Development v climate. The choice between a poorer today and a hotter tomorrow

Cita: 

The Economist [2023], "Development v climate. The choice between a poorer today and a hotter tomorrow", The Economist, London, 1 de julio, https://www.economist.com/finance-and-economics/2023/06/27/the-choice-be...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Julio 1, 2023
Tema: 
Cómo afectan las finanzas climáticas a los países más pobres
Idea principal: 

Ante la pregunta ¿Cuál es el uso más adecuado de un dólar marginal en una economía en desarrollo? se presenta un dilema –conocido como experimento mental (recurso de la imaginación empleado para investigar la naturaleza de las cosas sin la necesidad de llevarlo a cabo en la realidad)– sobre invertirlo en aliviar la pobreza extrema o invertirlo en tecnologías verdes para aportar a la reducción del calentamiento global; ambas respuestas tienen sus pros y sus contras. Para esta entrega, The Economist analiza el impacto de las políticas de mitigación en los países en vías de desarrollo en el corto y largo plazo.

En el tema de financiación climática, los países desarrollados parece que ya no están dispuestos a comprometerse más con el tema y con los países en vías de desarrollo, pese a que se necesitan cantidades extraordinarias de dinero. Esto se puso en evidencia en la cumbre de París del 22 de junio de 2023 donde se pretendía elaborar un nuevo pacto financiero mundial así como repartir los costos del cambio climático; los países ricos únicamente desviaron el tema de responsabilidades hacia el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), aunado al hecho de que la asistencia de jefes de estado de Occidente fue escasa (datos cruciales 1-4).

Los daños ocasionados por el cambio climático encarecen el desarrollo, por lo que tratar de detenerlo es la mejor estrategia. Ante el dilema de "un hoy más pobre pero un mañana menos caluroso (y viceversa)", lideres mundiales –tanto de países ricos como en vías de desarrollo– aseguran que las políticas climáticas pueden hacer converger el crecimiento económico y la protección del planeta (tal es el caso de la agricultura sostenible que reduce las emisiones, protege los cultivos contra el cambio climático y reduce el riesgo de hambruna). No obstante, lo más probable es que la financiación mundial para reducir la pobreza se destine a los países pobres y la financiación para reducir emisiones se otorgue a los países de renta media.

Los estudios indican que el crecimiento económico (aumento del PIB) y el aumento de las emisiones guardan un nexo directamente proporcional (dato crucial 5); esto es fácil de explicar si se considera que las industrias en crecimiento necesitan mucha energía y espacio, tal es el caso de la expansión de la agricultura mecanizada como principal causa de la deforestación (dato crucial 6).

Sin embargo, se considera que los países en vías de industrialización son capaces de impulsar su crecimiento utilizando energías renovables. Por ejemplo, África tiene un gran potencial para la energía solar, así como abundantes minerales cruciales para las baterías eléctricas; inclusive, el Banco Africano de Exportación ha mencionado que poseen un método para extraer minerales sin perjudicar al medio ambiente. En general, el problema es el costo para los países en desarrollo de realizar la transición de infraestructura a una más ecológica (dato crucial 7).

Sueños verdes

Evadir la falta de financiación y las promesas climáticas han sido una maraña que se ha dejado entrever en la cumbre de París antes citada puesto que los países donantes y el BM prevén detener más reembolsos por catástrofes climáticas extremas, además han reciclado de los países ricos parte de sus derechos especiales de giro (instrumento financiero otorgado por el FMI al banco central de cada país), y han sido laxos sobre la procedencia y destino del gasto de la financiación climática. Por otro lado, dentro de la misma cumbre, los líderes africanos han sido más reactivos al proponer impuestos globales (como el impuesto mundial al transporte marítimo) y una nueva institución financiera internacional, no obstante, reconocen el obstáculo de alcanzar esos y otros objetivos pues consideran que los intereses nacionales terminan estando por encima del bien mundial.

