Has the Amazon Reached Its 'Tipping Point'?

Cita: 

Cuadros, Alex [2023], "Has the Amazon Reached Its 'Tipping Point'?", The New York Times, New York, 4 de enero, https://www.nytimes.com/2023/01/04/magazine/amazon-tipping-point.html

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Miércoles, Enero 4, 2023
Tema: 
Daños y evoluciones ecosistémicas del bosque del Amazonas por la deforestación y el cambio climático
Idea principal: 

Alex Cuadros es un periodista y escritor, abocado a temas de negocios, finanzas, élites, seguridad y el clima. Ha colaborado con medios como, The Washington Post, The New Yorker, The Atlantic, and The Nation. Es autor del libro Brazillionaires: Wealth, Power, Decadence, and Hope in an American Country (2016).


El bosque tropical del Amazonas es conocido como “los pulmones del planeta” (Dato crucial 1). Sin embargo, inquietudes climáticas recientes han incentivado el estudio de la concentración de dióxido de carbono (CO2) encima del bosque. Al respecto, destaca el innovador trabajo de investigación de la química atmosférica Luciana Vanni Gatti, quien se ha encargado de medir el CO2 directamente del aire.

“En un bosque sano, la concentración de [dióxido de] carbono debería disminuir mientras más te acerques a la copa de los árboles, desde arriba […]. En 2010 […] sus muestras indicaron lo contrario: en menores altitudes, la proporción de carbono aumentó. Esto sugirió que las emisiones [de dióxido de carbono] provenientes de la tala y quema de árboles -el método preferido para limpiar los campos en el Amazonas- estaban excediendo la capacidad del bosque para absorber carbono […]. Pero la tendencia no sólo persistió en años más húmedos, sino que se intensificó.”

Por lo anterior, Gatti se ha dedicado de refinar su metodología en el Instituto Nacional de Investigación Espacial del Brasil (INPE, por sus siglas en portugués), para comprender mejor el presupuesto de carbono del Amazonas. Así, sus “regiones de influencia” estudiadas pueden decirnos lo que pasa en 80% del bosque (Dato crucial 2): que “los pulmones del planeta están exhalando gases de efecto invernadero […] sugiriendo que el ecosistema por sí mismo podría estar expulsando más carbón del que absorbe […] o, en palabras de Gatti: ‘efectivamente muriendo más que creciendo’.”

Lo anterior se explica si partimos de que el bosque del Amazonas es capaz de crear su propio clima, generando las condiciones para que sean albergadas grandes franjas de árboles, cuyos procesos ecosistémicos son cruciales para fungir como un sumidero mundial de CO2 (Dato crucial 3). No obstante, la comunidad científica teme que estos ciclos se estén fracturando por la acelerada deforestación de la zona (Dato crucial 4).

Por ello, se cree que podríamos encontrarnos en la víspera de un punto de inflexión o de no retorno. Una de las señales que podrían corroborar lo anterior es que la “máquina de lluvia” del Amazonas se está haciendo más lenta, razón por la cual las sequías en la Cuenca se han hecho más frecuentes, a la par que las temperaturas han aumentado sin precedentes (Dato crucial 5).

En cuanto a la escala regional, la pérdida del Amazonas implicaría la desaparición del hogar de decenas de miles de especies endémicas, aparte de que las crecientes temperaturas podrían empujar a millones de personas de la región a volverse refugiadas climáticas. Respecto a la escala mundial, preocupa que dicho punto de inflexión produzca efectos secundarios en el clima global, porque sus “ríos flotantes” circulan en todo el continente, impactando a la circulación atmosférica de toda América. No obstante, estas consecuencias son incomparables con las de insertar el CO2 de todo el bosque del Amazonas en la atmósfera (Dato crucial 6).

Las dinámicas que sostienen el cambio de uso de suelo

La ciudad de Santarém, en Brasil, ha convertido su suelo en campos de cultivo de soya, debido a la ascendente demanda en China, a donde es exportada como alimento para ganado (Dato crucial 7) o aceite de cocina. En la zona del río Tapajós, donde se ubica aquella ciudad, existen legislaciones que intentan proteger el bosque. Sin embargo, el “[l]ucro hace su propia ley en el Amazonas”, motivo por el que terratenientes han buscado mecanismos para continuar expandiendo sus campos de cultivo (Dato crucial 8). Y quienes han intentado reportarlos han recibido amenazas de muerte o, incluso, han sido asesinados.

