Militarising Big Tech. The Rise of Silicon Valley's Digital Defence Industry

Cita: 

González, Roberto [2023], "Militarising Big Tech. The Rise of Silicon Valley's Digital Defence Industry", State of Power 2023, Amsterdam, TNI, 7 de febrero, https://www.tni.org/en/article/militarising-big-tech

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Martes, Febrero 7, 2023
Tema: 
Las alianzas entre el Pentágono y Silicon Valley
Idea principal: 

Roberto J. González dirige el Departamento de Antropología de la Universidad Estatal de San José, es miembro fundador de la Network of Concerned Anthropologists. Sus líneas temáticas incluyen antropología medioambiental, militarización y antropología de la ciencia y tecnología.

Tanto la CIA como el ejercito de Estados Unidos utilizan dispositivos y sistemas tecnodigitales de empresas emergentes. Las nuevas formas de la guerra automatizada usan herramientas computarizadas con inteligencia artificial y aprendizaje automático que podrían llegar a tener capacidades completamente autónomas. Aunque, a pesar de lo avanzado de estos sistemas, tienen importantes márgenes de error (Dato Crucial 1).

Con la masificación de dispositivos portátiles conectados a internet, millones de personas producimos datos e información que constantemente alimentan algoritmos. Uno de los problemas es que esta producción, almacenamiento y procesamiento de datos puede servir para procesos de militarización. De hecho, la Agencia de Inteligencia de la Defensa (DIA, por sus siglas en inglés), que forma parte del Departamento de Defensa (DoD, por sus siglas en inglés), continuamente usa datos de geolocalización recopilados de teléfonos móviles que están disponibles en el mercado. El ejercito y los departamentos de inteligencia pueden usar estos datos para reconstruir las redes de interacción social e incluso dirigir ataques mortales.

Desde comienzos de siglo el DoD y diversas agencias gubernamentales de inteligencia estadounidenses han buscado capturar las innovaciones tecnológicas de Silicon Valley. Las agencias militares y de espionaje tienen infraestructura avanzada en dicha región, un consejo organizador que vincula al Pentágono con las grandes empresas tecnodigitales, y constantemente promueven encuentros con inversionistas y ejecutivos corporativos importantes. El ejercito estadounidense no puede comprenderse sin atender a sus conexiones con la industria tecnológica que se remontan, por lo menos, hasta mediados del siglo XX. Organismos de defensa e inteligencia, como la Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados (DARPA, por sus siglas en inglés) han proporcionado financiamiento a la investigación informática, a compañías tecnológicas e incluso al desarrollo de Silicon Valley.

¿Qué es la guerra virtual?

Aunque no existe consenso sobre la definición de guerra virtual, podemos tomar cuatro indicadores: sistemas de armas robóticas automatizadas; estrategias psicológicas de alta tecnología; programas de modelación y simulación conocidos como contrainsurgencia computacional; y el ataque y defensa de infraestructura crucial. Estas tecnologías de guerra funcionan mediante el procesamiento de grandes cantidades de datos obtenidos mediante drones, satélites, dispositivos electrónicos y las interacciones en internet.

De forma creciente las tecnologías utilizan la inteligencia artificial (IA) para automatizar procesos. El desarrollo de las tecnologías de guerra virtual exige una gran variedad de disciplinas y conocimientos, desde química e informática hasta antropología. Precisamente, Silicon Valley es una zona importante para el desarrollo de este tipo de trabajos de negligencia y defensa.

La guerra virtual es una especie de continuación de la Revolución de los Asuntos Militares (RMA, por sus siglas en inglés), una doctrina de una oficina del Pentágono desarrollada en las décadas de 1980 y 1990 que buscaba soluciones tecnológicas. Debido al veloz desarrollo tecnológico, la gobernanza con algoritmos, y el asenso de China y Rusia, el enfrentamiento computarizado se ha vuelto un elemento central en el ejercito estadounidense.

La intersección entre la gran defensa y gran tecnología: la creación de DIUx

Entre Silicon Valley y el Pentágono hay una gran distancia y notables diferencias entre las rígidas formas de trabajo del DoD y las cómodas y amigables instalaciones de compañías como Google; pero, en realidad, tanto las compañías tecnodigitales como DoD están aliados. El secretario de DoD, Ash Cárter, estableció la Unidad de Innovación en Defensa Experimental (DIUx, por sus siglas en inglés) muy cerca de Googlplex, el enorme complejo de Google en Mountain View.

