La agricultura mexicana del TLCAN al T-MEC: consideraciones teóricas, balance general y perspectivas de desarrollo

Cita: 

Hernández, Juan Luis [2021], "La agricultura mexicana del TLCAN al T-MEC: consideraciones teóricas, balance general y perspectivas de desarrollo", El Trimestre Económico, 88(352): 1121-1152, México, FCE, octubre-diciembre, https://doi.org/10.20430/ete.v88i352.1274

Fuente: 
Artículo científico
Fecha de publicación: 
2021
Tema: 
Evolución del el sector agropecuario de México en el marco del TLCAN y perspectivas de desarrollo en el marco del T-MEC
Idea principal: 

Juan Luis Hernández es Doctor en Ciencias Políticas y Sociales por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Maestro en Desarrollo Regional por el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), y Licenciado en Economía por la UNAM. Sus líneas de investigación están relacionadas con las características del sistema agrícola mexicano en el contexto de la globalización, concretamente en el impacto socioeconómico y ambiental de las innovaciones tecnológicas y sociales en la agricultura del país.


Introducción

Gracias al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) se consolidó la región de América del Norte como la segunda mayor economía y exportadora del mundo. Sin embargo, de acuerdo con el planteamiento de Juan Luis Hernández, México perdió en términos de un libre comercio agropecuario con sus homólogos Estados Unidos y Canadá.

Durante la presidencia de Donald Trump se propuso la renegociación del TLCAN, lo cual planteó el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) bajo el argumento de que este nuevo tratado sería benéfico para el crecimiento económico de México.

Diversos autores han discutido los determinantes del escaso progreso económico de México en el sector agropecuario entre las cuales se identifican “a) profundas asimetrías o brechas en la estructura productiva y tecnológica entre países; b) mecanismos extraeconómicos (como subsidios, dumping o boicots) y medioambientales; c) ineficiente aplicación de las políticas de libre cambio y bajo presupuesto en el sector; d) razones sociales, como la falta de educación, y e) un contexto económico mundial desfavorable [como el derivado de la crisis económica de 2008]” (p. 1123).

De acuerdo con el autor, los determinantes del escaso progreso económico en el sector agropecuario de México en el marco del TLCAN también tienen que analizarse desde la perspectiva de la globalización y del papel que juega la agricultura en los países centrales y en los periféricos.

En los países centrales el sector agropecuario ha sido la base de la industrialización, mientras que la estrategia de los países periféricos quedó “subordinada a las exigencias de la acumulación del capitalismo mundial” (p. 1123).

Planteado lo anterior, el artículo “La agricultura mexicana del TLCAN al T-MEC; consideraciones teóricas, balance general y perspectivas de desarrollo” tiene por objetivo principal “plantear los probables efectos del nuevo tratado comercial en la agricultura mexicana con base en el papel que desempeña de acuerdo con la estrategia de desarrollo actual” (p. 1123). Para el cumplimiento de tal objetivo, el autor evalúa los principales resultados del TLCAN en el sector agrícola de México al mismo tiempo que busca establecer las perspectivas futuras en el fomento agrícola con base en la estrategia de desarrollo del gobierno mexicano durante la presidencia de Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

I. El papel de la agricultura en el desarrollo económico de un país en el contexto del capitalismo contemporáneo

1. Funciones clave de la agricultura

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) junto con otras instituciones han formulado un concepto del carácter multifactorial de la agricultura, estableciendo funciones clave del sector agrícola para el desarrollo entre las cuales se encuentra la función alimentaria, ambiental, social y económica. El concepto del "carácter multifuncional de la agricultura y la tierra" (CMFAT) ha sido ampliamente reconocido en tanto interrelaciona distintas dimensiones bajo la perspectiva de desarrollo sostenible. Sin embargo, de acuerdo con el autor, la visión del CMFAT es ingenua “en su interpretación económica sobre los mercados y el comercio (Losch, 2004)” (p. 1124), debido a que no diferencia el concepto de “economía de mercado” y “economía capitalista”. En este sentido, de acuerdo con el autor, el sistema capitalista actual no opera como un sistema de competencia, sino mediante el monopolio.

Debido al control monopólico de los mercados, la industrialización en las periferias queda anulada. Como consecuencia de esta estructura existe una jerarquía desigual con relación a la distribución de los ingresos a escala mundial que termina por subordinar y subcontratar a las agriculturas de las periferias.