Estos procesos no podrían comprenderse sin considerar el papel de antiguas administraciones en Brasil. El régimen militar, por ejemplo, realizó los primeros esfuerzos modernos para colonizar el bosque, amparado en superar el “vacío demográfico” que implicaba tener personas “sin tierra” en el noroeste brasileño y tierra “sin personas” en el Amazonas. Aunque ya había comunidades indígenas habitando el bosque, el régimen buscaba convertirlas en ciudadanas y “ciudadanos productivos” para el país.

Posteriormente, con la presidencia de Jair Bolsonaro, durante 4 años se hizo todo lo posible para “desarrollar” al Amazonas. Se encubrieron cifras del avance de la deforestación, se recortó el presupuesto del INPE (a tal punto que el Instituto debió apagar su súpercomputadora), se disminuyeron los fondos públicos para proteger a los pueblos indígenas y se redujo el gasto federal para cuidar al ambiente.

La degradación del bosque

Erika Berenguer, una bióloga que colabora en el Large-Scale Biosphere-Atmosphere Experiment in Amazonia (LBA), advierte que centrar la atención en la deforestación subestima otro gran problema que atraviesa el Amazonas: la degradación ecosistémica, asunto que afecta la capacidad del bosque para almacenar CO2 (Dato crucial 9).

Por un lado, hay incendios por deforestación y, por el otro, incendios forestales (accidentales). Los primeros remiten al conocimiento indígena -milenario- que descubrió que las cenizas fertilizan a los suelos con pocos nutrientes; tradición que hoy en día prevalece y es implementada en el apogeo de la estación seca, época en que campesinos y campesinas limpian sus campos con fuego. No obstante, nadie se preocupaba por la expansión de las brasas al interior del bosque, puesto que la región solía ser muy húmeda.

Durante septiembre de 2022, el humo de los incendios accidentales se coaguló en una neblina permanente, lo que ha provocado que las personas ahí tosan y algunas requieran de un nebulizador. Asimismo, se ha dificultado el transporte en carretera, porque el horizonte ha sido cubierto con la cortina de humo de los incendios. Esto se debe a que los incendios por deforestación se han salido de control y se han expandido hacia donde no deberían: a los sembradíos, a los pastos para el ganado, a los techos de las casas y dentro del bosque del Amazonas.

El fortalecimiento de los incendios es otra “señal de que el ecosistema está perdiendo su resiliencia natural, ingresando a un circuito de retroalimentación” (Dato crucial 10) que no sólo destruye árboles, sino que acelera el paso hacia el punto de no retorno del Amazonas.

Las Ciencias de la Tierra: debates sobre el destino del Amazonas

No toda la comunidad científica está de acuerdo con las predicciones del punto de inflexión del Amazonas. Algunas opiniones dicen que, si los modelos computacionales estiman que el bosque se convertirá en una sabana como El Cerrado -ecosistema ubicado en la zona central de Brasil, lleno de pastizales, humedales y pequeños bosques (también amenazado por el calentamiento global)-, entonces no sería un hecho tan grave. Otros puntos de vista establecen que los estudios aplican suposiciones que uniformizan al conjunto del bioma, minimizando la complejidad de sus partes.

Una queja más, hecha por Berenguer, señala que la obra científica de “Carlos [Nobre] da la impresión de que el bosque entero colapsará en un mismo momento, el agua dejará de circular y se convertirá [de repente] en una sabana”. Asimismo, la bióloga considera que las investigaciones de Gatti pueden generar malentendidos; como los que Berenguer escuchó en la Conferencia de las Partes (COP) número 26, cuando algunas personas dijeron que “si el Amazonas ya era una emisora neta, ¿para qué molestarse en salvarla?”.

Como respuesta, ahora Nobre aclara que la transformación del Amazonas “tomará diferentes formas, en diferentes regiones, y que el estado final se volverá más un matorral empobrecido que una sabana como El Cerrado”. Encima, se han hecho investigaciones experimentales directas en la zona. Una de ellos descubrió que, al provocar incendios por deforestación, en el segundo intento una parcela perdió un tercio de las copas de sus árboles, lo que facilitó la invasión de pastos africanos (importados en la región como pastos para ganado).

