El posdesarrollo y la refundación de las utopías sociales

Cita: 

Martins, Paulo [2022], "El posdesarrollo y la refundación de las utopías sociales", Pedro Ortega (editor), Decolonialidad, emancipación y utopías en América Latina y el Caribe, Buenos Aires, Clacso, pp. 207-232.

Fuente: 
Libro
Fecha de publicación: 
2023
Tema: 
Reflexión crítica sobre el desarrollo y apuntes para avanzar en un futuro posdesarrollista
Idea principal: 
Paulo Henrique Martins es un sociólogo brasileño, su trabajo dialoga con la crítica antiutilitarista, la decolonialidad, y la crítica al desarrollo.

Introducción

Este texto plantea una relación entre posdesarrollo y refundación de utopías sociales a partir de dos tesis. La primera tesis es que las categorías teóricas del desarrollo pierden su capacidad explicativa a medida que se exacerban los problemas socioecológicos, como la violencia o la devastación ambiental, sin que el incremento de la producción material de riqueza logre solucionarlos. La otra tesis está imbricada con la anterior y señala que mantener un ritmo de constante crecimiento económico implica agotar los recursos naturales y atentar contra la propia cadena de reproducción humana.

La propuesta es reflexionar sobre estos temas brindando ejemplos concretos, tomando en cuenta que América Latina y el Caribe representan casos únicos de modelos de desarrollo capitalista bajo condiciones históricas poscoloniales y con importantes movimientos intelectuales que, desde distintos enfoques, critican el eurocentrismo.

Es especialmente importante tener en cuenta la forma en que el desplazamiento del imperialismo europeo por el imperialismo estadounidense tuvo consecuencias paradójicas en la intelectualidad poscolonial latinoamericana. El surgimiento del estado desarrollista no solo es producto de los cambios en la economía internacional, también tiene que ver con los esfuerzos intelectuales latinoamericanistas que pretendían enfrentar el deterioro comercial internacional entre países ricos y países pobres. El avance del pensamiento estructuralista de Raúl Prebish en la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) enfrentó las teorías modernizadoras de universidades estadounidenses, y representó una reacción anticolonial heredera de intensos debates sobre cultura, raza y poder.

El modelo nacionaldesarrollista que se implementó en Latinoamérica sirve para visualizar las complejas tensiones que definen la colonialidad y la anticolonialidad. Identificar los problemas conceptuales del desarrollismo implica aceptar los límites teóricos de las ciencias sociales para explicar los cambios históricos del siglo XX. Mientras que el debate ayuda a reconocer los límites del pensamiento académico para impulsar prácticas en los movimientos sociales democráticos. Además, impulsar el debate conlleva aceptar los límites ontológicos y empistémicos de sistemas de acción fundados en falsas creencias como la hegemonía del mercado, la primacía del tiempo lineal y progresivo, recursos naturales inagotables y la dicotomía hombre/naturaleza.

Avanzar en el ejercicio del deconstructivismo crítico es muy difícil pues lo que usualmente surge de la crisis es el conformismo que se expande mediante el miedo y la precariedad. La democracia exige la igualdad como punto de partida para impulsar el poder del diálogo; mientras que el conformismo se sustenta en la desigualdad, la violencia y la dominación que reproducen sistemas de poder oligárquicos y fascistas.

A pesar de todo, la discusión del desarrollo y el posdesarrollo no debe abandonar el sueño democrático, sino comprender que una condición de posibilidad para la democracia necesita apoyarse en “una crítica que deconstruya la retórica democrática de la propaganda para justificar la organización de sistemas de poder centralizados, oligárquicos y conservadores” (p.209).

El desarrollo y el posdesarrollo: avance de la crítica teórica

El concepto -desarrollo- sigue sin encontrar un sustituto equivalente que ayude a pensar el cambio histórico y las transformaciones producidas por el movimiento de las estructuras sociales. Asimismo, las ideas de capitalismo y desarrollo están imbricadas, el capitalismo precisa del desarrollo de las fuerzas económicas mercantiles y del aparato estatal.

El capitalismo y su implacable búsqueda por un cambio incesante y evolutivo de las fuerzas económicas del mercado tiene como base ciertos elementos teórico-conceptuales. Uno de dichos elementos es la filosofía utilitarista inglesa, sistematizada por pensadores como Adam Smith o Stuart Mill, que consideran todas las motivaciones humanas como producto de cálculos egoístas de ganancias y pérdidas.

