Catherine Malabou / La vía anarquista es la única que sigue abierta

Cita: 

Malabou, Catherine [2023], La vía anarquista es la única que sigue abierta, Artillería Inmanente, 12 de enero, https://artilleriainmanente.noblogs.org/?p=2792

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Jueves, Enero 12, 2023
Tema: 
Pensamiento anarquista revolucionario como alternativa a las lógicas del anarcocapitalismo
Idea principal: 

Catherine Malabou es una filósofa que escribe sobre filosofía continental, neurociencia, así como de feminismo y política. Es una gran estudiosa de la filosofía alemana contemporánea y su tesis doctoral fue dirigida por Jacques Derrida.


Catherine Malabou argumenta que ningún filósofo político actual ha propuesto una interpretación nueva del pensamiento anarquista clásico (encarnado por Proudhon, Kropotkin o Bakunin) o del actual (cuyos exponentes destacados son Bookchin, Chomsky o Graeber). Para la autora, es momento de hacer un replanteamiento filosófico del anarquismo porque la horizontalidad, o la ausencia de centralización piramidal, está en crisis.

Un anarquismo de facto

Cuando la filósofa francesa hace referencia al anarquismo de facto, quiere señalar el repliegue y marchitación del Estado; actualmente cumple la función de ser un “protector de las diversas oligarquías que se reparten el mundo”. Así, el mundo está condenado a experimentar una “horizontalidad de abandono”. En Francia, se puede observar mediante el cierre de camas en hospitales, la privatización de los servicios postales, la generalización de la flexibilidad laboral, etc.

Este desplome del Estado de bienestar en países occidentales y democráticos impone sus efectos de manera indefinida. Ni la Unión Europea puede hacer frente a las crisis migratorias o a los retos de la pobreza, por ejemplo.

Un anarquismo emergente

El anarquismo emergente hace referencia a la “caída fáctica del sentido social de la verticalidad”, cuyo correlato es una concientización planetaria que se proyecta en el auge de la iniciativa colectiva y el experimento de coherencias alternativas. Un ejemplo del contexto francés es el movimiento organizado de los Chalecos Amarillos; ahí se pueden observar nuevas formas de organización colectivas y autogestionadas.

Malabou enfatiza que es posible identificar una “correlación entre el giro altermundista del anarquismo y la exploción de [las experiencias políticas como los Chalecos Amarillos], que sin pretender ser abiertamente anarquistas, se desarrollan al margen de los sindicatos o de los partidos. Según Karen Yon, es posible observar que la circulación de información se da por canales transversales a los sindicatos. Al tiempo que genera formas de horizontalidad opuestas a las organizaciones nacionales. Lo anterior “modifica la relación de interlocución entre los individuos y grupos movilizados que pretenden hablar colectivamente”.

El giro anarquista del propio capitalismo

Otro actor principal del anarquismo de facto es el giro anarquista del capitalismo (nacido en la crisis financiera del año 2000). Hoy en día es visible el lenguaje hegemónico del anarcocapitalismo. La autora cuestiona su propia tesis y recurre a la cuestión del dirigismo político, ella escribe “¿no estamos asistiendo a un endurecimiento global del dirigismo político, inseparable de una nueva forma de centralización del poder económico?”; aunque esto fuera así, existen señalamientos sobre políticos populistas de derecha, como Donald Trump, que han sido tachados de anarquistas.

La forma en la que la autora concilia esta contradicción es indicando que el mundo en su totalidad experimenta una crisis mayor: “la combinación híbrida de la violencia gubernamental y la uberización ilimitada de la vida”. En este entendido, el autoritarismo no contradice la desaparición del Estado, sino que es su mensajero, ya que enmascara a la llamada “economía colaborativa”, la cual "pulveriza cada día un poco más toda fijeza regulada”. Para la autora, tanto las criptomonedas como el cibercapitalismo, dan cuenta de los síntomas “más visibles de la anarquía de facto”.

Este argumento pone de manifiesto un choque entre el anarcocapitalismo y el anarquismo revolucionario. Y, aunque su oposición en términos teóricos y de activismo político es real, su visibilidad es menos clara. Esto nos indica que es necesario problematizar el polimorfismo del anarquismo y sus límites.

