Extractivism in the Anthropocene. Late Imperialism and the Expropriation of the Earth

Cita: 

Foster, John Bellamy [2022], “Extractivism in the Anthropocene. Late Imperialism and the Expropriation of the Earth”, Science for The People. Bleeding Earth, 25(2), otoño, https://magazine.scienceforthepeople.org/vol25-2-bleeding-earth/extracti...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
2022
Tema: 
La conceptualización marxista del extractivismo para comprender la crisis ecológica mundial
Idea principal: 

John Bellamy Foster es un economista y académico estadounidense, formado en la Evergreen State College y la York University. Es editor de la revista socialista Monthly Review y profesor de sociología en la University of Oregon. Algunos de sus libros más destacados son: Marx’s Ecology: Materialism and Nature (2000), The Ecological Rift: Capitalism’s War on the Earth (2010), The Theory of Monopoly Capitalism: An Elaboration of Marxian Political Economy (2014) y Capitalism in the Anthropocene: Ecological Ruin or Ecological Revolution (2022).


El concepto de “extractivismo” es fundamental para comprender la crisis ecológica planetaria actual. Si bien las industrias extractivas han existido desde el comienzo del modo de producción capitalista; pasando por su expansión colonial (en el siglo XVI) y potenciándose con el inicio de la era del capital fósil (desde finales del siglo XVIII, en adelante); sólo con la Gran Aceleración (a partir de la década de 1950) ha emergido la Época del Antropoceno.

El crecimiento económico se ha acelerado, a la par que el agotamiento de los “recursos” y la sobrecarga de los sumideros planetarios. De ahí que se consideren dos periodos constitutivos de la Gran Aceleración: primero, de 1950-1970 con la “expansión” económica de América del Norte, Europa occidental y Japón, recién pasada la Segunda Guerra Mundial; y luego, de 2000-2015 con el rápido ascenso de China, India y otras economías “emergentes”.

Aunque el uso de “recursos” per capita se ha estabilizado en las “economías desarrolladas”, esto se debe a la externalización de su producción industrial hacia el “Sur Global”; motivo por el cual el consumo mundial continúa concentrado en el “Norte Global” (Dato crucial 1). De esta forma, las presiones extractivas se han intensificado en regiones clave, sobre todo, en el “Sur”; espacios donde la economía de la exportación es acaparada por la producción primaria: la agricultura, la minería y el sector fósil (Dato crucial 2).

Por lo anterior, se argumenta que financiariazación de la tierra, principalmente en el "Sur Global", ha comenzado: las finanzas internacionales del “Norte” controlan la mercantilización y manejo de los “servicios” ecosistémicos, particularmente ubicados en el “Sur”. No obstante, la extracción de recursos y el despliegue de infraestructuras extractivas también están ocurriendo en los países centrales (Dato crucial 3). Por ello, las consecuencias ecológicas son ahora catastróficas para el planeta entero.

En dicho contexto, se han elaborado conceptualizaciones críticas al respecto del extractivismo, especialmente en América Latina. Y han germinado múltiples debates teóricos; mientras algunas investigadoras y algunos investigadores se enfocan en el capitalismo y sus formas de explotación; unos más relacionan el concepto con los problemas de la modernidad, de la violencia, de la producción, de la digitalización y de los “emsamblajes ontológicos”; al mismo tiempo que otros, como Eduardo Gudynas, insisten en que el concepto debe ser abordado en relación con los modos de producción/apropiación, basado en la economía política y la crítica ecológica. Desde esta última postura, nacida de la tradición materialista histórica, se partirá para ubicar al extractivismo en el marco del Antropoceno.

Marx y la expropiación de la naturaleza

En el siglo XIX, Karl Marx señalaba que la producción se dividía en 4 esferas: la industria extractiva, la agricultura, la manufactura y el transporte. La “industria extractiva” entendida como el sector productivo donde “el material para el trabajo era provisto directamente por la Naturaleza, como la minería, la caza, la pesca (y la agricultura, pero solo en la medida en que empiece con la disolución de tierra virgen)”.