De acuerdo con el autor, el capitalismo monopólico no es un sistema de desarrollo debido al nuevo fundamento de la polarización. Además, Losch (2004) sostiene que el concepto de CMFAT se basa en la teoría neoclásica, y afirma que el intercambio internacional proporciona una ventaja a cada uno de los interesados. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que existen relaciones sociales de explotación diferentes entre los países lo que permite la existencia de un intercambio desigual. En última instancia, esto beneficia al capital, permitiéndole explotar la fuerza laboral en la periferia a tasas más altas que las del centro.

Desde la perspectiva de la economía política agraria, la agricultura juega un papel clave en el desarrollo de un país en el contexto de la mundialización del capitalismo, y su función económica no depende de la madurez de los mercados, sino de las relaciones contradictorias centro-periferia. Asimismo, el autor señala que en los países centrales, la agricultura fue la base de la industrialización debido a su desarrollo autocentrado, mientras que en los países periféricos, su estrategia quedó subordinada a las exigencias de la acumulación del capitalismo mundial.

En este sentido, la relación agricultura-industria es parte de un proceso autocentrado de desarrollo si la agricultura desempeña un papel básico, prioritario y extrovertido, y la industria ocupa un lugar secundario y no complementario como fuente de acumulación. La comprensión de la naturaleza del comercio internacional y el imperialismo constituye la cuestión central de esta sección.

2. Desarrollo agrícola autocentrado y extrovertido

La estructura económica mundial no se compone simplemente de economías nacionales interdependientes, sino que está polarizada entre dos bloques de países: los centrales y los periféricos. Esta polarización es resultado de la expansión del capitalismo y la acumulación por desposesión, lo que ha creado una distinción entre centros y periferias. El antagonismo centro-periferia es fundamental para entender los desafíos presentes del desarrollo, como señala Sztulwark (2019). De acuerdo con Amin (1994), la distinción entre centros y periferias es un fenómeno moderno de la expansión capitalista mundial polarizante, y el subdesarrollo es un producto de esta polarización. En los países centrales, la agricultura tiene un papel estratégico y es la base de la economía nacional y la industrialización, mientras que en los países periféricos su papel es subordinado y se limita a ser una fuente de acumulación para la agroindustria transnacional. En la actual etapa de globalización, los países periféricos, como México, impulsan procesos de modernización agrícola e industrialización basados en normas y reglas de carácter neoliberal en busca de una mejor inserción en la economía mundial imperialista.

3. Globalización, régimen agroalimentario corporativo e imperialismo

De acuerdo con Amin (1999) y McMichael (2015), la globalización ha generado un "régimen agroalimentario imperialista" que favorece a los países ricos y desarrollados y perjudica a los países en desarrollo o periféricos en la producción, comercialización, distribución y consumo de alimentos. Este régimen es impulsado por agrocorporaciones privadas monopólicas ligadas a los intereses de las potencias mundiales y busca impedir que los países emergentes logren un desarrollo agrícola autosustentable para convertirse en rivales comerciales independientes. Para la consolidación del régimen, la Organización Mundial de Comercio (OMC) y los Estados-nación de carácter neoliberal coadyuvaron activamente mediante políticas y legislaciones desreguladoras sustentadas en el principio del "libre mercado" (Otero, 2014).

Rubio (2012) sostiene que la forma de dominio de los países hegemónicos, principalmente Estados Unidos, consiste en abaratar los alimentos básicos al fijar el precio de los productos por debajo del costo de producción mediante subsidios a un selecto grupo de productores. Esto significa una competencia desleal denominada dumping y tiene la función de competir y asfixiar las agriculturas de los países que contiendan por la hegemonía. Según Patnaik y Patnaik (2017), “el imperialismo alimentario se define como un conjunto de mecanismos políticos y económicos coercitivos no comerciales diseñados para evitar que los productores del Sur global ejerzan sus potenciales poderes de monopolio en el comercio mundial”. El resultado es que los pequeños productores y campesinos pasan de ser explotados a ser excluidos.

