David Wallace Wells es un ensayista que colabora con The New York Times. Su principal línea temática es el cambio climático.

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Durante la primavera de 2023 la superficie de los océanos mostró un preocupante aumento de la temperatura sin precedentes. A mediados de abril de 2023 la temperatura promedio de los océanos fue de 0.75°C por encima de la media registrada entre 1985-2011. Puede que el alza no parezca mucho; pero en realidad sí lo es pues la inmensidad de los océanos hace que los cambios bruscos sean más difíciles de ocurrir, y por tanto más inquietantes.

En 2023 los picos de temperatura en los océanos se explican por la salida del fenómeno climático La Niña, que reduce las temperaturas globales, y la llegada de El Niño, que las aumenta. En abril de 2023 grandes zonas de los océanos superaron los dos grados respecto a la media del período 1971-2000; pero algunas regiones del Pacifico y del Atlántico tuvieron incrementos mucho más dramáticos (Dato Crucial 1).

En un artículo publicado recientemente en Nature (2023) los investigadores sugieren que en un escenario con altas emisiones de gases de efecto invernadero, el veloz derretimiento del hielo en el ártico puede reducir la formación de aguas abisales en el océano antártico, lo que alteraría la circulación meridional de vuelco que regula tanto la temperatura de los océanos como buena parte de los sistemas climáticos del planeta. De hecho, se espera que la circulación del océano antártico colapse totalmente antes de que finalice el siglo; y solo se reestablecerá hasta que se detenga el deshielo de la Antártida.

El alentamiento de la circulación meridional de vuelco no es cosa del futuro, ya está en marcha y ya se han producido cambios en los océanos que se esperaba ocurrieran en décadas futuras (Dato Crucial 2). Actualmente la Antártida tiene niveles históricamente bajos de hielo; y la gran velocidad del deshielo ártico podrían indicar que los sistemas oceánicos ya están cambiando.

Además, algunos patrones inusuales del ciclo climático de El Niño y La Niña, sugieren que podría incrementar la frecuencia de La Niña. Si esto ocurriera sería necesario replantear tanto las proyecciones sobre los fenómenos climáticos extremos, como las preguntas sobre el papel de los grandes icebergs en los patrones de calentamiento de agua en el planeta. Los estudios sobre la circulación de vuelco son muy novedosos, y las investigaciones sobre El Niño-La Niña y los icebergs no son concluyentes. Por tanto, aún no disponemos de una sólida comprensión de cómo cambiará la dinámica de los océanos en el futuro próximo; aunque las investigaciones coinciden al señalar que la dinámica oceánica está cambiando muy rápido.

Los cambios en los océanos no deben sorprendernos. Buena parte del calentamiento global es absorbido por los océanos, y en los últimos años han tenido que absorber demasiados cambios en las temperaturas (Dato Crucial 3). La cuestión es que, si los océanos absorben la mayor parte del alza de las temperaturas, entonces sufre mayor cantidad de consecuencias.