Alejandro Alegría es egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México en Estudios de Comunicación y Medios. Actualmente es periodista en el periódico La Jornada en el sector de energía, cúpulas empresariales, industrias, comercio, empresas y finanzas públicas.

La dependencia de México a las energías fósiles no se prevé que cambie hasta 2050-2060, por lo que surge la interrogante sobre cómo seguir satisfaciendo la demanda de gasolinas en México en un mundo que está transitándo hacia las energías limpias.

La ingeniera Rocío Nahle, quien está a cargo de la Secretaría de Energía, comentó que existe un gran déficit de gasolinas que se cubren por medio de las importaciones pero que en el largo plazo se pretende atender con el incremento de la producción tanto en Deer Park como en Dos Bocas (Dato crucial 1). No obstante, este déficit no está presente sólo en México sino en todo el mundo (Dato crucial 2).

La discusión también toma en cuenta la necesidad de una refinería para cubrir el abastecimiento de energía, debido a que se espera que por los siguientes 30 años México siga teniendo una fuerte dependencia a las energías fósiles, en un contexto de incremento de la demanda a causa del Nearshoring (relocalización de empresas a destinos cercanos), dando mayor sentido a la necesidad de una refinería, pero sin olvidar la meta de transición energética.

Pero incrementar la infraestructura en territorio nacional es más complejo de lo que se cree debido a que se presentan dos cuestiones: se puede incrementar la soberanía energética con producción nacional, pero a su vez, producir gasolinas en el país no representa una relación costo-beneficio favorable, y en ese sentido, esto se puede cubrir bien con importaciones.

A este respecto, Arturo Carranza –especialista del sector energético– considera importante la discusión sobre la refinería planteada por Andrés Manuel López Obrador porque permite asegurar el acceso a la energía en México e impulsar la inversión extranjera en un contexto mundial de electrificación de las economías junto con el nearshoring. Aunado a esto, Carranza plantea estrategias para seguir satisfaciendo la necesidad de gasolinas en México, tales como la compra de otra refinería en Estados Unidos (ahí se producen combustibles más limpios y bajos en azufre), o bien, por medio de la reestructuración de las seis plantas existentes en México pertenecientes a Petróleos Mexicanos (PEMEX) (Dato crucial 3).

Tales estrategias han llamado la atención del experto en materia energética Ramses Pech, quien dice que la construcción de una nueva refinería no es necesaria debido a que la demanda de energía fósil comenzará a tener una disminución para 2035 y, que incluso podría ser antes, si se hicieran políticas públicas como programas y estrategias de corte sustentable para incentivar las energías limpias (Dato crucial 4).

Mientras que por el lado de los autos eléctricos, aún es difícil que la industria eléctrica cumpla por completo la demanda. Esto debido a que la generación de electricidad no ha aumentado y la capacidad de transmisión lleva un rezago de 20 años (Dato crucial 5).

Lo anterior hace dudar de la eficiencia y de la rapidez de la transición de energías fósiles a limpias. Asimismo, para Carranza, se hace complicado vislumbrar un futuro en el que la mayoría de los automóviles sean eléctricos sin que exista una mejora en el poder adquisitivo de los mexicanos, junto con una infraestructura y oferta eléctrica suficiente que provenga tanto del sector público como de la iniciativa privada.