Michael Mann es un geofísico y climatólogo estadounidense, forma parte del Grupo de Expertos sobre el Cambio Climático. Se especializa en paleoclimatología, que es la historia del clima en la Tierra en épocas muy antiguas.

El libro, aún no publicado, Our Fragile Moment: How Lessons from the Earth’s Past Can Help Us Survive the Climate Crisis^[1] del científico climático Michael Mann, consiste en una investigación de la historia del clima en nuestro planeta. La obra reflexiona si ya no hay escapatoria a un apocalipsis climático o si es posible evitar las peores consecuencias.

La historia climática otorga muchas enseñanzas. En las primeras etapas de formación de la Tierra, hace 4 540 millones de años, nuestro Sol tenía un tercio del brillo que tiene actualmente. Bajo dichas condiciones el planeta tendría que estar congelado e inerte; pero, un intenso efecto invernadero, causado por altos niveles de metano y dióxido de carbono, hizo posible el agua en estado líquido y la vida floreció.

De forma paradójica, a medida que el Sol aumentó su brillo, el efecto invernadero de la Tierra se hizo menos intenso. La cuestión es que hace 2 000 millones de años surgió la vida dependiente de la fotosíntesis, lo que provocó el enfriamiento del planeta debido al descenso de los niveles de gas metano y dióxido de carbono, a la par del aumento del nivel de oxígeno. El descenso de la temperatura se potenció pues se acumularon hielos que generaron más enfriamiento y glaciación. De hecho, el planeta se congeló y la vida estuvo a punto de extinguirse.

Para vislumbrar si el aumento de la temperatura causada por la quema de combustibles desencadenará un catastrófico cÍrculo vicioso, o si habrá procesos de resiliencia climática, podemos observar otras eras geológicas. Se ha especulado que la liberación masiva de gas metano puede desencadenar un catastrófico aumento de la temperatura. De hecho, hay posturas que predicen un inevitable apocalipsis climático, y sostienen que la liberación masiva de metano que ocurrió hace 56 millones de años es equiparable a la amenaza actual de una rápida liberación del metano congelado en el Ártico. El problema es que la información paleoclimática no respalda estas predicciones. En eras geológicas pasadas el actor central del calentamiento fue el CO2, mientras que el gas metano jugó un papel mínimo.

Pero descartar la amenaza de metano, no implica un futuro positivo. Los niveles de CO2 en la atmósfera están aumentando a velocidades nunca vistas, por lo que todas las vidas en el planeta enfrentamos un reto gigantesco (Dato Crucial 1). La paleoclimática nos enseña que, si no reducimos las emisiones de carbono, superaremos niveles de calentamiento global nunca vistos en millones de años.

La humanidad se ha beneficiado de fenómenos climáticos muy antiguos. La extinción de los dinosaurios causada por un meteorito propició un entorno ecológico que favoreció evolución de los mamíferos. La desecación de los trópicos hace dos millones de años permitió la evolución de los primeros homínidos. Hace 13 000 años el breve periodo de enfriamiento conocido como Dryas Reciente impulsó el desarrollo de la agricultura. Por último, hace 6 000 años, las sequías en Oriente Medio y Oriente Próximo impulsaron proyectos de ingeniería que fomentaron la creación de las primeras ciudades-estado.

El cambio climático, en ciertas ocasiones, crea entornos ecológicos que nos han beneficiado, y, también, nos ha impuesto retos que fomentaron el desarrollo tecnológico. El asunto es que el margen de variabilidad climática en el que la humanidad puede existir es muy pequeño, y el clima es cada vez más inestable. La historia climática es clara, con los cambios climáticos hay ganadores y perdedores, las condiciones que han permitido la vida humana en el planeta son sumamente frágiles, y “este frágil instante está en peligro” pues todo apunta a que la humanidad terminará perdiendo. Aunque no exista la amenaza de un cambio climático brutal causado por una bomba de metano, la realidad es muy mala por sí misma. Si no se realizan más políticas climáticas el calentamiento global llegará a los 3°C, y sí aceleramos la industria de combustibles fósiles superaremos los 4.5°C.

Tendremos que afrontar un futuro con pérdidas masivas de las capas de hielo, elevación del nivel del mar, inundación de las ciudades costeras, medio planeta inhabitable por las altas temperaturas, olas de calor, sequías, inundaciones, y supertormentas. Tenemos la responsabilidad de no condenar a las generaciones futuras al apocalipsis. El estudio de Lewis Jared y otros científicos y científicas climáticas (2022) publicado en la revista Nature asegura que aún podemos evitar un calentamiento por encima de 2ºC, bajo la condición de que se cumplan los acuerdos de Glasgow. Aunque, es preferible evitar llegar a un alza de 1.5ºC, por lo que necesitamos presionar a políticos y organismos influyentes para implementar medidas más fuertes. No tenemos que sucumbir al fatalismo climático, la extinción no es inminente. Aunque la catástrofe se acerca, tenemos la capacidad de hacer algo.

NOTAS

[1] El libro de Michael Mann se publicará el 26 de septiembre de 2023