A lo largo de la historia de la Tierra, en ecosistemas individuales (así como en el ecosistema del planeta entero), pequeños cambios en incremento empiezan a impulsarse unos a otros hasta que un circuito de retroalimentación sea remplazado por uno completamente diferente (Dato crucial 11). “Hay evidencia de que nuestra era actual de calentamiento global está cambiando las fronteras de varios biomas […], el Amazonas ha sobrevivido glaciaciones. Quizás no sobreviva a la humanidad”.

Se cree que las prácticas campesinas podrían no sólo estar poniendo en peligro su propia sobrevivencia basada en la agricultura, sino a la agricultura del resto del continente (Dato crucial 12). Esto, gracias a las investigaciones climatológicas que han identificado a las “teleconexiones” entre ecosistemas, que son anomalías metereológicas vinculadas hasta miles de kilómetros a la distancia.

Debido a lo anterior, una “creciente cantidad de científicos se preocupan de que un punto de inflexión pueda detonar otro. En algunos casos, la influencia es directa. Por ejemplo, Tim Lenton -profesor en Cambio Climático y Ciencia del Sistema-Tierra, en la University of Exeter- y David Armstrong McKay -especialista en el clima de la biosfera y la resiliencia socioecológica- encontraron que basta con un aumento de 1.5° Celsius en la temperatura media global para que se detone el gradual, pero irreversible, derretimiento de las capas de hielo en Groenlandia, la Antártica occidental y el permafrost; eventos que modificarían las corrientes marinas del Océano Atlántico, afectando los patrones climáticos de todo el mundo: volviendo inhabitablemente fría a Escandinavia, calentando al hemisferio sur y secando los bosques (como el Amazonas).

En conclusión, “es difícil predecir cómo todos estos cambios podrían interactuar [entre sí], como la mayoría de los modelos [computacionales] supone […] No hay manera de ponerle cifras […] Si nos enfocamos sólo en los resultados más probables, nunca predeciremos anomalías” (Dato crucial 13).

Los cambios reales en el Amazonas: más allá de las pronósticos

Los incendios forestales no matan a los árboles de manera inmediata. A veces, podrían pasar años hasta que un árbol caiga. Pese a esto, junto a los esqueletos de algunos árboles quemados, en el Amazonas se puede notar la presencia de otras especies. El camino se llena de enredaderas, impidiendo un fácil acceso al bosque. Se trata de un fenómeno anormal en un bosque sano, puesto que, a causa de que los árboles grandes consumen mucha luz y agua, el sotobosque no cuenta con muchos recursos para crecer densamente.

Lo anterior entonces demuestra el desequilibrio entre las especies nativas del bosque, hecho que facilita la llegada de especies “pioneras”, a ocupar los lugares dejados por los árboles nativos caídos. Por ejemplo, los árboles embaúba y las lianas (Dato crucial 14). De esta forma, se han facilitado las condiciones para que haya más espacios abiertos en el bosque.

Si bien dichos espacios “vacíos” son normales en el ciclo del bosque, porque los árboles se mueren y otros toman su lugar, su expansión ha generado “ciclos viciosos”: los rayos de sol secan la vegetación (Dato crucial 15), los árboles sueltan hojas para ahorrar agua (que luego se convierten en “gasolina para el siguiente incendio”), la creación de “corredores de viento” (permitiendo la entrada de intensas corrientes de viento, durante las tormentas) y la vulneración de los árboles más pesados (más tendientes a caerse).

La noción de múltiples puntos de inflexión ha preponderado entre científicos y científicas que estudian al bosque del Amazonas. Algunos y algunas de ellas ahora hablan de un “punto de inflexión de inflamabilidad”, mucho más urgente. Este se refiere a cuando un ecosistema que nunca evolucionó para quemarse, comienza a incendiarse con regularidad (Dato crucial 16).

Pese a lo anterior, Berenguer también recalca la importancia de observar cómo luce en bosque antiguo bien preservado: más frío, más oscuro, con flora mucho más diversa, con copas mucho más cerradas y con un sotobosque mucho más transitable. La bióloga “no estaba avergonzada de admitir que, como lo puso, ella y sus colegas han tenido sus propios puntos de inflexión también. Durante un tiempo luego de los incendios de 2015, ella perdió el propósito […] [porque] ‘tu sistema de referencia entero está siendo destruido y eres impotente [ante ello]’, mencionó.” En medio de la tranquilidad del bosque protegido y las confesiones, de pronto “el hechizo se rompió por un sonido más familiar [que los cantos de los pájaros], distante pero inconfundible, de un un semi tractor cambiando de marcha”.

