Desarrollo económico y acción política revolucionaria: una evaluación crítica del debate marxista sobre el 'derrumbe

Cita: 

Caligaris, Guido [2019], "Desarrollo económico y acción política revolucionaria: una evaluación crítica del debate marxista sobre el 'derrumbe'", Roberto Escorcia y Gastón Caligaris (coordinadores), Sujeto revolucionario. Análisis crítico del sistema capitalista y sus contradicciones, CDMX, UAM-Xochimilco, Ítaca, pp. 181-220.

Fuente: 
Libro
Fecha de publicación: 
2019
Tema: 
El vínculo entre desarrollo económico y acción política revolucionaria a la luz del debate sobre el derrumbe del capitalismo
Idea principal: 

    Gastón Caligaris es doctor en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, una de sus principales líneas de trabajo se relaciona con el estudio de la obra de Karl Marx.


    El vínculo entre desarrollo económico y acción política revolucionaria constituye una de las discusiones de más larga data en la teoría marxista, y tuvo un papel central en los debates sobre el derrumbe del capitalismo desarrollados desde finales del siglo XIX hasta el primer tercio del siglo XX. El objetivo de este capítulo es hacer una reconstrucción crítica de dicho debate enfatizando la forma en que cada postura asumió el vínculo entre desarrollo económico y acción revolucionaria; y ofrecer una alternativa intentado superar el dilema de la perspectiva economicista vs perspectiva voluntarista.

    El dilema sobre el derrumbe del capitalismo no se resolvió, pues los análisis realizados tenían deficiencias metodológicas, y ninguna postura fue capaz de reconocer los fenómenos políticos y los económicos como parte de una misma unidad. Para superar esta limitante se retoma una lectura basada en la metodología de la crítica marxista de la economía política inspirada en las líneas de investigación iniciadas por la Neue Marx-Lektüre. Esta corriente avanzó en la identificación del método del análisis de Marx para la crítica de la economía política; aunque no logró analizar la relación entre acción política y determinación económica para la superación del capitalismo.

    El debate sobre el destino del capitalismo en Rusia

    El debate sobre el derrumbe del capitalismo inicia en Rusia, y también ahí se sientan los conceptos que posteriormente estructurarían los debates al respecto. Este debate se forma a partir del diálogo entre la tradición del populismo ruso y el naciente marxismo ruso del siglo XIX.

    Los populistas rusos discutían si el capitalismo podía desarrollarse en Rusia de la misma forma que en Europa, y si, en el caso ruso, la existencia de las comunas rurales permitía llegar a la sociedad socialista sin tener que transitar por el capitalismo (Von Laue, 1954, Walick 1971). El dilema de esta tradición era si la comuna rural podía desarrollarse en clave socialista; o era necesario que desapareciera y esperar a que el capitalismo en algún momento alcanzara un desarrollo parecido al que tenía en Europa.

    Vorontsov (1882) proporcionó el primer análisis populista de dicha cuestión elaborado bajo un marco de inspiración marxista. Este autor consideraba que Rusia había entrado tarde a la ruta del progreso y carecía del acceso a un mercado externo; por tanto, era imposible desarrollar internamente el capitalismo. De hecho, Vorontsov no solo busca probar la imposibilidad del desarrollo del capitalismo en Rusia, sino también pretende demostrar la inviabilidad del propio capitalismo como medio de producción.

    La explicación de Vorontosov fue adoptada con ligeras modificaciones por la mayoría de los populistas. Pero esta línea de pensamiento enfrentó fuertes críticas. Estas críticas no señalaban la falta de correspondencia del pensamiento populista con la realidad rusa; sino la inconsistencia de su argumentación respecto a la explicación marxista del capitalismo. Todas las críticas partían de una lectura de Marx en la que el capitalismo crea sus propios mercados, por lo que su reproducción no tiene límites económicos de carácter mercantil. Con esta discusión nació la primera controversia sobre el derrumbe del capitalismo.

    Las críticas más relevantes a la postura populista fueron las de Lenin, Tugán Baranovsky, y Búlgakov. El argumento en común de estos autores señalaba que el objetivo de la reproducción capitalista no era satisfacer las necesidades individuales de consumo, sino la valorización del valor, y que el plusvalor se obtiene mediante el consumo de fuerzas productivas que provocan un aumento constante de la capacidad de producción.