II. El TLCAN y el sector agropecuario mexicano: balance general

Durante la década de los ochenta y hasta la actualidad, la globalización en la agricultura mexicana se profundizó al mismo tiempo que se pasó de un modelo de acumulación basado en la industrialización por sustitución de importaciones a uno orientado a las exportaciones, en el que la "maquila" se impuso. La institucionalización de este modelo exportador se dio a través de las políticas de ajuste estructural implementadas en los años noventa, que redujeron la participación del Estado en la promoción del desarrollo económico y la reforma agraria mediante la modificación del artículo 27 constitucional. En el capítulo VII del TLCAN correspondiente al sector agropecuario, se buscaba mejorar el comercio libre de productos, lo que llevó a la sustitución de permisos previos por aranceles, la reducción de niveles arancelarios y la eliminación de precios oficiales de importación. A pesar de que el gobierno justificó la firma del tratado como una oportunidad histórica para que el país saltara al primer mundo, después de más de dos décadas de implementación del modelo económico neoliberal sobre la agricultura mexicana, los resultados no han sido satisfactorios en términos de indicadores macroeconómicos y del sector agrícola.

1. Producción y crecimiento económico

En los últimos 25 años el producto interno bruto (PIB) del sector primario o agropecuario nacional ha reportado un crecimiento bajo respecto al crecimiento de la economía nacional (ver dato crucial 1). En este sentido, los datos muestran que el crecimiento del sector agrícola no está acorde con la economía nacional. El crecimiento tan bajo del sector agrícola durante los últimos años es resultado de una seria crisis en la agricultura mexicana.

2. Balanza comercial

De acuerdo con lo planteado por el autor, México se ha posicionado como el séptimo productor agroexportador mundial.

Las exportaciones e importaciones de productos agrícolas aumentaron durante los últimos 25 años (ver dato crucial 3). En este sentido, a pesar del superávit comercial, el incremento de las importaciones refleja la dependencia y la grave inseguridad alimentaria de México.

3. Repercusiones sociales

Los datos mencionados anteriormente tienen grandes repercusiones sociales en el país, fenómeno que se ha catalogado como la “nueva ruralidad”. El empleo en el campo ha disminuido drásticamente durante los últimos años (ver dato crucial 4), lo cual ha propiciado “el incremento del ingreso extraparcelario o la pluriactividad y el aumento de la población en condiciones de pobreza, pero, sobre todo, el de la migración de miles de personas redundantes en el campo” (p. 1134).

Asimismo, en el ámbito productivo existe una fuerte diferenciación entre unidades productivas en el país (ver dato crucial 5). A lo anterior debe sumarse la distribución desigual de la tierra nacional en donde existe una “polarizada estructura latifundio minifundista, donde la tierra y la producción agrícola se encuentran en su mayoría en manos de las grandes empresas agrícolas nacionales y extranjeras” (p. 1134).

De igual manera, durante las últimas décadas se han consolidado grandes empresas trasnacionales que controlan gran parte de la agricultura mexicana, entre las cuales se encuentran: Maseca, Bimbo, Cargill, Bachoco, Pilgrims Pride, Tysson, Nestlé, Lala, Sigma, Monsanto, Archers Daniel’s Midland, General Foods, PepsiCo, Coca-Cola, Grupo Vis, Grupo Modelo, Grupo Cuauhtémoc, Walmart, Kansas City y Minsa. Dichas empresas poseen dominio de cuotas de mercado debido a las ventajas obtenidas por el manejo de economías de escala y de la integración a las cadenas agroalimentarias globales.

De acuerdo con el autor, el modelo agroexportador neoliberal en la agricultura mexicana ha dado como resultado que el campo se encuentre atrapado en una paradoja compuesta por varios elementos:

1) En el marco del TLCAN ha habido un drástico crecimiento de las exportaciones agroalimentarias de México hacia Estados Unidos (ver dato crucial 7).

2) No obstante, a pesar del aumento en las exportaciones agropecuarias, la tasa de crecimiento del PIB agropecuario nacional se ha mantenido a la baja durante los últimos años, provocando un escaso progreso económico.

3) Mientras el sector agrícola mexicano se especializó en la exportación de frutas y hortalizas, se descuidó la producción de granos básicos para el consumo interno sector agrícola mexicano provocando el aumento de la dependencia e inseguridad alimentaria.

4) En 2016 se registró por primera vez un superávit, sin embargo esto no beneficia al progreso económico nacional debido a que dicho superávit es resultado de la creciente presencia de las agroempresas transnacionales en el país (como la industria cervecera).