El objetivo de DIUx es identificar e invertir en las empresas tecno digitales de vanguardia que podrían servir a los militares. Mediante DIUx, el Pentágono impulsa y financia empresas emergentes especializadas en IA, análisis de big data, ciberseguridad y biotecnología. DIUx también se ubica muy cerca de las instalaciones de las empresas militares Lockheed Martín y Northrop Grumman, así como de instalaciones de Amazon, Microsoft, y Apple.

Aunque la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (DARPA, por sus siglas en inglés) es el departamento de investigación y desarrollo tecnológico del Pentágono, sus proyectos están a décadas de concretarse. Por tanto, Cárter buscó crear un departamento más ágil, que pudiera utilizar parte del presupuesto de DoD en empresas tecnológicas emergentes con productos próximos a terminar. La idea era que DIUx fuera el puente entre militares, el Pentágono, empresarios e ingenieros civiles. Como estrategia de largo plazo, se planteó asignar militares de carrera en proyectos de vanguardia en Silicon Valley, para que aprendieran y llevaran nuevas ideas al Pentágono. De hecho, Cárter formó la Junta de Innovación y Defensa, un grupo de expertos civiles que asesoran a los líderes del Pentágono. DIUx avanzó velozmente y pasó a llamarse Unidad de Innovación de Defensa (Dato Crucial 2).

El fondo de capital de riesgo de la CIA

A finales de la década de 1990 la CIA creó Peleus y poco después cambió su nombre a In-Q-Tel. Esta organización se diseñó con el propósito de captar las innovaciones de la industria privada, especialmente las de Silicon Valley. El problema que llevó a la CIA a crear In-Q-Tel era la incapacidad de procesar y juntar datos e información dispersa que advertiría de un probable ataque. Al canalizar fondos a empresas emergentes de tecnologías de vigilancia, análisis de datos y guerra cibernética, así como cooptar ingenieros, informáticos, científicos y programadores, la CIA esperaba obtener una mejor posición frente a sus enemigos (Datos Crucial 3).

Hay tres interpretaciones sobre DIUx e In-Q-Tel, una es que transfieren las tecnologías emergentes del sector privado a las agencias militares y de inteligencia estadounidense; la otra es que se trata de una captura de tecnologías e ideas innovadoras. Además, las posturas críticas sostienen que estas empresas son formas de militarización de la industria tecnológica.

La inversión más beneficiosa de In-Q-Tel fue en la empresa Keyhole. Esta empresa creó un software que, mediante fotos satelitales e imágenes aéreas, con modelos tridimensionales y mapas de alta resolución de todo el planeta. De hecho, el ejercitó usó a Keyhole en la invasión a Irak. Finalmente, Keyhole fue adquirida por Google y le cambió el nombre a Google Earth. De acuerdo con la periodista Yasha Levine, a partir de ahí Google comenzó a integrarse con el gobierno de Estados Unidos mediante contratos con diversas agencias estatales, tanto civiles como militares.

DIUx se ha centrado en empresas de robótica e IA; mientras que In-Q-Tel se enfoca en las tecnologías de vigilancia, desde satélites geoespaciales hasta análisis de ADN, y, recientemente, hacia las empresas especializadas en la minería de datos (Dato Crucial 4). Ante el veloz desarrollo y despliegue de sistemas de vigilancia de países como China, hay quienes defienden el exitoso reclutamiento de las empresas tecnológicas por parte de las agencias militares y de inteligencia estadounidenses. Pero uno de los grandes problemas es que la unión entre la -Big Defense- con la industria tecnológica de vanguardia vinculará, aun más, la economía estadounidense con interminables guerras en otros países y con una policía militarizada en el interior (Dato Crucial 5).

El Proyecto Maven

Las alianzas del Pentágono con Silicon Valley también se dan con las empresas tecnodigitales más grandes. Un ejemplo es el Proyecto Maven, cuyo nombre formal es Algorithmic Warfare Cross-Functional Team, creado en 2017 por el subsecretario de defensa Robert Work con el objetivo de procesar rápidamente la inmensa cantidad de datos que recopilan los sistemas de vigilancia y espionaje estadounidenses. Incluso, el ejército usó los algoritmos del Proyecto Maven para apoyar misiones con drones contra ISIS en Irak y Siria.

El trabajo en dicho proyecto consistió en la creación y perfeccionamiento de algoritmos mediante el etiquetado de diversos elementos, desde personas hasta acontecimientos como protestas, en contextos diversos (Dato Crucial 6). El Pentágono no reveló con qué empresas se alió para desarrollar el proyecto. Pero en 2018 el portal noticioso Gizmodo reveló que el Pentágono contrató en secreto a Google y que se asociaron con otras empresas (Dato Crucial 7). De hecho, ejecutivos de Google, intentaron construir una imagen pública amigable sobre la colaboración de esta empresa con DoD; pero evitando cualquier filtración sobre el Proyecto Maven.