    Para comprender este debate es necesario señalar que las posturas se categorizaron de acuerdo con las posturas generales de acción política de los principales representantes. Por tanto, el debate se presentó en términos de populistas vs marxianas legales o reformistas vs revolucionarios; aunque debe tomarse en cuenta que muchas veces los llamados populistas tenían posturas marxistas muy sólidas.

    En el caso de los críticos de los populistas, se comparte la idea de que el capitalismo es un modelo de producción autosuficiente que hay que superar; pero no hay un consenso sobre la forma en que deberá ser superado dicho modelo. Además, en esta postura es sumamente evidente la desconexión entre desarrollo económico y acción política. Por ejemplo, Lenin señala que no hay forma de que la conciencia socialista brote por sí misma desde la reproducción económica del capitalismo, por tanto, es necesario generar esta conciencia desde fuera de la reproducción económica.

    Como se observa, en los primeros debates sobre el derrumbe del capitalismo en todas las posturas la conexión entre desarrollo económico y acción política era débil o inexistente. Es decir que en ninguna postura el desarrollo económico generó directamente la acción política revolucionaria.

    El debate sobre la “teoría del derrumbe” en la socialdemocracia alemana (1898-1902)

    A finales del siglo XIX, Alemania ya era una de las naciones capitalistas más desarrolladas; por tanto, el debate marxista alemán evaluaba si la evolución del capitalismo coincidía con las tendencias trazadas por Marx en El Capital. Por una parte, se situaron quienes proponían revisar y corregir las concepciones de Marx, y por otra parte quienes las defendían de forma muy ortodoxa. Bajo este contexto, la cuestión del derrumbe del capitalismo fue uno de los elementos más discutidos.

    El máximo representante de la corriente revisionista fue Eduard Bernstein. Este pensador consideraba que los marxistas tendían a tener una idea teleológica en la que el capitalismo sería superado debido a una crisis económica que acabaría derrumbándolo. Pero Bernstein señalaba que en realidad un derrumbe total y simultaneo del capitalismo era sumamente improbable.

    Luxemburgo respondió a Bernstein señalando que la economía capitalista crea una situación de creciente anarquía por lo que el derrumbe de este modelo es inevitable; y, al mismo tiempo, se desarrolla la socialización del proceso productivo, el poder y la conciencia de la creciente clase obrera de las que nace el socialismo. Luxemburgo liga la idea del derrumbe del capitalismo con la apuesta por la acción político-revolucionaria y la permanencia del capitalismo con la apuesta por una política reformista.

    Sobre este caso, Kautsky brindó una respuesta similar a la de Luxemburgo, a pesar de que en otros temas se distanciaba demasiado de dicha pensadora. De acuerdo con este autor, el capitalismo enfrentaría una crisis debido a que el mercado no podía aumentar al mismo ritmo que la producción; la lucha de clases aparecería de forma inevitable debido a la creciente miseria de la clase obrera y mediante ésta se instauraría el socialismo que superaría la crisis de desarrollo económico del capitalismo. De hecho, para Kautsky era probable que la lucha de clases terminaría con el capitalismo antes de la aparición de una crisis económica terminal. Por tanto, en este caso la conexión entre derrumbe y acción política es sumamente débil, se siguen viendo como elementos en esferas distanciadas una de la otra.

    El segundo momento del debate alemán se dio con la traducción al alemán del libro de Tugán-Baranovsky (2000) sobre las crisis industriales en Inglaterra. Baranovsky señala que Marx se equivoca al suponer que la sociedad capitalista enfrentará en algún momento un límite en su desarrollo económico por lo que sociedad socialista se volvería una necesidad de carácter económico. Desde la perspectiva de Baranovsky el capitalismo es un modo de producción autosuficiente sin límites intrínsecos.

    Los marxistas reaccionaron contra Baranovsky señalando que en Marx había una teoría del derrumbe que era necesaria seguir pues sin ésta no era posible ninguna explicación posible para la superación del capitalismo. Aunque realmente las respuestas contra Baranovsky no lograron desarrollar la argumentación más de lo que se había avanzado en el debate con Bernstein, pues las respuestas fueron muy parecidas a las que ofrecieron Luxemburgo y Kautsky.

    Como balance de este debate alemán se puede decir que con el libro de Tugán-Baranovsky, la posición escéptica del inevitable derrumbe del capitalismo queda ligada a la acción política reformista. Pero los reformistas no establecen ningún vínculo intrínseco entre desarrollo económico y acción política. Por su parte, la posición que asume que el capitalismo se derrumbará inevitablemente tampoco establece un nexo directo entre desarrollo económico y acción política.

