Y por qué solo cien mil? Comunismo del genio, lujosa pobreza y transición ecológica

Cita: 

Santiago, Emilio [2022], "¿Y por qué solo cien mil? Comunismo del genio, lujosa pobreza y transición ecológica", Revista Atlántica, (4): 10-18, https://www.revistaatlantica.com/emilio-santiago-muino/

Fuente: 
Artículo científico
Fecha de publicación: 
Abril, 2022
Tema: 
El arte ecológico-popular y la lujosa pobreza como apuesta frente a la devastación ambiental
Idea principal: 

Emilio Santiago Muiño es doctor en antropología social y científico titular del Instituto de Lengua, Literatura y Antropología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Su principal línea de trabajo se centra en los procesos sociales de transición a la sostenibilidad. También es activista ecosocial del Instituto de Transición Rompe el Círculo y militante de Más Madrid.


Cuestionar las formas en que vivimos e imaginar las posibilidades en que podríamos hacerlo es crucial en el contexto actual pues nos encontramos frente a grandes posibilidades para reorganizar la vida en colectivo; pero el sistema socioeconómico y político imponen un margen de acción sumamente limitado.

La organización actual de nuestras vidas ciertamente no es la mejor de las posibilidades; y, por si fuera poco, está provocando una devastación ecológica sin precedentes que amenaza a la propia humanidad. En caso de no construir las mejores formas de vida posibles, entraremos en una era de incesante guerra por recursos y espacio, de extrema desigualdad, con un clima caótico y un planeta cadavérico.

Por si no fuera poco, a diferencia de otros periodos históricos, la utopía no se nos presenta como imaginable, mucho menos como realizable. Con la caída del muro de Berlín también se derrumbó la idea de las utopías como realizables. El despliegue del neoliberalismo sepultó la creencia de que el futuro puede ser cambiado para mejor mediante acciones políticas contundentes.

Si no cambiamos de rumbo el destino será el genocidio en nombre de una vida llena de excesos. La propuesta de este texto, siguiendo al sociólogo Hartmut Rosa (2018), plantea la “lujosa pobreza” como una apuesta por una vida colectiva contraria a la alienación, una vida muy intensa, resonante, pero con bajo o nulo impacto ecológico.

Si sepultáramos los enfermizos e insaciables impulsos por la acumulación de capital y el consumo, los aspectos cotidianos de la vida, desde nuestros vínculos colectivos hasta el ejercicio y nuestra alimentación podrían potenciarse y contribuir a una vida más intensa y sustentable. El gozo de la vida no tiene que depender del capitalismo fósil, al contrario, placeres como la contemplación de la naturaleza o el deleite gastronómico en comunidad son deseos lujosamente pobres que tienen el potencial de propiciar la movilización social.

En sintonía con la propuesta de la internacional situacionista de mediados del siglo XX, el objetivo es “trabajar para inundar el mercado con una masa de deseos cuya realización no rebasará una huella ecológica humana justamente repartida pero sí rebasarán la vieja organización social y su marco de satisfacción y felicidad”. Los anhelos de un consumo infinito de objetos deben quedar en el pasado. Debemos apuntar hacia la materialización de las utopías de lo suficiente en común, entendiendo que lo común tiene una potencialidad sin límites.

El arte tiene un papel crucial para que la lujosa pobreza se presente como deseable. El simbolismo y la poética de las diversas experiencias artísticas son una gran fuente de sentido vital, capaz de provocar gran resonancia mediante herramientas muy sencillas.

La lujosa pobreza puede democratizar radicalmente las habilidades artísticas, potenciando las grandes capacidades creativas que posee todo el mundo. De hecho, diversas corrientes artísticas, desde la comuna de Paris hasta los situacionistas han pugnado por la democratización artística y la supresión del artista especializado.

