Cannibal Capitalism. How Our System Is Devouring Democracy, Care, and the Planet — and What We Can Do about It

Cita: 

Fraser, Nancy [2022], Cannibal Capitalism. How Our System Is Devouring Democracy, Care, and the Planet — and What We Can Do about It. Capítulo 1, London, Verso.

Fuente: 
Libro
Fecha de publicación: 
2022
Tema: 
El capitalismo como orden social institucionalizado que se alimenta de diversas formas de expropiación
Idea principal: 

Nancy Fraser (Baltimore, 20 de mayo de 1947) es una filósofa política, intelectual pública y feminista estadounidense. Ha ejercido como profesora de ciencias políticas y sociales. En la actualidad es profesora de filosofía en The New School en Nueva York. Es ampliamente conocida por sus críticas y contribuciones teóricas en el ámbito de la filosofía política, especialmente es cuestiones de política de la identidad, sobre el constructo de justicia social y la teoría feminista.

Omnívoro: ¿Por qué necesitamos ampliar la forma en que endentemos el capitalismo

Después de un largo letargo, el concepto -capitalismo- regresa debido a que la crisis que estamos viviendo es sumamente profunda y necesitamos explicaciones sistemáticas. Se expande la conciencia de que los diversos males del mundo tienen un origen común y que toda reforma que no busque cambios estructurales no resolverá nada. Se siente la necesidad de un análisis que aborde las relaciones entre las diferentes luchas sociales actuales y se intuye que para hacerlo es necesario poner al capitalismo como un elemento central; pero el resurgimiento del término -capitalismo- no ha permitido la formulación de aportes sustantivos para explicar sistemáticamente la crisis de nuestro mundo.

Las nuevas generaciones de activistas y académicos son víctimas de décadas de amnesia social y no dominan las tradiciones críticas del capitalismo, mientras que las antañas generaciones que vivieron el auge de la crítica al capitalismo no logran incorporar las nuevas preocupaciones e ideas de las tradiciones feministas, poscoloniales y de liberación negra. En consecuencia, vivimos una crisis capitalista sumamente grave y no tenemos una teoría crítica que la explique ni una brújula que nos oriente hacia una salida emancipatoria.

Los modelos de crisis que tenemos se centran en la dimensión económica; pero la actual crisis tiene múltiples dimensiones que no se reducen a lo económico, como el calentamiento global. Los modelos teóricos que tenemos también son limitados respecto a las nuevas formas del conflicto social, pues centran en las luchas del trabajo en el plano de la producción mercantil; pero las luchas por la naturaleza, la reproducción social, por el poder público y contra el despojo son importantes debido a que los ejes de desigualdad son múltiples. En resumen, no hay concepciones del capitalismo ni de la crisis capitalista que sean útiles para nuestro presente.

La idea de Capitalismo Caníbal es la concepción que puede ayudarnos a comprender la crisis de nuestro tiempo. El primer capítulo de este libro es un diálogo con Marx, retomando las ideas centrales del Tomo 1 de El Capital, pero intentando ir más allá mediante la reflexión sobre la raza, la ecología y el poder político como elementos centrales de la desigualdad en la sociedad capitalista y como dimensiones relevantes para la lucha social. Se comienza siguiendo los planteamientos de Marx para después superarlo y poder esclarecer preguntas que guíen la reflexión: ¿qué es el capitalismo y cuál es la mejor forma de conceptualizarlo? ¿el capitalismo es un sistema económico, una ética de vida, o un orden social institucionalizado? Y ¿cómo debemos caracterizar su tendencia a las crisis?

Las características centrales del capitalismo según Marx

En este apartado se retoman los rasgos esenciales del capitalismo que identificó Marx; el objetivo final es mostrar que dichos rasgos son solo una parte, un primer plano, que se sostiene por otros fenómenos, por un segundo plano, que constituye las condiciones de posibilidad del propio capitalismo. Marx miró los fenómenos que se encontraban detrás del intercambio y se centró en la dimensión de la producción, este texto pretende indagar en los fenómenos que se ocultan detrás de la producción.

De acuerdo con la explicación de Marx, hay cuatro características esenciales del capitalismo.

