Henry Fountain se especializa en la ciencia del cambio climático y sus efectos. Escribe sobre ciencia para el Times desde hace más de 20 años y ha viajado al Ártico y la Antártida.

Se había pronosticado que la recuperación de la capa de ozono llevaría diez años; sin embargo, gracias al esfuerzo mundial por eliminar el uso de sustancias químicas que la dañaron, esa recuperación no llevará todo ese tiempo.

Hace 100 años fue creada la sustancia química que más ha disminuido el ozono, CFC-11; usado como refrigerante y en la fabricación de espuma aislante. En 2012, cuando pequeñas empresas asiáticas presentaron altas emisiones de esta sustancia, comenzaron a observar los daños, es entonces en 2018 cuando su producción se consideró ilegal.

Otras sustancias que dañaban agresivamente eran los clorofluorocarbonos. Entre 1970 y 1980 investigaciones revelaron que los daños eran graves, y para mediados de la década de los ochenta, se descubrió el agujero de ozono sobre la Antártida, es ahí cuando se tomaron acciones y prohibieron su uso junto con el de más de 100 sustancias en el Protocolo de Montreal en 1989.

Dado que la producción de CFC-11 fue principalmente en refrigeraciones y producción de espuma aislante, los investigadores concluyen que estas sustancias siguen siendo expulsadas, pero ahora de manera paulatina dentro del deterioro y uso de estos artículos.

Si el uso de clorofluorocarbonos y otras sustancias siguen prohibidas, para 2024 los niveles de ozono volverán a ser los de 1980. Si se sigue así, para 2045 se habrá recuperado el daño hecho en el Ártico, y para 2066 el de la Antártida.

Gracias al Protocolo de Montreal, en el que han participado todas las naciones, la recuperación de la capa de Ozono está en proceso. El protocolo estipula un monitoreo atmosférico periódico, en el que participan la Oficina Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), la NASA, la Organización Meteorológica Mundial, el Programa de las Naciones Unidas para el Medioambiente y la Comisión Europea.

La más reciente evaluación rescató el método de inyección de aerosoles estratosféricos. Por medio de aviones y otros medios de distribución, se arroja azufre, que sirve como reflector de los rayos solares, evitando que toquen la superficie, disminuyendo la temperatura.

Este método tiene objeciones, no se sabe si es una alternativa desesperada por reducir los gases de efecto invernadero, y a la larga puede traer graves consecuencias. Fahey, investigador de NOAA, es quien está a cargo de las investigaciones sobre el impacto de los aerosoles de azufre en el ozono. Menciona que los gases son usados para enfriar la Tierra en 5 grados Celsius, puede impactar en el ozono, pero no dañará la capa.