En ese sentido, para Marx, la minería constituía la industria extractiva por excelencia, por el descuido absoluto de las condiciones en que trabajaban los mineros. “Esto lo llevó a decir que el capital ‘despilfarra seres humanos, trabajo vivo, más rápido que cualquier otro modo de producción’ […] Pero los efectos destructivos de la industria extractiva y del capital en general […] también se extendieron al despilfarro de materias primas”. De ahí que él pudiera apuntar que el capitalismo necesariamente conduce a una fractura metabólica: porque “el capitalismo no es capaz de renovar sus propias condiciones de producción; no reemplaza los nutrientes, erosiona los suelos, agota o destruye sus recursos naturales renovables […] y no renovables”.

Una clave para el análisis materialista histórico del extractivismo es el análisis marxiano de la “expropiación originaria” (Dato crucial 4). Marx consideraba que la génesis del capitalismo industrial yacía en la conquista y saqueo colonial, de las áreas/periferias “externas” a la emergente economía-mundo capitalista. Él escribe que esto se relacionaba con “la extirpación, esclavización y entierro de la población indígena, en las minas” de su propio territorio, en América; además del “comercio transatlántico de personas esclavizadas, la colonización brutal de India, [y] el drenaje masivo de recursos/plusvalía de las áreas colonizadas que alimentaron al desarrollo europeo”.

Además de la expropiación de suelo y cuerpos, el análisis marxiano incorporaba a la expropiación de la tierra. Los “recursos” naturales entonces se catalogaron como despilfarros, puesto que sus condiciones de reproducción no se mantenían. Partiendo de que en el modo de producción capitalista el eje de la producción se volvió la valorización del capital, se comprende que el robo de la tierra y la fractura metabólica sean procesos necesariamente imbricados.

Gudynas y la plusvalía extractivista

En lugar de remitirse a los modos de producción -dejando de lado las oportunidades teóricas del materialismo histórico clásico que ese concepto implica-, Eduardo Gudynas prefiere aludir a los modos de apropiación. Hace la distinción entre la apropiación humana de su medio natural (en general) y los modos extractivistas de apropiación (destructores de las condiciones naturales y sociales de reproducción).

Gudynas define al extractivismo como un conjunto de “procesos excesivos”, establecidos así por tres características: indicadores físicos (como el volumen y el peso); la intensidad del impacto medioambiental; y el destino de la materia extraída. Así, dicho autor vincula al extractivismo con el colonialismo y el imperialismo, a causa de la imposición de exportar materias primas, en cada vez más grandes cantidades, desde “Sur Global” hacia el “Norte Global”; procesos que renuevan la dependencia imperial del “Sur” respecto al “Norte”, como resultado del neo-extractivismo.

La contribución más importante de Gudynas es su intento por conectar el concepto de extractivismo con el de plusvalía. Apoyándose del concepto “plusvalía económica” de Paul A. Baran (y de acuerdo con la teoría del valor marxiana), argumenta que la renta de la tierra y el interés en el capital monetario son componentes de la plusvalía total y no costos de producción, los cuales en la contabilidad capitalista se presentan como formas disfrazadas de la apropiación de la plusvalía extractivista.

Lo anterior le permite a Gudynas añadir a la dimensión social o económica de la plusvalía (en los modos extractivistas de apropiación), dos dimensiones medioambientales: la plusvalía medioambiental renovable y la plusvalía medioambiental no renovable. La primera se relaciona con las teorías marxiana y ricardiana de la renta de la tierra; buscando identificar la plusvalía apropiada no sólo por el monopolio de las rentas (lo contabilizado), sino también mediante la apropiación/expropiación de los servicios ecosistémicos (lo externalizado). Eduardo Gudynas entonces apunta que las corporaciones crean una plusvalía monetizada más grande, debido a que descuidan aspectos ambientales fundamentales (por ejemplo, la conservación del suelo y del agua) con su apropiación extractivista de los “recursos” naturales renovables, generando una plusvalía solo artificialmente mayor.