La democratización de las capacidades artísticas, o comunismo del genio como lo nombró el surrealismo, es una apuesta por reapropiarnos de nuestras capacidades sensoriales expropiadas, es una disputa por el sentido de la vida cotidiana, desde el amor y el juego hasta el descanso y la producción.

Con la derrota del socialismo la apuesta por el comunismo del genio, tan intensa en otros periodos históricos, entró transe, el horizonte de posibilidad se redujo y el arte se reconfiguro de un modo útil para la economía política neoliberal.

Los problemas que enfrenta de nuestra generación son inmensos y exigen retomar la propuesta del comunismo del genio, articulándolo con la crisis ecológica. La multiplicación de todo tipo de artistas es compatible con la lucha contra la devastación ecológica. De hecho, la apuesta central de este texto es que el comunismo del genio articulado a un programa de acción política amplia tiene el potencial de ayudar mucho en la lucha contra la debacle ambiental.

El potencial latente del comunismo del genio para la causa ecologista de la lujosa pobreza se ven favorecidos porque el actual desarrollo tecnológico posibilita una profunda democratización de la creatividad. Pero, para que este potencial germine nos enfrentamos a dos problemas estructurales: las trabas políticas encarnadas en la escasez provocada por las leyes de propiedad intelectual; y la falta de tiempo libre producto de la constante amenaza de pobreza que nos mantiene todo el tiempo trabajando para el sistema económico. A pesar de todo, una civilización poética donde la normalidad sea la apropiación simbólica personal es realizable en el futuro cercano.

Mediante una renta básica universal o la reducción de la jornada laboral a 32 horas semanales es posible comenzar a materializar esta utopía. Estos elementos son necesarios para que se deje de exigir a los productos culturales que provoquen grandes cambios en poco tiempo. La liberación de las tareas de la vida cotidiana es un asunto colectivo que debe estar acompañado de los avances políticos en contra de la dinámica capitalista de someter en nombre de la ganancia económica.

Una propuesta concreta de esta apuesta política es pensar el papel de los museos en un contexto de transición ecológica. Por ejemplo, Pablo Martínez (2020) propone un museo ecosocial con una visión internacionalista que apuesta por lo local y lo sencillo; donde se abandonen los actuales indicadores de éxito; donde lo ecológico sea una práctica con formas de crear y comunicar sostenibles. Pasar, como apunta Jaime Vindel (2020), de los museos que gentrifican y turistifican, a instituciones museísticas que crean comunidad, que sirvan al tejido artístico y a las necesidades culturales de su contexto local. Crear una red de museos de barrio para el barrio.

Es necesario infiltrarse en la red de instituciones culturales para darles otro sentido, el de potenciar la democratización artística y poética involucrando a cientos de miles de personas en una nueva forma de vida que no provoque la devastación ambiental, al tiempo que se vive bien y de manera intensa; y donde la creatividad no se restringe a la minúscula burbuja de las elites artísticas, sino que sirve de inspiración vital a las comunidades populares.

Trabajo de Fuentes: 

Martínez, Pablo [2020], “Notas para un museo por venir”, ctx , Barcelona, 28 de abril, https://ctxt.es/es/20200501/Culturas/32354

Rosa, Hartmun [2018], “Alienación, aceleración, resonancia y buena vida. Entrevista a Hartmut Rosa”, Revista Colombiana de Sociología, Bogotá, 41 (2).

Vindel, Jaime [2020], “Convivencialidad e instituciones culturales”, ctxt, Barcelona, 24 de junio, https://ctxt.es/es/20200601/Culturas/32600

Nexo con el tema que estudiamos: 

El texto presenta una propuesta para combatir la destrucción ecológica, nos convoca a prestar atención al potencial que tiene la actividad artística-popular-ecológica en fomentar estilos de vida más gozosos y menos destructivos. La apuesta también trata de reducir las fronteras del capital al disputarle los sentidos de vida; es una apuesta crear otras experiencias de vida mediante el impulso de una actividad creativa-artística de nuevo tipo.