Para entender la realidad latinoamericana y caribeña es fundamental tomar en cuenta la matriz teórica del desarrollo; pero esto no implica avanzar en la crítica al dogma del desarrollo. Es necesario desnaturalizar la modernización capitalista como algo natural y universal. Para subvertir la naturalización del capitalismo hay que observar su carácter histórico, desplazar críticamente sus fundamentos ontológicos y teóricos, así como repensar la profundidad del concepto de desarrollo para visualizar otros procesos de cambio social.

Además, pensar otros entendimientos exige inventar heterotopías (contraespacios, espacios absolutamente diferentes, lugares fuera de los lugares o utopías localizadas en otras dimensiones) para reorientar los procesos de organización de la vida social y de las instituciones en el sistema mundo. Las heterotopías descoloniales deben considerar la pluralidad y diversidad sociocultural, tener sensibilidad ecológica y organizar un sistema de derecho humanista inclusivo y equitativo que incluya a la naturaleza como elemento esencial en la definición de lo ecohumano.

La idea de posdesarrollo surge de la crítica decostruccionista del capitalismo, entiende que el capitalismo no es inevitable e ineludible. En el caso de Latinoamérica múltiples reacciones evidencian el surgimiento de un sentimiento posdesarrollista. Este fenómeno debe entenderse como la creación de un nuevo marco interpretativo producido por la intelectualidad latinoamericana al observar las nuevas formas del imperialismo y el agotamiento de los modelos tradicionales de desarrollo.

La heterotopía del posdesarrollo contiene sentimientos anticoloniales y reacciones prácticas de movimientos socioculturales que luchan contra la recolonialidad de la vida y contra la ideología del consumo. Existen metáforas emblemáticas para definir el sentimiento posdesarrollista. Por ejemplo, la de pensar que otro mundo es posible; el Bien Vivir, inspirada en las formas de vida de las naciones andinas originarias que representan la articulación entre personas y naturaleza. También está la idea de la convivencialidad, divulgada por Iván Illich (filósofo austriaco que en la década de 1960 vivió en México y criticó la desmesura del capitalismo contra la naturaleza; el bien común humano propuesto por François Houtart; y, finalmente, la idea del decrecimiento).

Así mismo es importante tomar en cuenta que las luchas por la democracia participativa, la economía solidaria o la salud integral apuntan hacia un imaginario posdesarrollista pues sus objetivos no pueden ser logrados bajo tradiciones desarrollistas, antidemocráticas y oligárquicas.

La tesis doctoral Profecía económica y el mito del desarrollo en América Latina: el caso de Brasil, analizó el rol de los intelectuales en la estrategia de modernización nacional y del estado desarrollista concluyendo que dicha estrategia estaba agotada. La principal contribución de dicho trabajo fue desplazar la idea positivista del desarrollo y demostrar, basándose en las críticas antiutilitaristas, que el desarrollo tiene una naturaleza ideológica y sirve como artefacto cultural e intelectual.

Arturo Escobar también, desde hace varias décadas, ha avanzado en la crítica cultural del desarrollo. Este pensador señaló que el posdesarrollo necesita cuestionar los modelos dualistas que separan naturaleza/cultura e individuo/comunidad, y proponer imaginarios cosmovisiones relacionales en las que todo existe en relación. Escobar (2005) apunta hacia una ecología política de la diferencia que ayude a pensar más allá de las teorías de la modernidad.

Además de Arturo, hay múltiples académicos que han contribuido a la crítica al desarrollo. Boaventura de Sousa Santos (2008) critica la razón indolente de la modernidad que desprecia la experiencia, y propone transitar a un nuevo paradigma, una nueva epistemología del sur que valore el sentido común y promueva una nueva cultura política poscolonial y poscapitalista. Por su parte, Eduardo Gudynas (2011) sugiere un programa de transición para transitar a un nuevo tipo de desarrollo posextractivista que sea una alternativa real al capitalismo neoliberal y a sus fundamentos culturales.