En paralelo, la dimensión de la plusvalía medioambiental no renovable se centra en “recursos” como los minerales y los combustibles fósiles, que “tarde o temprano se agotarán, y por lo tanto la plusvalía capturada por la clase capitalista será siempre proporcional a la pérdida de herencia natural irrecuperable”. En consecuencia, cualquier plusvalía obtenida mediante formas extractivistas de apropiación implica el agotamiento de los “recursos” (lo que en la economía política clásica es disfrazado como “capital natural”).

La perspectiva materialista histórica clásica, en conclusión, vio la relación entre el capitalismo y los “recursos” renovables y no renovables como una expropiación destructiva de la tierra, un robo o despilfarro de la naturaleza. Con esto coincide el análisis de Gudynas. De esta manera, Eduardo Gudynas asevera que la plusvalía real es ficticiamente más alta que la plusvalía planificada, puesto que no contabiliza el eventual agotamiento de los “recursos” en que se basa. Este acercamiento teórico, además le ayudó a entender los conflictos por la tierra en las economías extractivistas y su relación con el imperialismo tardío; finalmente, abordando la cuestión de la justicia.

Extractivismo y la crisis del Antropoceno

El Antropoceno puede ser definido como una nueva época geológica -nunca antes presentada, en toda la historia del planeta-, en la cual los “factores antropogénicos” son las principales fuerzas que determinan los cambios del Sistema-Tierra. Su crisis es entendida por Clive Hamilton y Jacques Grinevald, como la “fractura antropogénica” de los ciclos biogeoquímicos del Sistema-Tierra que, desde el materialismo histórico, se comprenden como imbricados al sistema capitalista de acumulación. De esta manera se crea el término de “Capitaliano”, por Carles Soriano, definido como la primera fase geológica de la Época del Antropoceno.

No obstante, aún dentro de las condiciones de un modo de producción diferente, “no habrá escape progresivo del Antropoceno por sí mismo en el futuro concebible […] dada la actual etapa del desarrollo económico y tecnológico a escala planetaria, y el hecho de que los límites del crecimiento deberán tomarse en cuenta para la determinación de todo camino futuro”.

Por lo anterior, la crisis ecológica contemporánea tiene que ser vista como una expropiación destructiva de la naturaleza. El combate a las formas de apropiación capitalista de la naturaleza, por ende, debe “tomar prioridad en todos los niveles y todas las formas de lucha social”. El análisis de la producción en su conjunto es imprescindible para este propósito, por lo que el conocimiento materialista histórico resulta crucial.

En sus tiempos, Karl Marx ya apuntaba que el trabajo es la apropiación de la naturaleza para la satisfacción de las necesidades humanas; lo llevó a decir que, con el modo de producción capitalista, se lleva a cabo el despojo de los medios de producción del trabajo, hecho que también implica el despojo de los medios de vida (lo que Marx llamaba la absoluta pobreza). El gran problema actual es que, hoy en día, todos los medios de vida del planeta están siendo destruidos.

“La única respuesta es la creación de una más alta forma de sociedad en que [las productoras y] los productores regulen directa y racionalmente el metabolismo entre la humanidad y la naturaleza, de acuerdo con los requerimientos de su propio desarrollo humano [y] en coevolución con la Tierra como un todo”.

Datos cruciales: 

1. En 2016, según datos del Global Material Flows and Resource Productivity Report -publicado por el Programa para el Medio Ambiente de Naciones Unidas-, desde 1990 casi no ha mejorado la “eficiencia material global”, incluso, se dice que la “eficiencia empezó a disminuir en el 2000”. Aun así, la extracción mundial de materiales se ha triplicado, durante los 40 años previos a la difusión de tal informe.