    Por ejemplo, Kautsky señala que la clase obrera tiene que instaurar el socialismo anticipándose a una crisis económica terminal; mientras que Luxemburgo nunca dice que la creciente anarquía de la producción capitalista es la causa de una acción política revolucionaria. Por tanto, tanto en reformistas como en derrumbistas no hay un vínculo directo entre desarrollo económico y la forma de la acción política de la clase obrera.

    El debate Luxemburgo (1913-1924)

    La respuesta más importante al libro de Tugán-Baranovsky llegó hasta la aparición de La acumulación de capital de Luxemburgo (1968). La autora planteaba que el principal problema sobre el rumbo del capitalismo era determinar el origen de la creciente demanda que permite el constante aumento de la producción; y sugirió que esa demanda provenía de consumidores ubicados fuera de la sociedad capitalista. En esta dinámica, la acumulación de capital llega a un límite insuperable por lo que se vuelve imposible continuar desarrollando las fuerzas productivas y el capitalismo se derrumba. De tal manera que la clase obrera tiene que adelantarse al fatal derrumbe del capitalismo y tener una acción política revolucionaria que instaure el socialismo.

    La recepción de la obra de Luxemburgo fue muy negativa, el libro fue severamente criticado tanto en Alemania como en Rusia. Las críticas contra Luxemburgo sostenían una interpretación de Marx según la cual la dinámica de acumulación de capital no tiene límites para la obtención del plusvalor; en consecuencia, el derrumbe del capitalismo no estaba motivado por aspectos puramente económicos. Sobre la conexión entre desarrollo económico y acción política no hubo novedades, de hecho, posturas políticas tan distintas como la socialdemocracia alemana y los bolcheviques ofrecieron una respuesta muy similar sobre esta cuestión en específico.

    La socialdemocracia alemana encabezada por Bauer, quien a su vez sigue a Kautsky, señala que el capitalismo no caerá por algún límite en su capacidad de generar plusvalor; sino que frente a un creciente empobrecimiento la clase obrera reaccionará tomando el poder del estado e instaurará el socialismo. Bauer se distancia de la visión del derrumbe inevitable que sostenía Kautsky, pero esto no es contradictorio, pues la línea de argumentación que se retoma no establece un vínculo fuerte entre derrumbe y acción política revolucionaria.

    La respuesta bolchevique, encabezada por Bujarin, no se distanció mucho de la posición socialdemócrata alemana. Bujarin señaló que la guerra imperialista es la causa de la miseria y de la rebelión obrera contra el capitalismo. Es decir, desde esta perspectiva la acción política revolucionaria y la superación del capitalismo provenían de la creciente miseria del proletariado.

    Luxemburgo (1968) responde a estas críticas en una obra póstuma que repite los mismos argumentos que ya había señalado; pero agregando una defensa contra los señalamientos de mecanicismo y determinismo económico. Luxemburgo se defiende señalando que la tendencia económica del capitalismo hacia su derrumbe no conlleva automáticamente al socialismo. El socialismo precisa de la acción política revolucionaria del proletariado y esta acción está motivada por una miseria cada vez peor; por tanto, es muy probable que el proletariado instaure el socialismo antes de que se genere una crisis económica terminal.

    Lo interesante de esta última respuesta que ofrece Luxemburgo es que, ante las acusaciones de economicismo y mecanicismo, se ve obligada a exponer la conexión que vislumbra entre desarrollo económico y acción política. En este sentido, el argumento indica que es necesaria la acción política proletaria para superar el capitalismo; pero el vínculo entre esta lucha y el desarrollo económico sigue siendo frágil.

    De hecho, este vínculo es el mismo que el presentado por sus críticos. Es decir, tanto Luxemburgo como sus críticos consideran que la creciente miseria, que se desarrolla por sí misma, motiva la acción política revolucionaria. Ambas perspectivas consideran el desarrollo económico como parte de una esfera y la acción política revolucionaria como parte de otra esfera que se opone al desarrollo económico capitalista; por tanto, el vínculo entre desarrollo económico y acción política es algo externo, una reacción de la clase obrera contra la situación externa, sin que haya un elemento intrínseco que une desarrollo económico con acción política.