5) El 80% de las exportaciones mexicanas tienen como destino el mercado de Estados Unidos.

6) El 75% de las importaciones agroalimentarias provienen de Estados Unidos, lo cual refleja la profundización de la dependencia alimentaria de México respecto a nuestro vecino del norte.

"El 75% de las importaciones agroalimentarias provienen de Estados Unidos, lo cual refleja la profundización de la dependencia alimentaria de México respecto a nuestro vecino del norte."

7) El TLCAN permitió que grandes productores agrícolas accedieran a nuevos mercados, obteniendo de esta manera mayores ingresos. Sin embargo, los productores pequeños y campesinos quedaron marginados en este tratado.

8) Se han perdido miles de empleos rurales en las últimas décadas.

Es así como el autor concluye esta sección mencionando que “los resultados económicos y sociales del tratado de libre comercio respecto del sector agrícola confirman el lugar subordinado y el desarrollo extrovertido que nuestro país tiene en la estructura económica mundial, con los cuales es posible avizorar el futuro complejo del sector con el nuevo T-MEC” (p. 1136).

III. El T-MEC: Aspectos relevantes y perspectivas

El gobierno de Donald Trump decidió presionar a sus socios comerciales para renegociar el TLCAN con el objetivo de reorientar los beneficios del comercio regional en favor de Estados Unidos y compensar las pérdidas que consideraba que se producían por dicho acuerdo. La renegociación se llevó a cabo entre agosto de 2017 y noviembre de 2018, y concluyó con la firma del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Los gobiernos y los congresos de cada país ratificaron el acuerdo debido a que en el caso de no hacerlo, las economías tendrían consecuencias negativas como el aumento de aranceles, la reducción de las exportaciones, la disminución de las inversiones y un impacto negativo en el crecimiento económico.

Así, el T-MEC entró en vigor el 1 de julio de 2020, hecho que el gobierno de México consideró histórico para la región de América del Norte, y una oportunidad para consolidar “los esfuerzos de México para insertarse en las cadenas de producción global y posicionarse como un centro exportador de vanguardia”. El gobierno de López Obrador (AMLO) se propuso consolidar el tratado como una palanca de desarrollo para el país. A pesar de que el gobierno mexicano busca mantener una estrategia de desarrollo económico basada en el modelo exportador, lo que implica que la agricultura tendrá la función principal de captar divisas y que Estados Unidos continúe siendo su principal socio comercial en materia agroalimentaria, esto puede ser un obstáculo para el desarrollo pleno de la agricultura mexicana. Si bien esta orientación puede producir una integración de la agricultura comercial al mercado externo, también puede generar desintegración de la economía campesina, a menos que se generen condiciones internas en México que promuevan el fomento agrícola y la autosuficiencia alimentaria.

De acuerdo con el autor, el gobierno de AMLO ha tomado medidas para mitigar la orientación neoliberal en la política agrícola anterior y establecer la agricultura como un aspecto central de la política económica. La política de precios de garantía, dirigida principalmente a pequeños y medianos productores, ha tenido un impacto positivo en aumentar la producción nacional y mejorar los precios en favor de los pequeños productores. Esto sugiere que la política va más allá de objetivos puramente asistencialistas y podría iniciar un proceso de reversión de la "nueva ruralidad". Cabe destacar que el T-MEC no implica un cambio radical en el comercio agrícola trilateral, pero incluye algunas consideraciones polémicas que se abordan en las siguientes secciones.

1. Aspectos relevantes del acuerdo en materia agrícola

En el marco del T-MEC, el capítulo III se enfoca al sector agropecuario, dividiéndose en dos secciones: disposiciones generales y biotecnología agrícola. Entre las principales medidas destaca la eliminación de los subsidios a las exportaciones agrícolas, se permiten salvaguardias especiales agrícolas y la creación de un comité agrícola para abordar barreras comerciales y fomentar la cooperación en áreas de interés mutuo. Sin embargo, algunas de estas disposiciones han sido objeto de debate, ya que se considera que reducen las posibilidades de integración de los productores comerciales mexicanos en el mercado exportador y limitan el fortalecimiento del desarrollo agrícola campesino y la soberanía alimentaria. Los tres países esperan que estas nuevas disposiciones contribuyan a promover y agilizar el intercambio comercial de productos agrícolas en la región.