Ante esto hay dos situaciones a considerar, las prioridades de los gobiernos nacionales y la dependencia de los combustibles fósiles como motor del crecimiento económico. En este sentido, los países en desarrollo nuevamente son los más vulnerables al cambio climático (contaminación, calor extremo, riesgos a la salud, costos de reconstrucción, etc.), sin embargo, en cierto sentido se ven contra la espada y la pared puesto que los combustibles contaminantes –como el petróleo y el gas– son la vía más asequible para satisfacer a su población no solo de energía sino de los servicios esenciales e inclusive pensiones.

Se plantea el escenario en que el gobierno de un país en desarrollo tenga que justificar la construcción de infraestructura verde, suprimiendo parte de los servicios públicos o subsidios para su población, que pueden resultar incluso vitales como los hospitales (datos cruciales 8 y 9). Como resultado, en el corto plazo los países en desarrollo necesitan de financiación intensa para satisfacer los servicios públicos de su población, y del mismo modo no están en condiciones de alcanzar los objetivos climáticos propuesto en la COP 21 de 2015 (datos cruciales 10 y 11).

El efecto Matthew

Así, la respuesta tentativa a la financiación climática es otorgar préstamos y subsidios baratos a los países de renta media si lo que se pretende es reducir las emisiones rápidamente (datos cruciales 12 y 13). Esta es una iniciativa que líderes mundiales y el BM han estado planteando ya que consideran que las condiciones (inversión y un sector privado fuerte) de las economías de renta media hacen que las inversiones verdes sean rentables, además de que estos países también están interesados en producir más energía limpia y sacar beneficio de ello. En este sentido, lo más parecido en la actualidad son los llamados jet-ps o paquetes de transición energética justa con préstamos y subvenciones, procedentes de bancos, países ricos y empresas privadas (dato crucial 15).

Estos subsidios y financiaciones “baratas” son una preocupación para las economías de renta baja puesto que además de no tener un respaldo para su transición energética y una latente baja en la demanda de combustibles fósiles, tienen que lidiar con el hecho de tener que reducir su gasto en salud y educación en algún momento si el escenario no cambia (dato crucial 16).

Sin embargo, llevar el tema de subvenciones y préstamos baratos a países en vías de desarrollo al siguiente nivel, fue rechazado durante la conferencia de París. La iniciativa de financiación climática barata fue apoyada por la primera ministra de Barbados, Mia Mottley ejerciendo presión sobre el BM, lo curioso es que a pesar de que este organismo es el mayor proveedor de fondos para el clima y el desarrollo, no ha encontrado un balance para satisfacer ambos objetivos (dato crucial 17). Este tema ha generado disgustos en los líderes africanos ya que resaltan la hipocresía occidental al exhortarlos a no utilizar combustibles fósiles cuando ellos reabren minas de carbón e incrementan las importaciones de gas de África tras el conflicto ruso-ucraniano, o bien, la lamentación de la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen por la pésima financiación climática en el continente durante su gira en 2022, siendo que Estados Unidos tiene influencia decisiva en el BM.

Si el BM es laxo en el tema del cambio climático es porque originalmente fue creado para luchar contra la pobreza. Ante esto, la organización pretende actualizarse y dar mayor seguimiento al tema del clima, por lo que ya se han planteado propuestas que incluyen dedicar más préstamos (que ya representan más de 33% del total) y cambiar las bonificaciones a sus empleados haciéndola depender de la cantidad de financiación del sector privado que atraen en lugar de la cantidad de préstamos obtenidos. Estas propuestas han alimentado la incertidumbre en los países de renta baja sobre el futuro del financiamiento para la pobreza.

Problemas financieros

La opinión entre los expertos en finanzas internacionales y actores sociales está dividida. Una parte está en favor de dar mayor prioridad al clima ya que consideran que de nada sirve dedicar esfuerzo a la erradicación de la pobreza si no hay un planeta que habitar; así, es necesario que el capital privado participe, que los bancos multilaterales actualicen sus criterios de préstamos y que los gobiernos gasten asertivamente su financiamiento climático, sobre todo los que generan más emisiones. La parte en contra sugiere que no se deben arriesgar las inversiones en capital humano básicas; a este respecto, sostienen que para que la transición verde ocurra, las productividades del sector salud y educativo tienen que ser superiores y replantearse si los países de renta media realmente necesitan la financiación en lugar de los países de renta baja (países que ha obtenido financiaciones hasta ahora con condiciones de emisiones adjuntas).