Datos cruciales: 

1. Algunas estimaciones señalan que el bosque del Amazonas absorbe cerca de 500 millones de toneladas de CO2 cada año.

2. Según las investigaciones de Luciana Vanni Gatti, química atmosférica, las emisiones netas del Amazonas son casi 300 millones de toneladas de dióxido de carbono al año.

3. El bosque del Amazonas está formado por aproximadamente 400 mil millones de árboles. Se calcula que, cada día, 1 árbol es capaz de expulsar más de 100 galones (iguales a 378.5 litros) de agua en forma de vapor; proceso que refresca la temperatura del aire, mediante enfriamiento evaporativo. Además, de acuerdo con las averiguaciones de Eneas Salati -ingeniero agrónomo brasileño- ese vapor también crea “ríos flotantes”, es decir, nubes de lluvia que pueden reciclar la propia humedad del bosque hasta cinco o seis veces.

4. En la pasada mitad del siglo, 17% del Amazonas ha sido convertido a tierras de cultivo o pastura para ganado. Como cada vez hay menos árboles, hay menos agua de lluvia reciclada, menos vapor para enfriar el aire y menos copas de árboles protectoras de la luz del sol. Así, un circuito de retroalimentación es potenciado con el calentamiento global: en condiciones más secas y calientes, los árboles más frondosos sueltan hojas para ahorrar agua, inhibiendo los procesos de fotosíntesis del bosque, debilitándolo en su conjunto. Según Carlos Nobre -científico especialista en el Sistema-Tierra-, si la deforestación llega a abarcar 25% del bosque, los “ríos flotantes” serán demasiado débiles, por lo que el bosque no podrá sobrevivir en la mayor parte de la Cuenca; transformando al Amazonas en una sábana arbustiva, en las próximas décadas.

5. Anteriormente, en el Amazonas se presentaban sequías cada varias décadas. Sin embargo, desde 1998, a lo largo 24 años, ha habido 5 sequías y 2 de ellas fueron sequías extremas. En la parte oriental del bosque, la estación seca duraba 3 meses, pero ahora dura más de 4; misma época en que la lluvia de todo el bosque ha disminuido 33.3%, en los últimos 40 años; mientras, la temperatura promedio del Amazonas ha aumentado 3.1°Celsius (lo triple que el promedio mundial, desde la Revolución Industrial).

6. El ecosistema del Amazonas todavía contiene 120 000 millones de toneladas de CO2 (cantidad equivalente a más de 3 años de emisiones mundiales) en sus troncos, ramas, enredaderas y suelo. Si todo este dióxido de carbono es liberado -por ejemplo, con el avance de la deforestación-, la temperatura de todo el planeta aumentaría 0.3° Celsius. Siguiendo la opinión de Stephen Pacala -ecólogo y profesor en la Princeton University-, este hecho por sí solo haría inalcanzable al Acuerdo de París (2015), tratado internacional que busca limitar el incremento de la temperatura media global a 2° Celsius.

7. Más del 66.6% de las áreas deforestadas del Amazonas se ocupan en la siembra de pastos dirigidos al pastoreo de animales “domésticos”.

8. En la región aledaña al río Tapajós, terratenientes tienen la obligación de preservar 50% de su propiedad como bosque. Pese a esto, familias granjeras siguen acrecentando sus campos de cultivo con franjas delgadas, para que no sean detectadas por satélites. Aunque en 2006 la industria de la soya acordó no plantar en áreas recién deforestadas, se han falsificado documentos o se han transferido tierras a testaferros, para encubrir los nombres de los verdaderos propietarios que infrinjan la moratoria.

9. A causa de la tala, quema y fragmentación del bosque del Amazonas, se calcula que un quinto de su ecosistema remanente se encuentra degradado.

10. Los incendios recientes en el Amazonas han sido más intensos que los más grandes incendios forestales en toda la historia de California, Estados Unidos. Como resultado, se han inyectado 500 millones de toneladas de CO2 en la atmósfera (cifra equivalente a las emisiones anuales de todo México). Por ello, se cataloga como la peor temporada de incendios de la que se tiene registro en el bosque.

