Heavenly Bodies. Space burials sell a shot at immortality

Cita: 

Church, Dolly [2022], “Heavenly Bodies. Space burials sell a shot at immortality”, The Baffle, 7 de marzo, https://thebaffler.com/latest/heavenly-bodies-church

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Martes, Marzo 7, 2023
Tema: 
Comienza el auge de la industria de los “entierros espaciales”.
Idea principal: 
Dolly Church es escritora especializada en temas de la vida urbana, la cultura y la tecnología. Ha publicado en Real Life, Current Affairs e Hyperallergic, entre otras.

Dolly Church enlista las tres opciones que la empresa Celestis le ofreció para el “entierro espacial” de su abuela: “enviar [sus cenizas] a la órbita; a la luna; o, con el Paquete Voyager de lujo, enviarla[s] en un ‘viaje celestial permanente, mucho más allá de la luna’”.

Celestis es una empresa con sede en Estados Unidos fundada en 1994 por Charles Chafer y R. Chan Tysor. En 1997, realizaron el primer lanzamiento de cenizas al espacio y, entre otros, ha enviado al espacio los restos de Timothy Leary, pionero en la investigación y uso del LSD, Gene Roddenberry, creador de la serie Star Trek, y el físico Gerard O’Neill. Su modelo de negocios está basado en el alquiler de espacio comercial en los viajes espaciales disponibles. Los precios inician en 2 295 dólares, precio por el cual los familiares pueden mandar un gramo de cenizas al espacio y contemplar su despegue; por un poco más, es posible incluir cenas con astronautas o artículos conmemorativos. Existen pocas empresas semejantes. En Reino Unido, Aura Flights, ofrece lanzamientos de cenizas en globos de hidrógeno y en Estados Unidos, Elysium Space y Beyond Burials incluyen servicios memoriales en la órbita terrestre, en la superficie lunar y en la vía láctea.

Como señala Church, los entierros espaciales representan la fusión de dos industrias que experimentan cambios recientes. Por una parte, los servicios de cremación se han diversificado convirtiendo las cenizas en discos de vinilo, diamantes u ofreciendo nuevos contenedores, como los juguetes sexuales. Los viajes al espacio, por otra parte, son cada vez más frecuentes gracias a los negocios de los multimillonarios, como Elon Musk, Jeff Bezos y Richard Branson. Celestis, por ejemplo, creció 60% anualmente desde 2019 gracias a su parecería con SpaceX.

Para Church, el auge de los viajes comerciales al espacio también ha transformado la forma en que se percibe el espacio. La cultura pop ha contribuido a la construcción de un imaginario que relaciona el espacio con la infinitud, la soledad y la fragilidad humana. “Al ver películas como Gravity o 2001: A Space Odyssey, vemos estos terrores concretados mientras nuestros héroes flotan, con los cordones umbilicales cortados, hacia una muerte silenciosa pero violenta”. Sin embargo, según Church, subyace “un deseo primordial de controlar el caos del universo y una necesidad de encontrar significado dentro de nuestras pequeñas vidas”.

Asimismo, ha cambiado la concepción de la muerte en el espacio. Neilson Koerner-Safrata explica que mientras las cosmologías pasadas entendían el espacio como “el lugar donde tiene lugar el epílogo de la vida”, en la actualidad representa la posibilidad de extender el dominio humano. Esta visión está orientada por los “libertarios y campeones de los asentamientos espaciales que predican en nombre del espacio: ‘los humanos necesitan una frontera’ o ‘el espacio es el destino de los humanos’”. Así, el espacio se ha transformado del hogar de las deidades al terreno de los multimillonarios que ofrecen convertir un ambiente inhóspito en una accesible morada para los humanos.

Este viraje cultural ha sido capitalizado por las empresas que ofrecen entierros espaciales y cuyas implicaciones van más allá de la localización. Contrariamente a la descomposición que se asocia a los cementerios, los entierros espaciales ofrecen un escape al proceso natural: “ahora los clientes tienen la oportunidad de enviar al espacio un polvo que contiene su genoma completo. Este polvo es similar a una cláusula de salida existencial, que asegura a los clientes contra la inmanencia de muerte. Apelando a una fantasía resurreccionista, proporciona la ilusión de supervivencia individual, independientemente de los peligros que la humanidad pueda enfrentar”.

Además, el futurismo implícito en los entierros espaciales da cuenta de una percepción que asocia el acceso al espacio con la relegación de la tierra al pasado. De hecho, la proliferación de los viajes comerciales al espacio no hace más que exacerbar los problemas climáticos, sin embargo, en esta visión “los viajes espaciales representan un futuro alternativo en el que la tierra no es un hogar para siempre sino un recurso provisional: la mejor opción para la humanidad hasta que deje de serlo”.

El cambio climático comienza a impactar a los servicios funerarios, particularmente, los que ofrecen lugares en cementerios. En California, por ejemplo, los incendios forestales han desintegrado lápidas; en Alaska, el derretimiento del permafrost está convirtiendo en pantanos los lugares donde había tumbas y en Luisiana, las inundaciones han dejado expuestos cientos de ataúdes flotantes. Si la cremación ofrece una alternativa a estos eventos, los entierros espaciales llevan esta lógica al externo “permitiéndonos escapar de los límites de la tierra y desplazar el deseo póstumo de permanencia del suelo a los cielos”.

La transformación del sentido común que conlleva el fenómeno de los entierros espaciales puede ejemplificarse con el “efecto perspectiva”. Según Wikipedia, este efecto se refiere al “cambio cognitivo de la conciencia, reportado por algunos astronautas y cosmonautas durante los vuelos espaciales, cuando observan la Tierra, estando en órbita, o desde la superficie lunar” y que hace emerger emociones profundas al experimentar la fragilidad, belleza e interdependencia de la vida en la Tierra. El duelo, según Church, genera algo parecido pues la muerte nos obliga a evaluar la trascendencia y finitud de la vida. Hoy, ante las profundas transformaciones climáticas y los retos que eso supone para la humanidad, el efecto perspectiva hace aflorar el duelo por una Tierra que está, efectivamente, muriendo.

El duelo, como respuesta al vacío, es una herramienta para el procesamiento de las emociones, pero también, como indica Church, puede conducir al negacionismo. Lo que la autora llama duelo ambiental actúa de la misma forma: ha impulsado la proliferación de alternativas, entre las cuales el espacio es una opción para el escape y la prolongación de la existencia humana. La conclusión de Church es categórica: “el impulso de prolongar nuestra existencia en el cosmos ya sea con vida o mediante un entierro espacial, habla de la ansiedad que genera la vida en un planeta moribundo. Sin embargo, mirar arriba en busca de respuestas podría ser más parecido a enterrar la cabeza en la arena; romantizar la inmortalidad del espacio es ignorar también su falta de vida”.

Nexo con el tema que estudiamos: 
El artículo muestra otra vertiente del crecimiento de la exploración espacial como industria, específicamente, la constitución de un nicho de consumo suntuario destinado al segmento de los superricos. Como indica la autora, es importante considerar la yuxtaposición de dos procesos: por un lado, el auge de la industria de vuelos espaciales, con el abaratamiento de los costos impulsado por las compañías de los grandes millonarios y, por el otro lado, la transformación del sentido común alrededor de la exploración espacial, y de la vida humana en general, auspiciado por estos mismos sujetos y que pregona la viabilidad de prolongar la existencia humana por encima de los límites cronológicos y geográficos conocidos hasta ahora.