abajo sostienen que sistemas de abastecimiento más adecuados pueden otorgar una buena calidad de vida con menor consumo de energía; pero es probable que sus cálculos fallen pues no toman en cuenta el papel de instituciones como el estado. Por su parte, los estudios que adoptan perspectivas desde arriba, y toman en cuenta las instituciones, sostienen que para mejorar la calidad de vida se necesita elevar el consumo energético; pero esta perspectiva sigue anclada a la idea de un consumo excesivo, por lo que es probable que sus cálculos sobreestimen el consumo energético.

Es necesario que las investigaciones examinen los diversos sistemas de abastecimiento e integren las dos perspectivas, al tiempo que toman encuentra elementos como el agua y la tierra. Además, la pregunta eje de las investigaciones debe ser qué cambios y tipos de abastecimiento pueden mejorar los sistemas con mejores resultados sociales y ambientales.

Oposición y viabilidad política

Encuestas en países desarrollados muestran que las personas priorizan objetivos que se orientan al bienestar social y la ecología, e incluso hay movimientos sociales que pugnan por la reducción de la jornada laboral; pero, a pesar de esto, los partidos políticos que se inclinan al decrecimiento no logran obtener buenos resultados electorales. Por tanto, es central que nos preguntemos de qué manera se puede construir una base que apoye e impulse políticas de decrecimiento.

Las ciencias sociales deben abordar el problema teniendo en cuenta cuarto elementos. En primer lugar, mediante encuestas y grupos de enfoque hay que identificar las actitudes y prácticas que están cambiando. Como segundo elemento, hay que analizar y aprender de las sociedades cuyos proyectos y formas de vida no se rigen por el crecimiento económico. Como tercer elemento se deben estudiar los movimientos y organizaciones políticas cuyos ideales se emparentan con el decrecimiento, así como a los gobiernos locales que han promovido políticas en favor de la justicia social y los bienes comunales. Finalmente, se necesita comprender de mejor manera la forma en que los intereses políticos y económicos podrían apoyar u oponerse al decrecimiento.

Este último elemento es crucial pues las élites disponen de muchas herramientas para defender sus intereses. Think tanks, grupos de presión, entre otros, y pueden eliminar políticas progresistas. En este sentido, uno de los fenómenos que necesita más investigación es el vínculo entre los medios de comunicación y la formación de una cultura favorable al crecimiento económico.

Además, otro problema para el decrecimiento se presenta en el terreno geopolítico. Las naciones pueden no estar dispuestas a actuar por el temor a sufrir desventajas competitivas, la fuga de capitales, e incluso el aislamiento internacional; por lo que es necesario preguntarse por los escenarios en que los países ricos estarían dispuestos a apoyar una transición hacia el decrecimiento.

¿Qué sigue?

La actuación del gobierno es central, pero las élites políticas tienen una ideología enraizada en la economía neoclásica dominante, y no suelen acercarse a perspectivas económicas diferentes. Por lo tanto, es necesario construir más espacios políticos de debate y análisis de distintas alternativas (Dato Crucial 4).

También se necesitan fuertes movimientos sociales. Abrazar el problema de cómo prosperar sin el crecimiento económico necesitará de movilizaciones masivas de investigadores de diversas disciplinas, así como mayores presupuestos para la investigación sobre el decrecimiento y la economía ecológica.

La discusión sobre las formas de crecimiento es obsoleta para los problemas actuales; la actual pregunta es de qué maneras pueden prosperar las sociedades sin depender del crecimiento económico.