Why It Seems Everything We Knew About the Global Economy Is No Longer True

Cita: 

Cohen, Patricia [2023], "Why It Seems Everything We Knew About the Global Economy Is No Longer True", The New York Times, London, 18 de junio, https://www.nytimes.com/2023/06/18/business/economy/global-economy-us-ch...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Domingo, Junio 18, 2023
Tema: 
Se debilita el paradigma neoliberal
Idea principal: 

Patricia Cohen reside en Londres y es corresponsal en economía mundial para The New York Times.

En 2018 el panorama económico parecía encontrarse en un buen momento, pero para 2023 la situación había cambiado de forma drástica. El Banco Mundial señaló que las fuerzas económicas que impulsaron el progreso en las últimas tres décadas están desapareciendo; por lo que se podría generar un contexto mundial con pérdidas económicas generalizadas.

La pandemia, la guerra en Ucrania, la inflación y la escalada de las tensiones entre China y Estados Unidos han marcado el contexto de los últimos años. Y con esto, el consenso neoliberal generalizado desde la caída del muro de Berlín parece estar derrumbándose.

La pandemia de coronavirus mostró algunos de los problemas de la integración de la economía global, como restricciones en la cadena de suministros de insumos médicos y de la industria automovilística, entre otros sectores. La guerra en Ucrania echó abajo la teoría de que el comercio y los intereses económicos compartidos impedirían conflictos bélicos. Mientras que el aumento exponencial de los desastres causados por el cambio climático muestra que el libre mercado es incapaz de proteger al planeta.

En 2023, con países en lento crecimiento y una inflación persistente, la globalización y la integración económica mundial están siendo cuestionadas. Si bien desde antes ya se habían hecho serios cuestionamientos al modelo económico dominante, es a partir de la pandemia de coronavirus que las continuas e ininterrumpidas crisis expusieron de la forma más clara posible que era necesario atender a las vulnerabilidades de la economía globalizada. De hecho, la consultora EY señaló que la pandemia y la guerra aceleraron las tendencias contrarias a la globalización.

Era el fin de la historia

En 1991, tras el colapso de Unión Soviética se formó un ambiente de optimismo en el que se pensaba que las ideas democráticas liberales representaban el punto culminante del desarrollo ideológico de la humanidad. El libre mercado y la no intervención estatal se presentaron como algo invencible e inevitable, así como las mejores rutas para la prosperidad. Además, se pensaba que un mundo en que capitales e informaciones se entrelazaban, eliminaría a los regímenes autoritarios y la posibilidad de grandes conflictos bélicos.

Además, en los años noventa del siglo XX, el panorama económico se mostraba positivo con crecimiento en el empleo, los salarios, la productividad, la actividad comercial, inversiones, y en el mercado bursátil. En 1995 se fundó la Organización Mundial del Comercio para hacer cumplir normas y acuerdos comerciales, y en 2001 China entró a esta organización. China, junto a otros países asiáticos pasaron de ser economías agrícolas de subsistencia a ser economías con grandes industrias que generaban altas tasas de crecimiento.

El libre comercio y la desregulación estatal impulsó la generación de riqueza, sacó a millones de personas de la pobreza, e impulsó los avances tecnológicos. Pero, al mismo tiempo, exacerbó el cambio climático y profundizó las desigualdades. Países industrializados como Estados Unidos exportaron sus industrias a países periféricos con salarios más bajos, cortando una vía de acceso a la clase media. Los funcionarios gubernamentales sabían que los beneficios serían a costa de muchas personas que se verían afectadas; pero aún así dejaron actuar a las fuerzas del libre mercado.

Bienes de consumo como ropa y televisiones se abarataron; pero servicios básicos como la salud, la vivienda y la educación se hicieron menos accesibles. Al mismo tiempo, la exportación de la industria redujo los salarios de las economías avanzadas, mermó la capacidad de negociación de la clase trabajadora; por tanto, se exacerbó la xenofobia y la extrema derecha se fortaleció.

Además, los gobiernos de países industrializados como Estados Unidos o Reino Unido no quisieron redistribuir las ganancias. Tampoco pudieron evitar las consecuencias nocivas para el medio ambiente. El transporte de mercancías que se mueven por todo el mundo aumentó las emisiones de gases de efecto invernadero. El aumento de la producción para satisfacer al mercado global profundizó la explotación de la naturaleza, fomentó la sobrepesca en el Sudeste asiático y la deforestación ilegal del Amazonas, mientras la relocalización industrial contaminó países con normas medioambientales deficientes.