Pero la construcción conceptual del posdesarrollo no solo proviene del mundo académico, también se nutre mediante las prácticas de los movimientos sociales. Gustavo Esteva y Suri Prakash (1998) consideran que el posdesarrollo se expande desde la descolonización epistémica legitimada por las reacciones de los pueblos originarios contra la violencia colonial. Estas críticas, como muchas otras, avanzan en conexión con los cambios en las prácticas de los movimientos sociales, especialmente los de los pueblos originarios de Latinoamérica. Dichos movimientos proponen una ampliación epistémica que supere las miradas fragmentadas de la vida para comprender de forma integral la naturaleza y la vida humana.

Tanto críticas teóricas como prácticas buscan otra filosofía de vida en la que lo económico se subordine a entendimientos ampliados de lo ecológico, lo moral, y la justicia. El posdesarrollo se distancia de los programas de neodesarrollo implementados por los gobiernos progresistas de Latinoamérica durante las primeras décadas del siglo XXI. Los gobiernos progresistas latinoamericanos han fortalecido los modelos de acumulación basados en el extractivismo y en las ideas tradicionales que entienden el el desarrollo económico como sinónimo de progreso.

Este texto busca explorar las reflexiones sobre los límites del desarrollo, sobre las perspectivas de liberación de los imaginarios del posdesarrollo comprometidos con luchas democráticas y participativas. Por una parte, hay que recordar que la deconstrucción del paradigma hegemónico de desarrollo es una tarea compartida por la crítica anticapitalista europea y por la crítica anticolonial no europea. Se trata de una perspectiva que busca valorar los avances relevantes producidos tanto en el Norte como en el Sur Global, con el objetivo de entender los giros epistemológicos y la relación entre decolonialidad teórica y el avance de movimientos socioculturales en países metropolitanos y en sociedades poscoloniales.

Por otra parte, se busca demostrar que la crítica a la filosofía del progreso nació a mediados del siglo XX en el interior de la filosofía alemana y francesa pero que estos avances no tuvieron un impacto significativo en el cuestionamiento de la praxis desarrollista. Por tanto, se procura profundizar la comprensión de algunos cambios epistémicos cruciales que contribuyen a la ruptura del pensamiento único neoliberal hegemónico en la actualidad. Desde la perspectiva del autor, los avances en la crítica decolonial dentro del Norte Global reflejan los avances de la crítica decolonial desde el Sur Global.

Estado actual de la crítica teórica al desarrollo

La naturalización del capitalismo se logró mediante un cambio epistémico en el que el tiempo lineal y progresivo se volvió la forma de tiempo para regular la vida cotidiana. Otras formas de tiempo, como el cíclico o el ritual, fueron eliminadas de la conciencia. Desnaturalizar el capitalismo y el desarrollo implica rescatar otras formas de tiempo que que valoran las tradiciones, la vida comunitaria, el cuerpo, las emociones y la conciencia sobre la fugacidad de la vida. Para avanzar en la crítica deconstruccionista del desarrollo es necesario cuestionar si el utilitarismo, el tiempo lineal, y la colonialidad eurocéntrica, como las tres categorías ontológicas fundadoras del desarrollo, continúan validando la expansión capitalista en el siglo XXI.

Todo apunta a que estamos viviendo el agotamiento cultural, moral y ecológico del capitalismo, por lo menos en su versión eurocéntrica. Pero para profundizar en la crítica teórica del desarrollo y en el análisis de su agotamiento es necesario particularizar la comprensión de los avances de la crítica intelectual y, así, exponer las particularidades histórico-culturales actuales. En esta reflexión, América Latina y el Caribe son un caso sumamente importante para entender los cambios del paradigma capitalista hegemónico.

Es de suma relevancia centrarse en las representaciones del desarrollo capitalista que se fueron formando desde la Segunda Guerra Mundial, con el desplazamiento de la hegemonía imperial-mercantil británica hacia la hegemonía estadounidense. Este movimiento causó importantes cambios en la división internacional de las fuerzas capitalistas. Uno de estos cambios se reflejó en el creciente interés de las fuerzas capitalistas por modernizar la economía y la burocracia de las excolonias con el objetivo de dinamizar el mercado interno y la lógica de consumo.

Ese fue el momento histórico en el que en Latinoamérica la idea de desarrollo adoptó la forma de una articulación entre lo económico y lo político, en la particular forma de un estado centralizado capaz de organizar la modernización de la economía, de la fuerza de trabajo y del mercado de consumo. La articulación entre lo económico y lo político mediante un poder estatal centralizado son la base de los estados nacionalistas-desarrollistas que protagonizaron la modernización conservadora en Latinoamérica durante las décadas de 1950-1980.