Rebelión de los Ingenieros

Un mes antes de las revelaciones de Gizmodo circularon correos sobre Proyecto Maven entre trabajadores de Google, miles de investigadores exigieron al director ejecutivo, Sundar Pichai, que cancelara los contratos con dicho proyecto argumentando que Google no debería involucrarse con el negocio de la guerra; también exigieron que se estableciera una política que prohibiera la participación de Google y sus contratistas en el desarrollo de tecnologías de guerra. Google declaró que finalizaría su participación en el Proyecto Maven, y publicó un código ético sobre IA en el que afirmó no diseñar ni utilizar la IA para sistemas de armas ni de vigilancia que violen el derecho internacional o los derechos humanos.

Aunque, en 2019 The Intercept obtuvo un correo interno de Google, donde se identificó que una empresa de terceros continuaría en Proyecto Maven utilizando Google Cloud Platform. Otros informes revelaron que DoD asignó el contrato del Proyecto Maven a Anduril Industries, una empresa que desarrolló un sistema de vigilancia, para los Agentes de Aduanas y Fronteras estadounidense, para detectar personas que intentan cruzar la frontera. Además, la investigación de Tech Inquiry, encontró que en el Proyecto Maven participaron muchos contratistas y subcontratistas, además de Anduril Industries (Dato Crucial 9).

Los trabajadores de Google que protestaron en contra del Proyecto Maven son una minúscula parte del total de empleados de Google; pero lograron poner a discusión, en todas las grandes empresas tecnodigitales, los contratos de militares con la industria tecnológica y la ética de la IA. De hecho, empleados de empresas como Amazon y Microsoft protestaron y exigieron retirar los proyectos y contratos al servicio de fuerzas militares y policiales. Sin embargo, los ejecutivos de las grandes tecnodigitales continuaron vendiéndole productos al Pentágono (Datos Cruciales 8 y 10).

Luchando contra la fusión entre la Gran Defensa y la industria tecnológica

La idea que una invención puede ser usada tanto con fines militares como pacíficos fue aceptada por la sociedad estadounidense del siglo XX. Durante la Guerra Fría, Silicon Valley desarrolló tecnología aplicable tanto en relojes, computadoras y calculadoras como en misiles. De hecho, la tecnología desarrollada sigue siendo de doble uso; como el caso de Google Earth; el dispositivo de realidad aumentada HoloLens de Microsoft, que inició apuntando a mercados civiles, pero probablemente obtenga más rentabilidad con los militares; el sistema de reconocimiento facial de Amazon, con aplicaciones tanto en bancos como en sistemas de vigilancia militar; y las plataformas de almacenamiento de datos en la nube que puede ayudar a la investigación científica, y a aumentar la mortalidad de los militares.

Aunque algunos podrían calificar de ingenua a la comunidad científica que ahora se opone a la incursión militar en Silicon Valley, es probable que estos científicos e ingenieros nunca imaginaron que su trabajo sería utilizado para el desarrollo de armas y dispositivos militares. Con la exposición del Proyecto Maven, la comunidad de trabajadores tecnodigitales se supo excluida de decisiones cruciales como el desarrollo de armas con IA. Ante esto, empezó a aflorar una conciencia de clase que permanecía oculta por los grandes sueldos y beneficios que ofrece la industria tecnodigital.

La larga historia de alianzas entre Silicon Valley y el Pentágono demuestra que las grandes empresas tecnodigitales son intrínsecas aliadas de la industria militar. La división entre el Pentágono y Silicon Valley nunca fue real, sus diferencias son superficiales. Casi todo el siglo XX la economía y cultura de Silicon Valley fue moldeada por el complejo militar-industrial-universitario. En la Guerra Fría el Pentágono impulsó la industria informática con contratos militares en las áreas de la electrónica de microondas, investigación en semiconductores, y la producción de satélites y misiles. La idea de grandes inventores, empresarios, e inversores en negocios de riesgos, que crearon una economía dinámica con tecnología de punta sin la intervención del rígido gobierno, es útil para ocultar que fue crucial el financiamiento otorgado por el Pentágono. Durante la segunda mitad del siglo XX el mayor empleador en Silicon Valley fue Lockheed, una empresa de armas.