    El debate Grossmann (1929-1934

    El último debate relevante sobre el derrumbe se generó con la publicación del libro de Grossmann (1979) La ley de la acumulación y del derrumbe del sistema capitalista. Este autor, en discusión con Luxemburgo, planteó que la acumulación de capital tiene una tendencia hacia su propio derrumbe debido no a un problema en la generación de plusvalor, sino en la falta de plusvalor para satisfacer las necesidades de seguir acumulando capital. En palabras de Grossmann, la acumulación “se desenvuelve en base a una composición orgánica del capital progresivamente creciente, de modo que el plusvalor producido, aun con una población creciente, siempre aumenta menos que el capital” (pp.192-193).

    Además, Grossmann cambia la perspectiva de la relación entre desarrollo económico y acción política eludiendo el debate de reformismo o revolución, para situarse en la disyuntiva de economicismo o voluntarismo. En otras palabras, este autor, a pesar de su propia visión economicista del derrumbe capitalista, criticó la visión del derrumbe de Luxemburgo calificándola como una interpretación fatalista y economicista.

    Grossmann, considera que el planteamiento de Luxemburgo conlleva a la inacción política. Por tanto, él argumenta que el derrumbe del capitalismo se dará por medio de la participación del proletariado; pero no por la organización obrera consciente, sino porque el momento del derrumbe dependerá de la cantidad de plusvalor disponible y en la medida en que eso depende de la fuerza del proletariado, ahí quedará la participación obrera en el derrumbe del capitalismo.

    La contribución de Grossmann fue ampliamente discutida al interior de los marxismos, pero fue escasamente criticada y las pocas críticas hechas se centraron en la rigidez de las variables que componen el modelo de análisis de este autor. Las críticas más notables respecto al vínculo que Grossmann estableció entre desarrollo económico y acción política fueron las de Korsch (1978), Pannekoek (1978) y Mattick (1978).

    Korsch señaló que la teoría de Grossman interpretaba el curso del capitalismo como destinado a determinados objetivos, por lo que no se dejaba lugar para la lucha de clases. Lo que propone Korsch es tener una posición realmente materialista según la cual la crisis final del capitalismo solo tenía sentido, si esta motivaba la acción política revolucionaria. La postura de Pannekoek fue muy similar, pues señaló que Grossmann presentaba la caída del capitalismo sin una clase revolucionaria; pero también intentó presentar la superación del capitalismo desde una perspectiva que buscaba mostrar la acción política del proletariado como determinada por la crisis económica.

    Por su parte, Mattick rechazó las visiones mecanicistas del derrumbe del capitalismo, y defendió los argumentos de Grossmann señalando que éste no se guió por un enfoque solamente económico, sino por uno dialéctico en el que las abstracciones solo son una herramienta para reconocer la realidad. Por tanto, Mattick considera que la crisis terminal del capitalismo es producto de una lucha de clases que asume formas que conducen al derrumbe del sistema.

    Para Mattick la lucha revolucionaria del proletariado que derrocará el capitalismo es producto de la creciente pauperización de la clase obrera, la cual, a su vez, es consecuencia de la crisis terminal del sistema. Para este autor, la lucha económica deviene en lucha política en el momento en el que el capital solo puede seguir reproduciéndose mediante la más absoluta pauperización de las masas.

    Si se examina detenidamente el vínculo especifico entre desarrollo económico y acción política, todas las posiciones son muy parecidas. En Grossmann el capitalismo no puede superarse sin el derrumbe económico, y la acción política revolucionaria del proletariado surge como reacción emancipatoria al inminente derrumbe del sistema; pero esta reacción no es producto de la propia dinámica económica del capital, sino un ejercicio de la libre voluntad humana en contra de la opresión capitalista.

    En Korsch, la acción política revolucionaria también surge fuera de la dinámica de acumulación de capital y, al mismo tiempo, como una reacción contra el capital. Estas posiciones, así como las de Pennekoek y Mattick, son tanto voluntaristas como economicistas. Es decir, en todas estas perspectivas la acción política revolucionaria es producto de la voluntad pues surge fuera del desarrollo económico; pero, al mismo tiempo, son economicistas pues en su visión lo que determina el destino del capitalismo es el desarrollo económico y no la acción política proletaria.

    Por tanto, detrás del aparente dilema economicismo vs voluntarismo se encuentra la misma concepción del vínculo entre desarrollo económico y acción política, en el que por un lado está el desarrollo económico y por otro la acción política proletaria que se opone a dicho desarrollo.