La crítica intelectual del desarrollo en América Latina

El caso de Latinoamérica es crucial para entender los cambios del imperialismo desde la década de 1950 y su impacto en sociedades poscoloniales. En el mundo intelectual se visualiza el avance de las teorías del desarrollo en las ciencias sociales. La artículación de lo económico con lo político en las tesis cepalianas tuvo efectos paradójicos. Por una parte, se fomentó el desarrollo de nuevas críticas sociales como las teorías de la dependencia o las teorías de la liberación. Por otra parte, el estado desarrollista organizó políticas poscoloniales para disciplinar a las poblaciones pobres y organizar el mercado de trabajo, promover la solidaridad nacional populista y construir la idea de una ciudadanía nacional de consumidores.

Pero el agotamiento del estado desarrollista a partir de la década de 1980 demanda replantear el tema del desarrollo bajo condiciones históricas particulares. En Latinoamérica y el Caribe la nueva ola imperial en su forma neoliberal, desde las décadas finales del siglo XX, han desorganizado las bases sociales y culturales. La experiencia de la CEPAL muestra que es importante interpretar los asuntos económicos en clave política, pero la articulación entre esos dos campos no asegura la emancipación que vislumbra el pensamiento decolonial.

El modelo nacional-desarrollista no fue ningún obstáculo para el expansionismo imperial estadounidense. De hecho, el apoyo a la industrialización y la formación de mercados internos en las excolonias fueron elementos clave para la actualización del imperialismo que transitó de una forma más mercantilista-militar hacia una forma más implicada con la diversificación de la sociedad de consumo. Mientras tanto, la ideología utilitarista que considera que todas las personas son egoístas y solo buscan de forma calculada su máximo beneficio personal sustentó la recolonialidad de los procesos de modernización económica e institucional, amplió la ideología del consumo entre las clases medias y contribuye a desmantelar los vínculos de solidaridad comunitaria entre las clases populares.

Para deconstruir la idea de desarrollo en Latinoamérica es necesario comprender que no solo se trata de discursos que ponen al desarrollo como el elemento central de la modernización nacional. Hay todo un complejo de estructuras institucionales y sistemas de dominación oligárquicos que fueron organizadas mediante la centralidad del poder político del estado desarrollista. El estado desarrollista fortalició a grandes corporaciones económicas, a las oligarquías tradicionales y a corporaciones burocráticas enquistadas en el sistema estatal. Esto fue el resultado de tratar de conciliar la modernización de las oligarquías agrarias locales con los procesos económicos de internacionalización impulsados por la presencia, al interior de países periféricos, de corporaciones económico-financieras. De tal manera que la crítica a los modelos de modernización conservadora debe actualizarse mediante la deconstrucción de la colonialidad.

Para lograr el avance en la deconstrucción de la colonialidad, es necesario que se establezca un diálogo simétrico y horizontal entre la crítica decolonial de América Latina y la crítica del Norte Global que se ha esforzado en descolonizar el eurocentrismo desde dentro.

El pensamiento descolonizador desde el Norte global y el Sur Global

La autocrítica iluminista europea es un debate intelectual de diversas escuelas académicas, sobre todo provenientes de Francia, Inglaterra y Alemania. La actual revisión del eurocentrismo está centrada en tres puntos clave, la idea inglesa utilitarista que sostiene que toda persona es egoísta; la idea etnocéntrica francesa que sostiene que el racionalismo instrumental es universal; y la idea etnocéntrica alemana que considera que el sujeto histórico es alemán gracias a la herencia de las tradiciones grecolatinas y judeocristianas. Aunque hay más elementos, esos tres puntos son cruciales para el desarrollo del imaginario imperialista occidental.

Además, es importante tomar en cuenta que los esfuerzos de deconstrucción desde la crítica posiluminista europea están articulados a varios movimientos sociales como el feminista, el de la diversidad sexo-género, entre otros. De tal manera que tanto las movilizaciones teóricas como las prácticas en el interior de los imperios europeos, Francia, Inglaterra y Alemania, contribuirán a la deconstrucción de la colonialidad desde su centro de origen.