La primera es la creación de la propiedad privada de los medios de producción que implica la existencia de una clase propietaria y una clase obrera. En el mundo anterior al capitalismo, la mayoría de las personas tenían acceso a los medios de reproducción de la vida sin necesidad de acceder a ellos mediante un mercado de trabajo. El capitalismo cercó bienes comunes y les negó su uso a las mayorías, transformó los comunes en la propiedad privada de una pequeña minoría.

El segundo rasgo del capitalismo es el mercado de la fuerza de trabajo libre. Esta institución es específica del capitalismo pues no se encuentra en otros momentos históricos. Al privatizar los medios de producción, la gran mayoría tuvo que entrar en el mercado laboral libre para poder trabajar y garantizar la reproducción de su vida. En esta institución el trabajo es libre en dos dimensiones. Por una parte, es libre en términos legales pues el trabajador es libre de tomar o dejar un contrato de trabajo. Mientras que la segunda dimensión del trabajador libre consiste en que no posee sus propios medios de subsistencia y de reproducción, necesita entrar al mercado laboral para poder subsistir.

Como tercer rasgo del capitalismo se encuentra la expansiva y continua acumulación de capital. Bajo el capitalismo los esfuerzos por satisfacer las necesidades se entrelazan con el imperativo del capital por autoexpandirse infinitamente. En la sociedad capitalista, el Capital se convierte en el sujeto y las personas son sus siervos que, mientras buscan sobrevivir, lo alimentan.

La cuarta característica es la función del mercado en la sociedad capitalista. Los mercados han existido en sociedades no capitalistas; pero bajo este sistema se adquieren dos elementos distintivos. El primer elemento es que los recursos de la producción (tierra, trabajo, y capital) se distribuyen por medio del propio mercado, en otras palabras, se trata de un sistema que produce mercancías por medio del consumo de mercancías (aunque también este sistema necesita de insumos no mercantilizados). El segundo elemento es la forma en que se utiliza la fuerza social excedente (excedente entendido como la fuerza que sobra después de reproducir y reponer una forma de vida). Este último elemento es central pues la forma en que se decide usar el excedente se relaciona con visiones y proyectos de vida, por ejemplo, dónde invertir las fuerzas colectivas, la importancia que le otorgamos a las relaciones con la familia, las naturalezas y las generaciones futuras, entre otros. Bajo el capitalismo todas estas decisiones quedan en manos del mercado. La entrega de las decisiones más relevantes de la vida a un mecanismo cuyo único objetivo es la expansión cuantitativa de la riqueza dejando de lado cualquier preocupación ética de bienestar social es, probablemente, la característica más trascendental y perversa del capitalismo.

A contracorriente de la idea ampliamente difundida de que el capitalismo impulsa la mercantilización de todo, aquí se propone, siguiendo a Immanuel Wallerstein (1983), que el capitalismo funciona mediante el uso de familias semiproletarias. El capitalismo se nutre del trabajo barato que le proporcionan familias que obtienen buena parte de su sustento de diversas prácticas no capitalistas ni mercantilizadas, como la ayuda mutua y el autoabastecimiento. En otras palabras, el capital extrae riqueza de zonas no reconocidas, ocultas, en un continuo proceso de acumulación originaria del que el capitalismo se beneficia y depende.

En las sociedades capitalistas hay una necesaria y perversa imbricación entre dinámicas mercantilizadas y las no mercantilizadas. Para dar cuenta de la necesidad que tiene el capitalismo de esta dinámica y de la perversidad que representa se recurre al término “canibalización”.

Detrás del “hogar oculto” de Marx

El objetivo en este apartado es observar lo que yace oculto detrás de la esfera de la producción, arrojar luz sobre las profundas entrañas del capitalismo. La explicación de Marx sobre la forma en que funciona la producción solamente tiene sentido si tomamos en cuenta las condiciones de posibilidad del capitalismo; por tanto, la pregunta principal es ¿qué fenómenos hacen posible las principales características del capitalismo que describió Marx?

El propio Marx abordó esta cuestión en el capítulo de la acumulación originaria, donde mostró que el despojo y expropiación constituían las condiciones de posibilidad del capitalismo. Pensadores como Luxemburgo y Harvey (1968, 2003) han enfatizado que el despojo es un mecanismo continuo que acompaña toda la historia del capitalismo, no solo su origen. La explotación del trabajo es el mecanismo visible, reconocido de la acumulación capitalista; pero funciona a la par que la acumulación mediante la expropiación, aun cuando este mecanismo no sea reconocido.

