Has the Age of Mass Protest Actually Achieved Anything?

Cita: 

Wallace-Wells, David [2023], "Has the Age of Mass Protest Actually Achieved Anything?", The New York Times, New York, 22 de noviembre, https://www.nytimes.com/2023/11/22/opinion/does-protest-work-bevins.html

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Miércoles, Noviembre 22, 2023
Tema: 
Reflexión sobre la forma de las manifestaciones del siglo XXI
Idea principal: 

    David Wallace Wells es un ensayista que colabora con The New York Times. Su principal línea temática es el cambio climático.


    Vivimos una época de protestas masivas. Por ejemplo, desde que Hamás irrumpió en Israel el 7 de octubre de 2023 y la respuesta brutal de Israel sobre Gaza, se han suscitado protestas masivas en diversas partes del mundo, sobre todo en apoyo a Palestina, aunque también en defensa de Israel (Dato Crucial 1).

    La magnitud de dichas manifestaciones no es del todo extraña, de acuerdo con el periodista Vincent Bevins, entre 2010 y 2020 más personas participaron en manifestaciones que en cualquier otro momento de la historia. Durante esa década las redes sociales y las desigualdades de la globalización alentaron protestas masivas en todo el mundo. Occupy Wall Street, la Primavera Árabe, así como múltiples movimientos sociales en Brasil, Chile, entre otros, son algunos de los ejemplos que ilustran una década llena de grandes movilizaciones.

    Ante esos fenómenos muchos ignoraron las diferencias entre los movimientos para privilegiar una lectura en la que se veían levantamientos mundiales paralelos que iban desgarrando el orden global. La cuestión es, siguiendo a Bevins, que el mundo no cambió demasiado, las fuerzas reaccionarias actuaron y casi todos los países regresaron al punto de partida o algo peor.

    De acuerdo con Belvins esto se explica por la estrategia y estructura política de la protesta contemporánea. Los movimientos sociales recientes desconfían de las formas jerárquicas de la izquierda tradicional, mientras que apuestan por una especie de horizontalidad sin forma definida. El problema es que en los movimientos sociales actuales tanto los horizontes de posibilidad transformadores, como la energía revolucionaria de las calles se disipan rápidamente. En ocasiones la protesta masiva sirve de válvula de escape para mantener todo igual; en otros casos es cooptada por políticos profesionales, aliados de las élites, que se encargan de contener la energía de la protesta para encauzarla en clave reformista; incluso sucede que las protestas iniciales desatan la reacción de sujetos que responden de forma reaccionaria.

    En Brasil esos tres escenarios ocurrieron. Las fuerzas anarquistas dejaron de movilizarse masivamente en las calles, la clase media y los medios de comunicación presentaron las protestas en clave reformista; a su vez, esto condujo a investigaciones sobre corrupción en las que se encarceló a Lula ayudando a Bolsonaro a ganar las elecciones presidenciales.

    Este patrón se extiende tanto por países periféricos como metropolitanos. En Estados Unidos las protestas recientes se caracterizan por ser masivas y tener una estructura endeble, cambiante y poco definida. Mediante las redes sociales se puede convocar a millones de personas; pero está el riesgo de apostar por una imagen simbólica más que por un legado político concreto. De hecho, al analizar superficialmente movimientos como Occupy, Black Lives Matter o la Women´s March es posible verlos como un fracaso y como la causa de reacciones conservadoras.

    Pero los movimientos sociales son complejos y no deben sacarse conclusiones precipitadas sobre sus fracasos o victorias. Por tanto, es necesario ver que las movilizaciones recientes en Estados Unidos no son movimientos revolucionarios; son llamados reformistas que utilizan la persuasión moral y la impactante movilización masiva como herramientas para obtener algunas concesiones.

    La estrategia de estos movimientos puede parecer ingenua pues las élites políticas son serviciales al status quo y harán todo por mantenerlo. Además, en Estados Unidos la polarización ha provocado que las lealtades políticas no se determinen por un compromiso serio sino por el odio hacia el bando contrario, y las movilizaciones masivas corren el riesgo de caer en ese patrón.

    Ciertamente ningún movimiento social reciente en Estados Unidos ha logrado una victoria contundente; pero tampoco han fracasado del todo. Por ejemplo, el Ocuppy logró que la agenda liberal preste mucha más atención a la desigualdad de ingresos y a la justicia económica; el asenso de una izquierda populista encabezada por Bernie Sanders; así como la llegada de nuevos paradigmas económicos que ayudaron a garantizar la ayuda federal durante la pandemia de coronavirus.

    Así mismo, las protestas climáticas de Greta Thunberg, las de Extinction Rebellion y de Sunrise Movement han tenido sus logros. El mundo ya no es totalmente indiferente al cambio climático; aunque a un ritmo lento, se busca la descarbonización. Incluso aunque estos actores han perdido parte de su poder de convocatoria, la agitación que causaron ayudó a impulsar leyes climáticas como la Ley de Reducción de la Inflación en Estados Unidos.

    A partir de 2018 proliferaron protestas focalizadas en demandas muy específicas, como detener la construcción de oleoductos. Este tipo de protestan sirve para enfocar al movimiento e incluso cuando fracasa ayuda a identificar a los responsables de rechazar las demandas. Pero la focalización puede ser improductiva; ciertamente no todas las protestas son revolucionarias, pero es necesario buscar más que victorias políticas muy específicas, se necesita dar forma y continuidad a los movimientos sociales.

Datos cruciales: 
    1. El 4 de noviembre de 2023 había alrededor de 300 000 personas marchando en Washington en apoyo a Palestina, el 14 del mismo mes decenas de miles en apoyo a Israel. El 11 de noviembre en Londres 300 000 personas se manifestaron por la causa palestina. En París el 12 de noviembre 180 000 personas, entre ellas Marine Le Pen, marcharon contra el antisemitismo.
Nexo con el tema que estudiamos: 

    Wallace Wells nos presenta una reflexión sobre los movimientos climáticos contemporáneos a partir de un diálogo crítico con Bevins. Este tipo de ejercicios son interesantes pues permiten ampliar las miradas sobre el curso de los esfuerzos que pretender luchar contra el cambio climático. La cuestión es que la postura de Wells parece ser bastante benevolente con los resultados de los movimientos climáticos, cuando infinidad de indicadores señalan procesos de devastación cada vez más acelerados.