En la actualidad, el flujo de datos es parte de nuestro día a día –donde detrás se encuentran grandes firmas tecnológicas como Google y Meta– y en el caso particular de Asia, existen estructuras de cableados por debajo del mar, que funcionan como lazos digitales para el desenvolvimiento de las actividades de la población. Representando casi en su totalidad el tráfico de internet a nivel intercontinental.

A lo largo de los últimos años, Asia ha visto un aumento sustancial en el uso de banda ancha, (Dato crucial 1) convirtiendo al continente en un gran mercado para la construcción de infraestructuras de internet a través de cableado submarino debido a bases de usuario en expansión y economías en crecimiento (Dato crucial 2).

Lo anterior quiere decir que la infraestructura digital ha evolucionado y crecido, lo que a su vez la hace presa de distintos riesgos tales como desastres naturales (Dato crucial 3), así como el desarrollo de actividades económicas como la pesca ya que las actividades de dicho sector utiliza barcos pesqueros de arrastre que al operar accidentalmente han roto cableados. También existen riesgos de ciberseguridad debido a una ausencia en el marco legal, los ataques cibernéticos.

La infraestructura de las comunicaciones a lo largo de la historia ha sido un blanco de ataques, en la actualidad se vuelve una preocupación mayor, tomando en cuenta el contexto de tensiones económicas y políticas entre Estados Unidos y China. Esto es importante porque geográficamente en el Mar de China se encuentran los cables submarinos de los que depende las comunicaciones de varios países asiáticos (Dato crucial 4).

Sin embargo, la geopolítica también está remodelando cómo y dónde se construye la infraestructura digital de Asia. China también ha estado compitiendo con Estados Unidos y sus aliados, como Japón y Australia, para ofrecer cables y financiación para la conectividad a remotas naciones insulares del Pacífico. Hong Kong ha sido tradicionalmente uno de los tres principales centros de datos de Asia, junto con Japón y Singapur pero ahora los países occidentales “necesitan un nuevo centro” que no depende de China, en tal sentido el caso de Guam, Indonesia, Japón, Filipinas, Singapur y Taiwán destaca ya que a través del cable Apricot evitan el mar de China Meridional.

Ante esta situación, diversos países e instancias, han optado por implementar la regulación para el comercio digital mediante leyes en temas de ciberseguridad y privacidad. En 2019, el antiguo primer ministro japonés Abe Shinzo propuso el concepto de flujo libre de datos y confianza que traza el conjunto de normas globales para contrarrestar el proteccionismo digital.

En el caso de países como Unión Europea y China, se han centrado en la ciberseguridad y la privacidad como el enfoque principal, mientras que Singapur traza un nuevo camino de acuerdos internacionales para compartir datos. Otras naciones más autoritarias como Vietnam se encuentran tomando acciones de control de datos, o India con la idea de mantener de manera local los datos para un mejor marco regulatorio.

Por otro lado, Estados Unidos ha marcado la gobernanza de comercio digital mediente tres maneras: aumentando la supervisión de la construcción de cables mediante el rechazo de varios cables planeados que unirían a Estados Unidos con Hong Kong, una nueva Ley de Control de Cables Submarinos, pero la característica principal es que el gobierno pone al comercio como prioridad. No obstante, esto también representa un distanciamiento de Asia.

Así, la búsqueda por la mejor forma de cubrir los espacios legales del comercio digital hace que cada nación o región se centre en sus propias prioridades, dando como resultado marcos legales heterogéneos. Haciendo que el problema sea más complejo.

Espaguetis digitales

Siguiendo la idea de que cada nación busque lo que más le interesa, esto generaría un caos en el marco regulador y podría empeorar y dificultar más el conflicto de lo que ya es, debido a que es más complicada su supervisión que la de otras actividades económicas.

Asimismo, la tecnología cambia demasiado rápido para que las autoridades puedan seguir su ritmo, por lo que la mayoría de los gobiernos carecen de formuladores de políticas con experiencia y conocimientos técnicos, además la mayoría de las cuestiones digitales abarcan diferentes dominios, extendiéndose más allá del mandato tradicional de los negociadores comerciales.

A parte, si cada una de las naciones interesadas sigue un camino de proteccionismo y de lucha, el mercado digital se estaría viendo arraigado y limitado en la capacidad productiva que tiene el flujo de datos, esto quiere decir que aumentan los costos del flujo de datos, eso puede significar renunciar a gran parte de la capacidad de los datos para ser utilizados con fines fines productivos.