Las disposiciones relacionadas con la biotecnología buscan fomentar la innovación agrícola y facilitar el comercio de productos agrícolas. Sin embargo, estas disposiciones contrastan con las medidas adoptadas por el nuevo gobierno mexicano relacionadas con la prohibición de la siembra de transgénicos y el uso del plaguicida glifosato en el territorio nacional debido a sus impactos en los ecosistemas, la salud, la pérdida de soberanía y autosuficiencia alimentaria. Además, aún hay temas pendientes relacionados con la propiedad intelectual de variedades vegetales, que podrían desalentar la inversión y la innovación y atentar contra los derechos de los agricultores y la seguridad alimentaria. El T-MEC también incluye disposiciones ambientales, laborales y sanitarias, que podrían frenar las exportaciones de productos agrícolas mexicanos si los productores nacionales no logran cumplir con estas nuevas medidas debido a la falta de conocimiento, personal capacitado, rezagos técnicos, costos o falta de inversión.

Aunado a las disposiciones laborales y ambientales, el T-MEC establece las relacionadas con la solución de controversias que no estaban presentes en el TLCAN. El autor señala que estas disposiciones carecen de mecanismos efectivos de aplicación en caso de violaciones. Además, destaca que el nuevo tratado permite a las corporaciones demandar a los gobiernos por prácticas comerciales injustas y que la parte reclamante puede elegir el foro en el cual solucionar la controversia, lo que podría limitar la capacidad de los países para defender sus intereses. En esta sección Hernández refiere a algunos casos en los que productores estadounidenses presentaron quejas sobre precios desleales de productos mexicanos y las investigaciones antidumping que resultaron de ellas, así como la demanda de Cargill contra el gobierno mexicano por aranceles al jarabe de maíz con alto contenido de fructosa.

De igual forma, con relación al mecanismo de salvaguardias especiales agrícolas, aunque las partes acordaron no utilizar subsidios a la exportación o salvaguardias agrícolas especiales de la OMC para los productos exportados al mercado de cada uno, los productores estadounidenses han presionado para que Estados Unidos impongan restricciones comerciales unilaterales sobre las exportaciones mexicanas de productos como arándanos, tomate y azúcar. Además, el T-MEC no menciona la eliminación de las restricciones a las exportaciones de tomates y azúcar de México hacia los Estados Unidos, por lo que es probable que se negocien acuerdos paralelos para el comercio de dichos productos. Finalmente, se especifica en el T-MEC que si alguna de las partes suscribe un tratado de libre comercio con un país de "economía que no es de mercado", los otros dos países podrían dar por terminado el pacto y reemplazarlo por uno bilateral, lo que es un desincentivo para negociar un acuerdo con China.

2. Perspectivas

Durante los 25 años de vigencia del TLCAN, el intercambio de productos agroalimentarios entre México, Estados Unidos y Canadá representó uno de los principales motores de la economía de dichos países (ver dato crucial 9).

En este sentido, el T-MEC ofrece la posibilidad de mantener y aumentar el acceso libre de aranceles a productos agrícolas y agroindustriales mexicanos en los mercados estadounidense y canadiense, además de asegurar la eliminación de subsidios a la exportación. Sin embargo, el T-MEC no presenta muchas innovaciones en el apartado agrícola, lo que refuerza las políticas neoliberales de libre mercado con un mayor control de los Estados Unidos sobre el mercado agrícola trilateral. El nuevo tratado deja nuevamente en la incertidumbre a los agricultores mexicanos, lo que podría generar exclusión y desplazamiento del sistema para aquellos que no sean capaces de adaptarse a las nuevas disposiciones productivas, comerciales, sanitarias, ambientales, laborales, biotecnológicas, digitales, de propiedad intelectual, entre otras.

En el marco del T-MEC se permitirá a Estados Unidos canalizar aún más sus excedentes agropecuarios hacia los mercados domésticos de sus socios, lo que afectará a los productores nacionales. En cuanto a la biotecnología, se lograron disposiciones sin precedentes, pero se teme que el marco normativo desigual sobre el desarrollo y uso de la biotecnología moderna reforzará un proyecto agroalimentario imperialista que bloqueará el desarrollo agrícola propio, independiente y autocentrado de México y sus productores.

