Somini Sengupta trabaja para The New York Times como reportera climática internacional, recibió el premio George Polk.

Las altas temperaturas pueden propiciar bucles de retroalimentación en el sistema de salud de Estados Unidos. Como es casi seguro que las temperaturas van a aumentar, es necesario empezar a prepararse ahora mismo.

Primero, las noticias sobre el calor

Las emisiones de combustibles fósiles están elevando el promedio de la temperatura mundial, por lo que aumenta la frecuencia e intensidad de las olas de calor. El promedio mundial actual es 1.1°C más alto que los niveles preindustriales, y se aproxima un fenómeno climático conocido como el Niño que empeora la situación.

El Niño forma parte de un ciclo climático cuya contraparte es la Niña. Con el Niño la temperatura tiende a elevarse, mientras que con la Niña tiende a disminuir (Dato Crucial 1). Entre 2019 y 2022 vivimos con la Niña. Los científicos calculan que a finales del verano de 2023 regresen los efectos del Niño. Agregando el calentamiento impulsado por la actividad humana, es muy probable que los próximos cinco años se rompan récords en las temperaturas mundiales.

Es urgente que los hospitales se preparen ante un pronóstico catastrófico

Es probable que los riesgos para la salud incrementen. Investigadores modelaron consecutivos apagones causados por las altas temperaturas. Se concluyó que en una ciudad desértica como Phoenix, los padecimientos por calor podrían enviar a casi la mitad de la población a la sala de emergencias; superando por mucho la capacidad hospitalaria (Dato Crucial 2).

Ya hemos visto algo parecido

En 2021 una ola de calor golpeó Portland, Oregon con regiones que alcanzaron 49°C. Miles de personas se quedaron sin electricidad, muchas acudieron a salas de emergencia por padecimientos relacionados con el calor, y las muertes aumentaron. Incluso las altas temperaturas afectaron la infraestructura sanitaria (Dato Crucial 3).

Mientras tanto, hay un proyecto piloto con expertos en salud de Harvard y Climate Central, para enviar alertas tempranas a ciertas ciudades antes de que las temperaturas lleguen a niveles peligrosos.

Hay soluciones

Un estudio sobre el calor y los apagones estima que aumentar la superficie con árboles, y techos con pintura blanca reduciría considerablemente el estrés térmico. Por otra parte, también es necesario modernizar todo el sistema eléctrico, así como que los hospitales y centros de salud cuenten con reservas de energía.

Consejos para servidores de la salud

Los pacientes con diabetes no deben guardar su bomba de insulina ni el medidor de glucemia en el auto ni dejarlo bajo el sol pues pueden ser arruinados. Quienes cuidan de personas con asma deben verificar la calidad del aire, no solo la temperatura.

Los médicos, enfermeras y paramédicos deben informarse sobre las personas con padecimientos que aumentan su vulnerabilidad al calor; así como de los medicamentos usados para tratar la esclerosis múltiple y enfermedades cardiovasculares que aumentan el riesgo de hospitalizaciones por el calor. Mientras que el personal administrativo de los centros de salud debe asegurarse que las instalaciones se encuentren preparadas para enfrentar el calor extremo, y mantener en optimas condiciones los equipos de refrigeración y ventilación.