Marx siguió una estrategia epistémica que tuvo dos momentos, primero, y de forma más sustancial, se adentró en lo que se encontraba detrás del intercambio de mercado para analizar la dimensión de la producción. Esta estrategia le permitió descubrir que la acumulación de riqueza no es producto del libre mercado entre iguales, sino de la retención de una parte del valor generado por los trabajadores durante su jornada laboral. El segundo momento, abordado en los últimos capítulos de El Capital I, consistió en adentrarse aún más para revelar que las condiciones de posibilidad de la explotación del trabajo asalariado son el robo descarado y la violencia explicita.

Marx reveló grandes secretos del capital, pero no desarrolló con profundidad el análisis de las implicaciones de la expropiación. Para comprender de forma más adecuada el capitalismo del siglo XXI necesitamos conceptualizar de forma más sistemática y sustancial las dimensiones más profundas del capital, así como todas las implicaciones de la “acumulación originaria”.

De la producción de mercancías a la reproducción social

Una estrategia epistémica central consiste en trasladar el foco de atención de la producción a la reproducción social. La reproducción social, nombrada también como trabajo de cuidados o subjetivación, refiere a las actividades que forman, sociabilizan y otorgan la matriz socio-ética de las personas. En las sociedades capitalistas muchas de las actividades que sostienen la reproducción social se realizan fuera del mercado y con trabajo no asalariado; pero, sin las actividades que sostienen la reproducción social no podría haber trabajo asalariado, ni acumulación de plusvarlor, ni el capitalismo podría funcionar como tal.

Para que el trabajo asalariado exista se necesita de los trabajos domésticos, de cuidados, de crianza, y de diversas actividades que posibilitan la producción de nuevas generaciones de trabajadores destinadas a reponer la fuerza de trabajo. La reproducción social, como la acumulación originaria, es una de las condiciones de posibilidad esenciales para la producción de mercancías.

La supuesta división entre la reproducción social y la producción es un artilugio inventado por el capitalismo que está profundamente relacionado con las relaciones de género. La dicotomía entre trabajo asalariado productivo asociado a lo masculino y trabajo reproductivo femenino no remunerado es un eje de las formas capitalistas de dominar a las mujeres.

En otras formas de organización social, el trabajo femenino, aunque distinto del trabajo masculino, era visible y reconocido; pero el capitalismo relega las labores reproductivas a la esfera de lo doméstico, de lo privado, ocultando la importancia de estas actividades. En las sociedades capitalistas el dinero es un elemento central de poder; por tanto, hay una estructura de subordinación que obliga a las personas encargadas de las labores reproductivas a depender de quienes obtienen salarios en las labores productivas.

La división entre trabajo productivo y reproductivo surge con el capitalismo, y la forma en que se da esta división va cambiando con los distintos momentos del desarrollo del capitalismo. Actualmente la forma de esta división se está transformando pues el neoliberalismo privatiza y mercantiliza tanto los servicios públicos como otras esferas de la reproducción social; además, al reducir el gasto público y, al mismo tiempo, absorber mujeres para labores de servicio precarizadas, se están reconfigurando tanto las fronteras entre la producción de mercancías y la reproducción social, como las relaciones de género. Pero, a la par de estas reconfiguraciones el capitalismo está devorando, sin oportunidad de reposición, la reproducción social. En la medida que la reproducción social es una de las condiciones para la acumulación de riqueza, este proceso de canibalización causa efectos centrales en la crisis del capitalismo.

De la economía a la ecología

Siguiendo el trabajo de ecosocialistas, un segundo momento en nuestra estrategia epistémica se centra en el proceso oculto de la canibalización de la naturaleza por parte del capitalismo. Dicho fenómeno refiere a la forma en que el capitalismo se apropia gratuitamente de la naturaleza como fuente de recursos o como zona de desechos de la producción, sin ninguna reposición o restauración. La capacidad del planeta para renovarse y sostener la vida es otra de las condiciones de posibilidad para el funcionamiento del capitalismo, así como objeto de la canibalización.

Otra división creada por el capitalismo es la separación entre lo natural, concebido como una fuente infinita y disponible para su apropiación gratuita; y lo económico, entendido como la esfera del valor producida por las personas. Esta división tiene como trasfondo la ruptura con las formas de organización en las que la vida social tenía que adaptarse al ritmo de la naturaleza no humana; el capitalismo separó violentamente los seres humanos de los ritmos naturales, poniéndolos a trabajar en la producción industrial impulsada por los combustibles fósiles y en la agricultura de los fertilizantes químicos. Dichos procesos han causado la ruptura metabólica, y creado una nueva era geológica donde actividades del capital están canibalizando el planeta.