Para aclarar la crítica a la colonialidad interna europea es relevante considerar que los conflictos militares de gran escala, como la Segunda Guerra Mundial, que ciencia y ética no están necesariamente relacionadas, y que la ciencia puede estar al servicio de los intereses políticos más perversos. El pesimismo crítico de los pensadores alemates es resultado del declive de la razón instrumental eurocéntrica, así como de la evidencia histórica de que la ciencia y tecnología modernas estuvieron al servicio de la exclusión étnica.

Por su parte, la filosofía francesa contemporánea ha buscado actualizar su comprensión de la realidad de la posguerra desde dos perspectivas epistemológicas. Por una parte, la reacción ante el positivismo que en un primer momento derivó en el estructuralismo lingüístico y cultural. Por otra parte, la revisión de las tesis del universalismo eurocéntrico que llevó a autores como Foucault y Deleuze a discutir los fundamentos epistemológicos modernos.

Una parte del revisionismo crítico en Francia reaccionó contra la filosofía utilitarista inglesa y contra la reducción de las personas a entidades egoístas. La reacción francesa contra el eurocentrismo utilitarista reveló que el eurocentrismo no es una doctrina homogénea y que su crítica manifiesta el propio declive de los saberes imperiales.

El desafío sociológico: la deconstrucción del utilitarismo

La relación entre el tiempo discontinuo y la creatividad derivó en la crítica a la ilusión utilitarista que propone lo económico como el elemento que rige todos los aspectos de la vida. Precisamente, el imperativo económico es objeto de revisión por parte de los decolonialistas.

Es probable que la reacción contra los fundamentos utilitaristas inició en Francia con la idea del don (Mauss, 1924) como un sistema de ayuda mutua central en la organización de la vida de todas las sociedades. Esta tesis ha sido referencia central de la reacción antiutilitarista que inicia en Francia en la década de 1980 y que influye en el pensamiento de intelectuales como Bourdieu, Touraine, entre otros. Así mismo, dicha reacción antiutilitarista debe ser entendida como parte de las reacciones posiluministas que nacen en la posguerra y desde los desplazamientos del imperialismo y de las representaciones que los occiendentalistas hacen del mundo.

La articulación entre la filosofía utilitarista y la ontología del tiempo lineal definen una matriz de control de la vida social en la que el imperativo es acumular bienes materiales para gozarlos. A partir de la visualización de estas dos categorías, utilitarismo y tiempo lineal-evolucionista, se puede dar cuenta de la falacia desarrollista que afirma que del subdesarrollo se pasa al desarrollo, de sociedades no eurocéntricas a sociedades eurocéntricas universales. Este es el origen del racismo, del proyecto de blanqueamiento étnico, cultural y religioso de las sociedades no europeas que fortalece el mito de la superioridad de los machos blancos.

El paradigma moderno de desarrollo se basa en la articulación entre la filosófica utilitarista y la ontología del tiempo lineal; pero para entender mejor el acsenso del sistema capitalista hay que agregar la colonialidad. Precisamente, en la actualidad la colonialidad es objeto de múltiples críticas que pretenden denunciar al eurocentrismo como la razón privilegiada en la organización del mundo y proponen diversificar los actores, lugares, así como las matrices culturales y ecológicas que participan de la producción de vida social.

El problema es que si bien la filosofía y las ciencias sociales han avanzado en la revisión crítica de la colonialidad y del paradigma moderno de desarrollo, hay una gran distancia entre estas tendencias y el pensamiento práctico que orienta a los Gobiernos, a los políticos y a los consumidores. Por tanto, es fundamental preguntarse por como avanzar en la deconstrucción de las barreras que separan las utopías democráticas de las utopías totalitarias y fascistas ante la abismal distancia que separa el pensamiento crítico del pensamiento práctico.

Los límites del deconstruccionismo desde el Norte Global

Las revisiones a los dogmas de la ilustración, así como las reflexiones entre ciencia, ética y poder se aceleraron dentro del pensamiento europeo en las décadas de 1950 y 1960. Pero la crítica teórica europea no logró detener el avance del neoliberalismo, el cual tiene una gran capacidad de seducción, pero se reproduce desde sistemas de baja reflexividad.

La crítica deconstruccionista del eurocentrismo no puede limitarse al mundo de las ideas y de las esferas académicas. Es necesario realizar la crítica epistémica buscando avanzar en los caminos necesarios para deconstruir las ideologías de poder que impiden que el conocimiento reflexivo abierto y plural se expanda en y desde el mundo de la vida práctica-cotidiana.

