La Beijing Academy of Artificial Intelligence (BAAI), un laboratorio chino dedicado al desarrollo de la inteligencia artificial (en adelante, IA), creó un modelo de lenguaje llamado Wu Dao 2.0 que escribe poesía que es indistinguible de la poesía china antigua en su métrica y tono.

Las capacidades de Wu Dao 2.0 –cuyo nombre significa “ilustración” o “iluminismo”– son resultado de una red neuronal entrenada con 1.75 billones (trillions, en inglés) de parámetros. GPT-3 –un modelo de lenguaje desarrollado por la empresa OpenAI en San Francisco, que sorprendió a muchos en Occidente por sus capacidades– únicamente incluye 175 mil millones (billions, en inglés) de parámetros.

Las capacidades de Wu Dao 2.0 satisfacen a los amantes de la poesía china clásica. No obstante, los más satisfechos son los líderes del gobierno chino, que en 2017 pusieron a la IA en el centro del plan económico y tecnológico de China. La satisfacción de los funcionarios de Pekín por los avances en IA en su país sólo es comparable con el temor que provoca en los gobiernos occidentales y con el entusiasmo de los inversionistas, que ven en esta tecnología una gran oportunidad de negocios.

Los avances en China en IA no se limitan a la escritura de poesía. La empresa de comercio electrónico JD.com usa esa tecnología en sus almacenes altamente automatizados. Baidu, una empresa de búsqueda en línea, puso en operaciones su servicio de taxis sin conductor en mayo de 2022. De acuerdo con la consultora Bain, en junio de 2022 la división de computación en la nube de Alibaba ofrecía a sus clientes 62 servicios que incluían IA –como reconocimiento de voz, de imágenes o análisis de videos–, a comparación de la estadounidense Microsoft que ofrecía 47 servicios con IA.

Por otra parte, China tiene instalados más robots industriales con IA que cualquier otro país. Además, en 2020, China rebasó a Estados Unidos en citas en publicaciones académicas sobre el tema.

Las cinco empresas chinas más importantes especializadas en IA que cotizan en bolsa son Hikvision, SenseTime, Zhejiang Dahua Tech, TransInfo Tech y Bairong. Juntas, estas cinco empresas tienen una valuación bursátil de 60 mil millones de dólares. Se estima que en 2020 la inversión en startups especializadas en IA que no cotizan en bolsa fue de 10 mil millones de dólares en China, frente a 24 mil millones en Estados Unidos.

Una característica destacada del desarrollo de la IA en China es la intervención gubernamental. El Ministerio de Ciencia y Tecnología instruye a los gigantes tecnológicos chinos en qué subdisciplinas de la IA se deben especializar: por ejemplo, por indicaciones del gobierno Tencent se ha especializado en el reconocimiento de imágenes médicas y Baidu en los vehículos autónomos. Esta postura prescriptiva del gobierno chino, que dicta a las empresas en qué áreas especializarse, disminuye el riesgo de las iniciativas de IA para las empresas e implica abundante financiamiento con dinero público. También las startups se benefician con cuantiosos subsidios y exenciones fiscales.

Otra forma de apoyo público a la innovación en IA se da bajo la forma de contratos gubernamentales, cuyos montos no se revelan. Finalmente, una forma adicional de fomento a la innovación en IA se da mediante instrumentos financieros controlados por los gobiernos central y provinciales para invertir directamente en empresas tecnológicas. Al respecto, The Economist considera que el dinero gubernamental está ayudando a cerrar la brecha de financiamiento que generó la reducción en la inversión extranjera por el temor a las sanciones de Estados Unidos contra algunos de los gigantes tecnológicos chinos.

Pese a los avances de China en IA, el semanario británico considera que aún se encuentra rezagada frente a Estados Unidos tanto en términos de inversión como de innovaciones de vanguardia. Pese a que superó a Estados Unidos en el número total de publicaciones relacionadas con IA, China produce menos artículos revisados por pares y presentados en conferencias internacionales, lo que plantea dudas sobre la calidad de sus publicaciones. Además, China se encuentra por debajo de Estados Unidos en cuanto al número de programadores especializados en IA respecto a su población.

Se prevé que estos rezagos persistan, por tres razones. La primera es que el dinero no se asigne de manera eficiente debido 1) a que las empresas finjan especializarse en IA para recibir apoyos o 2) a que los burócratas asignen presupuesto a empresas de manera discrecional o para recibir algún tipo de estímulo. The Economist considera que la forma en que se asigna el presupuesto promueve el desperdicio de recursos.

Un segundo problema al que se enfrenta China para superar sus rezagos es su incapacidad para reclutar al mejor personal especializado en IA, especialmente a quienes hacen investigación de alto nivel. Un estudio del think-tank Macro Polo mostró que aun cuando una tercera parte del “talento” altamente especializado en IA provenía de China, sólo una décima parte trabajaba en ese país.

Finalmente, el aspecto más problemático para el avance de la IA en China es que a sus empresas les resulta cada vez más difícil acceder a los chips más avanzados debido a las restricciones a las exportaciones de componentes tecnológicos hacia el país asiático, que iniciaron durante la presidencia de Donald Trump. Tomará años que las empresas chinas puedan producir chips de vanguardia, si es que alguna vez lo logran.

Estas dificultades obstruirán el avance de China en las tecnologías más avanzadas durante los próximos años. Incluso, podrían llevar a que las empresas chinas se queden varadas, mientras empresas estadounidenses o europeas llevan a cabo las innovaciones más relevantes. Un ejemplo es el de Wu Dao 2.0: aunque es un avance respecto de GPT-3, se trata simplemente de una mejora en una tecnología existente, no de una innovación pionera. The Economist prevé que no habrá presupuesto que alcance para cambiar esa situación.