La nota sugiere que invertir en resiliencia climática -políticas de adaptación- es prematuro y se puede bien confundir con “lavado verde”. Estos debates han enfurecido a su vez a ministros locales ya que no dictan el cómo invertir el dinero de la financiación en los países en desarrollo y desvían el tema, inclusive el Banco Asiático de Inversión e Infraestructura ya está considerando cambiar todos sus préstamos a financiamiento climático. La conclusión preliminar es que en la medida que el mundo se vuelve más cálido, la pobreza pasa a tema de segundo orden.

Datos cruciales: 

1) En el año 2000, los países en vías de desarrollo (sin contar a China) representaban menos de 30% de las emisiones anuales de carbono. Se estima que para 2030 representarán la mayoría de las emisiones.

2) El Instituto Grantham, un grupo de reflexión de la London School of Economics, calcula que para 2030 los países pobres necesitarán gastar 2.8 billones de dólares (bd) anuales para reducir las emisiones y proteger sus economías contra el cambio climático. Asimismo, estima que se necesitarán 3 bd en gasto en sectores como salubridad y educación para seguir luchando contra la pobreza (y la cifra podría aumentar).

3) En 2019 solo se destinaron 2.4 bd al clima y desarrollo juntos. De acuerdo con el Instituto Grantham, los países ricos y los bancos de desarrollo tendrán que aportar al menos 1 bd del déficit anual (el resto debería proceder directamente del sector privado y de los países en desarrollo).

4) En 2009, los países ricos se comprometieron a aportar 100 mil millones de dólares (mmd) anuales de financiación para 2020; no obstante, han incumplido el objetivo cada año alcanzando sólo 83 mmd en 2020 (gran parte procede de los bancos de desarrollo). La ayuda de los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) se ha reducido en la última década.

5) Investigadores del Fondo Monetario Internacional (FMI) han analizado a 72 países en vías de desarrollo desde 1990, encontrando un patrón: un aumento de 1% del Producto Interno Bruto (PIB) anual va seguido, por término medio, de un aumento de 0.7% de las emisiones.

6) En el tema de la energía, El Banco Africano de Desarrollo (AfDB, por su sigla en inglés) calcula que África necesitará 160 gigavatios (gw, por su sigla en inglés) de capacidad adicional para 2025. En la actualidad, el continente sólo genera cerca de 30 gw de energía renovable.

7) Para alcanzar las emisiones netas cero en 2050, la Agencia Internacional de Energía calcula que los países en desarrollo tendrían que gastar al menos 300 mmd en redes renovables hasta 2030, es decir, cinco veces más que sus gastos actuales.

8) De acuerdo con informes del Fondo Monetario Internacional (FMI), sin los ingresos procedentes de los combustibles fósiles, al menos una docena de países pobres -entre ellos Ecuador y Ghana- se enfrentarían a una carga de la deuda inmanejable.

9) Un caso extremo es Zambia. En 2022 después de pagar a sus acreedores y funcionarios, al país solo le quedó 13% de su presupuesto.

10) Las nuevas centrales de carbón suministrarán a Indonesia 60% de su electricidad al menos hasta 2030, por lo que sus emisiones de carbono se alejarán del objetivo presentado en la COP.

11) Entre 2019 y 2027, los responsables políticos brasileños (tratando de evitar la escasez de energía hidroeléctrica que se produce gracias a las cada vez más frecuentes sequías) tienen previsto gastar 500 mmd en petróleo y gas.

12) En 2022, la industria eléctrica de carbón de Indonesia emitió más dióxido de carbono que África Subsahariana (menos Sudáfrica). Las centrales de carbón del país se mantendrán en funcionamiento hasta 2050, a menos de que se convenza al gobierno de cerrarlas antes ofreciendo préstamos baratos y subsidios.