11. Algunas actividades humanas podrían haber detonado cambios de régimen ecológico, incluso, antes de que se empezaran a utilizar los combustibles fósiles. Se estima que el interior Australia probablemente lucía “exuberante y verde”, hasta hace 40 000 años, cuando los pueblos originarios cazaron a la megafauna que se alimentaba de pastos hasta que la extinguió; lo que pudo haber facilitado el crecimiento de estas hierbas y el rápido esparcimiento de los incendios, además de perturbar los “ríos flotantes” del continente. Por otro lado, se cree que, en la península de Yucatán, México, la deforestación hecha por los pueblos mayas pudo haber amplificado las sequías que debilitaron el asentamiento de su cultura. Mientras, el Sahara, hace 10 000 años era similar a la zona templada del centro de África; pero el pastoreo del ganado pudo haber creado las condiciones para que se convirtiera después en un desierto.

12. Por la teleconexión de El Niño, un inusual Océano Pacífico más cálido tira a la “corriente en chorro” (jet stream, en inglés) hacia el sur, provocando condiciones más secas en Canadá, en el norte de Estados Unidos y hasta en el Amazonas. Según David Medvigy - investigador de la University of Notre Dame-, un patrón similar podría emerger si el Amazonas deja de reciclar su propia humedad, porque el aire seco viajaría hacia el norte en el invierno; lo que reduciría a la mitad el manto de nieve que cubre a Sierra Nevada, una fuente de agua fundamental para California, estado ya azotado por las sequías.

13. En un artículo de 2018, Tim Lenton y Will Steffen -químico estadounidense, especializado en el Sistema-Tierra y uno de los directores del International Geosphere-Biosphere Programme- advirtieron que las inflexiones en cascada “tipo dominó” podrían empujar al clima global más allá de un umbral crítico, hacia un circuito de retroalimentación llamado Tierra Invernadero (un planeta con condiciones hostiles, no vistas en millones de años).

14. Aún sin la llegada de la sabanización, en el bosque del Amazonas están proliferando árboles que soportan condiciones más secas, mientras que los que necesitan más agua -como las especies nativas- están muriendo. El caso particular del predominio de los árboles embaúba es particularmente preocupante porque este tipo de árboles es hueco, lo que permite una absorción de CO2 menor, además de que su ciclo de vida es más corto, por lo que crea más frecuentes vacíos en las copas del bosque. De acuerdo con los estudios de Gatti, el Amazonas emite 50% más dióxido de carbono que en los primeros cinco años del proyecto de la química.

15. En el suelo sin sombra del bosque del Amazonas, se pueden alcanzar temperaturas de hasta 176° Fahrenheit (80° Celsius).

16. Durante la sequía de 2015, los incendios forestales arrasaron con un área de conservación cercana, la Reserva Extrativista Tapajós-Arapiúns. Debido a que quedó muy degradada, con muchos desechos secos en el suelo, en 2017 tuvo incendios todavía más intensos, aun cuando fue un año húmedo. Esa vez, las brasas no medían 1 pie (30.4 cm) de altura (como normalmente miden en el Amazonas), si no que llegaron hasta las copas de los árboles.

Trabajo de Fuentes: 

ONU [2015], Acuerdo de París, Nueva York, Organización de las Naciones Unidas, 27 pp, https://unfccc.int/sites/default/files/spanish_paris_agreement.pdf, 12 de diciembre

Gatti, Luciana V. et al. [2021], “Amazonia as a carbon source linked to deforestation and climate change”, Nature, Berlín, Springer Nature, 595: 388-393, 14 de julio, https://www.nature.com/articles/s41586-021-03629-6

Steffen, Will et al. [2018], “Trajectories of the Earth System in the Anthropocene”, Proceedings of the National Academy of Sciences, Washington, D.C., National Academy of Sciences, 115(32): 8252-8259, 6 de agosto, https://www.pnas.org/doi/full/10.1073/pnas.1810141115

Nexo con el tema que estudiamos: 

El capital fósil ha arrasado con el clima, degradando la complejidad de los biomas que conforman al Sistema-Tierra entero. Sus capacidades (auto)destructivas desdibujan la posibilidad de nombrar al futuro y de presenciarlo. Los “desequilibrios” socioecológicos de los que es responsable demuestran la incompatibilidad de su existencia con la de la reproducción de la vida, en general, y de la vida humana, en particular. Así va aniquilando aceleradamente los fundamentos materiales e históricos en que se sostiene.