La mano invisible del libre mercado se mostró incapaz de distribuir las ganancias de forma justa, tampoco pudo estimular el crecimiento de los países periféricos, ni pudo impulsar la democracia. China resultó ser el mayor beneficiario del sistema económico mundial, pero no adoptó los valores democráticos. China se volvió la segunda potencia mundial al tiempo que mantuvo el control de sus materias primas, y un férreo control social de su población.

El dinero fluyó y los países pobres pagaron

La crisis económica provocada por la pandemia, junto al alza de los precios en alimentos y combustibles por la guerra en Ucrania creó una gran crisis de deuda agravada por altas tasas de interés. Aunque las raíces de la crisis de deuda son más profundas.

Los países pobres fueron presionados para liberalizar el flujo de capitales en sus países, bajo el argumento de que el libre flujo de bienes y capitales fomentaría el desarrollo de industrias e infraestructuras. Pero la liberalización no trajo crecimiento. Los préstamos no generaron los beneficios suficientes para pagar la deuda, incluso algunos préstamos fueron a alimentar el mercado financiero o a engordar los bolsillos de políticos corruptos. Los préstamos imprudentes, las fluctuaciones monetarias, y la mala gestión provocaron ciclos de auge y caída en Asia, Rusia y Latinoamérica.

Los rescates del Fondo Monetario Internacional estuvieron condicionados a reducir el gasto estatal; en consecuencia, los gobiernos cortaron el gasto social y aumentó la desigualdad. Los préstamos inconvenientes de Occidente posibilitaron que China se volviera un agresivo prestamista en diversos países en desarrollo como Argentina.

La autosuficiencia sustituye las importaciones baratas

La implosión de Unión Soviética dio paso a la ortodoxia neoliberal, pero la invasión a Ucrania parece poner fin a dicha ortodoxia. Los conflictos entre las grandes potencias están trastocando las ideas dominantes sobre el orden económico mundial. Europa ya no puede depender de la energía de Rusia ni de la manufactura de China. Los problemas en las cadenas de suministros causados por la pandemia expusieron la fragilidad de una economía basada en un suministro mundial. La escalada en las tensiones geopolíticas provocó que los políticos pasaran a tener la autosuficiencia como uno de los objetivos prioritarios.

Los mercados no solo tienen que ver con la eficiencia. Las redes económicas están relacionadas con las relaciones de poder. Rusia, y Estados Unidos usan sus herramientas económicas con objetivos geopolíticos (dato crucial 1). Mientras tanto, China ha restringido el acceso a su enorme mercado. Además, la extrema concentración de proveedores críticos y de tecnología de información ha causado más problemas para sus compradores.

Incluso Estados Unidos se aleja de los acuerdos de libre comercio y se ha negado ha acatar las decisiones de la OMC. Incluso Biden restringió la actividad China en Estados Unidos, y adoptó una política para fortalecer la industria nacional otorgando grandes subvenciones para vehículos eléctricos, baterías y energías limpias.

Conclusión: se comienza a abandonar la ortodoxia neoliberal, pero no está claro que la reemplazará.

Datos cruciales: 

1. Rusia, antes de la guerra en Ucrania, suministraba 40% del gas natural Unión Europea.

2. China fabrica 80% de los paneles solares del mundo, y Taiwan produce 92% de los pequeños semiconductores avanzados.

Nexo con el tema que estudiamos: 

La pandemia de COVID-19 representa un punto de inflexión: las relaciones que permitieron florecer la globalización y la integración económica, llegaron a su máximo y pasaron a ser debilidades sobre todo en términos políticos y geopolíticos. Esta advertencia también puede ser leída en la perspectiva del colapso sistémico, dando lugar a la llamada "carrera por lo que queda" y variantes de los nacionalismos económicos que operan en sentido desglobalizador. Se abre un periodo en que las necesidades globalizadoras de los capitales individuales chocarán cada vez más con los intereses políticos de grupos gobernantes y sujetos sociales que buscan conservar sus posiciones sociales y económicas.

Parece que las recientes crisis están cambiando los paradigmas económicos, y las potencias se distancian del mandato neoliberal que predominó desde la década de 1980. Esperemos que en esta ocasión los movimientos sociales y el pensamiento crítico no vean el búho de Minerva al anochecer y logremos prepararnos para hacer frente a las nuevas modalidades del capitalismo.