Anarquía y anarquismo

Algunos filósofos del siglo XX han argumentado que la anarquía puede ser un “recurso deconstructivo, análogo, en el orden teórico, a una lógica revolucionaria”. No obstante, no han dilucidado la distancia entre anarquía y anarquismo. Esta distancia se observa entre la anarquía, entendida como crítica al poder, y el anarquismo como “movimiento revolucionario”. Así, la distancia que los separa se encuentra entre la libertad relativa y la absoluta.

La autora señala que las definiciones filosóficas de la libertad son condicionales porque, según éstos, “la libertad no puede existir sin una forma de servidumbre y necesidad, un mando, una ley”. Así entendida, la libertad debe de contener su propio freno. Esto se puede observar en el panorama político actual, “que equipara el escepticismo liberal por un lado y el dogmatismo neocomunista por otro”.

El escepticismo liberal confina a la libertad dentro de “los límites circunscritos de la propiedad privada” y dentro de “las derivas nacionalistas identitarias”. Por su parte, el dogmatismo neocomunista encierra a la libertad dentro de la verticalidad de los partidos y la jerarquía; así como dentro del “todo-económico-e-ideológico” o la crítica a un ente llamado capitalismo.

Repensar el anarquismo

Contra el escepticismo y el dogmatismo, es posible considerar la historia del anarquismo (su constitución como movimiento en 1870, el anarcosindicalismo, la autonomía, el anarcofeminismo, el giro altermundista de la década de los años 90, etc.); además de otras “singularidades locales del autonomismo” como “la resistencia anarquista kurda, los Anarquistas contra el Muro en Israel o Black Lives Matter en Estados Unidos”, etc.

Aquí aparece la idea de libertad absoluta formulada por Bakunin: “la libertad de cada individuo adulto, hombre y mujer, debe de ser absoluta y completa”. El pensador ruso también dijo que la “reorganización interna de cada país, tomando como punto de partida y base la libertad absoluta de los individuos, de las asociaciones productivas y de las comunas”.

Con estas claves analíticas es posible decir que la libertad absoluta no es la libertad del mercado libertario (el cual está en realidad muy regulado) y cuya manifestación se da como una ilusión “de que nosotros mismos somos los amos abriendo a nuestros supuestos deseos el universo infinito de plataformas donde todo se intercambia y se alquila”.

El anarcocapitalismo, como indica Michel Foucault, “cuestiona ciertamente la intervención del Estado y del gobierno en el mercado, pero sigue siendo una ideología de lo muy gobernado”. Bajo esta lógica, el anarcocapitalismo basa su confianza en las “realidades transaccionales” o nuevas “gubernamentalidades” de la sociedad.

Esas "realidades transaccionales", cuya expresión máxima es la uberización de la vida, son capaces de determinar “nuevos sistemas de autorregulación de los sujetos”.

En contraste, el anarquismo rompe con la convicción de que la libertad debe de ser amputada de una parte de sí. La filósofa francesa argumenta que la libertad absoluta es indivisible: “no se puede cortar una parte de ella sin aniquilarla por completo”. En este entendido, la vía del anarquismo es la única que sigue abierta.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Esta reflexión es interesante debido a que problematiza las transformaciones sociales del capitalismo y su propia forma de organización política, social y económica. Los cambios aparecen como telarañas de relaciones materiales y abstractas que no se pueden entender sin la transformación tecnológica, la digitalización, la financiarización, e incluso, la globalización. Las lógicas capitalistas actuales necesitan o dependen cada vez de la intervención Estatal. Paralelamente, los grupos sociales se ven cada vez más afectados por el declive de los servicios provistos por el Estado, la precarización laboral y la colonización de la vida cotidiana por la dominación subjetiva capitalista. Pensar la libertad, no en su forma fetichista o “escéptica- dogmática” es de suma relevancia para poner en entredicho las nociones del anarcocapitalismo de facto. Lo anterior da pie para repensar la organización política horizontal que ya se practica en diferentes movimientos autonomistas.