Pilita Clark es editora asociada y columnista de negocios en el Financial Times, donde escribe sobre la vida corporativa y el cambio climático. Anteriormente corresponsal de medio ambiente del mismo noticiero, su escritura ha ganado premios en Estados Unidos y Asia. En 2019 fue nombrada Periodista Medioambiental del Año por tercer año consecutivo en los British Press Awards.

Se espera que en 2023 comiencen cambios significativos para reducir las emisiones de dióxido de carbono para lograr alcanzar el objetivo planteado en el Acuerdo de París para limitar el calentamiento global a 1.5°C.

Al menos es necesario disminuir las emisiones a la mitad para 2030 y eliminarlas por completo para 2050, algo que no sería tan difícil si no se dependiera de la combustión fósil (dato crucial 1). Aún así en las conversaciones recientes al menos 132 países y más de 820 de las 2 mil empresas más grandes han acordado reducir sus emisiones a cero.

Sin embargo, dado que no existe ningún tipo de regulación que los obligue a cumplir esas promesas no se ven en la necesidad de hacer planes para que efectivamente lleguen a sus objetivos. Lo que es lo mismo, tienen un interés vago e incluso dudoso.

En cambio Estados Unidos sí está iniciando un verdadero esfuerzo con la Ley de Reducción de la Inflación en la que miles de millones de dólares están invertidos en créditos fiscales para la producción de energía limpia y tecnologías bajas en hidrocarburos.

De igual manera, la Unión Europea comenzó la implementación de varias medidas para la incentivar proyectos de energía limpia como son el “Green Deal Industrial Plan” en el que se propone “Net Zero Industry Act”. A su vez, están exigiendo informes sobre los planes de transición climática a las empresas que operan en sus terrenos.

Además, la ONU ha declarado que las empresas que se hayan comprometido a reducir sus emisiones a cero para 2050 deberán presentar su plan de acción bien definido en septiembre de 2023, además de que sea un verdadero plan de reducción, en lugar de buscar compensaciones.

La organización Internacional para la estandarización publicó regulaciones rigurosas que deberán seguir las empresas sobre los productos supuestamente ecológicos. Y La Fundación de Normas Internacionales de Información Financiera está próxima a publicar el primer conjunto de estándares de informes climáticos globales, en donde se exigirán informes de acción a empresas sobre sus emisiones de CO2.

A pesar de todas las situaciones en contra de un cambio, este año es un punto de inflexión para tomar verdaderas acciones.