Camila Romano es bióloga por la Universidad Presbiteriana Mackenzie, y doctora en ciencias por la Universidad de São Paulo (USP). Es investigadora del Laboratorio de Investigación Médica del Hospital de las Clínicas de la Facultad de Medicina de la USP. Sus principales líneas de investigación se centran en la evolución y propagación de virus.

La Amazonia concentra una gran cantidad de biodiversidad; pero debido a su degradación es una bomba de tiempo para la aparición o resurgimiento de enfermedades potencialmente pandémicas. La pavimentación de la carretera BR-319 que une Porto Velho a Manaus es preocupante pues provocará una severa deforestación, principalmente por la especulación de la tierra en los bosques primarios que rodean la carretera (Dato Crucial 1).

La deforestación es un fenómeno dinámico e imprevisible que causa la fragmentación de bosques, eleva el riesgo de incendios y reduce la biodiversidad de zonas afectadas. Asimismo, actividades como la apertura de carreteras, la minería, el cambio climático, la migración desorganizada y el desarrollo social precario crean condiciones favorables para el resurgimiento de enfermedades.

Enfermedades conocidas

La propagación de enfermedades ya conocidas puede desatarse por diversos fenómenos. Por ejemplo, la degradación ecológica, el desvío de ríos y las sequías generan escasez de agua y alimentos, lo cual propicia la malnutrición afectando la salud de las personas y creando condiciones favorables para expansión de enfermedades. Asimismo, la sequía afecta el suministro de agua potable, elevando el riesgo de enfermedades transmitidas por agua y alimentos contaminados como el cólera y la hepatitis.

El propio calentamiento global es un factor de riesgo central. Un ligero aumento en la temperatura media del planeta posibilita la propagación de mosquitos que transmiten enfermedades como la malaria y el dengue en áreas en las que antes no se encontraban.

De hecho, la crisis humanitaria de la nación yanomami que ha enfrentado la propagación de mosquitos transmisores de malaria tiene como causas la minería ilegal, el acaparamiento de tierras, la falta de servicios de salud, así como la contaminación del agua y del medioambiente por el mercurio. Las excavaciones mineras crean charcos de agua que facilitan la reproducción de los mosquitos, al tiempo que la propia actividad minera aumenta la presencia de personas en regiones remotas facilitando la propagación de malaria (Dato Crucial 2).

Y nuevas enfermedades

Las enfermedades infecciosas, principalmente las zoonóticas son las más preocupantes. Cuando se destruyen ecosistemas las especies locales migran a otras zonas en busca de alimento y refugio, esto puede incrementar el contacto de personas con especies con las que usualmente no hay relaciones directas. A su vez, esto favorece el salto (zoonosis) de enfermedades de una especie hacia las personas.

Imposible predecir, pero posible vigilar

Prevenir la zoonosis es complicado, estamos cerca de una crisis sin retorno y no hay ningún método confiable para predecir la aparición de la siguiente enfermedad. Lo que es posible es vigilar la circulación de virus y bacterias en el agua, animales, vectores y personas. De hecho, mediante tecnología de secuenciación de nueva generación aplicada a animales como murciélagos y roedores es posible detectar la circulación de agentes que podrían amenazar la salud humana.

Pero eso no es suficiente. La vigilancia debe ser constante y abarcar tanto escalas locales como nacionales. Brasil tiene la capacidad técnica para implementar una vigilancia de este tipo, pero no hay acciones al respecto. Además, es necesaria la inversión en métodos de diagnostico más rápidos y precisos para poder contener la propagación de una nueva enfermedad con potencial pandémico.