La actual fase neoliberal está alterando las formas de la división entre lo humano y lo natural, por una parte, se han privatizado y mercantilizado más elementos, como el agua. Por otra parte, la frontera entre lo humano y lo natural se ve amenazada con nuevas tecnologías como las reproductivas. Estos desarrollos no propician una relación más armoniosa con la naturaleza, sino que intensifican el proceso de canibalización. Las nuevas formas de apropiación de la naturaleza se insertan en ella para alterar su funcionamiento interno. Finalmente, el neoliberalismo también ha logrado comercializar el movimiento ambientalista.

El cercamiento de los comunes ecológicos aún existentes es otro de los elementos centrales de la crisis del capitalismo.

De lo económico a lo político

Un tercer elemento que constituye una de las bases ocultas para el funcionamiento del capitalismo son los poderes públicos. El capitalismo necesita de poderes públicos pues depende de un marco legal que dé sustento a la propiedad privada y al intercambio de mercado, así como de poderes para hacer cumplir contratos, oprimir rebeliones anticapitalistas, y mantener la oferta monetaria.

Históricamente los poderes públicos se han alojado en estados. Los estados han creado las condiciones para que pueda operar el trabajo y el mercado libre; han movilizado su fuerza para reprimir la resistencia al despojo que sustenta la propiedad capitalista; nacionalizaron y respaldaron el dinero; en suma, el estado creó la economía capitalista.

La división que sustenta esta condición de posibilidad es la separación entre política y economía. En otros sistemas sociales las autoridades políticas también eran dueñas de los medios de producción; pero el capitalismo desarticuló la fusión entre poder económico y político, asignándole a cada uno mecanismos y esferas diferenciadas.

A pesar de dicha división, el capitalismo necesita del poder político, sobre todo a nivel geopolítico. Debido a la vocación expansiva del capitalismo, este se mueve con facilidad en escalas espaciales amplias; pero para operar en este nivel necesita del derecho internacional, de los acuerdos internacionales y de los regímenes supranacionales. Detrás de las bambalinas de la historia del desarrollo del capitalismo se encuentran las capacidades militares y de organización de diversos poderes hegemónicos mundiales que han pugnado por la acumulación de riqueza a una escala creciente en el marco de un sistema multiestatal.

Esta dinámica geopolítica articula otras divisiones estructurales: entre lo nacional y lo internacional, la división imperial entre centros y periferias, y la división esencial entre una economía capitalista que opera en el plano de un sistema mundial y el mundo político que opera como un sistema internacional basado en estados territoriales.

El capitalismo en su fase neoliberal canibaliza sus bases políticas de posibilidad, provocando que lo político se convierta en otro de los ejes de la crisis.

De la explotación a la expropiación

Para Fraser, la acumulación originaria se entiende como un proceso continuo que sigue operando en el capitalismo contemporáneo y que constituye una condición de posibilidad para la acumulación de capital. El continuo despojo de las riquezas de los pueblos subalternizados es un fenómeno necesario para el funcionamiento del capitalismo pues el despojo hace posible la explotación del trabajo asalariado.

Explotación y expropiación contribuyen a la acumulación de valor de distintas maneras. Mediante la explotación, el capital se apropia de gran parte del valor producido durante el tiempo de trabajo; pero el trabajador recibe una pequeña parte del valor que produjo en forma de salario. Por su parte, la expropiación trata del despojo brutal; al enviar la mano de obra, la tierra y la energía robada hacia la operación de las empresas se reducen los costos de producción y aumentan las ganancias.

Explotación y expropiación son procesos articulados uno con el otro. Trabajadores asalariados transforman la materia prima robada con máquinas que utilizan energía expropiada; mientras que el salario de los trabajadores se mantiene bajo gracias a los alimentos cultivados en tierras robadas y a los bienes de consumo fabricados en talleres clandestinos con mano de obra no libre. La expropiación hace posible la explotación del trabajo asalariado, es una parte fundamental de la sociedad capitalista.

