It's Not Just Willow: Oil and Gas Projects Are Back in a Big Way

Cita: 

Bearak, Max [2023], "It's Not Just Willow: Oil and Gas Projects Are Back in a Big Way", The New York Times, New York, 6 de abril, https://www.nytimes.com/2023/04/06/climate/oil-gas-drilling-investment-w...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Jueves, Abril 6, 2023
Tema: 
Con políticas laxas hacia los combustibles fósiles, la transición energética es incierta
Idea principal: 

Max Bearak cubre la geopolítica del cambio climático para The New York Times. Ha trabajado en India, Kenia y Ucrania y ha informado desde más de 30 países.


La contención de la demanda durante la pandemia por COVID-19 impactó negativamente el precio de los combustibles fósiles y posicionó en el centro de la atención a las energías alternativas —como la eólica y la solar—que tienen costos cada vez más competitivos respecto de las energías fósiles (aunado a las políticas progresistas en Europa y Estados Unidos). Sin embargo, en la medida que la economía mundial se fue relanzando, la industria fósil comenzó a recuperarse, registrando ganancias exorbitantes y nuevamente regresando al escenario previo a la pandemia.

De esta manera, Max Bearak expone el panorama de la industria de combustibles fósiles después de la COVID-19, considerando el llamado de los expertos a limitar el uso de estas fuentes de combustible contaminantes, así como del Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por su sigla en inglés) sobre la reducción necesaria y drástica para evitar escenarios catastróficos derivados del cambio climático.

El panorama actual indica un auge y permanencia incierta de dichas fuentes de energía contaminantes, tales como el petróleo y sus derivados; un dato que se contrapone con las políticas enfocadas hacia la transición energética que apuesta por las energías renovables.

Así, la invasión rusa a Ucrania provocó mayores alzas del precio del petróleo en una carrera por asegurar los suministros energéticos; una carrera que ha beneficiado a los grandes países productores y empresas transnacionales del petróleo, y que refleja las vagas intenciones tanto de gobernantes como de empresarios por abandonar los combustibles fósiles.

Muestra de ello son los diversos proyectos estipulados en diferentes partes del mundo a partir de 2022 (dato crucial 1), tales como:

• La inauguración de la mayor planta de producción de gas en el mundo para 2025 en Qatar junto con las inversiones de los gobiernos y empresas saudís y emiratís en la industria petrolera.
• El proyecto petrolífero Willow en Alaska ratificado en mayo de 2023 por un valor de 8 mil millones de dólares (mmd).
• El regreso a la fractura hidráulica de lecho de roca de esquisto en Estados Unidos para la obtención de gas.
• Las empresas transnacionales de Occidente que han aprobado la explotación de yacimientos de petróleo en Guyana, Brasil y Uganda.

Sin olvidar el regreso al mineral responsable de la generación de grandes emisiones, el carbón (principalmente utilizado en China e India).

De esta manera, la transición energética ha pasado nuevamente a segundo plano. Los países en vías de desarrollo acusan a los países ricos de prohibir el uso de combustibles fósiles, elucidando que ellos fueron los primeros en utilizarlos para conseguir su industrialización y por lo tanto deben responder por el cambio climático. En este sentido, los países ricos han creado los llamados “préstamos conjuntos” enfocados hacia naciones dependientes del carbón como Sudáfrica, Vietnam e Indonesia, especialmente destinados para la transición energética. No obstante, no han resultado favorables del todo puesto que aún se sigue dependiendo del carbón.

El boom del precio del petróleo y sus derivados también hizo que las empresas de combustibles fósiles aplazaran la transición hacia energías renovables, tal es el caso de BP y el incremento en el valor de sus acciones tras tomar una decisión de ese tipo (dato crucial 2).

Finalmente, se enfatiza que sin políticas que restrinjan el uso de combustibles fósiles, las empresas petroleras y gaseras seguirán invirtiendo en nuevos proyectos puesto que la demanda sigue presente; las nuevas inversiones pueden satisfacer la demanda durante más décadas, tal es el caso de las inversiones hacia energías renovables del gobierno de Joe Biden frente a los pronósticos que indican un aumento de la producción y demanda tanto del petróleo como del gas en Estados Unidos.

Datos cruciales: 

1) Los proyectos de petróleo y gas aprobados en 2022 (o previstos entre 2023-2025) podrían causar 70 gigatoneladas de emisiones de dióxido de carbono a lo largo de su vida útil, de acuerdo con el análisis del grupo de defensa Oil Change International. Es importante mencionar que dicha cantidad equivale a más de 30 veces las emisiones totales de dióxido de carbono de Estados Unidos en 2021.

2) BP revisó recientemente su plan de reducir la producción en 40% para 2030, fijando un nuevo objetivo de 25%. Así, el precio de las acciones de la empresa subió con la noticia. Asimismo, Shell mencionó que dejaría su gasto en energías renovables en los niveles de 2022 el lugar de continuar la expansión de la empresa utilizando energía eólica, solar y biocombustibles.

Nexo con el tema que estudiamos: 

La trayectoria de la transición energética está marcada por tres eventos capitales: la pandemia de COVID-19 que paralizó los mercados e impulsó el uso de energías renovables en detrimento de las energías fósiles; el relanzamiento de la economía mundial que dio gran impulso al uso de las energías fósiles; y la guerra de Rusia en Ucrania, que también impulsó el uso de fósiles, en especial el carbón para sustituir al petróleo y al gas que devinieron escasos. Otro elemento cualitativo son las decisiones de inversión de corporaciones y gobiernos que sigue apostando por las energías fósiles, en tanto son altamente rentables y se instala la carrera "por lo que queda". Desde ese mirador, la transición energética parece bloqueada en el corto y mediano plazo.