Gisela Ruiseco Galvis es psicóloga, investigadora y columnista independiente, con publicaciones recurrentes en 15-15-15.org, El Comején, entre otros.

El decrecimiento como proyecto, que busca desmantelar las formas societales del capitalismo, tiene una aporte importante de las investigaciones feministas. De acuerdo con el texto, ambos movimientos tienen un punto de encuentro: una crítica al crecimiento y desarrollo a costa de los otros. A partir de esta perspectiva, entonces podemos pensar en los trabajos de cuidado como los trabajos fundamentales del sistema capitalista.

En este texto se retoma la idea de la economía de cuidados, analizada por la economista feminista Amaia Pérez, quien nos ayuda a reflexionar sobre la carrera histórica de las mujeres por la lucha en la igualdad en condiciones de salarios y derechos. La investigadora nos plantea que la promesa de la igualdad no es posible de cumplir dentro del capitalismo, ya que la misma desigualdad es lo que sostiene el funcionamiento del sistema.

El trabajo reproductivo y de cuidados es el núcleo de las economías de este tiempo moderno y de sociedades anteriores, ya que éste se dibuja como un trabajo invisible y despreciado por no producir alguna ganancia inmediata que alguien pudiese apropiarse.

Dentro del texto se hace mención a la investigadora Corinna Dengler, quien resalta que el decrecimiento debe de integrar, de manera imperante e inevitable, el pensamiento feminista en sus propuestas. Para repensar la economía y deshacerse de la idea del crecimiento económico, decrecimiento construiría dos pilares fundamentales: lo común y los cuidados.

El texto enfatiza que se debe de integrar de manera puntual el análisis feminista en las políticas actuales del movimiento decrecentista, puesto que si no se hace de esa manera, se corre el riesgo de replicar la estructura patriarcal. Un ejemplo de esto fue España con un partido progresista. Éste propuso un punto fundamental de la discusión del decrecimiento: la disminución de la jornada laboral; no obstante, esta idea no contempló el campo de los cuidados, mismo que no tiene horas establecidas, ni contratos.

Otra de las aportaciones que se menciona en el texto, es de Dangeler y Strunk, mismos que entienden que el capitalismo funciona a partir de la apropiación de aspectos no monetizados, específicamente el abastecimiento ecológico. A partir de este planteamiento, la autora puede decirnos que existe un nexo íntimo entre el patriarcado, capitalismo y degradación ecológica.

Los esfuerzos de la crítica e investigación feminista contribuyen a pensar el decrecimiento, sin embargo, también es importante integrar la visión decolonial. Maria Mies sostiene que, dentro del funcionamiento del sistema, otros sujetos (además de las mujeres) y dinámicas se han visto subordinados desde el inicio de la acumulación. Por ejemplo, los trabajadores de las excolonias, emigrantes, la economía de subsistencia, la economía informal y los bienes supuestamente gratuitos de la naturaleza. (dato crucial 1)

De igual manera, Mies da dos aportes que nos ayudarán en la tarea de repensar las estructuras de dominación. La primera de ellas es deconstruir la idea de desarrollo, no como el anhelado progreso, sino como pieza fundamental en la que se sustenta el proceso polarizante de la sociedad, mismo que reproduce y profundiza las desigualdades. La segunda propuesta es sobre la perspectiva de subsistencia, aquella alternativa que nos servirá para maquinar otro proyecto societal que responda a nuestras necesidades esenciales, y no las del capital.

Los planteamientos que se realizan en el texto fungen como instrumentos para tener una visión crítica de la tarea de cuidados para así realizar plenamente el ejercicio de deconstrucción de las relaciones que fungen como la base de la maquinaria del capital global y para así delinear una economía alternativa.