2. En 2017, los ingresos por los recursos naturales en República del Congo abarcaban 43% de su Producto Interno Bruto (PIB). En 2019, 67% de las exportaciones de Brasil eran materias primas; mientras en Chile y Uruguay alcanzaban hasta el 82%. En 2021, la exportación de combustibles en Argelia representaba 94% de sus exportaciones totales.

3. En todo el mundo hay 1 174 821.12 km (o 730 000 millas) de tuberías de petróleo y gas, cifra equivalente a 30 veces la circunferencia de la Tierra. Solamente Estados Unidos y Canadá albergan 33.3% de los ductos mundiales, es decir, cuentan con 418 429.44 km (260 000 millas) de tuberías en sus territorios. Al respecto de la extracción de "recursos" para la exportación, 43% del total de las exportaciones de Canadá son materias primas; mientras que en Australia abarcan 81%.

4. El término marxiano de “expropiación originaria” contrasta con el de “acumulación originaria”, de la economía política clásica-liberal (mal traducida como “acumulación primitiva”). Para Karl Marx, más bien, se trataba de la expropiación o apropiación sin equivalente, asunto que enfatizó en repetidas ocasiones (cerca de 30 veces, en la sección séptima) en El Capital (1867), una de sus obras más destacadas. En consonancia, Karl Polanyi habla de “apropiación sin reciprocidad”. Asimismo, debe considerarse la distinción entre apropiación en general (la libre apropiación de la naturaleza como prerrequisito material de toda existencia humana) y formas de apropiación en específico (formando tipos de propiedad; entre las que se ubica la propiedad privada, que conduce a la expropiación y explotación bajo el régimen del capital); de esta manera, Marx elaboró el concepto de “modo de apropiación”, con el subyacente “modo de producción”.

Cápitulos relevantes para el proyecto: 

Soriano, Carles [2020], “On the Anthropocene Formalization and the Proposal by the Anthropocene Working Group”, Geologica Acta, Barcelona, Universitat de Barcelona/IDAEA-CSIC, 18(6): 1–10, https://revistes.ub.edu/index.php/GEOACTA/article/view/GeologicaActa2020...

Foster, John Bellamy, Clark, Brett y Holleman, Hannah [2020], “Marx and the Indigenous,” Monthly Review, Nueva York, 71(9): 1–19, https://monthlyreview.org/2020/02/01/marx-and-the-indigenous/#lightbox/0/

Foster, John Bellamy y Clark, Brett [2021], “The Capitalinian: The First Geological Age of the Anthropocene”, Monthly Review, Nueva York, 73(4): 1-17, https://monthlyreview.org/2021/09/01/the-capitalinian/

Görg, Christoph et al. [2020], “Scrutinizing the Great Acceleration: The Anthropocene and Its Analytic Challenges for Social-Ecological Transformations,” The Anthropocene Review, Estados Unidos, SAGE Publications, 7(1): 42-61, https://journals.sagepub.com/doi/full/10.1177/2053019619895034

Upchurch, Martin [2020], “Is There a New Extractive Capitalism?”, International Socialism, Reino Unido, 168, 9 de octubre, http://isj.org.uk/extractive-capitalism/

Trabajo de Fuentes: 

Gudynas, Eduardo [2021], Extractivisms. Politics, Economy and Ecology, Nova Scotia, Fernwood Publishing, 150 pp.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Retomar las elaboraciones teóricas del materialismo histórico, en particular aquel abocado a la crítica ecológica, nos ayuda a encontrar nuevas claves de entendimiento sobre el alcance socioecológico del colapso sistémico en curso. Nos permite señalar que, en la actualidad, no sólo está en riesgo la continuidad del modo de producción moderno-capitalista patriarcal, sino también la posibilidad de que subsista cualquier otro. El extractivismo en el marco del Capitaloceno intensifica y acelera los riesgos existenciales a los que todas las generaciones, pasadas, presentes y futuras, nos enfrentamos. De ahí que aseguremos que esta es nuestra gran encrucijada, probablemente la última, de la historia.