13) De acuerdo con el FMI, India, Indonesia y Sudáfrica necesitarán invertir anualmente 357 mmd hasta 2030 si pretenden eliminar progresivamente sus centrales de carbón en 2050.

14) Kenia y los países ricos organizaron en mayo de 2023 una colecta de fondos humanitarios para África. En este marco, las economías avanzadas solo comprometieron 2.4 mmd de un objetivo de 7 mmd.

15) Estos planes ofrecen una buena relación en calidad-precio. Sudáfrica ha obtenido 8.5 mmd de financiación en condiciones favorables. El paquete de Indonesia asciende a 20 mmd, de los cuales 10 mmd proceden de otros gobiernos a bajas tasas de interés; si la nación asiática se atiene a sus promesas de reducción de emisiones, limitará las emisiones anuales de electricidad a 290 megatoneladas en 2030 (esto supondría el cierre de muchas centrales de carbón con lo que se convertiría en uno de los pocos países con emisiones requeridas para no sobrepasar el umbral de 1.5 C).

16) En 2021, menos de 25% de los subsidios y préstamos bancarios de los organismos de desarrollo se destinaron a los países más pobres, frente a cerca de 33% en la década anterior. Asimismo, 80 países pobres -entre ellos Nigeria y Pakistán- recibirán en su conjunto solo 22 mmd en ayuda para mitigación y adaptación en 2021. En relación con eso, en 2022 la ayuda bilateral a África subsahariana cayó 8%.

17) Un estudio del Centro para el Desarrollo Global reveló que 2 500 proyectos de financiación climática que el BM ha puesto en marcha desde el año 2000 no han tenido ningún efecto apreciable en las emisiones ni en el grado de preparación de los países para un mundo más caliente. En tal sentido, a pesar de las intenciones ecológicas de los proyectos, la mayor parte del dinero desembolsado se destinó a trabajos que sirven a los objetivos de erradicación de la pobreza.

18) La gráfica 1 refiere al destino de la financiación climática del promedio entre el periodo 2019-2020 para los rubros público y privado. En tal sentido, en la región de Europa del este y Pacífico la financiación es dominada por el sector público mientras que en resto del mundo la iniciativa privada es la que lidera. Como era de esperarse, las inversiones climáticas en los países en vías de desarrollo son muy bajas comparadas con los países ricos.

19) La gráfica 2 indica el gasto de los países en vías de desarrollo por tipo de actividad para 2019 y con una proyección hacia 2030. Así, el gasto en capital humano (servicios de salud, educación, etc.) por parte del estado es y será la prioridad para los gobernantes de estos países y hasta el 2030 con una cantidad de inversión de 1.5-3 bd. En una cuantía inferior se encuentra la infraestructura sustentable con una proyección de inversiones que van de 0.9-1.9 bd.

Nexo con el tema que estudiamos: 

La presente nota nos ayuda a replantear las estrategias para combatir el cambio climático desde el mundo catalogado históricamente como "en vías de desarrollo". En tal sentido, es necesario replantear los objetivos climáticos desde las propias realidades nacionales y determinar la cuantía de las necesidades financieras necesarias puesto que así como existen economías muy dinámicas como México, Indonesia o Brasil, existen también economías estancadas en la pobreza como la mayor parte de las naciones africanas. Asimismo, encontrar el balance entre crecimiento económico y desarrollo sustentable es esencial para determinar si en el largo plazo el sistema capitalista tendrá o no la capacidad para continuar con el proceso de acumulación, conservando la estabilidad del sistema Tierra.

El argumento liberal intenta crear formas de contención frente a la necesidad de acelerar las acciones para frenar la destrucción del ambiente destacando los temas de pobreza. Mantener la idea de un crecimiento permanente se hace imposible alcanzar transformaciones reales que permitan frenar la destrucción del ambiente y el tránsito hacia el colapso civilizatorio.