La distinción entre explotación del trabajo y expropiación se articula con un patrón de poder que sitúa a unas personas, los trabajadores explotables, como sujetos de derecho que pueden disponer libremente de su fuerza de trabajo; pero, por otro lado se sitúan a los otros expropiables, concebidos como entidades no libres, despojadas de la protección estatal, indefensas y violables. Es decir, el capitalismo divide a sus clases productoras entre sujetos explotables y sujetos destinados a la continua, y violenta expropiación.

Estas divisiones sustentan los patrones de dominación imperial y racial del capitalismo. La distinción entre los sujetos de la explotación y los sujetos de la expropiación se articula entrono a las distinciones raciales, pues son las poblaciones racializadas a las que se les niega sistemáticamente la protección política y son sujetas de constantes violaciones. Este patrón de poder se expresa mediante diversas injusticias estructurales como el racismo, el imperialismo, el despojo de los pueblos indígenas, y el genocidio.

La división explotación/expropiación es, al igual que las otras divisiones analizadas, intrínseca de la sociedad capitalista, sujeta de mutaciones históricas, sujeta de la canibalización, y elemento clave en la actual crisis del capitalismo. Además, esta división se articula con las otras divisiones y nodos de la crisis. La reproducción social, la devastación ecológica y el poder político son inseparables del despojo racializado tanto en el centro como en las periferias. El poder público es necesario para asegurar y legitimar el trabajo forzado, el saqueo de recursos y el robo de tierras. Mientras que las zonas racializadas son necesarias para usarlas como vertederos de desechos tóxicos y proveedoras de trabajo de cuidados mal pagados.
Las crisis económicas, ecológicas, sociales y políticas están imbricadas con el imperialismo, la dominación racial y los antagonismos generados por estos.

El capitalismo es algo más grande que la economía

Las características económicas del capitalismo (propiedad privada, acumulación de valor autoexpansiva, el mercado como institución que asigna el uso del excedente social y de los recursos productivos) tienen como base cuatro condiciones de posibilidad de carácter no económico: la reproducción social, la ecología del planeta, el poder político y el continuo saqueo de los pueblos racializados, son sus relaciones ocultas en un segundo plano.

La comprensión adecuada del capitalismo exige mirar la historia de la explotación en relación con los cuatro elementos mencionados. La perspectiva marxista debe conectar con las tradiciones de la crítica feminista, ecológica, antiimperialista y antirracista. El capitalismo trata a sus relaciones sociales estructurantes como si fueran fenómenos económicos; pero las condiciones de posibilidad de este sistema no son económicas. Por tanto, es necesaria una nueva concepción más amplia del capitalismo atendiendo a sus bases estructurantes.

Así mismo, la perspectiva que aquí se esboza del capitalismo no cree que exista una tendencia a la mercantilización de todo. Para que la mercantilización exista, el capitalismo necesita engullir continuamente regiones políticas, sociales o ecológicas, no mercantilizadas.

Las zonas no mercantilizadas contienen sus propios modos de ser y funcionar que no corresponden con la lógica mercantil. Las prácticas de la reproducción social suelen dar lugar a la solidaridad, y el cuidado mutuo; las prácticas de la política tienden a hablar de democracia, autonomía, y autodeterminación; la ecología fomenta valores como la no dominación de la naturaleza y la justicia entre diversas generaciones; y las prácticas que resisten la expropiación promueven valores de integración o de autonomía comunitaria.

Aunque los modos de ser de las zonas no mercantilizadas no deben ser idealizados pues suelen asumir formas jerárquicas, excluyentes, sectarias, y con insensibilidad de clase; sí es relevante distinguir que los valores de estos espacios son distintos de los valores de la lógica capitalista más visible cuyos valores principales son los del crecimiento, la eficiencia, individualismo, libertad negativa y progreso meritocrático.

La sociedad capitalista contiene normatividades, modos de ser, ontologías sociales distintas pero interrelacionadas. La base en la que opera el capitalismo surge de las relaciones entre sus dinámicas económicas visibles, y los fenómenos ocultos que los posibilitan. Por tanto, el capitalismo no trata simplemente de un sistema económico ni de la concreción de una ética de vida, es algo más.

El capitalismo se comprende mejor si se aborda como un orden social institucionalizado; esta forma de entender al capitalismo enfatiza las divisiones estructurales que se han identificado. Las separaciones institucionales producción económica/reproducción social; economía/política; naturaleza humana/naturaleza no humana; y explotación/expropiación, son constitutivas del capitalismo. Entender el capitalismo como un orden social institucionalizado basado en ésas divisiones implica señalar su imbricación estructural con la dominación de género, con la degradación ecológica, la opresión racial e imperial, y son la dominación política; todo articulado a la dinámica de la explotación del trabajo libre.