    Una crítica metodológica y los límites del enfoque de la nueva dialéctica

    Al analizar las diversas posturas del debate sobre el derrumbe del capitalismo se encuentra que en todas hay una desconexión entre desarrollo económico y acción política, y el único vínculo que se establece entre una y otra es algo externo. Esto sucede porque todas las posturas comparten la idea de que la acción política revolucionaria que superará el capitalismo es producto de una reacción contra la exacerbación de una situación económica crítica.

    Al mismo tiempo, esta situación económica crítica siempre se presenta como parte del proceso de acumulación de capital, el cual es interpretado como un fenómeno exclusivamente económico independiente de la esfera política. Mientras tanto, la acción política del proletariado es entendida como un fenómeno ajeno a la dinámica de acumulación de capital. Es decir “desarrollo económico y acción política se presentan en un vínculo externo porque en todos los casos se les concibe desde el inicio como fenómenos autoconstituidos de manera previa a su relación” (p.196).

    Las posturas hasta ahora examinadas analizaron como fenómenos separados cuestiones que en realidad constituyen una unidad. No abordaron al capitalismo como un modo de producción de la vida humana, y se alejaron del método de Marx caracterizado por encontrar la unidad en la aparente diferencia.

    Desde la década de 1970, Marramao (1982) señaló que el debate del derrumbe partía de concepciones con deficiencias metodológicas. Este autor consideraba que la crítica marxiana era una crítica tanto a las formas materiales de las relaciones sociales como a las formas de conciencia enajenadas; por tanto, el método dialéctico de Marx debía conducir a una explicación adecuada de la conciencia de clase y de la superación del capitalismo. Así, la formación de la conciencia de clase se explica por el proceso de producción-reproducción emanada desde las relaciones sociales materiales, y no es el resultado de una esfera autónoma.

    Marramao no logró desarrollar sus contribuciones. Es hasta los aportes de lo que se conoce como la -nueva dialéctica- que el proyecto de vincular el método dialéctico con la crítica de Marx que se logran avances significativos. Dicha corriente descubrió que la estructura argumental de El Capital organizaba una exposición del desarrollo del capital desde sus formas más simples hasta las más complejas, “en un movimiento que se caracteriza […] como la -reproducción- de la vida interna de dicho objeto mediante el pensamiento” (p.198). La corriente señaló que el paso de una forma del capital a otra es producto de las contradicciones intrínsecas a cada forma del capital. En consecuencia, bajo este método dialéctico, la conexión entre desarrollo económico y acción política revolucionaria es producto de vínculos internos. Es decir, la acumulación de capital no se desarrolla de forma separada, exterior, a la acción política revolucionaria del proletariado, sino que tienen vínculos intrínsecos.

    Con relación al vínculo entre desarrollo económico y acción política el resultado más relevante de las nuevas aportaciones fue reconocer al propio capital como el sujeto enajenado de la sociedad capitalista. De acuerdo con esta línea de pensamiento, uno de los objetivos de Marx es explicar el capital como el sujeto del modo de producción capitalista pues se constituye a sí mismo por medio de sus propias determinaciones. En consecuencia, los sujetos, tanto obreros como capitalistas, son portadores del capital en tanto portadores de dinero y mercancía que son momentos del capital. Es decir, si se reconoce al capital como la relación social mediante la que se organiza la vida social y, como una relación social autonomizada que se pone en marcha automáticamente, entonces la acción de los individuos es un momento necesario del propio proceso económico de acumulación de capital. Los individuos no son mas que una personificación de las relaciones económicas que portan.

    Bajo este enfoque, la acción política del proletariado que supera al capitalismo es un fenómeno que surge dentro del propio capitalismo y tiene que ser explicada como un momento del desarrollo del capital. Si se sigue el método dialéctico y se reconoce el capital como el sujeto concreto de la unidad de la vida social, se supera la disyuntiva de economicismo o voluntarismo, pues “al afirmar que el capitalismo se supera por la propia dinámica de la acumulación de capital se afirma igualmente que se supera por la acción política de la clase obrera” (p.199).

    La cuestión es que los pensadores de esta línea de pensamiento no desarrollaron la discusión sobre la superación del capitalismo. A pesar de recuperar el método dialéctico y reconocer al capital como el sujeto de la sociedad capitalista, las investigaciones no se desarrollaron hasta reconocer la acción revolucionaria del proletariado como un momento necesario en la reproducción y en la superación del capital.