Actualmente este patrón de alianza entre la tecnología y lo militar sigue operando. Según Jack Poulson, ex investigador de Google y cofundador de Tech Inquiry, considera que está ocurriendo una transición de las principales empresas tecnodigitales hacia contratos de defensa. La división real no es la de Silicon Valley y el Pentágono, sino la de un pequeño grupo de ingenieros y científicos politizados que se oponen a la militarización de su trabajo. Puede que este grupo ceda mediante un ataque mediático y la amenaza de perder sus trabajos, pero el futuro de la guerra virtual y las batallas tecnodigitales podrían estar en sus manos.

Datos cruciales: 

1.- En septiembre de 2011 la CIA y el ejército estadounidense, bajo la autorización del entonces presidente Obama, asesinaron en Yemen, mediante un ataque con drones y datos de geolocalización, a Anwar al Awalki, un clérigo musulmán nacido en Estados Unidos. Dos semanas después de este asesinato, la CIA, mediante una estrategia parecida, asesinó al hijo de Anwar, Abdulrahman al Awlkai de 16 años. Estos asesinatos fueron deliberados, pero otros ciudadanos estadounidenses, y miles de civiles en Afganistán y otros países de Medio Oriente y Asia Central fueron asesinados por drones de forma no deliberada.

2.- En 2018 la administración de Trump solicitó aumentar el presupuesto para la Unidad de Innovación de Defensa de 30 millones de dólares a 71 millones. Para el año 2020, se solicitó un presupuesto de 164 millones de dólares.

3.- En 2005 la CIA invirtió 37 millones de dólares en In-Q-Tel. En 2014 la inversión fue de casi 94 millones de dólares.

4.- Algunos clientes de In-Q-Tel son: Cyphy, que produce drones con la capacidad de realizar misiones de reconocimiento durante largos periodos de tiempo; Atlas Wearables, que monitorea movimientos corporales y signos vitales; Fu3ld, que tiene un dispositivo que realiza escaneos tridimensionales minuciosos de objetos y estructuras; Sonitus, que fabrica un dispositivo de comunicación inalámbrica que cabe dentro de la boca del usuario; Dataminr, transmite datos de Twitter para identificar tendencias y potenciales amenazas; Geofeedia, recopila mensajes de las redes sociales cuya ubicación se relaciona con eventos noticiosos de último momento; y TransVoyant, dedicada a la recopilación de datos satelitales, de radares, drones y otros sensores.

5.-

6.- El costo estimado del Proyecto Maven fue de 70 millones de dólares, y durante la segunda mitad de 2017, supuestamente, se etiquetaron más de 150 000 imágenes de distintos elementos en circunstancias distintas para perfeccionar los sistemas de algoritmos.

7.- De acuerdo con la información revelada por Gizmodo, los acuerdos entre el pentágono y Google para el proyecto Maven valían, por lo menos, 15 millones de dólares y se esperaba que aumentaran hasta 250 millones. Además, más de diez empleados de Google se asignaron para el proyecto Maven, y Google se alió con DigitalGlobe, una empresa de imágenes geoespaciales, y con CrowdFlower, quien pagó a personas para que completaran trabajos repetitivos en línea que nutren el algoritmo (como el etiquetado de miles de imágenes).

8.- Al finalizar 2018, casi una docena de trabajadores de Google renunciaron como forma de protesta contra los contratos militares y la falta de transparencia de los ejecutivos. En febrero de 2019 más de 200 empleados de Microsoft exigieron la cancelación del contrato de 480 millones de dólares con el ejercito estadounidense para suministrarles 100 000 visores de realidad aumentada HoloLens. En 2018, alrededor de 450 trabajadores de Amazon firmaron una carta exigiendo que se dejara de vender a las agencias policiales el software de reconocimiento facial Rekogniton, y que la división de servicios web de Amazon dejará de alojar Palantir, una empresa tecnológica que brinda software de análisis de datos al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos.

9.- Para el Proyecto Maven, el Pentágono otorgó contratos a Anduril Industries, ECS Federal y Booz Allen Hamilton, y subcontratos a Microsoft, Clarifai, Rebellion Defense, Cubic Corporation, GATR Technologies, Technical Intelligence Solutions y SAP National Security Services, entre otras.

10.- En 2021 Microsoft anunció Azure Government Secret, un servicio en la nube especialmente diseñada para el Departamento de Defensa y para sus clientes gubernamentales que necesitan máxima confidencialidad.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Este texto nos demuestra que la militarización, el aumento de la letalidad de ejércitos y policías va de la mano de las grandes empresas tecnodigitales. La estrecha vinculación entre Estado y corporaciones es aún vigente y latente. Las grandes tecnodigitales como Google, Amazon y Microsoft se vuelven parte de los sujetos de la guerra que le sirven a Estados Unidos para mantener su posición militar.