Luchas fronterizas

Las divisiones institucionales del capitalismo no son estáticas, varían dependiendo el tiempo y el lugar. Analíticamente se pueden distinguir varios momentos del capitalismo: el del liberalismo colonial, el capitalismo monopólico dirigido por el estado, y el capitalismo de la globalización neoliberal. La configuración específica del orden capitalista es resultado de los procesos históricos, del equilibrio del poder social, de las luchas y resistencias, que van marcando las fronteras entre las distintas divisiones institucionalizadas del capitalismo.

Las divisiones institucionales del orden capitalista suelen ser escenarios de conflicto que movilizan a diversos sujetos que buscan transformar o defender los límites que dividen la política de la economía, la producción de la reproducción, la naturaleza humana de la no humana, y la explotación de la expropiación. Se trata de disputas por las fronteras en las que los sujetos del capitalismo recurren a ontologías y prácticas no mercantilizadas, como los ideales de cuidado, la justicia entre generaciones, la autonomía comunitaria, entre otras. Las reivindicaciones junto a las respuestas que reciben son la esencia de la lucha social en las sociedades capitalistas, y es igual de importante que la lucha por el control de la producción y la distribución del plusvalor. Estas luchas fronterizas dan forma a la estructura de las sociedades capitalistas, juegan un papel central en la visión del capitalismo como orden social institucionalizado.

La forma en la que entendemos las luchas fronterizas no debe confundirse con una interpretación que pretende demostrar que cada trama de la vida sirve para reforzar el sistema capitalista. Si bien los diversos territorios no mercantilizados posibilitan la producción de mercancías, sus lógicas no pueden explicarse solamente por su utilidad al capitalismo, no se reducen a ser siervas de la acumulación de capital. Estas zonas contienen sus propias ontologías, sus propios ideales y prácticas cargadas de un gran potencial político que puede ser útil en la lucha contra las prácticas económicas centradas en la acumulación de capital.

Las divisiones estructurales del capitalismo también sirven para separar las distintas normatividades dentro de sus propias esferas institucionales; pero en tiempos de crisis las separaciones tienden a debilitarse y los sujetos del capitalismo experimentan un conflicto óntico. En esos momentos la crítica al capitalismo no proviene de las externalidades, sino que viene de las propias ontologías del capitalismo, de los múltiples ideales y valores que coexisten dentro de las divisiones institucionalizadas de primer plano/ y las del fondo oculto.

En la visión del capitalismo como un orden social institucionalizado la crítica al capitalismo es posible dentro de él. Al mismo tiempo, nuestra interpretación indica que los espacios no sujetos a la lógica económica mercantil no son intrínsecamente anticapitalistas ni se encuentran fuera de este orden social; aunque son una fuente fértil de crítica también son partes integrales del capitalismo.

La sociedad, la política, la naturaleza y la periferia expropiable surgen, se desarrollan y adquieren su carácter específico en simbiosis con la economía. Las divisiones estructurales de producción/reproducción, política/economía, naturaleza/humanidad, centro/periferia racializada, solamente adquieren su sentido en relación una con la otra.

Los proyectos políticos que apelan a supuestas externalidades del capitalismo suelen usar. a manera de contrapunto, estereotipos de la sociedad capitalista, por ejemplo, la crianza femenina contra violencia patriarcal, la solidaridad contra el beneficio económico, entre otros. Estos horizontes de lucha reflejan el orden social institucionalizado de la sociedad capitalista.

Una descripción adecuada de las relaciones entre las dinámicas ocultas y las del primer plano del capitalismo debe contener tres elementos clave: en primer lugar, la existencia de la economía capitalista solo es posible por la riqueza y valores de las esferas no mercantilizadas; en segundo lugar, las esferas no mercantilizadas contienen formas de ser propias que tienen el potencial de proporcionar recursos para la lucha anticapitalista; pero, finalmente, dichas esferas son intrínsecas de la sociedad capitalista, están coproducidas junto a la economía capitalista.