Por lo anterior, el autor sostiene que una solución estructural en la industria agrícola mexicana debería potenciar el uso de biotecnologías tanto tradicionales como modernas, desarrolladas en el país y no importarlas. Este proceso de innovación tecnológica debe ser impulsado por las necesidades reales de los agricultores mexicanos, con su participación activa junto con los empresarios, el gobierno y los centros de investigación. Para determinar el alcance de este proceso se deben utilizar argumentos científicos de múltiples disciplinas. Este enfoque podría ayudar a reducir las desigualdades tecnológicas, aumentar la competitividad con soberanía y autonomía para el país, y reducir los altos costos asociados con las transferencias de biotecnología. Esto también ayudaría a mitigar la reproducción de las relaciones monopolístico-imperialistas.

De igual forma, Hernández afirma que es erróneo suponer que el nuevo acuerdo comercial por sí solo conducirá al desarrollo; necesita ir acompañado de una o más estrategias de desarrollo autocentrado. El gobierno mexicano ha tomado una serie de medidas temporales para fortalecer el sector agrícola nacional, incluyendo el rescate de la pequeña agricultura y la reubicación de los productores rurales como agentes productivos. Esto sugiere que, por primera vez en décadas, no habrá una apertura neoliberal total del sector agrícola.

IV. Conclusiones

Los efectos del tratado del TLCAN han ido más allá del simple aumento del comercio agrícola entre los tres países. De hecho, el modelo agroexportador neoliberal en México ha causado una serie de resultados negativos, incluyendo un bajo crecimiento agrícola, un déficit comercial, altas importaciones de alimentos, una estructura agrícola polarizada y frágil, concentración del acceso al crédito y a los mercados, y una pérdida de empleo rural. Estos efectos negativos podrían empeorar con los ajustes realizados en el nuevo T-MEC. Para mitigarlos, México debe priorizar los esfuerzos para promover la agricultura y la autosuficiencia alimentaria y, en el mediano plazo, implementar una estrategia de desarrollo agrícola independiente que aborde las causas profundas de la crisis del sector, incluyendo la democratización de la propiedad y la producción en el campo. La estrategia debe centrarse en la producción de alimentos básicos mediante la redistribución de la tierra y la reforma de los subsidios y créditos agrícolas, con una mayor inversión pública en desarrollo rural.

Para modernizar el sector agrícola, es crucial aplicar una estrategia que promueva el desarrollo de industrias rurales-artesanales, apoye la mejora de las herramientas e infraestructuras agrícolas tradicionales mediante la fabricación de nuevas tecnologías, y sostenga el asesoramiento constante a agricultores y productores desde universidades y centros de investigación. Este planteamiento debería contar con el apoyo del Estado y tener como objetivo aumentar la productividad al tiempo que se protege el medio ambiente y se reduce el desempleo, que es una de las causas de la emigración. Para abordar las cuestiones ecológicas, es esencial promover prácticas agroecológicas que eviten dañar la naturaleza y la salud humana. Esto incluye reconocer formas alternativas de tecnología agrícola, como la agricultura orgánica, sostenible, agroecológica y campesina-familiar, que se basan en conocimientos y tecnologías tradicionales y modernas para proponer un desarrollo agrícola sostenible basado en el uso racional de los recursos naturales, los mercados internos y la democratización de la información tecnológica.

Finalmente, el autor argumenta que para resolver los problemas de la agricultura hay que adoptar un enfoque democrático y sostenible. Esto implica revitalizar las técnicas agrícolas tradicionales y orgánicas apoyadas en la estrategia de desarrollo autocentrado. Dar prioridad a la agricultura y promover la autosuficiencia nacional es esencial para un desarrollo económico y social sostenible, el cual exige romper con la lógica del imperialismo y las relaciones contradictorias centro-periferia.

Datos cruciales: 

1. En los últimos 25 años el producto interno bruto (PIB) del sector primario o agropecuario nacional ha reportado un crecimiento bajo: en el periodo de 1995 a 2005 la tasa de crecimiento medio anual fue de 1.6%, y de 2005 a 2019 reportó un crecimiento medio anual de 1.9%, mientras que los ritmos de crecimiento de la economía nacional para el mismo periodo fueron de entre 3 y 4%.