    Una alternativa congruente con el método dialéctico y con los fundamentos de la crítica marxiana de la economía política

    Para abordar de forma pertinente la cuestión de la superación del capitalismo desde el método usado por Marx en su crítica a la economía política es necesario reconocer la unidad entre el desarrollo de la acumulación de capital y la acción política revolucionaria de la clase obrera. La observación más perspicaz sobre dicha unidad está proporcionada por la obra de Iñigo Carrera en la que discute con Starosta.

    Desde esta perspectiva, la determinación de la conciencia por el ser social es el punto de partida de la crítica marxiana de la economía política. En este sentido, el despliegue de la forma valor constituye la revelación de la forma enajenada en la que los individuos participan del proceso de vida social como personificaciones de las mercancías. Es decir que en la sociedad capitalista las personas, su conciencia y voluntad, son manejadas como mercancías.

    Este reconocimiento del vínculo entre mercancía, entendida como la forma de la relación social general, y la conciencia conlleva a dos conclusiones sobre la unidad entre desarrollo económico y acción política de la clase obrera. La primera es que, desde el método dialéctico toda acción humana es un mecanismo por el cual se materializa el movimiento de la relación económica. La segunda conclusión es que la necesidad de la acción revolucionaria de la clase obrera solo puede emanar del desarrollo de la relación económica.

    Desde un punto de vista materialista el único lugar desde el que puede surgir la conciencia de clase es de la transformación del proceso de producción. Por tanto, para explicar la necesidad de una conciencia y una acción revolucionaria es necesario abordar el desarrollo de la economía. En la forma más potente de producción capitalista, el sistema maquinaria, las transformaciones de la subjetividad del proletariado implican la degradación de los obreros a la condición de mero apéndice viviente de la maquinaria, así como su transformación en población superflua para la producción de valor del capital.

    Esta degradación proletaria crea una contradicción, pues al tiempo que la acumulación de capital, el enajenamiento de capital, y la explotación capitalista del proletariado degrada a esta clase como parte del proceso económico capitalista, de ese propio proceso surge la posibilidad de la clase obrera de controlar de forma consciente su proceso de trabajo y por tanto la potencial rebeldía obrera.

    En resumen, la acción política proletaria surge de la “necesidad del capital de producir plusvalor relativo; es decir: porque el capital necesita avanzar en la centralización del capital para producir plusvalor es que necesita investir a la clase obrera con la capacidad para organizar de manera plenamente consciente el proceso entero de producción social y, por lo tanto, con la capacidad para abolirlo como el sujeto enajenado de este mismo proceso” (p.203).

    Por tanto, bajo este enfoque se presenta una explicación en la que la superación del capitalismo es producto tanto del desarrollo económico del capital como de la acción política revolucionaria de la clase obrera.

    Conclusión

    En el debate sobre el derrumbe del capitalismo, todas las posturas involucradas parten de la misma concepción del vínculo entre desarrollo económico y acción política. Todas las perspectivas asumen que el desarrollo económico se desenvuelve generando, por sí mismo, situaciones de crisis económica ante las que reacciona la clase obrera. Por tanto, las perspectivas consideran desarrollo económico y acción política como esferas separadas una de la otra y solo vinculadas de forma externa mediante la reacción obrera contra situaciones de crisis. Unos caen en el economicismo de afirmar que el capitalismo caerá por la dinámica económica, y otros en el voluntarismo de considerar que caerá por la acción política proletaria.

    La cuestión es que, mediante un análisis basado en la metodología de la crítica de la economía política de Marx, se pueden superar los falsos dilemas del debate sobre el derrumbe. De ahí que afirmar que “la superación del capitalismo depende del desarrollo de la acumulación de capital” implica afirmar también que “el capitalismo se supera a través de la acción revolucionaria de la clase obrera” (p.205).

Nexo con el tema que estudiamos: 

    Caligaris presenta una lectura sobre la acción política revolucionaria articulada a un largo debate marxista sobre el derrumbe de este sistema. A pesar de los esfuerzos del autor por presentar una lectura ampliada del capitalismo y de recuperar un método de análisis riguroso para ofrecer una visión novedosa sobre dicho debate; la lectura sigue anclada a categorías limitadas como clase obrera, y reproduce la idea de acción política revolucionaria como parte del desarrollo económico capitalista. Ante tales ideas podríamos cuestionar porqué varias revoluciones del siglo XX no fueron protagonizadas por obreros, o porqué a pesar de las transformaciones económicas del capitalismo durante su fase neoliberal no hemos asistido a un despertar masivo de la conciencia de clase obrera.