Para lograr dicha meta se requiere deconstruir los fundamentos filosóficos-morales del capitalismo y de la colonialidad; involucrar varios centros de producción de conocimiento de distintas geografías en un pensamiento dialógico e interculturar; así como la creación de una praxis teórica que involucre al pensamiento académico y al pensamiento práctico en los movimientos sociales. Es responsabilidad del pensamiento intelectual crítico permanecer alerta a las posibilidades de ampliar la discusión en favor de la sociedad organizada.

La deconstrucción del eurocentrismo con el objetivo de liberar un pensamiento amplio de la vida y otra visión de desarrollo precisa un giro epistémico que implica para la intelectualidad europea reconocer que el avance de la crítica global del occidentalismo y de los modelos de desarrollo necesitan ampliar el diálogo con las nuevas teorías sistematizadas por la crítica decolonial.

La crítica decolonial y la deconstrucción del mito del desarrollo

Para reflexionar sobre el tema del desarrollo y la creación de heterotopías creativas y emancipatorias es necesario considerar que los giros epistémicos ayudan para articular el pensamiento de liberación con la práctica social, la cual muchas veces reproduce mecanismos de dominación. En este sentido, el giro epistémico que deconstruye el pensamiento utilitarista reconoce el carácter histórico de las instituciones y de la economía de mercado, y valora la creación de un mundo donde hay imaginarios abiertos a la ciencia, la justicia y el amor. Se trata de cambiar los sentidos para promover la liberación del pensamiento crítico, anitutilitarista, anticolonial, para trascender la división cartesiana que fragmenta los saberes y la propia vida en áreas disciplinarias como economía y filosofía.

Perspectivas heterotópicas como la ecología de saberes de De Sousa Santos, el bien común humano de Houtard, el decrecimiento de Latouche, el nuevo convivialismo de los antiutilitaristas europeos, o el Bien Vivir de las naciones andinas originarias, avanzan en la misma dirección de un conocimiento integral que involucra a las personas, la naturaleza, el pensamiento y la práctica sociopolítica.

Las visiones heterotópicas son necesarias para deconstruir las matrices simplificadas de desarrollo, y fundadas sobre la base de categorías cartesianas, utilitaristas y positivistas. Esto es central para hacer posible otras epistemologías más amplias que tengan impacto sobre la percepción de lo que es un conflicto, una alianza y el propio tiempo; pues estos elementos formaran la base de experiencias del posdesarrollo.

El conformismo cognitivo que justifica los dogmas científicos es, en parte, producto de un proceso de normalización cultural que marca a las personas con los rígidos moldes de la cultura en que nacieron mediante instituciones como la familia o la escuela. En contraste, está el diálogo cultural plural y diverso que genera rupturas, emancipaciones y autonomía.

Desde la perspectiva del autor, hay un avance progresivo en la ruptura de los modelos epistémicos dominantes, por lo que se van abriendo posibilidades de liberar otras epistemes y prácticas. Comprender los cambios epistémicos es crucial para entender la tesis del cambio de paradigma del desarrollo al posdesarrollo. La propia idea de desarrollo se encuentra en el centro de la discusión sobre capitalismo y colonialidad pues revela las problemáticas de la ontología del tiempo lineal y el crecimiento económico.

El desarrollismo latinoamericano muestra cómo la adaptación de un modelo eurocéntrico y el estado sirvieron para mantener la colonialidad. El caso de Latinoamerca demuestra que la búsqueda de conocimientos y propuestas prácticas acordes a la realidad de la región debe estar acompañada de la deconstrucción de los modelos conceptuales y epistemológicos importados. Así mismo, la tensión entre modelo teórico y práctica cultural es fundamental para dar paso a la poscolonialidad crítica que cuestiona la hegemonía del mercado, el crecimiento económico, la división internacional del trabajo, y, al mismo tiempo promueve las bases del posdesarrollo como experiencia colectiva abierta, plural y emancipatoria.

Nexo con el tema que estudiamos: 
El texto tiene una carga optimista respecto a las posibilidades emancipatorias del presente. A pesar de esto, siempre es importante dialogar y no perder de vista las posibles (a veces casi imposibles) transformaciones liberadoras. Lo cierto es que cada vez más todo el pensamiento crítico apunta a un elemento en común, el desarrollo entendido como crecimiento económico lineal e infinito debe parar.