Crisis de canibalización

Un cuarto elemento clave para comprender el capitalismo es la idea de que en el capitalismo las relaciones entre los fenómenos del primer plano y del segundo plano son potencialmente inestables. Como se ha argumentado, la producción capitalista se alimenta de la reproducción social, de la naturaleza, del poder político y del despojo; y el impulso por la acumulación infinita amenaza con destruir sus propias condiciones de posibilidad.

Se identifican cuatro formas de canibalización, cuatro contradicciones del capital de acuerdo con la terminología marxista, que indican, cada una, un eje de la actual crisis. Las cuatro condiciones de posibilidad del orden capitalista (la base ecológica, la política, la de la reproducción social, y la expropiación de las periferias racializadas) se encuentran en una relación de desestabilización debido a que el capital las engulle sin restaurarlas ni reponerlas.

Estas contradicciones incitan una amplia gama de luchas sociales, que incluye la lucha de clases, así como las luchas por las fronteras en la ecología, la reproducción social, el poder político y la expropiación. Cada uno de estos frentes de batalla constituyen reacciones a los ejes de la crisis propios de la sociedad capitalista.

Nuestra crítica al capitalismo, entendido como orden social institucionalizado, sigue la reflexión crítica de Marx, pero se amplía a más espacios y dinámicas. Marx articuló una reflexión que incluía una crítica de la inherente tendencia del capitalismo a las crisis económicas, una crítica al sistema de dominación de clase, y un horizonte político de emancipación por medio de la lucha de clases. Nuestra crítica de la crisis del orden capitalista incluye las contradicciones descritas por Marx, así como los cuatro procesos de canibalización que atentan contra las condiciones de posibilidad del capitalismo.

Tanto nuestra crítica de las formas de dominación como nuestro horizonte de crítica política anticapitalista es mucho más amplio que la tradición del marxismo ortodoxo. Además de la dominación de clase, incluimos la dominación de género, la dominación política, la dominación de la naturaleza, y la dominación imperial y racial. En nuestra crítica política los actores son diversos, por clase, genero, raza, nación; así como las luchas no se restringen a la lucha de clases sino que incluyen las luchas por las fronteras de las dinámicas sociales, políticas, naturales, y de la periferia expropiable.

La lucha anticapitalista es sumamente amplia. Las dinámicas ocultas del orden capitalista, las bases que hacen posible la explotación del trabajo son escenarios de conflicto de la sociedad capitalista: de lucha de clases entre trabajadores y capitalistas en el terreno de la producción, así como de luchas por las fronteras en las esferas de la dominación de género, de la ecología, del racismo, del imperialismo y de la democracia. Estas luchas fronterizas se presentan como batallas que en algunos casos son contra el propio capitalismo.

La cooperación entre las diversas luchas fronterizas se multiplicaría si se comprendieran como parte de las luchas que se forman por la dinámica caníbal del capitalismo. El potencial emancipatorio de las diversas luchas, así como la tarea de los actores sociales y de la teoría crítica debe consistir en articular un horizonte que visualice nuevas configuraciones de la relación de la economía con la sociedad, la política y la naturaleza; la emancipación del siglo XXI tiene como reto reimaginar las divisiones estructurales que han formado las sociedades capitalistas.

Trabajo de Fuentes: 

Luxemburg, Rosa [1968], The acumulation of capital, New York, Monthly Review Press.

Haraway, Donna [ 1985], “A Cyborg Manifesto: Science, Technology, and Socialist-Feminism in the Late Twentieth Century”, Socialist Review.

Harvey, David [2003], The New Imperialism , Oxford, Oxford University Press.

Wallerstein, Immanuel [1983], Historical Capitalism, Londres, Verso.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Fraser despliega una propuesta teórica cuyo objetivo es formular un mapa para situarnos e interpretar la crisis que estamos viviendo. En su propuesta, las diversas crisis y formas de dominación son parte de un mismo orden capitalista. Destrucción de la naturaleza, violencia de género, colonialidad, son dinámicas de dominación del capitalismo.

Es interesante observar que las pretensiones Fraser consisten en comprender y articular una sólida respuesta a la actual crisis capitalista, pero en su visión ampliada del capitalismo las respuestas potencialmente emancipadoras, de las ontologías de las zonas ocultas o del segundo plano, son parte del propio capitalismo. También, su discusión ampliada sobre las diversas implicaciones de los diversos tipos de acumulación originaria es relevante en la medida que la introduce como uno de los ejes centrales de la actual crisis.