2. Después de la firma del TLCAN, la superficie sembrada nacional de maíz muestra una disminución aproximada de dos millones de hectáreas, al pasar de 9 196 478 hectáreas en 1994 a 7 157 586 en 2019, lo que representa una reducción de 22% en la superficie destinada a ese cultivo.

3. Durante los últimos 25 años, las exportaciones agrícolas aumentaron de 380 millones en 1995 a 1 300 millones de dólares en 2019, mientras que las importaciones agrícolas incrementaron de 220 millones de dólares en 1995 a 1 100 millones de dólares en 2019.

4. La población económicamente activa (PEA) ocupada en actividades agropecuarias en México ha disminuido significativamente en los últimos 25 años. En 1995 se reportaron 7 752 426 empleos rurales, mientras que en 2020 se reportó una cifra de 6 574 359, lo cual significó la pérdida de más de un millón de empleos rurales.

5. De acuerdo con la FAO, la distribución de las unidades económicas rurales (UER) en el país se divide de la siguiente forma: de 5.3 millones de unidades que existen en el país, los empresarios agrícolas representan 8.7% del total de las UER y generan 74.2% de las ventas del sector; 22.4% de las UER son catalogadas como “familiar de subsistencia sin vinculación al mercado”, y 50.6% son “familiar de subsistencia con vinculación al mercado”.

6. Las empresas Maseca, Cargill, Minsa y Archer Daniel’s Midland controlan 66% de la oferta y la distribución del grano (nacional e importado). El control que poseen estas empresas les ha permitido especular comercialmente y fijar los precios de los alimentos en el país, mientras que los campesinos han perdido cerca de 30% del poder de compra de sus cosechas.

7. Según datos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés), en el marco del TLCAN las exportaciones agroalimentarias México hacia Estados Unidos se han incrementado de 2 719 millones de dólares en 1993, a 28 332 millones de dólares en 2019, por lo que hubo incrementos de 942%.

8. Durante los 25 años que estuvo en vigor el TLCAN, el comercio de mercancías entre los socios comerciales se logró triplicar, alcanzando 1.5 billones de dólares en 2019. Para este mismo año, los socios del acuerdo representaron 28% del PIB mundial.

9. En el marco del TLCAN, el comercio agroalimentario entre México y Estados Unidos se multiplicó 6.9 veces. De igual manera, se obtuvo una tasa de crecimiento promedio anual de 7.7%, pasando de 7 365.4 millones de dólares en 1993, a 51 086.8 en 2019.

Trabajo de Fuentes: 

Amin, S. [1994)], El fracaso del desarrollo en África y en el tercer mundo, Madrid, iepala.

Amin, S. [1999], El capitalismo en la era de la globalización, Barcelona, Paidós.

Losch, B. [2004], “Debating the multifunctionality of agriculture: From trade negotiations to development policies by the south”, Journal of Agrarian Change, 4(3): 336-360, https://doi.org/10.1111/j.1471-0366.2004.00082.x

McMichael, P. [2015], Regímenes alimentarios y cuestiones agrarias, México, Universidad Autónoma de Zacatecas, Miguel Ángel Porrúa.

Otero, G. [2014], La dieta neoliberal: globalización y biotecnología agrícola en las Américas, México, Simon Fraser University, Universidad Autónoma Metropolitana, Miguel Ángel Porrúa.

Patnaik, U., y Patnaik, P. [2017] A Theory of Imperialism, Nueva York, Columbia University Press.

Rubio, B. [2012], Explotados y excluidos. Los campesinos latinoamericanos en la fase agroexportadora neoliberal, México, Universidad Autónoma Chapingo-Plaza y Valdés.

Sztulwark, S. [2019], “La condición periférica en el nuevo capitalismo. Problemas del Desarrollo”, Revista Latinoamericana de Economía, 51(200), 3-24, https://doi.org/10.22201/iiec.20078951e.2020.200.68283

Nexo con el tema que estudiamos: 

El presente trabajo plantea el escenario actual del sector agropecuario de México a partir de la firma del TLCAN. Se enfatiza en las profundas asimetrías y brechas en la estructura productiva y tecnológica resultado de los grandes cambios en la estructura económica y social a partir de la integración de México al mercado mundial neoliberal. Asimismo, se resalta el papel que juegan las empresas trasnacionales en el control de alimentos como una de las actividades estratégicas y las nulas innovaciones de las disposiciones del T-MEC con relación al sector agrícola.